Así como el topónimo genérico ‘cañada’ es habitual en todas las islas, en
singular y plural ‘cañadón’ y ‘cañadones’
lo encontramos exclusivamente en Gran Canaria, y todos ellos en la considerada
por los estudiosos ‘isla vieja’ de los tiempos geológicos, de manera aproximada
la mitad suroeste, mucho más afectada por la erosión.
En la entrada a este blog de los topónimos genéricos, ya anotábamos que
‘cañada’ señala la presencia de un barranco pequeño, estrecho si se refiere al
relieve, que es la acepción más usada en Canarias; pero también puede
significar “lugar de paso de ganado” en el pastoreo, marcando la diferencia del
académico significado del DRAE «Espacio de tierra entre dos alturas poco
distantes entre sí».
En cuanto a la voz ‘cañadón’, que pudiera entenderse aumentativo de la
anterior, el DRAE nos ofrece tres acepciones descriptivas usadas en distintos
lugares. La primera recogida, al uso en Andalucía y Cuba, es «Cañada honda». La
segunda al uso en Argentina, Bolivia y Paraguay «Cauce antiguo y profundo entre
dos lomas o sierras». Y la última en Uruguay, puede ser una variante de la
anterior con agua «Hondonada en forma de amplio cauce, con riberas altas, por
la que circula una pequeña corriente de agua».
No parece que ninguna de las tres se aproximan a los ‘cañadones’ que en
la isla encontramos, y quizás lo sea por el encogimiento de los cauces por el
tamaño de la isla. Aquí en la isla, porque lo fueran con toda probabilidad
originados por grandes barranqueras de aguas en fuertes descensos en laderas dejando a ambos lados a su paso ‘puntones’ o rocas compactadas que
resistieron a la erosión.
Cañadón de Tasarte (Google Earth) |
Sí hay que entenderlos como viejos cauces de escorrentías o vertientes, venidos
a menos por el descenso progresivo en siglos de la pluviometría, y si bien en
tiempos de lluvias pueden llevar hilos de agua, a partir de su relativa
desecación se convirtieron en lugares de paso de ganado por su accesibilidad, dado
que no llegaron a constituir ‘caideros’ formados
en las caídas de agua en vertical, con la única excepción del Cañadón de Tasarte que puede llegar confundir
en el inicio de su caída vertical de los 1.300 msnm., si bien el topónimo lo
recibe cuando lo forma en la cota de los 1.000 msnm. Todos ellos en los tiempos
actuales son rutas habituales de los senderistas por su espectacularidad y
belleza.
Panorámica del Cañadón de la Chapa (Google Earth) |
Encontramos en la isla los siguientes topónimos ordenados por
municipios, entre ellos algunos derivados del primario. AGÜIMES: Los Cañadones; ALDEA DE SAN NICOLÁS: Blanquizal del Cañadón, Cañadón de Tasarte,
El Cañadón, Los Cañadones y Filos de
los Cañadones; SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA: Alto del Cañadón, Cañadón de la Baranda, Cañadón de la Meseta, Cañadón
de la Manzanilla, Cañadón del Jierro, Cañadón Sombrío, El Cañadón y Los Cañadones; TEJEDA: Cañadón de la Chapa, El Cañadón, Los
Cañadones y Montaña de los Cañadones.
Vertientes del Cañadón de la Chapa (Yeray Santana) |
Su localización es posible en los mapas que insertamos por las
referencias próximas conocidas, y así los encontramos con una fisiografía con
las formas más caprichosas que la naturaleza pueda crear. Desde la Montaña que
lleva tal nombre en Tejeda cuyas laderas están formadas por cañadones, muy
cerca de la Presa de las Niñas, que
constituye todo un enigma entender como pudo erosionarse de tal forma cuando no
cabe comprender como pudo acumular agua en su cumbre que originara tal erosión,
pero con total seguridad alguna explicación geológica tendrá.
También Los Cañadones
aldeanos, entre Vallehermoso y Guguy, donde se pueden contemplar los
mecanismos erosivos de los siglos, conformando la alineación de filos,
cañadones y rodaderas en dirección naciente-poniente, donde sólo este lugar
recibió el topónimo si bien otras muchas escorrentías de Vallehermoso y Guguy
podrían haber sido candidatos a ser reconocidos como tales porque horadaron
igualmente el relieve.
Los Cañadones y el Filo en Aldea de San Nicolás (cibermaruja) |
Otros muchos no ofrecen mayores
complejidades de entendimiento, pues los encontramos en el cauce medio alto de
un barranco, como lo pueden ser los tirajaneros de la Baranda, la Manzanilla y la Meseta, cerca de Montaña Negra, Los Bailaderos en el Pinar de Tirajana, y del Risco Blanco, respectivamente.
Entre el grupo anterior no hemos de olvidar el Cañadón de Tasarte que demostró su origen el 21 de
diciembre de 2009 cuando las aguas torrenciales caídas en el Blanquizal del Cañadón, entre la Montaña de Los Hornos y la Montaña de Ojeda, en la cota de los 1.400
msnm, motivó un gran aluvión que erosionó y modificó el propio cauce del
barranco acentuando un desdibujado cauce y provocando graves incidentes en el
barrio de El Palillo. La erosión y
destrozos se debieron a la cantidad y fuerza del agua caída, corriendo por una
pendiente media del 42% en los 2.300 metros recorridos entre el pueblo y los
altos del cantil.
Más notorios y espectaculares son otros. Ya hemos tratado en otra
entrada a este blog dos de los cañadones tirajaneros, muy conocidos por ser el
supuesto paso de la prehistoria a la historia de la isla, obligado paso en la
trashumancia, y posiblemente los más altos e impresionantes: Cañadón del Jierro y Cañadón Sombrío.
Como ejemplo típico de la espectacularidad
paisajística que nos ofrecen los cañadones, tratamos con mayor profusión
fotográfica el primero de los citados por orden alfabético, el de Agüimes. Situados
al norte de Temisas, muy cerca del barrio en el que encontramos
yacimientos arqueológicos de relieve, hemos de destacar la presencia en el
lugar de las ruinas de un singular horno para la construcción de tejas del
siglo XIX, construido con piedra y barro, revocado en su interior con arcilla
roja, que mucha probabilidad de que fuera el proveedor de muchas de las
cubiertas a dos aguas de las viviendas del lugar de muy bella factura.
Muy cerca de Los Cañadones
encontramos el Andén Blanco que debió
ser mejorado de forma artesanal en tiempos pasados, así llamado por discurrir sobre
el sustrato blanco de los riscos, y el cual habilitó en el pasado la subida al
horno de tejas situado en lo alto de Los
Cañadones.
A la espectacularidad de los propios cañadones, hay que destacar la gran
panorámica que desde lo alto se domina del barrio de Temisas, pudiendo admirarse en su entrada a este blog la belleza de
los techos de tejas de las viviendas más antiguas del pago.
La elaboración artesanal de tejas tiene presencia en la isla desde el
siglo XVI, tiempos cuando el molde más elemental era la parte delantera del
muslo humano, en mayor medida femenino debido al gran número de mujeres que
practicaban este oficio, adquiriendo así la forma troncocónica estrecha en la parte
superior y estrecha en la inferior para su sujeción en los techos, siempre utilizando
arcillas encontradas aquí y con un proceso de cocción en hornos que poco variaron
con respeto al horno que aquí encontramos del siglo XIX como ya se ha dicho,
salvo su tamaño en relación con las cantidades producidas.
El tamaño de los
hornos antiguos vendría limitado precisamente porque la elaboración de las
tejas era un oficio complementario al principal de su actividad, normalmente el
cultivo de sus tierras, hecho que limitaba el número de tejas elaboradas.
La proliferación de los hornos en el XIX viene dada por el aumento de la
demanda tanto para edificios públicos como para la arquitectura doméstico, y
ello propició aumentar la producción a partir de su preparado en moldes.
«… la cadena operativa se caracterizaba por
someter la tierra a un proceso de limpieza y retiro de impurezas (piedras,
raíces) a través del cernido o cribado. Posteriormente, se mezclaba con agua y
se dejaba esponjar. A la masa obtenida se le añadía arena de barranco o tomada
en zonas con calidades propicias para el cocido. La mezcla era amasada
utilizando herramientas y aperos de labranza (raspaderas, azadas).
En diversas ocasiones —tal como
se hacía hasta pocas décadas atrás— se empleaba una vaca para pisar el barro
pues la demanda era tan alta que los alfareros no podían elaborar tanta
cantidad de barro sin el empleo de estos medios. Una vez obtenida la masa o
pasta, dependiendo de las piezas a elaborar, se seguía un patrón determinado.
Por ejemplo, en el caso de las tejas y tejones, se cortaba un trozo de barro y
se vertía en estructuras de madera construidas de forma trapezoidal —en el
siglo XIX éstas pasaron a ser de hierro—, denominadas gradillas (con diversas medidas según se quisiera realizar tejas,
tejones, tejas de pequeño tamaño, etc.).
Detalles del revocado interior del horno (Aider Gran Canaria) |
Tras establecer la cantidad de
barro formativa de cada pieza se le pasaba el raidero, es decir, un útil de madera cuyo fin es ajustar la vitola
o medida de cada pieza a un estándar, eliminando el barro sobrante. Finalmente,
la masa a emplear se introducía en moldes de madera individuales, llamados galapos o galápagos, donde ésta tomaba
su forma definitiva.
Una vez lograda la teja se
extraía del molde y se ponía a secar al sol sobre el llamado mantillo o tendedero. Tras el secado
—prolongado por varias horas— las tejas se trasladaban hasta el interior del
horno, donde el tejero las colocaba con cuidado y con determinada distribución
para facilitar su cocción.
Detalle de Los Cañadones de Agüimes (caminosdecanarias.blogspot-com) |
Los ladrillos eran elaborados con una pasta similar,
vertiéndose el barro dentro de unos moldes —habitualmente dobles—, la cantidad
de pasta se ajustaba a la cavidad, se prensaban con las manos y se le pasaba un
rayador para su enrasado. Una vez concluidas dichas acciones, se extraía el
bloque del molde con un leve golpe y se secaban al sol sobre el mantillo en espera de entrar en el horno
de cocción.
Vista de Los Cañadones desde Temisas (Google Earth) |
La elaboración de los citados
materiales era estacional, predominando las cocciones en los meses de verano
cuando los hornos —descubiertos— podían tener un mayor rendimiento. Las tejas
solían tener como medida estándar —la denominada en la actualidad teja vieja,
antigua o canaria— unos 42 centímetros de largo, por 15-18 de ancho y 7
centímetros de alto (desde la base al arco). El ancho del labio solía ser de
1,5 centímetros y su peso medio, una vez guisada, se situaba en 1,5 kilogramos»
(QUINTANA ANDRÉS, JIMÉNEZ MEDINA et ZAMORA MALDONADO, 2014, p. 7).
Localización de Los Cañadones en Agüimes (IDE Gran Canaria) |
Localización del Cañadón de Tasarte y del Blanquizal en Aldea de San Nicolás (IDE Gran Canaria) |
Localización Los Cañadones y del Filo en Aldea de San Nicolás (IDE Gran Canaria) |
Localización Cañadón de la Baranda en S. Bartolomé de Tirajana (IDE (Gran Canaria) |
Localización Cañadón de la Manzanilla en S. Bartolomé de Tirajana (IDE (Gran Canaria) |
Localización Cañadón de la Meseta en S. Bartolomé de Tirajana (IDE (Gran Canaria) |
Localización Cañadón de la Chapa en Tejeda (IDE (Gran Canaria) |
Localización Los Cañadones y Montaña de los Cañadones en Tejeda (IDE (Gran Canaria) |
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