viernes, 27 de mayo de 2016

SAMARRITA, LLANOS Y MONTAÑA DE LA (GÁLDAR)

Los dos topónimos se localizan al poniente de Saucillo, en los límites jurisdiccionales con el municipio de Agaete, quedando a su poniente el lugar de Piletas en los Llanos de Agaete, y a su naciente Los Llanillos. La Montaña de Samarrita, sus laderas de poniente caen sobre el mencionado lugar de Piletas, las septentrionales sobre Las Rosas y al pie de las meridionales emerge el Roque de Maninidra.

Cardos en flor en Los Llanos de Samarrita (caminosdecanarias-blogspot-com)
Al pie de las laderas de naciente de la Montaña se encuentran los Llanos de Samarrita, lindando al norte con los Llanos de la Cebada y al sur con el Lomo de los Caballos, separado del mismo por el Barranco de Mayorga que lleva sus aguas hacia el lugar de La Culatilla en Agaete.

Estos territorios eran tierras de realengo, pertenecientes a los Propios del Cabildo como parte de la llamada Dehesa del Prado de Pico Viento, cuyos pastos eran aprovechados de forma comunal por los ganaderos.

Pared Grande, base del canal de Samarrita
 (centrocuatropuertas-blogspot-com)
Las apetencias de tierras y aguas, que generaban múltiples disputas entre cultivadores y ganaderos, aconsejó obligó en consecuencia con  la Real Cédula de 22 de agosto de 1705 a que se definiera el deslinde de baldíos y realengos, siendo mencionado este lugar en el correspondiente al Prado de Pico Viento «… Por la parte de Gáldar linda desde la Cueva de la "Joya" de Vega, el Barranco abajo, a dar a la Mina de Samarrita, a la Mina del Chorrito, lindando con tierras del Maestro de Campo Cabrejas [1]  y don Juan Cabrejas [2], las veredas de las minas adelante al Lomo del Toscal, vereda adelante a dar a Peña amarilla de la Fuente a la boca de la mina y tierras de don Juan Antonio de Rojas [3] … » (SUÁREZ, 1978, p. 267).

Urgía la necesidad de los deslindes, pues el alto poder de los propietarios colindantes, pues al margen de la proximidad de la Hacienda de Pineda, hemos de conocer la personalidad de los antes mencionados con “llamadas” para entender de la presión que podían ejercer sobre el derecho comunal de los ganaderos .

[1] Gonzalo Cabrejas Bethehcourt, Maestre de campo y Regidor Perpetuo, esc 18 octubre de 1695 decía ser propietario de un tercio del Cortijo del Agazal de 16 fanegas y 6 celemines y de la Hoya de la Vega de 6 fanegada y 6 celemines, que nombra heredero a Esteban Cabrejas Soprani, sobrino e hijo del Capitán Juan Cabrejas.
[2] Juan Cabrejas Bethehcourt, Capitán, hermano del anterior y que en escritura de 2 de abril de 1703 decía ser propietario de otro tercio de las mismas fincas anteriores, y nombra heredero  a su mencionado hijo Esteban Cabrejas Soprani.
Ambos son hermanos de María, Juana y Francisca Cabrejas Bethehcourt, propietarias del gran Cortijo de Guayedra en Agaete.

[3] Debe tratarse de [Juan] Antonio de Rojas y Guzmán, que fuera alcalde de Gáldar, casado con Isabel de Valderrama, hermano del Capitán José de Rojas y Guzmán, que también figura como alcalde de Gáldar a mediados del siglo XVIII.
El Roque de Maninidra [izq], Llanos y Montaña de Samarrita [dcha] (Google Earth).
Al sur limitan con el lugar de Maninidra, que fue propiedad de un natural de la isla que no pudo soportar el hostigamiento, terminando las tierras en manos de la familia Cabrejas, y más arriba las tierras de Ynes Trellez, mujer de Anton Lopez, también conocido como Antón de Guanarteme, descendiente del guanarteme Artemi Semidán antes de ser bautizado.

Nos encontramos por tanto dentro de la Dehesa, territorio eminentemente pastoril, con minas de agua natural, alejado de la carretera Los Cruces-Caideros (GC-220) al que sólo puede llegarse por pista de tierras y caminos de pastoreo convertidos en senderos, por donde discurría el antiguo camino de Artazo

Probablemente ya era aprovechado de igual manera en la prehistoria de la isla, antes de la conquista, y en los Llanos de Samarrita se ha localizado un yacimiento arqueológico en un solapón consistente en un conjunto de cuevas de las que al menos dos fueron usadas con fines funerarios.

Solapón en Los Llanos (Patrinet)
Se trata de dos cuevas excavadas, de reducidas dimensiones y casi totalmente colmatadas de sedimento. La primera de ellas se orienta al sur, de unos dos metros y de planta de tendencia circular, con un muro exterior de cierre exterior. La segunda se orienta hacia el noroeste, posee una planta de tendencia rectangular, con muro de cierre exterior y dimensiones algo menor que la anterior.

Existen otras cuevas en el conjunto que contienen relleno sedimentario y pueden albergar restos humanos en el interior, si bien estos no son apreciables en superficie. El nivel de conservación del conjunto arqueológico es bueno y su fragilidad es baja, puesto que se encuentra en una zona relativamente alejada y de difícil acceso (PATRINET).

Cuevas de Samarrita (Patrinet)
En cuanto al origen del topónimo, sabemos que samarrita se trata de un diminutivo de samarra, siendo su aumentativo samarrón. Podría entenderse que se trata de un portuguesismo, y así lo encontramos documentalmente «Entre os últimos estava o irmão Joao Sanches que servia em casa de Sores em mísero estado, descalço, sem camisa nem chapeu, coberto apenas con a samarra» (GONGALVES, 1959, P. 469).

Pero es uno de esos términos comunes, por consiguiente ibérico, y también lo encontramos en el castellano antiguo. Remitiéndonos al más antiguo diccionario, El Tesoro de la lengua castellana, o española, Parte Segunda ..., compuesto por el Licenciado Don Sebastian DE COVARRUVIAS OROZCO, 1673, recoge: «CHAMÁRRA, vestidura có mãgas. Dixose de çamarra, interpuesta la h».

Y en lo relativo al origen del término, parece que su origen pudiera ser del eusquera «zamarra, 1335, Probablemente del vasco zamar (con artículo zamarra) íd., propiamente. ‘vellón del ganado lanar’, o de la palabra ibérica correspondiente. DERIV. Zamarro ‘zamarra’, fin s. XIV; ‘hombre tosco’, 1739. Zamarrico, Zamarrear ‘sacudir su presa el perro o una fiera asiéndola con los dientes’, hacia 1600,  propiamente ‘cogerla por la piel’» (COROMINES, 2011, p. 589).

El zamarrón palmero festivo y de faena, de lino o cuero. Composición (bienmesabe-org)
La ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA en su Diccionario Básico de Canarismos recoge el término «zamarrón. 1. m. LP.  Delantal de cuero que forma parte del traje típico del hombre», definición que se ajusta a lo entendido actualmente, más cuando algunas prendas típicas vienen de más atrás, y que no puede tener el mismo significado que tuvo para los lugareños de cuatro siglos atrás cómo mínimo. Situémonos por consiguiente en esos tiempos con la bibliografía bien documentada (GONZÁLEZ et RODRÍGUEZ, p. 683).

«Analicemos ahora en detalle las distintas prendas que configuran la indumentaria aborigen, objeto de nuestro estudio. A lo primero que hay que hacer mención es al tamarco [*] Luis Diego Cuscoy (1961), fue el primero en intentar aclarar el significado de este término, cotejando la información de que se disponía en aquellos momentos. El llegó a la conclusión de que el tamarco era fundamentalmente una capa, término debatido y confuso que quizá podrá asimilarse al de traje o vestido, en sentido genérico, tal y como lo entendemos en la actualidad. A esta conclusión llegamos de la mano de los cronistas, a través de cuyas descripciones sabemos que era una prenda usada indistintamente por hombres y mujeres y de diferentes formas y tamaños. Veamos lo que de él nos dice Gómez Escudero:

“Comúnmente en todas las islas el uestir de pieles, assi en hombres como mujeres, i el uso de las armas era uno mismo. Llamaban tamarcos un casaquilla de piel semejante a el zamarrón con que siegan el pan en España; y llamado de todos tamarco […] las mujeres en todas las islas era el mismo traje: cubrirse hasta los pies con faldellín de pieles; los hombres […] Poníanse otras ueces un zamarrón con media manguilla.” (Gómez Escudero [1978]:431-432). 
De todas maneras, lo que sí parece cierto es que el tamarco tenía la forma de una vestidura talar. El zamarrón, el camisón sin pliegues, son prendas que presentan el aspecto de una túnica. La propia voz zamarrón designaba en la Edad Media ─se utilizó al parecer desde el siglo XIII─ a una prenda hecha de piel de cordero. Se distinguía entre la zamarra, en la que la piel quedaba al exterior, siendo una pieza propia del vestuario de los pastores, y el zamarro, donde la piel tenía la función de forro y era característica del atuendo de los burgueses. En cualquier caso corresponde a la categoría de los trajes de encima [*] La indumentaria medieval ha sido dividida en diferentes categorías: prendas interiores; semiinteriores; prendas para vestir a cuerpo; trajes de encima; mantos, capas y sobretodos. Además de los tocados y el calzado (Bernis Madrazo, c., 1956). Es lógico que los relatores utilicen la voz zamarrón para referirse al tamarco, ya que lo que comparan es la fabricación en piel de ambas piezas, además del posible parecido en la forma.

[…] Las prendas del vestuario de la población femenina de las islas Afortunadas aportan algunas novedades interesantes, pero apenas difieren de las que configuran el atuendo masculino. Sus vestidos también eran talares, utilizaban ropillas “de cuero de carnero”, según Abreu Galindo, al igual que también hacen uso de los capotillos, todas ellas prendas ya descritas en el caso de los hombres. Aunque confusa, hay que destacar una nota de Marín y Cubas acerca de esta pieza:

“... las mugeres faldellín de lo mismo llaman tahuian [... ] usan de otro capotillo a modo de samarron de dos faldas sin mangas.” (Abreu Galindo, [1977]: 155-156). 
El autor confunde, sin duda, dos prendas, el capotillo de dos haldas, es decir, de dos paños o faldas que cuelgan por detrás y por delante y el zamarrón, al que ya hemos aludido más arriba. El recurso repetitivo a la voz zamarrón puede estar en relación con que en el Medievo esta era una de las pocas piezas trabajada toda ella en piel.

[…] En Tenerife existían diferencias según la clase social […] Parece que la principal diferencia está en la ausencia de mangas y calzado. Esta impresión se ve refrendada por la situación de Gran Canaria, donde el villano, no sólo no podía llevar estos aditamentos sino que también debía ir trasquilado e imberbe:

“Los pleueios andaban descalços de pie i pierna i trasquilados barba i cauello i con un zamarrón de pieles sin costura por los hombros, los braços de fuera i algunas veces con media manguilla i en lo interior tenían por la cintura cubierta sus partes.” (Cedeño, [1978]: 370). 

Pastos verdes en Los Llanos de Samarrita (caminosdecanarias-blogspot-com)
Dejando atrás los siglos de nuestra prehistoria, conocemos de la evolución en su uso que pudo tener esta prenda, con una referencia al siglo XIX, que aun remitiéndonos a la isla de La Palma, es válida para todas. La encontramos en el Diccionario Histórico del Español de Canarias (CORRALES et CORBELLA, 2001, p. 1.514).

«Zamarrón, samarrón.- Delantal pequeño de cuero que protege el cuerpo del segador.

1887 Stone Tenerife and its six satellites [Traducción Juan S. Amador Bedford, 1995 “Nos cruzamos con dos muchachos que guían unos bueyes y llevan sombreros y delantales cortos de cuero (samarrones), con esquinas redondeadas. Estos delantales, que lleva la mayoría de los habitantes de La Palma y que son una característica distintiva de sus trajes, son de piel de oveja. Cortan la piel de las patas traseras y la unen a la piel de las patas delanteras del animal, haciendo que así sea lo suficientemente larga para rodear el cuello de los hombres. Al principio parece que todos son herreros, hasta que uno se da cuenta de que los delantales de cuero son  parte de la ropa habitual.  […] Su traje consistía en una camisa blanca y pantalones corrientes, sueltos, que llegaban hasta un poco por debajo de la rodilla, una gorra azul, bastantes gastada, en la cabeza y el samarrón, o delantal de cuero”».

Si bien esta fuente vincula el uso del zamarrón o samarrón al oficio de segador, lo es acercándose a la acepción recogida por el DRAE «zamarrón. Del aum. de zamarra. 1. m. Andalucía. Mandil de lona o de cuero, con peto, que usan los segadores», como lo advierte el propio cronista histórico Gomez Escuderode piel semejante a el zamarrón con que siegan el pan en España”. 

Para iniciar, la trasquila (ganaderianogc-blogspot-com)
Y no lo puede ser, dado que en el lugar de los topónimos como tal Dehesa, no habían cultivos que segarse. Tan sólo pastos para los rebaños de ovejas, que son comidos directamente por los animales. Y por ello, hemos de vincular el uso de esta prenda hasta que llegó a formar “parte del traje típico”, a las costumbres pastoriles.

Probablemente su uso a lo largo de siglos lo fue para la trasquila y para la confección de quesos, teóricamente después también para la confección de la loza canaria, eso sí sujeta a las variaciones de los tiempos por la evolución de la materia prima para su confección desde la piel de oveja a otros tejidos algo menos impermeables, pero cumpliendo siempre con la finalidad de proteger su humilde vestuario campesino del engorro de dichos oficios.

Así el uso más tardío de la evolucionada samarra, samarrón, ó la samarrita origen del topónimo, lo vinculamos a la trasquila, porque además de la lana, la oveja llevaba y lleva consigo muchas garrapatas y piojos. 

Trasquilando con delantal (RTV Canaria)
«En el mes de abril o más tarde, según se adelanten o retrasen los fríos, comienza la turdidura o trasquila, que se efectúa por medio de unas tijeras anchas y cortantes. Los esquiladores atan las cuatro patas de la res y comienzan a separar el vellón por el vientre, no distinguen clases de lana ni colores y forman un vellón con la capa de cada res. En otros países se lavan las ovejas tanto para limpiar la lana como para matar las garrapatas y piojos, pero en éste es desconocido el procedimiento de lavado» (GRAU-BASSAS, Madrid, 1980, p. 64).

Hoy en día, son otros tiempos, se descubrió el jabón, y con él la higiene y el lavado de la ropa mejoró. Para muchos la trasquila es un espectáculo, para otros una excusa para una celebración comunal, como se hacía antaño, como algunos lo siguen haciendo o recordando.

Haciendo quesos con delantal (Fedac)
En la elaboración artesanal del queso, cuando el cuajo tiene bastante consistencia y se coloca en ese banco bajo que se conoce por quesera, con una superficie con rayas que llaman pinta, dentro del aro de madera de sauce que le da la forma, por un canalillo desahoga el suero, y como se tiene que seguir apretando con ambas manos para hacerlo más compacto, raro es que no salga un chirringue, que de no tener ese delantal de protección … ¡Jesú, María santísima!


Detalle de alfareras  con su delantal (Fedac)
Y no digamos cuando las alfareras hacían la bella loza canaria, allá en La Atalaya de la Vega o más tarde en la cercana Hoya de Pineda. Preparar el barro, pisarlo y amasarlo, levantarlo, habilitarlo y guisarlo, siempre con las manos embarradas  donde sus piernas, una laja o una baja silla en el mejor de los casos, son su “mesa” de trabajo, siempre con el mayor esmero, olvidándose de sus viejos vestidos de faena y protegiéndolos con algo parecido a un delantal, porque la única preocupación es que “la talla no llore”, porque si así fuera y una vez guisada perdiera agua, son ellas las que “llorarán” por haber perdido la materia prima, su valioso trabajo, y sobre todo, los pocos “cuartos” para poner algo en la olla para que sobreviva la familia.



Localización (IDE Gran Canaria)

No hay comentarios:

Publicar un comentario