domingo, 19 de agosto de 2012

RISCO, EL (AGAETE)

Topónimo con el que se conoce el valle ascendente por la cuenca del barranco homónimo que discurre aguas abajo en dirección sudeste-noroeste, entre los lomos septentrionales de El Trigo, La Aulaga y Cañada Honda al pie del Macizo de Tamadaba, y los meridionales de la Montañeta, las Cadenas y Pelado al pie del Macizo de Tirma donde tiene su cabecera.

Panorámica desde Tamadaba (richterphotography-com)
El asentamiento poblacional es agrupado en el Risco de Abajo y diseminado en el de Arriba, y toman el nombre del barranco que desciende por el "risco" del macizo.

El Risco fue siglos atrás parada obligada en el camino, y es fácil de entender. El camino Real de Gáldar partía de la Ciudad, discurría por Tamaraceite, pasaba por Tenoya, Trasmontaña, Bañaderos, San Felipe, Guía y llegaba a Gáldar. A partir de esta última población, se convertía en "camino de Herradura" hasta Agaete, de aspecto parecido a los "reales" pero menos anchos y con otro empedrado mucho más sencillo.

Estanque (Fedac)
Eran este tipo de caminos los que comunicaban los principales enclaves rurales con los asentamientos de población en caseríos, que se empedraban para facilitar el tránsito de los animales de carga.

A su llegada a Agaete se dividía en dos caminos menores o veredas, conociéndose por los documentos que algunos eran "camino de los canarios" porque estaban antes de la Conquista de la isla. El del interior, llegaba a Artenara y Tejeda por el Valle de Agaete; y el costero, pasando por Guayedra y este lugar, vadeando el cauce del barranco de El Risco llegaba a Tirma Furel para acabar en "Nicolás", que después sería Aldea.

Panorámica desde Tirma (elpatrioagaete-es)
Así se decía en el Boletín Oficial de 1865: El camino de Segunda llamado del Risco, hacia el Sudoeste «Se dirije á la Aldea de S. Nicolás, cruza varios Barrancos y termina en Tirma jurisdicción de Artenara donde empalma con el que viene de la Aldea» con un distancia de 3 leguas.

Andando de Agaete a la Aldea de San Nicolás, allí donde acaba lo fácil del duro camino de herradura y empieza el difícil duro camino, después de haber dejado atrás al soberbio Risco de Faneque y en la margen norte del pequeño barranco del Risco, donde el agua tintinea y marca la divisoria de Artenara, en una suave falda del pinar de Tamadaba al socaire de los vientos dominantes, allí el hombre se estableció creando un pequeño y diseminado pago.

Pajar (Fedac)
Era parada obligada del caminante, como lo hicieran los antiguos aborígenes que han dejado importantes yacimientos arqueológicos en la zona.

En los tiempos antiguos, tiempos de caminos Reales, de Herraduras y veredas, se tenía que tomar una gran decisión contemplando un paisaje muy peculiar.

Vista meridional de la Playa del Risco (mariaonsea-blogspot)
Vista septentrional de la Playa
Arriba, el pinar de Tamadaba  y la sagrada montaña de Tirma; al frente, el barranco de El Risco que ha construido la playa, centro del anfiteatro en el que convergen más de cien colectores y barranquillos que conforman su cabecera; al fondo, el mar; y en su banda oeste, entre el Morrete de Cho Manuel y El Cabezo, parecen abrirse el paso de Las Veredas por las distintas degolladas y andenes.

En este lugar de obligada parada, posiblemente el caminante debía decidirse por tomar el camino más seguro, siguiendo tierra adentro, o arriesgarse por los andenes construidos en los altos acantilados.

La particular belleza de la Playa (David Marquina Reyes)
Tierra adentro, vadeando el barranco del Risco y subiendo hacia Tirma, en sus pasos, dejaría atrás un viejo aserradero o nave en la que se realizaba el corte de pinos para su explotación maderera, industrias que siempre aparecen donde estaba la materia prima, junto a los pinares.


Camino de Tirma y Furel (Fedac)
Pero quizá el uso más intenso que ha sufrido esta comarca es el de la ganadería, que todavía persiste, a pesar de haberse reducido considerablemente. Y ahí está una afamada fábrica artesanal de quesos y yogures de leche de cabra.

El barranco Hoya del Laurel, tributario del barranco del Risco, aporta su caudal de agua, cuando está activo, a través de un gran caidero o salto de agua responsable de la formación de un conocido "pilancón" llamado Charco Azul.

El Charco Azul (rosagrancan-blogspot)
Vistas de la isla de Tenerife, acantilados, saltos de agua, palmerales y zonas de cultivos. Su flora, casi toda autóctona, es variada y pintoresca: cardonal-tabaibal, palmeral y pinar.

La diversidad de la fauna es enorme, sobre todo en el campo de los invertebrados. En la fauna vertebrada destacan los reptiles y las aves. Todo ello constituye una fuente de recursos didácticos de observación y estudio del entorno.

Casa cueva y horno (Fedac)
La otra opción, la más arriesgada en aquellos tiempos, era andar hacia Faneque, donde solo se encuentran acantilados multicolores y donde solo residen algunas especies de la flora amenazada exclusivas de la isla, que se consideran en peligro, dadas sus reparticiones en zonas muy concretas.

Como la magarza (Argyranthemum lidii), cerca del Andén Verde; la lengua de pájaro (Globularia ascanii bystropogophyllum), en los riscos del Pinar; o la "hija de don Enrique" (Sventenia bupleroides), en Guayedra y Faneque, entre otras maravillas de nuestra biodiversidad.

Yacimiento arqueológico y Faneque (continenteenminiatura-blogspot)
Hasta 1919, para la construcción de la carretera Agaete-La Aldea, los estudios iniciales tenían por objeto determinar cómo salvar el difícil obstáculo del risco Faneque para alcanzar la montaña de Tirma, pues cerraba el paso con su impresionante acantilado.

Una solución proponía partir de Agaete y ascender con pendientes fortísimas hasta los 1150 metros de altura del pinar en el macizo de Tamadaba y, luego, desde allí, descender 1090 metros hasta La Aldea, circunstancia que obligaba a un trazado excesivamente sinuoso y de fuertes rampas que ya no entraba en los cánones de la ingeniería civil.

Vivero (Fedac)
Y hubo que volver a la opción que proponía seguir el trazado del camino, para lo que se tenía que abrir la carretera a través de los acantilados, por la línea de unas mesetillas o andenes en los que se abría paso peligrosamente el mencionado camino de herradura.

La difícil carretera
Derrumbe en 1969
(William Hirman - Fedac)
Otro problema fue encontrar la solución adecuada para sacar la carretera desde La Aldea hasta El Risco. Después de muchos estudios, se acordó buscar el paso por el acantilado del Andén Verde, a 550 metros sobre el nivel del mar, para no subir la carretera hasta la montaña de Tirma, con la excesiva elevación de las rampas.

Algunos tramos de esta carretera se tuvieron que ejecutar con los operarios colgados de los riscos sobre el abismo que daba al mar.

Aunque de por sí dos vidas son mucho, solo hubo que lamentar dos víctimas mortales en la construcción de uno de los túneles, por la explosión de cartuchos de dinamita.

Otro elemento que hay que destacar fueron las condiciones de tránsito en precario por algunos tramos, pues, durante aquel largo margen de tiempo de ejecución, unos quince años, el tráfico rodado, desde La Aldea hasta el principio del segundo tramo, venía haciéndose a través de la pista accesoria trazada en 1935 por la compañía concesionaria del segundo trozo del tramo cuarto, a través del barranco de La Arena.
Obras nueva carretera
(fotosaeresasdecanarias-com)

Ni el Cabildo ni el Estado quisieron hacerse cargo de la construcción de esa pista provisional, así que fue realizada por el Ayuntamiento de La Aldea, que, para sus continuas reparaciones, impuso un canon a los usuarios.

La pista consistía en un paso de durísimas condiciones para los vehículos pesados, que en tiempo de zafra transportaban, desde este valle hacia el Puerto de La Luz, la producción tomatera. Es la historia del primer y último "peaje" habido en la isla.

Ya en los comienzos del siglo XXI, se ha iniciado otro reto de ingeniería de caminos con el nuevo trazado de la carretera, que vuelve a empezar en El Risco repitiendo la historia de ayer. Esta vez pretende llevarse a cabo perforando con túneles el macizo rocoso y salvando los desniveles con dos grandes viaductos.

Es la gran esperanza de La Aldea para que sus vías de comunicación no estén condicionadas por el buen tiempo y para reducir las distancias. La esperanza está solo condicionada por los recursos económicos que precisa la obra.



Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)

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