En los repartos de tierras tras la
Conquista, por los años 1545 y 1546, correspondieron a Juan de Maluenda terrenos en este lugar de Arucas, que tuvo un
ingenio que se movía con el agua de la acequia del Heredamiento de Arucas y Firgas que venía desde el actual barranco
de la Virgen por Las Madres, si bien se tienen reseñas
históricas de que Alonso de la Barrera
ya tenía su ingenio en 1526.
Acequia de la Heredad |
Este histórico topónimo genérico,
sin duda el más antiguo de este sector de Arucas, es mencionado
además en la escritura de censo suscrita, en junio de 1656, ante el escribano
Diego Álvarez de Silva, por Fray Juan
Perdomo, Administrador del Mayorazgo de Arucas, a favor de Juan Afonso, vecino de Arucas: «…
de unas tierras situadas detrás de los Alamos en el Cerrillo que linda por la
parte de abaxo un paredón antiguo y andenes del Mayorazgo y por la de arriva
los dichos Alamos del Serrillo y camino real que sale del lugar del Serrillo
para el cercado de San Sebastián y Hoyas de Ariñes y por el otro camino real
que sale de dicho lugar para la Cueva de la Fula y Trapiches, todo lo que
hubiere debaxo de dichos linderos...»; y asimismo, en la relación de Bienes
Fundacionales del Mayorazgo de 1572 y agregaciones de los años 1576 y 1577.
Espadaña ermita |
Como topónimo genérico es el
diminutivo de cerro, una elevación de tierra aislada y de menor altura que los
siguientes barrios ascendentes de La Goleta y Lomo de
San Pedro, todos ellos prácticamente unidos en la línea trazada por la
Acequia del Heredamiento de Aguas.
En la cima de este pequeño cerro, conocida con el nombre de Calvario,
fue edificada hacia 1720 por sus vecinos una pequeña ermita que presidiera
luego el Santo Cristo de la Salud, traído hasta Arucas por el devoto indiano
Juan de Quintana y Castro por aquellas fechas.
Tradicionalmente la procesión del
Cristo crucificado del Viernes Santo de Arucas llegaba hasta este lugar,
distante de la iglesia parroquial aproximadamente unos dos kilómetros,
regresando a continuación, recorrido que antiguamente era seguido por muchos
feligreses devotos.
De la docena de canteras que tenía este municipio, las más importantes estaban
en El Cerrillo y en El Lomo de San Pedro, además
de las ya desaparecidas de El Mirón y la que estaba situada junto a la antigua
ermita de San Pedro, cerca de la fábrica de azúcares, después del ron,
entre las carreteras a Moya y Bañaderos, de las cuales se extraía la conocida Piedra
de Arucas, de granos cristalinos y color gris azulado. La cantera de La
Fula era de fractura rugosa y color blanquecino. Recientemente se ha
descubierto otra cantera conocida como de «corea» en el lugar
de Rosa Silva considerada de muy buena calidad de color gris y
azul intenso.
La cantería de Arucas es conocida desde los primeros siglos de la colonización
europea y generó a lo largo del tiempo una vieja tradición centrada en los
barrios de El Cerrillo y La Goleta, con técnicas
transmitidas de padres a hijos.
Antecedentes históricos de la profesión los tenemos en los libros de bautismo
consultados por la fuente, donde aparece la condición de los padres. Así, en
1603, Jerónimo de Mendoza es «menestrado», algo así como oficial de
cantería; en 1653, Antón Pérez es llamado «maestre de cantería», y
un año después es «maestro de San Juan», posiblemente por realizar alguna obra
importante para la iglesia antigua; en 1657, Luis Báez es «maestro
mayor de canteros»; en 1682, Cristóbal Déniz es cantero. Una profesión
perfectamente organizada con responsabilidades definidas según su función.
Labrando la última piedra (Ayto. Arucas) |
Esta hermosa piedra azul, antes de la mecanización actual, era extraída de la tierra en las históricas vetas, muchas ya desaparecidas, con el esfuerzo y la maestría del cabuquero para no romper la hebra de la piedra, utilizando cuñas hasta encontrar el quiebre de la hebra. Después, con herramientas como el marrón, la barra y el pico de recalar, el bloque se desprendía de la veta para pasar a las manos del entallador, quien, sabiamente y conociendo el destino de cada uno de sus imaginarias partes, utilizando más cuñas, el pico y la mandarria -ese pequeño marrón o gran mazo- con la ayuda de las escuadras, realizaba el despiece en diferentes trozos.
La labor de los artesanos de la
piedra fue ampliamente demandada en momentos de gran dinamismo constructivo,
siempre en función de la estética arquitectónica dominante. Un ejemplo de ello
se puede encontrar a inicios del s. XX, cuando en las canteras de Arucas podían
estar trabajando más de mil personas, cuya función específica, desde la
extracción a la terminación, tiene distintas especialidades y herramientas poco
conocidas.
A partir de aquí, el cantero
empezaba a dibujar con su lápiz, en los cartones, qué forma habría de tener y
qué función tenía que prestar.
Definido el destino y la prestancia
que tendría, el labrante la tallaba extrayendo del alma y cuerpo de la piedra
la belleza en las múltiples formas que había abocetado el cantero, fueran seres
humanos, animales, flores o simplemente dibujos geométricos. Y para ello se
valía de compases, escuadras y metros, cinceles, punzones, trinchantes,
fiadores, plomadas, y escoplos.
Vista de la plaza y ermita (Eliú Pérez) |
La alusión a la emblemática piedra
gris-azulada de Arucas es constante en cualquier guía histórica del municipio y
de la isla: arquitecturas domésticas, religiosas, públicas e hidráulicas, obras
de ingeniería, tallado artístico, etc. Una piedra que desde El
Puertillo se embarcaba en veleros hacia otras islas y que llegó hasta
el Nuevo Mundo. En Canarias son muchas las obras arquitectónicas que utilizan
la cantería de Arucas, el ejemplo más notable lo constituye la obra neogótica
de la iglesia de San Juan en esta ciudad.
Vista (Google earth) |
Conocidas son otras canteras que
existen en la isla, que han destacado por el distinto cromatismo: la de piedra
roja de Tamadaba, la de piedra verde de Tirma, la de Ayagaures,
en sus tonalidades amarillo-ocre y rojiza, la piedra amarillo-ocre de
Teror, la piedra blanca de la Presa de Pinto de
Arucas, la veta de la Cantera de Gáldar, la de piedra gris oscura de
San Lorenzo, la del Monte, y otras de menor cantidad. En la
actualidad, muchas de ellas tienen restringida su extracción.
Localización (Espacios Naturales Gran Canaria) |
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