viernes, 4 de mayo de 2012

CASTAÑO, EL (SANTA BRÍGIDA)

Entre las reglas toponímicas nos encontramos la referida a los llamados fito-topónimos que tienen su origen en los nombres de plantas, entre ellas los árboles que por su gran porte la memoria colectiva de los lugareños, e inclusive los visitantes viajeros ocasionales, consideraron que era un elemento suficiente para localizar el lugar.

Es el caso de un árbol introducido en las islas siglos atrás, el castaño (Castanea sativa Miller), que prefiriendo los suelos frescos y sueltos de climas húmedos, se adapta perfectamente a los microclimas que se encuentran en algunas zonas de la Isla, como es el caso de nuestras medianías, y particularmente el territorio de Santa Brígida. El castaño creó paisajes, propició costumbres de excursionistas para asilarse en su sombra, su fruto sustituyó a la papa en los potages cuando la hambruna apretó, e inclusive se convirtió en una hoja del calendario que nos avisa que ha llegado noviembre para celebrar los finados.

Vista del lugar del Dragonal (Google earth)
Como topónimo, lo lo encontramos dando nombre a pasajes y lugares en Arucas, Moya, Telde, Teror, y como no, Santa Brígida donde lo tenemos por partida doble y alguno más perdido en el tiempo.
En nuestro ascenso desde el nivel del mar, lo encontramos primero situado en la carretera de San Lorenzo a la Casa del Gallo (GC-308), muy próximo al Dragonal y al Jardín Botánico Viera y Clavijo, es un enclave relacionado con árboles introducidos, y muy cerca de donde fue creado ese Jardín donde viven gran número de los endemismos canarios y macaronésicos.

Localización cerca del Dragonal (Espacios Naturales Gran Canaria)

Después lo encontramos pasando Santa Brigida, junto a la carretera que conduce a San Mateo, y cerca de donde descansan los finados o "finaos" en el Cementerio del municipio. Aquí va acompañado del epíteto de Alto, pues no en vano hay que subir una pequeña cuesta para acceder a él.

 

Cuenta el cronista Pedro Socorro Santana que a principios del siglo  XVIII, la denominada hacienda del Castaño era propiedad del regidor perpetuo del Cabildo de Gran Canaria, Francisco de la Cruz Betancort y Quintana, la cual estaba entonces plantada de trigo, según manifestó en su testamento,  realizado en Las Palmas el 28 de abril de 1707, ya viudo de Antonia de Flores y Figueroa, reconociendo que pagaba una pensión al monasterio de San Bernardo, donde su hermana Catalina de San Leonardo era religiosa profesa:



«Declaro que de la hazienda que llaman del castaño pago trescientos y mas rrs. a el monasterio y monxas de Nuestro Señor San Bernardo y en cuenta de ellos tengo dado a don Francisco de Casares, su sobrino, veinte fanegadas de trigo que le parece fue a precio de catorce rrs. y medio la fanegada».



Subida al Castaño Alto en 1930 (Fedac)
A su muerte la hacienda fue heredada por su nieto Vicente Romero Jaraquemada, el primogénito de su hija Josefa de Bethencurt y Quintana, casada con el capitán de artillería de las islas, Luis Romero Jaraquemada. Aproximadamente en 1745 la hacienda era propiedad del capitán de las milicias Fernando Gaspar Calimano Nardari.


Dividida la finca con posterioridad, en la zona alta de la finca a partir de 1862, con la llegada de los ayuntamientos constitucionales, se construyó el cementerio municipal, quedando el topónimo de El Castaño Alto.

La zona baja de la hacienda mantuvo por algún tiempo el topónimo de El Castaño Bajo, después se convertiría en el Paseo al Castaño, para terminar rotulándose en la dictadura franquista con el nombre de un político que hizo perder el topónimo para la zona baja.

Localización El Castaño Alto (Espacios Naturales Gran Canaria)
No podría dejar de mencionar el hermoso ejemplar que existió en El Madroñal que posiblemente en su tiempo fue un referente toponímico ya perdido.

Sobre este ejemplar, Olivia Stone señala a su paso por la Villa lo siguiente: «… Un gigantesco castaño atrajo nuestra atención, se alzaba cerca del borde de la carretera, muy solo en medio del campo, por lo que nos bajamos a inspeccionarlo, descubriendo que era un ejemplar magnífico. Como no tiene ningún otro árbol cerca de él, ha crecido uniformemente, y desde luego es un castaño frondoso. No es tan grande como el de La Orotava, pero aún está en su mejor momento. Tiene tres ramas principales, que se subdividen, cerca de su punto de unión con el tronco, en muchas otras ramas grandes...».

El castaño de El Madroñal en 1895 (Fedac)

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