Desde los primeros años de la Conquista se asentó la población en una pequeña mesa elevada sobre la franja costera aproximadamente a unos 170 metros de altitud, de donde recibe su nombre por el especial relieve como si se tratara de un cabo que como una lengua de tierra se adentra en el mar. La singular mesa ha sido drenada por ambos lados: el pequeño barranquillo de Las Monjas al naciente, que desagua junto a El Roque y la cuenca del barranco de Moya por el poniente.
Ortofoto contorneada (IDE GC) |
Aunque toda la mesa es conocida como Cabo Verde, los lugareños distinguen tres sectores: la punta del Norte, que se concreta como Cabo Verde; el lateral del poniente, llamado La Cordillera; y el lateral del naciente, llamado Las Monjas. Todas estas tierras son excelentes para el cultivo, de ahí que el color dominante que les da nombre sea el verde.
La calidad de las tierras ha posibilitado a lo largo de la historia una buena producción agrícola que motivó que fueran muy estimadas desde los primeros tiempos de la Conquista. Esos aprovechamientos dibujaron siglos después una extenso sistema hidráulico para los cultivos de regadío con la construcción de presas, estanques, cantoneras y acequias que son en la actualidad un buen inventario de bienes etnográficos.
Desde los primeros años de las conquista los Amoretos obtuvieron tierras que vincularon, y así en dos agregaciones efectuadas a los bienes del vínculo de Fernando Pineda, constituido en 1643 en Gáldar, se incluyen en 1715 por Teodora Westerling Amoreto, pariente de aquel, una suerte en Cabo Verde; después en 1738 son los hermanos José y Francisco Bethencourt, también parientes de aquellos, quienes agregan otras tierras en Cabo Verde.
Presa (Patrinet) |
Estanque (Fedac) |
Localización (Espacios Naturales Gran Canaria) |
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