El
topónimo primigenio del Caidero de la Niña
nos remonta a las tristes historias que se mantienen en la tradición oral que
pasaron de abuelos a padres y de padres a hijos, donde lo fundamental fue que
una niña se despeñó y murió en el caidero situado en la banda sur del Barranco de los Juncos, en la
jurisdicción de Tejeda, un no recordado día de un mes y un año que con muchas
probabilidades pudiera corresponder al siglo XIX.
Eran
tiempos en que estas trágicas noticias no aparecían en los medios de
comunicación, no porque no fueran importantes o carentes del sentimiento
humano, sencillamente porque en aquellos tiempos en que aconteció el accidente,
no existían los medios escritos de comunicación social, o simplemente porque
fue conocida sólo en el ámbito de la población de La Aldea, que es el asentamiento
humano más próximo a ese caidero del Barranco
de los Juncos, a unos escasos cuatro kilómetros y medio del Barrio histórico aldeano.
Es
el cauce de este barranco el que conforma la demarcación jurisdiccional de los
municipios de Artenara y Tejeda, ambos colindantes al poniente con el municipio
de la Aldea de San Nicolás, el primero aproximadamente en la junta del
tributario Barranco Salado, y el
segundo algo más abajo, al pie del Morro
del Salado.
Muy
vagas son las referencias que se tienen, y las que quedan de la tradición oral
nos la cuenta el amigo y Cronista de la Aldea, Francisco Suárez Moreno: «Dicen
que estaba por allí una niña de algún pastor y un carnero le dio un topazo y la
tiró por aquel salto o caidero que a partir de ahí tomó el nombre. Frente a ese
caidero hay una peña que se descubre cuando baja el nivel del agua de la presa
donde hasta los años setenta creo veíamos la Cruz de la Niña en dicha peña. El topónimo de ‘Cruz de la Peña’ que
es la cruz de la niña muerta y así le llamábamos La Peña de La Cruz y era una marca de la altura del agua de la
presa, que se decía ya el agua llegó o tapó La Cruz».
No debe confundirse esta cruz con la conocida de Nicolás Álamo León, que se encuentra en los escarpes de la banda de Artenara. La cartografía del IDE la sitúa aguas arriba de la junta del Barranco de Tejeda con el Barranco de Siberio, junto a la vertiente sur del primero según puede apreciarse en el detalle a gran escala que se inserta.
Localización "Cruz de la Peña" (IDE Gran Canaria) |
No debe confundirse esta cruz con la conocida de Nicolás Álamo León, que se encuentra en los escarpes de la banda de Artenara. La cartografía del IDE la sitúa aguas arriba de la junta del Barranco de Tejeda con el Barranco de Siberio, junto a la vertiente sur del primero según puede apreciarse en el detalle a gran escala que se inserta.
Algo
más de un cuarto siglo después, los aldeanos recibían el 14 de febrero de 1927,
con ilusión y esperanzados, al Ministro de Gracia y Justicia Galo Ponte
Escartín, quien llegaba en el vapor ‘La Palma’, procedente del puerto de La
Luz. La noticia de su llegada había movilizado a toda la Aldea, pues estaba en
juego la propiedad de las tierras que venían trabajando como “colonos” desde
los tiempos de la conquista. En ellas sus antepasados que un día llegaron allí
para asentarse en el lugar, abuelos de abuelos de los que ahora labraban y
cosechaban, quienes reivindicaban la propiedad de las tierras y buscaban el
amparo de la justicia social.
Ese
día de san Valentín, el ministro convocó a las comisiones de las dos partes,
propietarios y colonos a bordo del vapor para iniciar la discusión y cuya
crónica de lo acontecido encontramos en la nota oficial del ministerio
publicado por el Diario de Las Palmas
de cuatro días después.
«Mostráronse las
dos partes, capitaneadas cada una por un sacerdote, muy intransigentes,
insistiendo los propietarios en que los colonos cultivasen las tierras a medias
y los colonos en adquirir el dominio pleno mediante determinada indemnización a
los propietarios. El Ministro obtuvo, por fin, que las dos partes aceptasen la
siguiente conclusión:
Localización del Caidero de la Niña (IDE Gran Canaria) |
“Conceder un plazo
para que los colonos, incluso los que han sido desahuciados, adquieran los
terrenos que cultivan de los propietarios, para quienes será obligatoria la venta
en el precio y demás condiciones que se establezcan. El Estado anticipará a los
colonos lo que se convenga. Pasado ese plazo, los propietarios serán
reconocidos dueños sin que los colonos que no lo hayan utilizado tengan derecho
alguno”.
Comenzó luego la
discusión sobre cual sería el precio que debieran pagar los colonos y quien en
caso de no haber acuerdo entre propietarios y colonos habría de fijarlo. Desde
luego se advirtió en los propietarios una tendencia a obtener un precio que
sumarían no millones de pesetas, sino de duros, lo cual fué rechazado en
absoluto por el Ministro, conviniéndose entonces en que hoy se reunirían las dos
comisiones con el Ministro en el “Hotel Metropole” para tratar de llegar a un acuerdo
definitivo.
En la reunión de
hoy después de ratificar las dos representaciones su conformidad con la base
acordada anteayer y de aceptar que la solución se consignase en un Decreto Ley
de la Presidencia del Consejo de Ministros».
La gran expectación por la llegada de Galo Ponte (Teodoro Maisch - Fedac) |
Despejados los
mayores obstáculos, la disposición a la venta de la tierra por parte de los
propietarios, así como el arbitraje del precio y la financiación de la compra
por el Estado, la ilusión de siglos comenzaba a tocarse por los aldeanos para
acceder con dignidad a las tierras que venían cultivando como colonos. Dulce sabor
amargo, pues a continuación vendría el esfuerzo continuado para hacer frente al
pago de las tierras. Pero el cultivo de las tierras demandaba aguas para su
riego, más aún cuando se intentaba su cultivo de forma intensiva para poder
hacer frente al compromiso de pago y el sostenimiento de la familia.
Paradójicamente, el
Barranco de los Juncos por temporadas
traía demasiada agua que terminaba en el mar, que en muchas ocasiones cuando
las lluvias eran torrenciales en la Caldera
de Tejeda, al valle llegaba un aluvión que desbordaba el cauce natural
inundando los terrenos de cultivos en ambas márgenes, perdiéndose las cosechas
y dejando anegado todo el territorio. Ello condicionaba la vida de los
aldeanos, pues para volver a plantar, antes deberían bajar las aguas, secarse
las tierras, volverlas a roturar, reconstruir las acequias y aperos de
labranza.
Construyendo la presa en may-1951 (recogida por Jaime González Gonzálvez en su blog) |
Por las tardes se
reunían en la casa del pueblo, o en el bar de la esquina, y hablaban entre
ellos de la posibilidad de juntarse los cultivadores para construir una
‘represa’, que frenara los aluviones y retuviera el agua para los fuertes
veranos, y así constituyeron una Comunidad de Regantes con el objetivo se
construcción. Las cosechas del tomate podían aumentar y asociándose en
cooperativas incluso pensaban en mandar el tomate ‘pa fuera’. Pero para mayor
desgracia, en julio de 1936 aconteció el golpe de Estado, aquel que unos
llamaron el ‘alzamiento nacional’ que dio lugar a la Guerra Civil, que estableció distancias entre unos y otros por
cuestiones ideológicas.
Terminada la guerra
en 1939, cuando ninguna ‘autoridad’ venida a más, les requería con la
obligación de ‘salvar a la Patria’, comenzaban de nuevo a recordar de aquellos
intereses de la Comunidad de Regantes para obtener el agua para las tierras, y
reaparecía de nuevo el eterno problema de los dineros. Alguno de ellos comentó
que 1940 el gobierno había creado la Obra
Sindical de Colonización, con la finalidad de ayudar al campo porque el
País necesitaría tener lo que consume porque los demás países no querían ayudar
a España porque era una ‘dictadura’ ─sistema económico conocido como autarquía─
y que habían construido un pozo en Ciudad Real para el regadío.
«… También en 1940, pero el 25 de
noviembre, se dicta la Ley sobre Colonización de Interés Local por lo cual se
auxiliaban y financiaban proyectos encaminados a la realización de mejoras
tanto a nivel privado como municipal. Una de las provincias donde se realizaron
más actuaciones será Ciudad Real, con la apertura de pozos para transformar tierras
de secano en regadío o se construyó por medio de la Obra Sindical de
colonización durante 1941, el primer grupo sindical en Daimiel con 400
productores que construyeron un pozo que permitió implantar una amplia zona de
regadío» (ALMARCHA NUÑEZ-HERRADOR, M.E. (1997). Arquitectura y urbanismo rural durante el período de la autarquía en
Castilla-La Mancha, Tesis Doctoral Universidad Complutense. Cuenca:
Ed. Universidad de Castilla-La Mancha,
p. 197).
Fotografía de 1965 (Günter Kunkel - Fedac) |
El alcalde logró
que el ingeniero Verástegui enviado por la Obra Sindical visitara la Aldea en
enero de 1942 para conocer del lugar, hacer un proyecto y presupuestarlo. Meses
después y habiéndose informado el alcalde con el gobierno civil de las
facilidades de financiación y de los pasos siguientes, obtuvo también el
compromiso de asistencia de gestores sindicales, convocando a todos los
interesados de la Comunidad de Regantes para el domingo 27 de septiembre de
1942.
«El acto, sencillo pero de enorme trascendencia,
se inició con unas palabras del alcalde, que es a la vez Presidente de aquel
Organismo, quien hizo, con palabras cálidas, la presentación de las jerarquías
sindicales que a continuación se iban a dirigir a los aldeanos, exhortandoles a
que tuvieran fé y disciplina, y sobre todo, una gran confianza en los hombres
de la Falange que interesadamente se acercaban a ellos para prestarles toda clase
de ayuda y colaboración en la gran empresa que ha de reportar extraordinarios
beneficios a la cultura de la Aldea.
Vista desde la cabecera (caminosdecanarias.blogspot-com) |
Después habló el Vice-secretario de
Ordenación Social, quien se extendió sobre la necesidad de la construcción de
la mencionada presa, para la que el Estado prestara su máximo apoyo económico,
refiriéndose a la ineludible necesidad en que se encuentra la Hermandad de
Labradores y Ganaderos de la Aldea de San Nicolás ─la primera constituida en la
isla— de acoger en su seno al grupo de Colonización que se forme, trabajando
con todo entusiasmo e interés por el feliz logro de las aspiraciones de los interesados
en la construcción de la presa.
Terminó explicando los anhelos de la
Falange en lo que al campo se refiere, que están justificados en la esencia
misma de sus postulados, haciendo mención al punto 18 de la norma programática del
Partido que afecta a los problemas agrícolas» (FALANGE, 30-septiembre-1942).
Algunos de los
asistentes sabían que aquello eran las típicas peroratas de los ‘falangistas’,
pero tocaba tragar sapos si con ello obtenían las ‘perritas’ para la
construcción de la presa que tanto ansiaban. Y aun así, a los aldeanos les iba
a costar poner diez de cada cien pesetas invertidas. Luego el entendido en la materia que había
venido de Las Palmas, empezó a dar más detalles y aquello empezaba a tener algo
más de sustancia.
«A continuación el jefe de la Obra Sindical
de Colonización dio, lectura a los fundamentos de carácter económico y social
en que se basa la misma, haciendo ver a los reunidos la urgente necesidad de una
estrecha colaboración entre los mismos, pues ésta es imprescindible para que el
Estado nacional-sindicalista, de acuerdo con los proyectos y planos
presentados, conceda la correspondiente ayuda económica para la construcción
del embalse ‘Caidero de la Niña’, cuyo coste superior a dos millones y medio de
pesetas, será financiado por la Obra Sindical de Colonización o bien será
gestionado por la misma el oportuno crédito. La citada presa podrá almacenar
dos millones veintinueve mil metros cúbicos de agua, con los cuales se
conseguirá regar más de mil quinientas hectáreas de terreno, solucionando el
problema de la sequía en dicho lugar y convirtiéndolo en una de las zonas más
ricas de la isla».
Al final tendrían
los aldeanos que aguantar la soflama política del Delegado Sindical Provincial,
quien después de repetir con claro acento peninsular mucho de lo dicho, como
mandan los mentideros políticos, acabó con una de esas estudiadas grandes
frases evangélicas apetecibles para reportar la felicidad humana, como si
quisiera pasasen a la posteridad:
"Vuestro sol y la fecundidad de
vuestras tierras ─dijo— sí que debe ser envidiada por las gentes de las
ciudades, empobrecidas por luchas mezquinas y en un nivel de producción mucho más
bajo que el vuestro".
Vista (Juan Ramón R. Sosa) |
"Trabajad con entusiasmo y estad
satisfecho de vuestra vida, qué si bien es áspera y con dificultades, es el
camino mas seguro para que con la ayuda Del que todo lo puede disfrutéis, cuando
os llegue la hora, de una vida mejor, de la vida eterna".
Algunos vieron que
aquello tenía una ramalazo a premonición, de que algunos de los aldeanos
regantes allí asistentes, morirían antes de ver terminan la presa. En cualquier
caso, ya sabían por su propia historia, que nadie regala nada, y que tarde o
temprano tendrían que recurrir a la ayuda ‘Del
que todo lo puede’ para subsistir.
Casi cuando se iba
a cumplir el año, en agosto de 1943, les avisaron para que fueran a la Ciudad,
como si fuera lo mismo que ir del Puerto a Las Palmas, como si no conocieran
del polvo y pánico de atravesar el Andén
Verde, en una excursión, por llamarle de alguna forma, por aquella mal
llamada estrecha carretera de tierra apisonada, y la necesidad de quedarse en
alguna fonda, pero era obligado porque tenían que firmar muchos papeles, para
empezar el largo trámite y llenarse de paciencia. Pero paciencia y resistencia
es algo que no faltó nunca a los aldeanos.
(presasengrancanaria-com) |
« … trasladándose […] a
la presa del Caidero de la Niña donde fué atendido por el ingeniero de Obras
Públicas, señor Caballero de Rodas, y personal técnico afecto a la misma,
visitando detenidamente las obras en vías de ejecución que calificó de las más importantes
que actualmente se realizan en la isla» FALANGE, 2-mayo-1952).
Pero la visita
sirvió para corroborar que si no se ponía más dinero, la presa no se
terminaría. De alguna forma influyó el Gobernador Civil en el Cabildo de la
isla para que en los presupuestos del siguiente año se acordara anticipar tres
millones de pesetas. Pero tan sólo era una financiación circunstancial para
avanzar en la presa y construir su canal de riego. La Comunidad de la Presa
convocó una Junta el 18 de agosto de 1954 para facultar la negociación de un
préstamo a largo plazo con un banco y devolver el anticipo del Cabildo, que
deberían avalar los comuneros, todo ello antes de la despedida oficial del
gobernador Evaristo Martín Freire.
Vista aérea (fotosaereasdecanarias-com) |
Ya habían asumido
el coste del canal de riego no incluido en el primer presupuesto, y aunque se
conocía desde su principio de que en un cañadón de agua arrastra grandes lodos
y tierras, lo callaron para no espantar a los políticos. Como dice el dicho, “No podían abrir el paraguas antes de que
empezara a llover”. Pero ya había llegado el momento, pues de lo contrario,
sin coladeros, se tendría que dragar todos los años la presa, con un
elevadísimo coste. Al final aparecieron los cuartos, el Cabildo se retrató de
nuevo, y por fin la Presa del Caidero de
la Niña se había cerrado, y al poco, en los días siguientes a la
celebración de san José de marzo de 1960, llovió torrencialmente en la Caldera de Tejeda y la presa se llenó
por primera vez, y sólo el reboso corría mansamente hacia el mar, sin ocasionar
destrozos en las tierras de cultivo. Se había cumplido el sueño deseado.
«Es indescriptible el júbilo que reina
en este pueblo de San Nicolás de Tolentino. La Presa Caidero de la Niña, esa
obra monumental de la que tantas veces hemos hablado desde estas páginas
implorando su cierre; esa obra que sirve de orgullo a este pueblo, ¡se
encuentra completamente llena!. Unos quince millones de pesetas que se hubiesen
marchado al mar de no haber estado cerrada. Pero lo verdaderamente triste en
estos momentos en que vemos un tesoro tan grande a nuestra disposición, sin que
nos haya costado nada —tan sólo el desear que lloviera—, es el recuerdo de tantas
veces. ¡Quince millones! como nos hemos permitido el lujo de tirar al mar y
luego, como en el caso de este año, que se pierda toda una zafra. No vale la
pena sacar a relucir las causas de que la Presa no se cerrara mucho tiempo antes
ni mencionar este hecho sin precedentes; sólo lo mencionamos con el fin de que
sirva de experiencia y recordatorio. Pero al fin importante, la Presa Caldero de
la Niña está rebosando y el agua sobrante sigue su curso hasta el mar, después
de sumirse por las arenosas y resecas tierras de su cauce, abasteciendo los cientos
de pozos que perforan todo el subsuelo de esté pueblo. Inmediatamente se
iniciarán los plantíos de maíz y patatas, con los cuales ─si se presentan bien—
se compensará las enormes pérdidas ocasionadas por la perdida zafra tomatera»
(FALANGE, 25-MAR.1960).
Ya no se veía la
cruz que los padres pastores de aquella niña que cayó por el Caidero. Está
sumergida en el agua color ‘canela’. Y la felicidad era grande en toda la
Aldea. Ese reboso animaría a la construcción de la Presa del Parralillo, y después de la Presa de Siberio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario