domingo, 25 de marzo de 2012

ACUSA (ARTENARA)

Actualización: 18-mar-2016
Topónimo aborigen. Con este nombre se conocen dos caseríos, uno con el epíteto de "Seca" y otro con el de "Verde". La diferenciación entre Acusa Seca y Acusa Verde viene marcada por que el primero está situado en la vertiente sureste y el segundo en la vertiente noroeste, e históricamente por la dedicación de sus habitantes, pues en Acusa Seca se dedicaban al pastoreo y cultivo de trigo y cebada en la vega, mientras que los de Acusa Verde se dedicaban al cultivo de hortalizas y ordinarios por su micro-clima de costa.

Taller de escobas (Patrinet)
La fortaleza natural de Acusa es una mesa de brechas y coladas volcánicas, de paredes verticales, ubicada en la vertiente noroeste de la cuenca de Tejeda. La mesa está bordeada, por el lado norte y oeste, por el barranco del Merino y, por el lado sureste, por el barranco Grande. Este hecho le confiere una posición estratégica por el gran dominio visual de casi toda la cuenca de Tejeda y por ser paso natural hacia la costa a través del citado barranco. La Vega de Acusa, así llamada en la antigüedad, si bien constituyó parte importante y vital para los antiguos pobladores, hoy en día no conserva yacimientos arqueológicos destacables.

El gran poblado aborigen de Acusa se extiende por diferentes zonas, de norte a sur y de este a oeste, entre las que destaca Los Corrales. Está formado por nueve cuevas distribuidas en dos niveles y localizadas bajo un gran solapón natural al este de la meseta. La mayor parte de ellas son artificiales. En el primer nivel se pueden apreciar restos de muros más recientes para guardar el ganado en lo que probablemente fueron cuevas-vivienda. De todo el conjunto destacan dos cuevas por contener manifestaciones rupestres consistentes en pinturas. Los colores blanco y rojo conforman la decoración de las citadas estancias.

Los Corrales (Patrinet)
Dejando atrás Los Corrales y siguiendo en dirección sur, se encuentra el asentamiento troglodita de Acusa Seca, excavado en la base de un saliente natural. Está conformado por unas cuarenta cuevas, la mayoría de habitación, muy cerca de un granero fortificado. Aparte de las razones geológicas propicias para la elección de este lugar como gran asentamiento, era el único que tenía nacientes de agua permanentes.

En la zona de Hoya del Álamo y Acusa Seca, el poblado troglodita aborigen ha sido reutilizado hasta hace unos años. Varias de las momias encontradas allí están en el Museo Canario: cuatro varones, dos hembras y un niño, todos ellos envueltos en esteras de junco y sacos de pieles de cabra. Otra se la llevó el Dr. Verneau a un museo de París. Entre todas las construcciones de Acusa Seca cabe destacar la Cueva-Ermita, fácil de distinguir del resto por presentar un hueco sobre la puerta a modo de claraboya, en donde, según cuenta la tradición, había instalada una campana. Es probable que esta cueva-ermita tenga su origen en la entrada de los franciscanos que a mediados del s. XIV se establecieron en el lugar. Al parecer, primero fue advocación de San Juan y luego de la Virgen de La Candelaria hasta 1675, año en el que se decide construir una nueva ermita.


Mesa de Acusa (Rafael Peñate Navarro)
La primera referencia documentada del topónimo la encontramos en data solicitada por Garçía de la Coruña el 1º de marzo de 1531 cuando pide «... me fagan merçed de un pedaço de tyerra de sequero que es en Artevirgua termino de Galdar a qual dycha tierra es en el barranco que vyene para las tierras de Ximon Gyl del camino de Alcusa para baxo fasta la punta de los barrancos a los Roques aguas vertyentes de las laderas de Tamadaba al barranco de Artevirgua...» (RONQUILLO, M. Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1998).


Años después se conoce del primer repartimiento de tierras en el lugar cuando el 29 de agosto de 1543, solicita una data Gaspar Hernandez y pide «... un pedaço de tierra montuosa de sequero que esta en el termino de Acusa que tienen por linderos de la parte de abaxo el barranco de Aytata e de la otra parte la cordillera del Risco de Guadamesteme que va a dar al barranco de las Eneas e toda la cumbre hasta la Montaña de Azaenegue e por la otra parte el barranquillo que dizen de las Vinagresas que entra en el barranco de Aytate en las cuales podra aver quarenta hanegadas y estan en dos pedaços ...» (IBIDEM).


La verde Acusa (Google earth)
Dos siglos después, Luisa Antonia Trujillo Figueroa, viuda del Sargento Mayor Alonso Olivares del Castillo, en escritura de 29 de abril de 1705, dice ser propietaria de 97 fanegas de un «Cortijo de tierras labradías con cuevas en la Vega y Montaña de Acusa», que heredaría Pedro A. del Castillo Vergara. Y María Tello, en escritura de 25 de junio de 1717, decía tener 3 fanegas de un «Cercado de tierra labradía denominado la Hoya de Juan Benítez en la Vega de Acusa».

En el momento de la división de los bienes vinculados a Luisa Antonia Trujillo Figueroa, el 23 de junio de 1876, la extensión del cortijo antes citado aparece más especificada y se mencionan muchos topónimos del lugar: 24 fanegas y 5 celemines de «Trozada de tierra labradía denominada La Fuentecilla»; 2 fanegas y 8 celemines de una «Trozada de tierra denominada Lomo del Calvario»; 9 fanegas y 8 celemines de otra «Trozada de tierra denominada Barreras»; 36 fanegas y 9 celemines de otra «Trozada de tierra en el Cortijo de Los Llanos de Acusa»; 3 fanegas y 9 celemines de otra «Trozada de tierra en la Montaña de Acusa»; y 19 fanegas y 3 celemines de otra «Trozada de tierra labradía y en su mayor parte de “arrifes” con 4 manantiales que nacen en ella, denominada La Huerta y La Cárcel», que fueron heredados por el Condado de la Vega Grande, padre e hijo.

La seca Acusa (Google earth)
También, con motivo de la desamortización de bienes eclesiásticos, el 23 de octubre de 1805 se sacan a remate, vendiéndose el 21 de diciembre del mismo año, «Dos suertes de tierra de “secano” denominadas “La Quebrada” y “El Corralillo Viejo”, en Acusa», que pertenecían a la Cofradía de San Blas en la ermita de Candelaria de Acusa, por donación testamentaria de Claudina Santos, y que fueron adquiridas por el vecino José Hernández por el precio de 2.400 reales de vellón.

Igualmente, se sacaron a subasta el 7 de enero de 1842 cuatro trozos del Convento de Santa Clara, conocidos por «Tierras Las Portuguesas», en los lugares de «Tinajas, Tordenos, Lomos-Carcel y Lomitos de Acusa», y que posiblemente pertenecieron a los portugueses asentados en Artenara, Juan y Antonio Báez, que fueron vendidos a Francisco Perera González el 30 de noviembre de 1844 (SUÁREZ GRIMÓN, V. J., La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran Canaria, en la crisis del antiguo régimen, Las Palmas de G. C., 1987).

En 1866 se sacan a remate los bienes de la fábrica parroquial de Artenara, muchos de los cuales figuraban en este lugar, y cuyos topónimos resultan también de interés: La Longuera, El Pañuelo, los Tonillares, Cercado Colorado, Los Llanotes y Casa de Portillo.

Localización (IDEE Instituto Geográfico Nacional)



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