Actualización 30-junio 2019
La relativa dispersión de los distintos topónimos secundarios derivados, todos enmarcados al poniente por el Barranco del Hornillo y al naciente la Punta de Mujeres, y entre el Barranco de la Tabaquera y la costa, nos hacen presuponer que el originario y principal identificaba todo este territorio que se proyectaba sobre la totalidad de la bahía recibiendo igual nombre.
La relativa dispersión de los distintos topónimos secundarios derivados, todos enmarcados al poniente por el Barranco del Hornillo y al naciente la Punta de Mujeres, y entre el Barranco de la Tabaquera y la costa, nos hacen presuponer que el originario y principal identificaba todo este territorio que se proyectaba sobre la totalidad de la bahía recibiendo igual nombre.
Llama la atención que se mantenga vivo
un topónimo antiguo, al menos de la primera mitad del siglo XVIII, fito-topónimo
que tiene su origen en los terrenos cultivados para melones (Cucumis melo), entendiéndose al
especificado y no al conocido como “melón
de agua”, el bubango para Tenerife
y La Palma, el boango de Gran Canaria
recogido por Pancho Guerra (GUERRA, 1977, p. 63), como aquí llamaban al calabacín (Cucurbita pepo), más delicado en las características de las
tierras de cultivos y sensible a las altas y bajas temperaturas. No es muy exigente
en altas temperaturas, menos que el melón, pepino y sandía; pero de mayor rusticidad
que éstos cultivos. En Telde sí localizamos también el topónimo Lomo de los Melones, entre los barrios
de La Garita y Marpequeña.
Concretando que el topónimo se deba al
auténtico melón, y a su cultivo en la zona, el que alcance notoriedad en los
primeros siglos de la historia de la isla no deja de sorprender, como antes
decíamos. Es habitual en la toponimia la existencia de fito-topónimos,
abundantes los que guardan relación con plantas herbáceas por ser dominantes en
su territorio, pero muy pocos aquellos que lo puedan ser de alguna manera
motivados por sus frutos como puede ser el caso.
El catedrático de Arqueología de
la Universidad de La Laguna, Antonio Tejera Gaspar, emitió informe con fecha 26
de junio de 2013, para sustanciar la declaración como Bien de Interés Cultural
de “La Franja de Terreno del Oasis de Maspalomas” (Decreto
90/2014, de 1 de agosto, Gobierno de Canarias), que fue así recogido en la
norma:
«que reafirma la tesis favorable a la
presencia de Colón en el Oasis, a partir de la narración de su hijo, Hernando
Colón. Resalta las buenas condiciones de Maspalomas como lugar de fondeo, que
el agua embarcada por las carabelas procedería de una gran charca y de una
especie de laguna formada por un cordón litoral de arenas en la desembocadura y
que su ligera salobridad la convertía en muy apropiada para el viaje. Prosigue
el Sr. Tejera Gaspar que la expedición se abasteció también de leña y carne en
aquel paraje y refiere la inserción del lugar en el mapa de Leonardo Torriani,
de finales del siglo XVI, en el que figura una corriente de agua continua y una
zona arbolada junto a la desembocadura».
Cabe la posibilidad de que Cristóbal Colón conociera ya de
Maspalomas en su primer viaje al encontrarse en la derrota hacia poniente en
dirección a La Gomera, si bien la narración de Hernando Colón es referida al cuarto viaje del Almirante, cuando en
el diario del 24 de mayo de 1502, refiere:
«El 24 pasamos a Maspalomas, que está en
la misma isla, para tomar el agua y la leña que eran necesarias en el viaje. De
aquí partimos la noche siguiente hacia la India con próspero viaje …» (COLÓN, H.
(1892). Historia del almirante Don
Cristóbal Colón. Madrid: Ed. Imp. Tomas Minuesa, cap. LXXXVIII).
Si bien distintas fuentes consideran el
último y mayor abastecimiento de las naves de Cristóbal Colón lo fue en La Gomera, fundamentadas en lo recogido
en las crónicas de Fray Bartolomé de las
Casas, tituladas Historia de las
Indias, llama la atención el conocimiento de la derrota con buenos fondos
de la Playa de Melonera.
Expresamente citada por el poco conocido
ingeniero Antonio Riviere que a
partir de 1740 permaneció en las islas tres años, dirigiendo la Comisión de
Ingenieros nombrada por Felipe V para reconocer el territorio insular y que
elaboró el informe titulado Descripción
Geográfica de las Islas Canarias (TOUS
MELIÁ, 1997, p. 9), y como arriba se ha dicho esté documentado el paso de Colón por las playas de Maspalomas, concretamente la Charca de Maspalomas, puede
haber una remota posibilidad que las semillas de melones que se llevaron a
América pudieran ser recogidas en los lomos próximos a esta playa, lo que
avalaría su notoriedad en aquellos tiempos.
Semillas de melones |
En concreto la cita la hace después de
mencionar la Punta de Maspalomas y
antes de Ganeguín, y dice
textualmente: «Y de esta punta a la playa
de Melonera, abrá medio quarto de legua, tiene buen fondo», suscribiéndolo
en la relación que encabeza diciendo así «Puertos,
playas y caletas que son alrededor de la isla son los siguientes:» y
suscribiendo al final «En Canaria 26 de
junio de 1741. Don Antonio Riviere» (IBÍDEM, p. 146).
«¡Con qué satisfacción comunica Colón a los reyes el
resultado de sus primeras plantaciones! "Somos
bien ciertos -les dice-, como la obra lo muestra, que en esta tierra así el
trigo como el vino nacerá muy bien; pero hase de esperar el fruto, el cual si
tal será como muestra la presteza del nacer del trigo, y de algunos poquitos de
sarmientos que se pusieron, es cierto que non fará mengua el Andalucía ni
Secilia aquí, ni las cañas de azúcar, según unas poquitas que se pusieron han
prendido"» (PÉREZ VIDAL, 1955, p. 95).
El párrafo anterior obedece a la cita
que hace el autor de fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, lib. 1, cap. LXXXIII, en su nota 5
referente a los productos comprados por Cristóbal
Colón en Canarias:
«… metieron gallinas
también y ésta fué la simiente de donde todo lo que hoy hay acá de las cosas de
Castilla ha salido, lo mismo de las pepitas y simientes de naranjas, limones,
cidras, melones y de toda hortaliza …».
Otras fuentes bibliográficas recogen
expresamente la recogida de semillas de melones con destino al nuevo continente
en los viajes de su descubrimiento, si bien no las menciona como simientes para
plantar, pues pudieran obtenerse después de su consumo a bordo durante la
travesía.
«Estos años marcarán al insular con una decidida vocación
de partir a Indias -antes- o América -después-, en un continuo éxodo que aún
perdura. Las naves cargaban sobre todo agua y leña -el pan y la sal de flotas y
armadas- también frutas: limones (tan necesarios para evitar el escorbuto),
cidras, membrillos, granadas, peras, melones, higos secos» (BORGES, 1972, p. 224).
Cartoteca de 1970 (IDE Gran Canaria) |
En cuanto a la calidad de los melones de
Gran Canaria, tenemos la aportación que nos hace el mayor investigador canario
siglos atrás, coetáneo del ingeniero Antonio
Riviere:
«MELÓN (Cucumis Meló,
Lin.). Planta conocida qué se cultiva en nuestras huertas, cuyos tallos son
largos, sarmentosos, redondos, ásperos, huecos, tendidos por el suelo, vestidos
de hojas recortadas en puntas romas, suaves al tacto, más pequeñas que las de
las calabazas y los pepinos. […] Me parece que los melones de Canaria son los
mejores de nuestras islas, entre los cuales se dan algunos de quince libras; bien
que Núñez de la Peña (cap. 3. p. 16.) asegura haber visto en Tenerife un melón
de veinte y cinco libras y algunas orzas, cogido en la huerta llamada de “Juan
Fernández”, en Tacoronte. Es fruto de estío refrigerante e indigesto. Sus
pepitas son de las cuatro simientes frías mayores y se emplean en emulsiones
saludables. » (VIERA Y CLAVIJO, 1866, Tomo II,
p. 111).
Es importante además considerar los días que
permaneció la carabela Pinta fondeada
y varada en Maspalomas, pues precisó
realizar reparaciones y aguadas antes de partir, jornadas durante las que parte
de la tripulación tendría tiempo para arribar a tierra firme.
«Prosiguiendo, pues, su viaje á las
Canarias, lunes á 6 de Agosto, desencasóse ó saltó de sus hebillas el
gobernario á la carabela “Pinta”, donde iba Martin Alonso Pinzon, y según se
sospechó, por industria de unos marineros, Gomez Rascon y Cristóbal Quintero,
cuya era la carabela, porque les pesase ir á aquel viaje e iban contra su
voluntad; y dice Cristóbal Colon, que ántes que partiesen había tomado en
ciertas grisquetas ó reveses á los dichos Gomez Rascon y Cristóbal Quintero. Vídose
aquí en gran turbación, por no poder socorrer á la dicha carabela “Pinta” sin
su propio peligro, pero que perdia alguna de la mucha pena que tenia, por
cognoscer que Martin Alonso era persona esforzada y de buen ingenio. Remediaron
como pudieron el gobernario, y después le tornó á faltar;
llevaron en obra de siete días á vista de
Gran Canaria, en la costa de la cual mandó quedar la carabela “Pinta”, porque
hacia mucha agua, y por esto tuvo gran necesidad de ponerla á monte en Canaria.
El Cristóbal Colon con la otra carabela fué á la Gomera, y, después de muchos
rodeos y trabajos, tornó á Canaria al puerto de Gaudo, que es bueno, para
adobarla, donde de dia y de noche, con gran solicitud é inestimables trabajos,
la remedió, y tornóse con ella á la Gomera en 2 de Setiembre. Dice aquí
Cristóbal Colon, que una noche de aquellas que andaba cerca de Tenerife, salió tanto
fuego del pico de la sierra, que, como arriba se dijo, es una de las altas que
se saben en el mundo, que fue cosa de gran maravilla. No dejaba la gente con
todos estos trabajos é inconvenientes que se les ofrecían de murmurar y
desganarse del viaje y comenzar á tener mayores dificultades» (CASAS, 1875, p. 264) .
En la hipótesis de situarnos en el siglo XV, podría suponerse que en la reparación y aguada que realizara la carabela Pinta de Colón en las playas de Maspalomas, sus tripulantes al arribar a tierra estarían localizados en el entorno de la Charca y observaban un territorio que en aquellos tiempos debería describir a su frente el fuerte caudal del Barranco de Fataga, que después de recibir las aguas de su tributario el Barranco de la Tabaquera, procedente del poniente, alimentaban el llamado por algunos cartógrafos Charco Azul, expresión que define con seguridad el mayor tamaño que pudiera tener la actual Charca venida a menos y que inundaba incluyendo en su perímetro los Charcos de las Lapas.
Mirando al naciente encuentran un impresionante y
grandioso campo de dunas que cubre incluso la terraza alta de la actual Playa del Inglés, donde no divisarían
rastro humano alguno, y todo expuesto a los vientos cambiantes del otoño
(Sur-sureste y Este-noreste) que dan vida a las dunas, poco favorables para el
tránsito.
Panorámica retrospectiva de 1965 (Rudolf Ackermann - Fedac) |
Y hacia poniente, la franja de lomas entre
la ribera de costa y el cauce del Barranco
de la Tabaquera, donde pudieron detectar según avanzaban las primeras huellas
humanas en distintos asentamiento aborígenes: unos túmulos junto al mar construidos
con grandes cantos de playa formando tres gradas concéntricas y semicirculares
en Punta Mujeres, que ya ha sido tratado en este blog; un
poblado de casas canarias y paredones en El
Pedrazo; cinco estructuras de piedra seca
y otras derruidas en El Pocillo
Real, cerca de donde desagua el Barranco
de las Meloneras; y una cueva natural semicircular de 4x3 m. en la banda izquierda
del Barranco del Hornillo (CUENCA SANABRIA, GIL VEGA et BETANCOR RODRÍGUEZ, 1997).
Se trataba de un pequeño asentamiento próximo al
barranco, del que obtenían el agua que por esas tarjeas o acequias de canarios,
construidas de piedra y argamasa de barro pisoteado, llevaban a sus pequeños
cultivos, para con sus pequeñas cosechas sobrevivir a la conquista de la isla, viéndose
obligados a incorporarse a la cultura, costumbres y lengua de los arribados, de
los que posiblemente obtuvieron unas desconocidas “pipas” que allí plantaron de
las que nacieron unas hermosas meloneras, cuya fruta en el verano aportaba un agua dulce y refrescante que les ayudaba a recuperar
las fuerzas para el pastoreo.
En un imaginado escenario así descrito, habrá que
suponer que nuestros expedicionarios descubridores de América, que ya conocían
de las propiedades energéticas de la fruta, no dudarían y harían algún trueque
para llevarse sus buenos melones para la travesía. A ello pueda deberse el
origen de este topónimo de Las Meloneras,
para que de alguna forma fuera conocido y para que en tiempos del monarca Felipe V el ingeniero Antonio Riviere la incluyera en
la nómina de buenas bahías de fondeo.
Cartoteca de 1977 (IDE Gran Canaria) |
Si así fuera, pudiera ser uno de los
motivos para que dejara de sorprendernos en los tiempos actuales que un lugar
pudiera conocerse por el cultivo de melones, pero ya en aquellos primeros tiempos
de la conquista se cultivaba en la isla y en zonas próximas a la costa, en el
norte de la isla con un clima menos apropiado por la humedad de los alisios
para este cucumis, aunque la
referencia sea unos años más tardía.
«Melones.- 8-VII-1532.
Conveniencia, Alvaro de Segura, mercader estante, con Francisco Pérez,
portugués, para la siembra y cura de cebada y melones en un trozo de tierra
situado en el Bañadero. Las pepitas de melón han de ponerlas de por medio, así
como los gastos de guardar y coger los dichos melones, para luego partir los
frutos también por mitades 748-146 v.º» (CAMACHO
PÉREZ GALDÓS, 1966, p. 252 n. 89).
Detalle del fruto del cohombrillo melonero (plantasdemitierra.blogspot.com) |
La planta (floradecanarias.com) |
«Citrullus colocynthis es una especie
probablemente nativa en las islas. Se trata de una planta perenne y rastrera,
con hojas pinnatipartidas o pinnatisectas. Las flores son pentámeras, con
corola de color amarillo y los frutos son pepónides esféricos, de 6-10 cm,
glabros y amarillos con vetas verdes, con pulpa muy tóxica y semillas aplanadas.» (floradecanarias.com)
«Estamos
ante una planta de largos tallos rastreros y pilosos, y hojas pinnatipartidas o
pinnatisectas de color verde pálido. Las flores son acampanadas, con 5 pétalos
de color amarillo claro y los frutos son pepónides esféricos de hasta 10 cm de
diámetro, amarillentos o verde amarillentos con vetas verdes y que recuerdan a
pequeños melones, la pulpa de los frutos es muy tóxica.»( plantasdemitierra.blogspot.com).
Pulpa y semillas (atlasdesemillasdecanarias.org) |
El Faro en primer plano y Las Meloneras al fondo en 1965 (Detalle fotográfico col. Juan Agustín Franco) |
No hemos encontrado documentación que acredite que, en
la primera época del tabaco en el primer cuarto del siglo XVIII, se cultivara
en esta zona. Ya iniciado el siglo XIX, a partir del liberalismo emergente con
las Costes de Cádiz, el ejercicio del poder económico-político de los nuevos y
viejos burgueses demandó para las islas una política arancelaria que facilitara
la comercialización de productos canarios, e inclusive la de otros importados
de Indias, América, con la consideración de puertos
francos (1852), y así incentivar la exportación de la cochinilla primero y
después el tabaco, y siempre auspiciados por la Real Sociedad Económica de Amigos del País, que de alguna forma
impulsaba la constitución de compañías que intermediaran en la exportación. En
este escenario siempre estuvieron presentes las muchas familias con vínculos de
sangre con el Condado de la Vega Grande, propietario de la mayor superficie de
suelos cultivables en la isla, y especialmente concentrados en estas tierras
tirajaneras. La Desamortización de Madoz le había
supuesto un incremento importante de terrenos al Condado de la Vega Grande, al
adquirir Fernando del Castillo 7.728,42 hectáreas, a través de las subastas de
1873 y 1874; añadidas a las que ya poseía, sumaban más de 12.000 hectáreas.
Al tratarse este lugar de Las Meloneras de suelos areniscos, a semejanza de un jable, tuvo
lugar primero la recolección de la cochinilla y posteriormente el cultivo del
tabaco, alternativas que coincidieron y se alternaron en el tiempo, que se
mantendrían mientras los aranceles las hicieran rentables, y también mientras
no se inventaran las anilinas la primera, y en el caso del tabaco, mientras los
intereses de los grandes competidores que lo elaboraban ejercieron de “lobby”
sobre los estados receptores para modificar los aranceles de entrada. Habría
que situar estos cultivos entre 1830 y 1880.
Algunas referencias de los intereses habidos las
tenemos documentadas:
Sesión de 5 de Enero de 1862 […] Habiéndose tratado
del cultivo y elaboración del tabaco en esta isla, después de una detenida
discusion sobre este importante asunto, se acordó, á propuesta del Sr. Castillo Westerling, que por conducto del Sr.
Subgobernador de este Distrito se remitiesen á la Fábrica Nacional de Sevilla unas
muestras del tabaco que habia salido del secadero de D. Juan Deniz, para con
este dato á la vista resolver lo que parezca mas conveniente (SOCIEDAD
ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, Boletín núm. 4).
Nicotiana tabacumenda (floradecanarias-com) |
«En noviembre de 1877, surgirá una asociación con el
objetivo de velar por los intereses, entonces complementarios, de la
agricultura y la industria, con el nombre de “Liga de agricultores y
fabricantes de tabaco”. A ella perteneció, por ejemplo, Agustín Bravo de
Laguna, que la presidió. Este gran propietario, participó en la venta a modo de
ensayo de 1875, dentro del grupo de cosecheros que entregaron sus tabacos a la sociedad
“El Porvenir Agrícola”, pero no se encuentra en la relación de vendedores de 1877.
Igualmente estuvo al frente de dicha organización Juan de León y Castillo, uno
de los cultivadores más activos de Gran Canaria, hermano del todo poderoso
político Fernando de León y Castillo. También fue consejero de la misma otro
propietario, Diego del Castillo Westerling, que ocupó cargos políticos y
empresariales. Estos dos últimos, sin embargo, tampoco figuran en las
relaciones de vendedores de 1875/1877» (LUXÁN
MELÉNDEZ, 2006, p. 308).
Incluso el periódico local de aquella época dio a
conocer una sensacional noticia:
«El Sr. Manrique, americano, ex-diputado del Congreso de Colombia y propietario en Riandos, aconseja destinar al cultivo del tabaco los terrenos areniscos, los cuales, dice, que tienen una cierta analojía con los más buscados en América para el cultivo de dicha planta. Propone la introducción de él
en esos terrenos pobres para aumentar su
fertilidad y fomentar su roturación y aprovechamiento» (EL PAÍS, 5-may-1865).
Pero la mejor señal del cultivo la encontramos en el
topónimo del Barranco de la Tabaquera,
alusión directa a la presencia de esta planta en el lugar, tal como se la conocía
entonces y que algunas fuentes sopesaban si podía ser originaria de las islas.
«Existe profundamente arraigada entre los canarios la
creencia de que el tabaco es planta indígena; que abundaba en sus campos cuando
tuvo lugar la conquista (1); y se asegura que antes de conocerse en Europa el
uso que de esta hoja se hace en la actualidad, se empleaba por los canarios como
remedio para algunas enfermedades, del mismo modo que acontece en nuestros dias
en muchos pueblos del interior del Archipiélago.
(1) De
mí sé decir que desde la primera infancia conocí esta planta, que en union de
las malvas, borraja, cardos silvestres, jaramagos y otras análogas que en
general llamábamos yerbas salvajes, crecia en las huertas incultas del pueblo
en que pasé los prímeros años de mi vida. Distinguíamos la indicada planta con
el nombre de tabaquera, y era, lo recuerdo muy bíen, bastante comun, y los
campesinos la empleaban como medicamento, puesta en infusion, sobre todo para
extinguir parásitos. Daba flores rosadas; pero los chicos las despreciábamos
por las malas condiciones de limpieza que tenian las hojas» (PÉREZ DEL
TORO, 1881, p. 5 y n.).
Familias en Las Meloneras en 1940 (Fedac) |
El autor de la bibliografía anterior Felipe Pérez del Toro, que fue diputado y senador por el Partido Conservador en representación
de Las Palmas, en su monografía sobre la situación de las islas a finales del
XIX para su difusión entre los miembros de las cámaras, entendemos podía estar
refiriéndose a la Nicotiana tabacum, por
el color de su flor mencionado, que en la versión actual se dice que es
«planta de origen americano, introducida en las islas.
Se trata de una planta que puede alcanzar los 2,5 m de altura y que se
diferencia por sus flores, de color crema-verdoso, con el extremo de la corola
de color rosado. Las hojas carecen de peciolo o éste es alado. Se conoce como
"tabaco"» (FLORA VASCULAR DE CANARIAS. floradecanarias.com).
Las otra plantas asimilables localizadas en Canarias,
las conocidas como tabaco moro y tabaco pegajoso, ambas de la familia de
las nicotianas, sus flores son
amarillas, y el tabaquero de Caracas,
del género las wigandias, las tiene
lilas.
La pérdida de negocio en el cultivo y
elaboración del tabaco, como en otras tantas partes de las islas, llevaría al
abandono de los cultivos, y la vuelta al pastoreo en los mismos. A partir de
los años cuarenta del pasado siglo, comenzaron a arrendarse las tierras
del Condado a los cosecheros de tomates y a cultivarlas por su cuenta en
régimen de medianería. «Enrique Jorge fue el primer cosechero que nos consta
comenzó a cultivar tomates en la finca El Salobre desde 1940» (REBOLLO LÓPEZ, 2012, p. 62), iniciándose estos cultivos por
el disfrute de aguas de los barrancos próximos a las tierras.
Mientras los Llanos de Maspalomas permanecían sin cultivar por la falta de agua
hasta los años 50 del pasado siglo «La construcción de canales que unirían
presas como la de la Cueva de Las Niñas y Chira, impulsó el cultivo de tomates
en las costas de Mogán y San Bartolomé de Tirajana» (IBÍDEM, p. 57).
Pero en la isla se estaba iniciando otro
nuevo “cultivo”, el del turismo y no como el selectivo de finales del XIX que
venían a disfrutar de las saludables aguas de los balnearios en las fuentes
naturales, como Azuaje y Berrazales, y del buen clima que
encontraban en El Monte.
Era un turismo masivo, en busca de sol y
playas, y así ya aclamaban los titulares de la prensa local cifras
sensacionalistas
«Turismo en 1958. Cerca de 174.000
turistas en tránsito y unos 30 mil de estancia en Gran Canaria. Franceses,
suecos y alemanes predominan en el turismo de invierno, mientras que en el
verano ─que se trata de fomentar más aún─ predominó el turismo francés y belga.
Opinión de todos ellos: Hay que explotar
turísticamente las maravillas naturales de las playas. Y hacer de Maspalomas una
zona turística para que desaparezca su antiestético estado» (FALANGE,
1-ene-1959).
Y a partir de ahí se inició una larga
carrera de años constructivos, de naciente a poniente, de San Agustín al Inglés, y del
Inglés al Faro de Maspalomas. Y
aquí paró durante algún tiempo la fuerte especulación del suelo por el disfrute
de las playas de fina arena. A partir del Faro
se paró, posiblemente porque sus playas son de cantos y bolos, apareciendo
arena únicamente en la marea baja. Eran una secuencia continuada de este tipo
de playas: de las Mujeres, Meloneras,
Hornillo, Montaña de Arena, Carpinteras, Triana, El Pajar y la histórica Ganeguín.
Otro mundo de playas distintas empezaba
a partir del Faro, explanación y
muelle diseñados por Juan de León y
Castillo y terminados en 1890, después de cinco años de dura construcción e
incrementos presupuestarios, hasta que la linterna se iluminara con el aparato
óptico parisino de F. Barbier. Y había sido así por la proximidad a la marea que impedía encontrar roca firme donde anclar el pie derecho sin que éste se viera
anegado por el agua salada (HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ,
2006, p. 81).
Aquella entonces conocida como Punta de Maspalomas, figuraba en la
cartografía de Pedro Agustín del Castillo
de 1686 como Morro de las Colchas tomándola
de derrotas marineras más antiguas, y no lo era porque elegantemente cubriera con seda alguna ilustre cama, ni siquiera por la errónea transcripción de las Conchas. Y lo era por ser la
acción y efecto del verbo al uso en aquellos tiempos:
«Colchar:
En la náutica es torcer los rebenques que se hacen à mano de meollar, y este se
colcha en el carretélo. Vocabul. Marit. de Sev.»
Vista aérea retrospectiva (eltiempo-es) |
Si seguimos al citado vocabulario
marítimo de Sevilla, el DRAE en la
actualidad nos dice:
«Rebenque.- 1. m. Látigo de cuero o cáñamo embreado, con el cual se castigaba
a los galeotes»
Esta voz se incorporó al léxico canario para llamar así la acción de fustigar a las
bestias, y en ocasiones despectivamente para insultar a aquel algo bruto:
«1. m. Látigo o instrumento semejante que sirve para azotar» (ACADEMIA
CANARIA DE LA LENGUA).
Y para más abundar en el significado etimológico de la expresión del
topónimo antiguo, la RAE recoge la primera del verbo en el actual diccionario para uso
marino con una pequeña variación fonética:
«Corchar.- 1. tr. Mar. Unir las filásticas de un cordón o los cordones de
un cabo, torciéndolos uno sobre otro».
Vista de la playa con marea baja en 1990 (Fedac) |
De todo lo dicho podemos extraer la conclusión que doblar la punta o el
morro de Maspalomas entrañaba para la
marinería un elevado esfuerzo, que requirió en la antigüedad castigar con las colchas a los hombres que forzados remaban
en las galeras y así poder continuar la travesía. Tiempos después meterían más carbón
en la caldera o soltarían más trapo, pero en ese tiempo así era.
Ello nos permite entender, como de una playa de finas arenas se pasa a unas
playas de cantos y bolos con arenas intermareales, por las diferentes
corrientes marinas y vientos. Pero esta configuración de playas a marea baja no
impidió que algunos que huían de la masificación de las playas de finas arenas,
se acercaran a la Playa de Meloneras,
y que alguna familia descubriera así una fórmula de ganarse su sustento.
La casa de Aurora y Serafín (Fedac) |
«En 1958 Serafín y Aurora, comenzaron a servir en un chamizo destartalado
de Meloneras paellas y cazuelas que se hicieron famosas. Una leyenda
gastronómica del sur grancanario que todavía sigue en marcha. Él compró una
barquilla y salía de pesca; ella la cocinaba. El comedor estaba a diez metros
del mar y cuándo subía la marea los “guiris” perdían las chanclas “pero eso les
hacía gracia”».
«Manuel [hijo] dice que su madre, “era muy negociante, un lince. Ella fue la que
vio que por aquí llegaban gente a bañarse, a tomar sol, en fin, personas “bien”
de Las Palmas; turistas, amigos, médicos, empresarios, etc., que después del
paseo por la playa no tenían ni donde tomar un vaso de agua y ahí vio un
negocio”. Lista y emprendedora. El matrimonio trabajó sin descanso y las
paellas y las cazuelas de Aurora y Serafín se hicieron muy famosas. Por allí aparecieron
también populares de televisión, artistas, escritores y hasta algún monarca
cuya foto guarda Manuel con cariño porque tiene una curiosa dedicatoria. “Aquí
todos pedían lo mismo: “El arroz de Serafín”. Cuenta que desde pequeño retiene
en su memoria una escena que no olvidará jamás; “A mi madre casi de noche, sin
amanecer, partiendo trozos de pollos para las paellas y así día tras día…»
(AYALA, M. (2016). marisolayala.com,
18-oct).
Vista de la playa (laguiadegrancanaria-com) |
Llegado el siglo XXI aquel reducto de playa, privada para muchos que huían
de la masificación, que llegaban a ella por pistas de tierras que antes
cultivaban tomateras ─hoy las pelotas de golf han sustituido a los rojos
tomates─, llegar al cauce seco del barranco para terminar en la playa, ya es parte del todo, algo menos masificada, con enormes y lujosos
hoteles, palacio de congresos, centros comerciales; y muy cerca de la playa, ya cumpliendo el reglamento, están también los deudos de Aurora y Serafín que antes estaban a pie de playa.
Ahora la
contemplan un poco más alto, sin tener que preocuparse porque una ola llegue,
pero también sin la belleza de aquella playa de marea baja donde muchos
buscaron la tranquilidad, y que en la actualidad para encontrar esa tranquilidad se tienen que
ir más allá de la Playa del Hornillo,
más allá de donde hoy llaman Pasito Blanco,
por la caliza blanca que antiguamente distinguía al puntón que penetraba en el mar.
Puede que el argumentado origen del topónimo de Las Meloneras se deba a la estancia de Colón allá abajo en el sur,
y que algún buen día alguien encuentre un viejo pergamino que recoja que efectivamente allí
tomaron los frutos cuyas semillas fueron plantadas en las Américas. Los otros
topónimos próximos nos han dejado más huellas para conocer con certeza de sus orígenes.
Localización (IDE Gran Canaria) |
Puede más bien que el origen sea una planta nativa, ya muy rara en Gran Canaria pero común aún en Fuerteventura y Lanzarote, don de la laman cohombrillo melonero: https://plantasdemitierra.blogspot.com/2010/02/citrullus-colocynthis.html
ResponderEliminarhttp://www.floradecanarias.com/citrullus_colocynthis.html
http://atlasdesemillasdecanarias.org/atlas/ficha.php?ID=51
Actualizaré la información de esta entrada porque es muy interesante la aclaración. Muchas gracias.
Eliminar