Topónimo que corresponde a un pequeño caserío inmerso
en el área de la Caldera de Bandama, concretamente al Nordeste de
dicha caldera, entre Plaza Perdida, El Sabinal y El
Mondalón.
En cuanto a su origen hay que llamar la atención sobre
la utilización del plural, de donde parece apartarse del genérico en singular
que se relaciona con pequeñas depresiones y honduras del terreno.
Lagar (Fedac) |
En
este caso pudiera guardar relación con los numerosos "hoyos de
lapilli" existentes en el lugar que le dan una identidad particular al
relieve del mismo. El desaparecido geólogo Telesforo Bravo explicaba así los
efectos de la erupción volcánica de la Caldera en sus aledaños
y los «pequeños focos» de expulsión de gases que formaron «los
hoyos», que aún siendo extenso tiene un alto valor didáctico:
«…
El borde superior está ocupado por numerosas y delgadas capas de lapilli
mezclado con granos y fragmentos pequeños del aglomerado, que fue pulverizado
por las explosiones originales y posteriormente en el curso normal de la
erupción. Algunas capas de lapilli aparecen muy claras cuando los elementos
arrancados superan en volumen a los piroclastos. Todo este material del borde
está en delgadas capas buscando hacia el exterior periclinalmente. La erosión
eólica y el agua de lluvia han eliminado gran parte de estos depósitos. Estos
materiales, en la ladera exterior, han sido explotados con destino a
construcciones de bloques (…)
Finca con el Pico de Bandama (Fedac) |
La
fisura eruptiva con emisión de magma basáltico (ankaramítico) que “escogió”
esta área, se iniciaría, como la mayor parte de los volcanes canarios
recientes, como una alineación de pequeños “focos”, con expulsión de gases a
alta velocidad. A medida que se intensifica la emisión los diferentes focos van
siendo absorbidos por uno o dos principales. Debió existir doble “pico” en los estadios
iniciales. Las lavas emitidas no se observan.
Los
dos “picos” debieran actuar simultáneamente hasta que el pico sur intensificó
su violencia, con expansión gaseosa en el inmediato subsuelo, con voladura de
la cima. El magma basáltico que llegaba a la superficie encontró dificultades
para salir libremente. Las dobles capas de aglomerado Roque Nublo, compactas,
flexibles y poco dadas a romperse o fracturarse, se “abombarían” y se
levantarían sin agrietarse al inyectarse el magma bajo ellas, por lo que la
acumulación alcanzó o irrumpió en depósitos de agua subterránea, gasificándose,
aumentando la presión agresivamente y respondiendo con la voladura del cono y
apertura de La Caldera.
En
este caso, el “pico” con su relativamente pequeño cráter, cerró parcialmente su
actividad ya que desde el fondo de La Caldera, libre de obstáculos continuó la
erupción. Cesaría bruscamente como la mayor parte de las erupciones canarias,
que en el término de pocas horas finaliza al cerrarse y obstruirse la
comunicación con los centros profundos de emersión aliviada la presión
magmática…».
Panorámica de 1960 (Col. Jaime O'Shanahan - MDC) |
El
paso de los últimos siglos con el fuerte impacto antrópico en el lugar, y la
propia erosión natural, han desvirtuado el territorio cuyos únicos testimonios
son las referencias documentales de siglos atrás y se encuentra, por ejemplo,
en la descripción de los linderos de la data de Aciálcazar, que se reproduce
íntegramente por la información toponímica que trasmite:
«…
empezaba en el “Tanque de Tafira”, tomando el camino que va a dar a la Caldera,
y empieza por encima de la Hacienda del Convento de Sto. Domingo, tierras de
José Suárez y herederos de Juan Martín a dar a las de Josefa Válido, y de aquí
al lomo del lance y continúa al de Piletas, corriendo la Cordillera adelante
hasta los Hoyos; siguiendo el Barranquillo de Dios hacia arriba en que queda
comprendida, toda, la Hoya, que dicen del Hediondo y finaliza dicho Barranquilo
en el Rodadero a dar a la que dicen de los Vicácaros, continuando hasta el
final de los canales de la Acequia de Tafira y de aquí hasta llegar a la
Calderetita, cogiendo todo el lomo de Batista a lindar con la acequia y
Hacienda que fue de Jerónimo del Río, continuando todo el borde de la Hacienda
de don Agustín Manrique hasta terminar en el “Tanque de Tafira”» (SUÁREZ GRIMÓN, V. J., La
propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran Canaria, en la crisis del
antiguo régimen, Las Palmas de Gran Canaria, 1987).
La erosión natural del territorio (globalagroecology-blogspot) |
La referida data real fue concedida a finales del
siglo XVIII para saldar las deudas que tenía la Corona con el Marqués de
Aciálcazar, Baltasar de Vergara Grimón, que ascendían a 25.000 escudos. Su
concesión ocasionó muchas quejas tanto por pretendientes de otras datas no
concedidas, como por ganaderos que utilizaban estas tierras de realengo del Lentiscal para
el pastoreo.
También se encuentra su mención en un testamento del
mismo siglo, de Baltasar Calzadilla que dice tener un «Pedazo de tierra
de doce fanegas y diez celemines de “pan sembrar” y “secano” con árboles
frutales en Los Hoyos (Jinámar)», que es vendida por su hermano Domingo
Calzadilla, Teniente de Granaderos de La Laguna (Tenerife), el 17 de marzo de
1822 a Juan Gaspar de Torres vecino de Marzagán.
Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)
|
Zona con especial historia de colonización durante siglos para instaurar el paisaje rural tan bello, hoy en parte cagado de cemento y carreteras.
ResponderEliminarY del albergue de estudio bio-ecologico en el fondo de la caldera, NUNCA MÁS SE SUPO cabildicio NEFASTOS, IGUAL QUE CON LAS CASAS DE TAMADABA.
Creo recordar que en muchos lugares se asignaban los nombres en relación al apellido de las familias que ahí vivían, ¿no podría ser este uno de esos casos teniendo en cuenta que justo en esa zona de la isla vivía una familia apellidada Hoyos? Si no recuerdo mal hay documentos recogidos en el archivo histórico de Las Palmas cuyo autor se apellidaba Hoyos.
ResponderEliminarBueno es tan sólo una idea que lanzo por si pudiera ser una línea de investigación, en caso de carecer de sentido agradecería algún comentario para salir de dudas.
Un saludo
Se tienen noticias documentadas de finales del s. XVI del Capitán Fernando de Hoyos, quien obtuvo una data de tierras en Los Realejos de Alonso de Lugo. data que fue recurrida precisamente porque no residía en las islas, si bien pasó por Gran Canaria. De otros De Hoyos no conozco noticias relacionadas con este lugar.
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