Actualización
18-abr-2016
Topónimo
correspondiente a un pequeño y antiguo caserío situado al naciente de Aldea
Blanca y El Doctoral y al poniente del Castillo
del Romeral.
Tratándose de una antro-topónimo, la primera referencia documental de un
posible propietario o usufructuario de estas tierras a las que da nombre,
aparece en un documento de venta que en 1568 realiza el matrimonio compuesto
por Hernando Alonso y María de Salazar a Alonso
de Ortiz, vecinos todos de la villa de Agüimes, donde enajenan unas tierras
de sequero de "pan sembrar" que:
«… lindan por la parte de arriba por la cabezada con tierras de Andrés
Hernández y Juan Grande, y por la banda de abajo con el Barranquillo de las
Cuevas de la Paja de la dicha Vega Castaña y por un lado tierras de Bartolomé
de Tovilleja y por el otro lado el barranquillo que viene de la Atalaya que
linda con tierras del Lomo de Juan de Ávila…».
En
la antigüedad la expresión de arriba hace referencia a la parte trasera desde
el acceso de la misma como referencia, que en este caso es Agüimes, señorío que
antiguamente tenía una gran superficie y acababa donde empezaban las tierras de
realengo, probablemente en el cauce del Barranco de Tirajana. En
todo caso aunque parece que las tierras descritas están más próximas a Agüimes,
lo que sí queda acreditado es la existencia de un propietario de tierras
llamado Juan Grande. Conozcamos algo más del natural de la
isla llamado Juan Grande.
«Las actividades ganaderas y apícolas requerían una mayor movilidad en el
territorio, movilidad que dificultaba el asentamiento de los naturales en los
lugares donde se desarrolló el poblamiento europeo, condicionando por tanto las
líneas del mestizaje, principalmente en el caso de los hombres. Fueron casos
como los de Alonso de Ávila ó de Juan Grande.
Ambos disponían de tierras colindantes en el barranco de Guayadeque en lo que,
sin duda es otro ejemplo de continuidad temporal en el uso de instalaciones
indígenas, por parte de los naturales tras la conquista. Alonso de Ávila tenía
su majada junto al Lomo de los Caballos, en la vertiente norte de dicho
barranco. En la sur, frente a la majada de Alonso tenía Juan Grande sus
corrales y majadas, bajo el lugar aún hoy denominado Casa de Pastores; hacia el
interior del barranco disponía también Juan de su asiento de colmenas, en la
vertiente de dicho nombre, frente al Lomo de los Guaniles.
… el paso por las escribanías se realizaba forzado por problemas familiares con
la justicia, para prestar favor solidario a otros connaturales declarando a su
favor, a requerimiento de algún vecino para deslinde de tierras y para
solicitar al Cabildo repartimiento de asientos de colmenas, cuevas y majadas.
Este era el comportamiento de Juan Grande y su familia ante las instituciones
de la nueva sociedad.
Antiguas viviendas del barrio (Google Earth) |
Hijo de
naturales de la isla, Juan había nacido en 1499, más de 15 años después de
finalizada la conquista; su vida transcurrió entre los barrancos y los llanos
del sudeste de Gran Canaria ganando su sustento y el de su familia con la
explotación de ganados de cabras. El ámbito territorial en que desarrollaba sus
actividades no se circunscribió a las tierras que recibió en repartimiento en
el barranco de Guayadeque; desde allí pastoreaba sus rebaños por las tierras de
Arinaga, Llanos del Polvo, Sardina, el barranco de Tirajana y los “Llanos de
Juan Grande” –cuyo nombre recibe dicho término debido a que fue él quien lo
amojonó y cercó-, y extendiendo su actividad pastoril hasta la Charca de
Maspalomas, lugar en que los pastores llevaban a abrevar sus ganados y
castraban las abejeras salvajes del lugar.
En 1550, al incrementarse la presión colonizadora sobre el territorio y
temerosos de perder la propiedad los nietos de Juan Adobar –Luis Bristol y
Diego Ramírez- solicitaron al Cabildo que la confirmase pues en el tiempo de la
pestilencia se quemaron muchos papeles y ropas y el escribano no encontraba el
albalá. En el expediente de confirmación del repartimiento intervino Juan Grande
quien declaró favorablemente a los intereses de Bristol y Ramírez; no en vano
Juan Grande frecuentaba el barranco de Tirajana pues Amurga era una de las
zonas donde se realizaban las apañadas del ganado de suelta (BETANCOR QUINTANA, G.: Los indígenas en la formación de la
moderna sociedad canaria. Integración y aculturación de canarios, gomeros y
guanches, 1496-1525. Tesis
doctoral inédita. ULPGC, 2003).
También hay que conocer que estas tierras eran de realengo, y por tanto quien
aquí las aprovechara lo haría como para pastos o en último caso como usurpador, nombre que entonces se le daba a los que
roturaban las tierras de realengo o concejiles. También pudo tratarse de un
colono estante en el lugar.
El
Mayorazgo de Francisco Amoreto Manrique, Capitán, Regidor Perpetuo y Familiar
del Santo Oficio, fundado el 17 de marzo de 1669, al que los distintos
sucesores realizaron distintas agregaciones de bienes y además el título de
Conde de Vega Grande de Guadalupe, tenía en este lugar tres mil doscientas catorce
fanegas de:
«… terrenos labradíos, “arrifes” montañosos y de pastos de ganado que
comprenden la Hacienda de la Vega Grande de Guadalupe denominada de “Juan
Grande”, con casas de habitación de los dueños y sus accesorios, la iglesia de
Ntra. Sra. de Guadalupe, sesenta y nueve casas para habitación de los colonos,
graneros, pajares, almacenes y estanque» y también «Toda el
agua que forma el Heredamiento de Aldea Blanca de treinta días con sus noches
para el riego de la Hacienda anterior».
Este
lugar y sus contornos también fue conocido en la antigüedad con el nombre de Salinas por
el gran número de ellas que había en sus playas. Está documentado cuando el 29
de julio de 1693 el Vicario General del Obispado, al autorizar el nombramiento
del cura que debía hacer la fiesta de la ermita que, bajo la advocación de
Nuestra Señora de Guadalupe, había fabricado el Maestro de Campo Alexandro
Amoreto, dice «… ermita que había fabricado en Las Salinas…», de
donde se desprende que era la única ermita existente en todo el contorno.
El
10 de julio de 1700 Alexandro Amoreto al otorgar escritura de poder a su hijo
Francisco, llama a este lugar bajo la advocación que preside su titulo cuando
dice «… en el Valle de Guadalupe, jurisdicción de Tirajana…». Años
después en 1718, su hijo Francisco al mencionar la fundación del Mayorazgo de
su padre que se había realizado en 1669 como ya se ha dicho, reitera nuevamente
el topónimo de las Salinas cuando refiere la obligación de los
herederos de tener reparada la «ermita de Nuestra Señora de Guadalupe,
sita en el pago de las Salinas...».
Habrá
de entenderse que el topónimo Salinas se debería al gran negocio que
comportaban y a que estaban en la costa, algo distanciada de este lugar y, sin
duda, las tierras del interior, concretamente lo que se conocían por los
lugareños como Juan Grande, que eran las tierras de cultivo
propiedad del mayorazgo en las que los únicos asentamientos existentes eran en
las casas de colonos, propiedad también del mayorazgo, no parece agradar que se
las conozca con lo que puede ser el nombre de un colono o usurpador,
pues son reiteradas los documentos en que se utilizan distintos nombres para
ese lugar, más aún cuando se estaba planteando un pleito de los Vecinos de
Agüimes que desencadenaría el conocido como Motín de Agüimes.
La
ambigüedad en la utilización de ambos términos puede tener su explicación. En
los documentos públicos de los escribanos que toman referencias identitarias de
los lugares, la expresión utilizada es "Juan Grande" y la que
figura en otro tipo de documentos y correspondencia es "Salinas", posiblemente
por defensa jurídica o en el mejor de los casos, porque la cantidad de los
beneficios de las salinas superaba los agrícolas.
Perdura
en los años esta regla en la utilización de los términos, y así se documenta
cuando el obispo Delgado y Venegas el 17 de marzo de 1764 le recuerda a su
Cabildo que Fernando del Castillo había hecho otra iglesia igual o mayor a la
de Jinámar en el pago de de las Salinas,
expresiones ambas oficiosas por imprecisas, pues no fue Fernando del Castillo
quien construyó la ermita, ni las Salinas son el lugar donde
se construyó.
Era
consecuencia de la principal actividad económica de su entorno, la producción
de sal en las salinas, construidas en el siglo XVII y que a fines del siglo XIX
producían la mayor parte de la sal que se consumía en la isla y que precisaban
los barcos pesqueros que recalaban por la costa cercana para seguir hacia el
caladero de África.
Sí
son totalmente claras las referencias cartográficas de la época. El histórico
puerto o Caleta de Juan Grande se sitúa entre la Punta
de Barco Quebrado al nordeste y la Puntilla de la Caleta al
suroeste, en un espacio con continuas playas entre la Puntilla de
Vicente Díaz y la Punta del Tarajalillo, junto a la
desembocadura del barranco de Juan Grande o de
Tirajana.
En este puerto son mencionados como fondeaderos las playas del Barco
Quebrado, la Playa del Castillo de Santa Cruz del Romeral, la Playa
de la Caleta y la Playa de las Salinas de Abajo, actual Playa
Corral Espino, que contaban con agua y profundidad suficiente para fondear.
Detalle mapa costero (historiacastilloromeral-blogspot) |
Desde
principios del siglo XVIII el topónimo de Juan Grande está
consolidado en los registros y es probable que coincida con quien roturó aquel
cercado, a quien nos hemos referido al principio, pues a pesar de los intentos
de modificar el topónimo, así se describió en la escritura de fundación del
mayorazgo de los Amoreto de 1696 cuando se dijo «… llamado de Juan
Grande, que serán cuatro fanegas de tierra…».
En
un plano de 1787 realizado en tiempos del cuarto alcaide del Castillo del
Romeral, José de la Rocha Bethencourt, se indica que el poblado estaba situado
a la derecha del camino que iba para el sur. Hoy ese camino pasa por el centro
del caserío, quedando a su izquierda la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe y
la casa solariega de los Amoreto, con sus graneros, árboles frutales y olivos;
y, a su derecha, las viviendas de empleados y medianeros, pequeñas casas típicamente
canarias, techadas a dos aguas y algunas de ellas con sus hornos externos, que
solo usaban algunos días del año para cocer los panes que conservaban mucho
tiempo en bizcocho.
Interior ermita (Finca Condal) |
Ya es conocido que la historia del caserío está vinculada a la hacienda
condal que data del siglo XVII y estuvo dedicada a las explotaciones agrarias
de millo, caña de azúcar y tomates.
Fue la residencia solariega del Conde de la Vega Grande y junto con la Fortaleza de Santa Cruz, uno de los más importantes lugares del sur de la isla durante siglos.
Entre los hechos más destacados que sucedieron junto a sus muros destacan
los del aludido Motín de Agüimes de 1719, y de su historia y
desenlace surgieron los topónimos de Vecindario y El
Doctoral.
El conjunto arquitectónico está disperso en torno a un gran espacio
ajardinado con palmeras y olivos centenarios, guardando cierta similitud con
los cortijos andaluces. Entre las piezas con valor histórico-artístico de su
ermita destacan el retablo mayor y dos retablos menores al óleo sobre madera,
atribuidos al pintor barroco canario Juan de Miranda (1723-1805), que fueron
adquiridos por el heredero del cortijo, Fernando del Castillo, en fechas
próximas al año 1749.
Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria) |
No hay comentarios:
Publicar un comentario