viernes, 22 de abril de 2016

DOMINGO, LOMO DE SANTO Y SUS DIVISORIAS (LAS PALMAS DE GC)

Se cree que en 1592 el ingeniero italiano Leonardo Torriani escribía en su manuscrito informe destinado a la Corona el CAPITULO XLIV, titulado “De la fortificación de la Ciudad Real de Las Palmas”.

«Esta ciudad está situada en un lugar tan extraño e irregular (por más que sea llano), y puesta debajo de tres montañetas que la dominan, llamadas con el nombre de los tres santos, Domingo, Francisco y Lázaro, que por espacio de veinte años ha dado que pensar juiciosamente a muchos ingenios italianos y españoles, con motivo de su fortificación; y hasta ahora Su Majestad Católica no ha tomado ninguna resolución, ni ha dejado entender qué parecer de tantos le ha gustado» (TORRIANI, L.: Descripción de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de su fortificaciones, Sta. Cruz de Tenerife, 1959, traducción de Alejandro Cioranescu). Y así las reflejo Próspero Casola en su plano de la Ciudad de 1599. 
 
Reproducción a línea del plano de Próspero Casola de 1599 (Museo Canario)
La elección de estos tres santos por los conquistadores para dar nombre a las “tres montañetas”, así llamadas por Torriani, no es casual. De norte a sur, San Lázaro al norte del barranco de Mata, Tomaba su nombre de la advocación de todas las leproserías, como lo era el Hospital de San Lázaro, de donde se popularizó también el término "lazareto" de la Ciudad, que estuvo emplazado en el siglo XVI a la altura de la actual calle Murga, aislado del casco urbano y fuera de las Murallas de la Ciudad, y sin que nos lleve a engaño la ubicación de la ermita de San Lázaro posterior al hospital.  

San Francisco lo tomó del convento franciscano, situado junto a la actual iglesia de su nombre en el barrio de Triana; y Santo Domingo, del convento dominico junto a la actual iglesia de su nombre en el barrio de Vegueta, al sur del barranco de Guiniguada.
 
La visión "extraña e irregular" de Torriani en su plano de la Ciudad (IBIDEM)
Como bien decía Leonardo Torriani, la ciudad estaba situada “en un lugar tan extraño e irregular”, hacía un descripción de una estrecha franja costera expuesta al naciente, “dominada” a su espalda al poniente por tres “montañetas”, que más tarde una de ellas será conocida con el canarismo de “lomo”, del que dice el Diccionario de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA «1. m. Elevación grande y alargada del terreno, más o menos redondeada en la cima».

En el norte la montaña de San Lázaro, ocupando la conocida actualmente como Ciudad Alta, y la montaña de San Francisco, donde se construyó el Castillo de San Francisco o castillo del Rey, dejaban de por medio una loma ascendente junto al  cauce del barranquillo de Mata, con varias hoyas de donde surgiría el topónimo de Las Rehoyas.

Más al sur, la “montañeta” ya era llamada en los repartimientos Lomo de Santo Domingo, que en el poniente o inicio isla adentro lo hacía en el actual barrio de El Fondillo, junto a la Montaña de Tafira, lomo que separa los cauces de barranco Seco y barranco de Gonzalo, este último primitivo cauce del barranco de Guiniguada que la erupción de la Montaña de Tafira taponó y desvió por el Dragonal en opinión del profesor Telesforo Bravo.
 
Vista del lomo (Jaime O´Shanahan - MDC)
En el repartimiento de Françisco de Aguinaga, solicitado el 8 de agosto de 1550, describía las tierras solicitadas como «… un pedaço de tierras que son hasta quatro o cinco suertes de tierra e que en ellas ovieren que son en un barranquillo que esta entre las tierras e lomo que desçiende hazia el barranco de Gonçalo que asçiende hazia la imagen prieta e de la otra parte otro lomo que desçiende hazia santto Domingo la qual tierra quiero para la aprovechar de cañaverales e heredades de viñas con las aguas que me pertenesçen de Tafira por que para otra persona alguno no sirven las dichas tierras por no tener agua con que las aprovechen como yo …» (RONQUILLO, M. Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1998).

Cuando el Lomo de Santo Domingo se encuentra a 2.200 metros de la costa de naciente de la isla, se divide creando dos divisorias “divisorias”, en el significado geográfico que aporta el DRAE «2. adj. Geogr. Dicho de una línea en un terreno: Desde la cual las aguas corrientes fluyen en direcciones opuestas». La situada al norte, se subdivide por la erosión a 1.250 metros de la costa, formando al norte con vertientes del barranco Seco, la que es llamada Divisoria de la Mesa.
 
Los dos barrancos, el lomo y sus divisorias (IDE Gran Canaria)

La Divisoria de la Mesa corresponde al terreno ocupado por la conocida Ciudad de San Juan de Dios, que por su relieve es una “mesa”, es decir para el canario “Terreno elevado formado por una llanura que acaba en paredes verticales fruto de la erosión”.

Al sur de la misma, la matriz de la que se subdividió que es llamada Divisoria del Corral, donde se construyó la urbanización Casablanca I, y en las laderas septentrionales de la misma la Urbanización El Lasso. El origen del topónimo de la Divisoria del Corral lo encontramos en el repartimiento a favor del escribano mayor del Cabildo Juan de Ariniz, hijo del también escribano del Cabildo Juan de Ariñez, del 7 de septiembre de 1551, que describe las tierras pedidas diciendo «… le hagan merçed de le dar las demasias de las tierras que se dieron a Françisco de Aguiniga que son entre el barranco Seco y el barranco de Gonçalo que va a dar al camino de Telde al Corralejo que dizen en que podrá aver dos suertes poco mas o menos …» (IBIDEM).
 
La Divisoria de la Mesa y la Divisoria del Corral (fotosaereasdecanarias-com)
El astuto y privilegiado escribano disponiendo de la información confidencial que tiene pide los sobrantes no concedidos en el repartimiento de 8 de agosto del año anterior, y las identifica manifestando que “va a dar al camino de Telde”, la antiguo carretera a Telde por San Cristóbal, y añade lo que se encuentra a su paso en la divisoria, que es un “corralejo”, es decir, “un corral viejo del tiempo de los canarios”, y de ahí el topónimo de la Divisoria del Corral.

Al sur de esta última divisoria, está el pequeño cauce del barranco del Rosario, y en la banda meridional del mismo las escorrentías de la divisoria o Lomo de Santo Domingo, donde se encuentra la barriada de Pedro Hidalgo.
 
La Divisoria del Corral desde el sur (Google Earth)
Las rampas y escorrentías al sur del Lomo llegan al cauce del barranco de Gonzalo, y en la banda de enfrente, las rampas y escorrentías de  la Divisoria de las Cuevas, topónimo que no ofrece duda alguna de su origen que guarda relación con las cuevas que existieron en la ladera y que fueron sustituidas por casas de nueva construcción. Por esta divisoria discurre la calle Puebla no asfaltada, desde lo alto la vista meridional es el barrio de Salto del Negro, y en la rampa de naciente de la misma, dando de frente al mar, se encuentra la Hoya de la Plata.

Volviendo al manuscrito informe del ingeniero  Leonardo Torriani sobre las defensas de la Ciudad, decía también de la necesidad de fortalecer la frontera sur después de describir los riesgos que comportaba el potencial ataque por el Lomo de Santo Domingo.

«… La primera razón es (tratando de los lienzos laterales) que la dicha muralla roja sólo cerraba dos lados, quedando abierta la parte del río y de la montaña de Santo Domingo, que son las más importantes; y, por más que desde la montaña de San Francisco se las pueda ver, no están defendidas, por hallarse alejadas y el río abierto, sin poderse defender de noche. La segunda, que dichas murallas no impiden que se descubra a la vista lo de dentro, desde todos los sitios circunvecinos. La tercera, que no tiene defensa de flanco, sino solamente de frente, y el espacio en que deben permanecer los defensores, es decir el lado sur, tiene solamente cuatro pies, a modo de muralla antigua, de modo que es imposible estar en pie combatiendo. La cuarta que, por estar dicha muralla lejos de las casas, separa a la gente, y el espacio que queda en medio se descubre desde los lugares altos, y se necesita mucha gente para su defensa …».
 
La continuidad del Lomo de Santo Domingo (Google Earth)
Y como solución a la fortificación total de la Ciudad, propone en su manuscrito informe a la Corona amurallar el Lomo de Santo Domingo:

«… Así, pues, queriendo buscar remedio a estos dos males, me decidí a rodear la ciudad de murallas (siendo así que es, cosa posible), de manera que el enemigo no pueda entrar por ninguna parte sin hallar resistencia, y que desde las alturas no se pueda descubrir la gente de dentro. Esta defensa se entiende que se hace o por defender la gente, o la ciudad, o, lo que es más común y mejor, la gente y la ciudad al mismo tiempo; Por consiguiente, si podemos defender la gente y la ciudad sin otras fortificaciones en la Montaña de San Francisco, y no ser atacados desde ésta última, mejor será rodear toda la ciudad; porque, al ser la fortificación a manera de círculo, las plazas de los baluartes quedarán cubiertas, y las montañas alejadas, sobre todo la de Santo Domingo y la otra de San Lázaro …».



Cartoteca y fototeca de 1962 (IDE Gran Canaria)
Después del manuscrito informe del ingeniero Leonardo Torriani que se data en 1592, acontecieron dos ataques por mar  a la ciudad. En 1595, una escuadra inglesa con los almirantes Drake y Hawkins al mando atracó en la bahía de Las Isletas e intentó el desembarco para tomar la Ciudad. La brava defensa de los isleños obligó a la retirada de los ingleses.

En 1599 tuvo lugar otro ataque a la Ciudad, inicialmente atribuido a los ingleses, pero eran los holandeses dirigidos por el vicealmirante Pieter van der Does, que tuvo graves consecuencias porque al negarse el pago del exigido “rescate de guerra”, incendiaron y expoliaron todo lo que en la Ciudad encontraron.

No parece que la toma de la Ciudad, tras la huida de los isleños hacia el Monte Lentiscal,  se debiera a la indefensión de la frontera sur, es decir, por el Lomo de Santo Domingo. Lo fue por el elevado número de las tropas holandesas desembarcadas que imposibilitaban cualquier defensa, y que sólo pudieron ser diezmadas con la “guerra de guerrillas” y la carencia de agua potable. 




Cartoteca y Fototeca de 1977 (IDE Gran Canaria)
Al siguiente siglo XVII, en 1678 ya hablan las crónicas históricas de una inacabada muralla en el Lomo de Santo Domingo: "A la parte que mira al Sur, camino a la ciudad de Telde, guarda a esta ciudad real de Las Palmas, una muralla, que se comenzó a fabricar el año de 1656, siendo séptimo presidente de la Real Audiencia y Capitán general del mar y tierra  de las siete islas don Alonso de Ávila y Guzmán, caballero de la orden de Calatrava, la cual tiene de largo 900 varas, hasta dar con el monte o lomo de Santo Domingo; y cuatro de ancho con su puerta hornaveque, tres baluartes, contrafoste y postigo, todo muy fuerte y fabricado con buena disposición y arte, cuya planta y traza dio el capitán don Lope de Mendoza, Ingeniero militar de estas islas por S. M.

Esta muralla se ha quedado casi sin acabar por haber faltado los medios y haberse aplicado los efectos señalados para esta obra á otros reparos mas necesarios, sino es ya lo mas cierto. negligencia de los que gobiernan que tal vez no atienden tanto al servicio del Rey como al provecho de sus comodidades. Acabárase con tres mil cuatrocientos y sesenta reales, según el tanteo que hizo cuando pesó su obra el sobre dicho ingeniero militar, mas de la suerte que se va arruinando con los tiempos, cuando la quieran reparar, ni con cuatro mil ducados de plata lo ha e hacer S.M. que Dios guarde  …». (DE SOSA, J.: Topografía de la isla afortunada Gran Canaria, Cabeza de partido de toda la provincia, Sta. Cruz de Tenerife, 1849).
 
Divisoria del Corral, divisoria al final del Lomo de Santo Domingo y Divisoria de las Cuevas,
vista de norte a sur (Google Earth)
En relación con dicho ingeniero militar y la inacabada obra de la muralla sur, se conoce que «MENDOZA, Lope de.- Se trata de un ingeniero militar al servicio de España. Aparece en el Archipiélago reinando ya Felipe IV y continuó durante el de Carlos II. Lo encontramos actuando en la isla de Gran Canaria en Las Palmas, con anterioridad al año de 1669. Ya encargado de su principal misión, que fue mejorar las defensas de la Ciudad del Guiniguada, sabemos que construyó la muralla que había de cerrar el recinto por la parte del Sur de aquella población, subiendo desde el mar hasta el lomo de Santo Domingo.

La traza de esta obra, que por esos años se iba realizando, tenía una puerta para entrar a la ciudad, y sus baluartes de trecho en trecho. Como fueran transcurriendo los años, sin concluirse aquella construcción, se le pidió a don Lope de Mendoza presupuesto de lo que costaría terminarla. Contestó que según sus cálculos estimaba que subiría a tres mil cuatrocientos y sesenta reales. La obra quedó inconclusa. Cumpliendo órdenes dadas por el Consejo de Guerra se trasladó Mendoza a la plaza de Santa Cruz de Tenerife para visitar las fortificaciones de esta población. (TARQUIS RODRÍGUEZ, P.: “Diccionario de Arquitectos, Alarifes y Canteros que trabajaron en las Islas Canarias (siglo XVII)”, Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 11, 1965).
 
Las tres divisorias del Lomo de Santo Domingo desde la Divisoria de las Cuevas,
vista sur-norte (Google Earth)
Ya en el siglo XIX, se inician las primeras construcciones en el Lomo, bastante aisladas, como nos lo cuenta la investigación de otra fuente bibliográfica:

«Estos espacios de desolado aspecto, de alguna forma suponen una referencia paisajística de la capital grancanaria, como tempranamente lo advierte, ya a finales del siglo XVI, el ingeniero Leonardo Torriani (…) Sin embargo, no será hasta 1873 cuando el Ayuntamiento apruebe las bases, recogidas en siete artículos, que ha de cumplir todo adjudicatario de solares, “obligado a plantar frente a las fachadas de las casas que en ellos se construyan, el número de árboles de sombra que el Ayuntamiento determine a propuesta de la Comisión de Ornato. Este número no podrá bajar en ningún caso, de dos” [En ese mismo Pleno, en aplicación de la normativa recién aprobada, se concede  (…) a D. José Ramos, “un solar para fabricar una casa en el Lomo de Santo Domingo”, obligándose al peticionario “a plantar en el frente de su casa dos árboles por lo menos”, con las condiciones ya formalizadas en dicha sesión].

Esta disposición por parte del municipio a fomentar el arbolado, servirá a un grupo de vecinos, “dueños de unos terrenos que pueden dedicarse al cultivo”, a exponer ante el Ayuntamiento “que el aspecto de esta Ciudad se embellecería más y más, así que las cordilleras que la rodean fuesen reduciéndose al cultivo y poblándose de arbolado: esto mismo ha reconocido antes que nadie la Excma. Corporación y así ha distribuido los terrenos comprendidos en las Lomas de Santo Domingo, San Roque y San Nicolás…”. El destino de esta solicitud era conseguir que, por parte municipal, se facilitara la construcción, emitiendo un informe favorable, de una acequia que permitiera llevar el agua hasta las referidas tierras. Es de destacar que los solicitantes esgriman como argumento a su favor que estas aguas “fertilizarán muchas fanegadas de terrenos hoy improductivos, y aumentará la riqueza de esta Ciudad, al par que mejorará su aspecto y condiciones climatológicas”.

(…) En los tradicionales Riscos, de nuevo la prensa se encarga de denunciar, con el llamativo titular de “¡Qué nos arrancan los árboles!” [Anónimo (1910): “¡Qué nos arrancan los árboles!”, en España , nº 83, 2.07.1910 p. 1], la situación que se vivía: “Esta manía de destrozar lo poco que en arbolado tenemos se está haciendo crónica. En el Risco, también se arrancaron árboles hace algún tiempo por no haber otra cosa que hacer seguramente; se  derriban árboles en las carreteras; se arrancan palmeras en San José y se condenan a muerte los eucaliptus en Santo Domingo” …» (NARANJO RODRÍGUEZ, R.: “Los ‘Riscos’ de Las Palmas de Gran Canaria: de zonas verdes a espacios urbanizados”, XVII Coloquio de Historia Canario-Americana, 2006).

Transición hacia la franja costera de las divisorias
A partir del último cuarto del pasado siglo XX se inicia la construcción de las urbanizaciones y barriadas mencionadas anteriormente, que ahora el propio Plan General de Ordenación considera el criterio de un «Espacio urbano consolidado en laderas de pendiente acentuada con predominio de urbanización residencial en polígono», que de alguna forma recoge  la merecida crítica urbanística de los profesionales independientes:

«La geografía del terreno demuestra el cambio de intereses económicos a lo largo de la historia: las zonas llanas son de mayor interés para el uso agrícola, reservándose las laderas para las edificaciones.  Con la llegada del turismo, cambia el interés y se ocupa para zona residencial y para tráfico la zona llana. Sin embargo las coyunturas pueden cambiar y volver a imponerse las anteriores.

Enfrentamos la construcción familiar o popular al diseño urbano del territorio desde las instancias de la administración. La sabiduría popular fabrica sobre el terreno adaptándose a él y encontrando soluciones que contemplan diversidad de aspectos: aprovechamiento de aguas, preocupación por el paisaje, vías para desplazamientos de personas y vehículos (escalones con grado inclinado para aprovechamiento de huella, relieves que unen escalones para paso de motos y bicicletas), embellecimiento y zona de sombra para la espera del transporte público…

En cambio, la solución que ofrece la administración pública cuando diseña la ocupación del terreno sólo contempla un aspecto (según un modelo cartesiano), que impone el cemento y no tiene inteligencia ecológica  (ejemplo de canalización y alcantarillado de aguas que se llevan hasta el mar, nivelación de terrenos sin adaptación al relieve original, etc.). La administración es burocrática, pero una ciudad no es una simple suma de actos individuales: alguien observa que debería tenerse en cuenta la transversalidad de las actuaciones urbanísticas, que contemplara el derecho a la cultura, la dignidad o las relaciones humanas a la hora de diseñar un enclave urbano …» (forocriticaysociedad-blogspot-com-es, 2014/05).

Localización (IDE Gran Canaria)



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