martes, 8 de mayo de 2012

CERRILLO, EL (ARUCAS)

En los repartos de tierras tras la Conquista, por los años 1545 y 1546, correspondieron a Juan de Maluenda terrenos en este lugar de Arucas, que tuvo un ingenio que se movía con el agua de la acequia del Heredamiento de Arucas y Firgas que venía desde el actual barranco de la Virgen por Las Madres, si bien se tienen reseñas históricas de que Alonso de la Barrera ya tenía su ingenio en 1526.

Acequia de la Heredad
Este histórico topónimo genérico, sin duda el más antiguo de este sector de Arucas, es mencionado además en la escritura de censo suscrita, en junio de 1656, ante el escribano Diego Álvarez de Silva, por Fray Juan Perdomo, Administrador del Mayorazgo de Arucas, a favor de Juan Afonso, vecino de Arucas: «… de unas tierras situadas detrás de los Alamos en el Cerrillo que linda por la parte de abaxo un paredón antiguo y andenes del Mayorazgo y por la de arriva los dichos Alamos del Serrillo y camino real que sale del lugar del Serrillo para el cercado de San Sebastián y Hoyas de Ariñes y por el otro camino real que sale de dicho lugar para la Cueva de la Fula y Trapiches, todo lo que hubiere debaxo de dichos linderos...»; y asimismo, en la relación de Bienes Fundacionales del Mayorazgo de 1572 y agregaciones de los años 1576 y 1577.


Espadaña ermita
Como topónimo genérico es el diminutivo de cerro, una elevación de tierra aislada y de menor altura que los siguientes barrios ascendentes de La Goleta Lomo de San Pedro, todos ellos prácticamente unidos en la línea trazada por la Acequia del Heredamiento de Aguas.

En la cima de este pequeño cerro, conocida con el nombre de Calvario, fue edificada hacia 1720 por sus vecinos una pequeña ermita que presidiera luego el Santo Cristo de la Salud, traído hasta Arucas por el devoto indiano Juan de Quintana y Castro por aquellas fechas.

Tradicionalmente la procesión del Cristo crucificado del Viernes Santo de Arucas llegaba hasta este lugar, distante de la iglesia parroquial aproximadamente unos dos kilómetros, regresando a continuación, recorrido que antiguamente era seguido por muchos feligreses devotos.

De la docena de canteras que tenía este municipio, las más importantes estaban en El Cerrillo  y en El Lomo de San Pedro,  además de las ya desaparecidas de El Mirón y la que estaba situada junto a la antigua ermita de San Pedro, cerca de la fábrica de azúcares,  después del ron, entre las carreteras a Moya y Bañaderos, de las cuales se extraía la conocida Piedra de Arucas, de granos cristalinos y color gris azulado. La cantera de La Fula era de fractura rugosa y color blanquecino. Recientemente se ha descubierto otra cantera conocida como de «corea» en el lugar de Rosa Silva considerada de muy buena calidad de color gris y azul intenso.

La cantería de Arucas es conocida desde los primeros siglos de la colonización europea y generó a lo largo del tiempo una vieja tradición centrada en los barrios de El Cerrillo y La Goleta, con técnicas transmitidas de padres a hijos.

Antecedentes históricos de la profesión los tenemos en los libros de bautismo consultados por la fuente, donde aparece la condición de los padres. Así, en 1603, Jerónimo de Mendoza es «menestrado», algo así como oficial de cantería; en 1653, Antón Pérez es llamado «maestre de cantería», y un año después es «maestro de San Juan», posiblemente por realizar alguna obra importante para la iglesia antigua; en 1657, Luis Báez es «maestro mayor de canteros»; en 1682, Cristóbal Déniz es cantero. Una profesión perfectamente organizada con responsabilidades definidas según su función.

Labrando la última piedra (Ayto. Arucas)
La labor de los artesanos de la piedra fue ampliamente demandada en momentos de gran dinamismo constructivo, siempre en función de la estética arquitectónica dominante. Un ejemplo de ello se puede encontrar a inicios del s. XX, cuando en las canteras de Arucas podían estar trabajando más de mil personas, cuya función específica, desde la extracción a la terminación, tiene distintas especialidades y herramientas poco conocidas.

Esta hermosa piedra azul, antes de la mecanización actual, era extraída de la tierra en las históricas vetas, muchas ya desaparecidas, con el esfuerzo y la maestría del cabuquero para no romper la hebra de la piedra, utilizando cuñas hasta encontrar el quiebre de la hebra. Después, con herramientas como el marrón, la barra y el pico de recalar, el bloque se desprendía de la veta para pasar a las manos del entallador, quien, sabiamente y conociendo el destino de cada uno de sus imaginarias partes, utilizando más cuñas, el pico y la mandarria -ese pequeño marrón o gran mazo- con la ayuda de las escuadras, realizaba el despiece en diferentes trozos.


La labor de los artesanos de la piedra fue ampliamente demandada en momentos de gran dinamismo constructivo, siempre en función de la estética arquitectónica dominante. Un ejemplo de ello se puede encontrar a inicios del s. XX, cuando en las canteras de Arucas podían estar trabajando más de mil personas, cuya función específica, desde la extracción a la terminación, tiene distintas especialidades y herramientas poco conocidas.

A partir de aquí, el cantero empezaba a dibujar con su lápiz, en los cartones, qué forma habría de tener y qué función tenía que prestar.

Definido el destino y la prestancia que tendría, el labrante la tallaba extrayendo del alma y cuerpo de la piedra la belleza en las múltiples formas que había abocetado el cantero, fueran seres humanos, animales, flores o simplemente dibujos geométricos. Y para ello se valía de compases, escuadras y metros, cinceles, punzones, trinchantes, fiadores, plomadas, y escoplos.

Vista de la plaza y ermita (Eliú Pérez)
La alusión a la emblemática piedra gris-azulada de Arucas es constante en cualquier guía histórica del municipio y de la isla: arquitecturas domésticas, religiosas, públicas e hidráulicas, obras de ingeniería, tallado artístico, etc. Una piedra que desde El Puertillo se embarcaba en veleros hacia otras islas y que llegó hasta el Nuevo Mundo. En Canarias son muchas las obras arquitectónicas que utilizan la cantería de Arucas, el ejemplo más notable lo constituye la obra neogótica de la iglesia de San Juan en esta ciudad.

Vista (Google earth)
Conocidas son otras canteras que existen en la isla, que han destacado por el distinto cromatismo: la de piedra roja de Tamadaba, la de piedra verde de Tirma, la de Ayagaures, en sus tonalidades amarillo-ocre y rojiza, la piedra amarillo-ocre de Teror, la piedra blanca de la Presa de Pinto de Arucas, la veta de la Cantera de Gáldar, la de piedra gris oscura de San Lorenzo, la del Monte, y otras de menor cantidad. En la actualidad, muchas de ellas tienen restringida su extracción.

Localización (Espacios Naturales Gran Canaria)

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