Topónimo con el que se conoce un caseríoasentado en el Lomo homónimo, situado entre Las Hoyas al naciente y Lanzarote al poniente. Recibe su nombre del cortijo así llamado que perteneció a Pablo Romero Palomino, sobrino de la poetisa Agustina Romero, más conocida como «La Perejila».
Panorámica (Google earth) |
La historia de dicho cortijo se remonta al siglo XVIII, cuando Ana Romero Vivero en escritura de 10 de noviembre de 1787 constituyó un vínculo de bienes, al que al año siguiente tuvo las agregaciones de su hermana Jerónima Romero Vivero y del Capellán de la Catedral Tomás Quevedo Alvarado.
Entre los bienes vinculados de este mayorazgo se incluían 133 fanegas del «Cortijo de tierras labradías y “arrifes” y pasto de ganados con árboles frutales y silvestres, casa terrera, cocina, gañanía y unos manantíales en Melero».
Entre los bienes vinculados de este mayorazgo se incluían 133 fanegas del «Cortijo de tierras labradías y “arrifes” y pasto de ganados con árboles frutales y silvestres, casa terrera, cocina, gañanía y unos manantíales en Melero».
Dibujo de Manuel de León Falcón (Fedac) |
El 21 de octubre de 1882 se hace la escritura de división del mayorazgo epecificándose en la misma que el Cortijo se denomina «Meleros» y se sitúa en la Madre del Agua por la existencia en el lugar de un manantial, diciendo además que contiene quince ovejas y una yunta de vacas, valorándose en 56.400 reales de vellón.
Se asignan las propiedades a medias partes entre su poseedor José Pablo Romero Matos y a su hijo Pablo Romero Palomino, mencionado al principio a quien correspondió este cortijo.
El lugar debió tener algún tipo de relación con la miel o pudo haber sido «asiento de colmenas» dado el propio significado que da el DRAE a la palabra «Melero: Sitio donde se guarda la miel». No resultaría extraño por la proximidad de Cueva Corcho, donde se supone que existieron abejeras.
La biografía de La Perejila es una obra maestra del artista polifacético y autodidacta Néstor Álamo sobre esta poetisa del siglo XIX, que disecciona una época y unos personajes en la mejor tradición
"burletera". Como muestra, un verso gritado por La Perejila a una niña de Estupiñán apodada la “Carosa”:
Las niñas de
Estupiñán
en estado
sulfuroso
se rascan con
un caroso
cuando
calientes están.
Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)
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