Topónimo que localizamos sobre la
divisoria con la jurisdicción del municipio de la Villa de Santa Brígida, entre
el barranco de los Caideros al
naciente y el Lomo de los Roquetes al
poniente, quedando al nordeste de Espartero
y el Laurelar, situado junto a los
viejos caminos reales que desde San
Lorenzo llevaban al El Faro, la
carretera llamada Acceso a El Faro
(GC-212). Después de pasar por el pago de El Faro, a unos 2
kilómetros, donde acaba la denominación de la anterior carretera, encontramos
un cruce de caminos.
Hacia la derecha, en dirección al poniente,
es la cuesta o camino de La Hoya que
nos lleva a los distintos pagos en la cuenca del barranco de los Arbejales; al frente, en dirección sur, por el Lomo del Gallego nos llevará hasta el
cruce de la carretera de Teror - San
Mateo (GC-042) con la carretera Acceso
a Aríñez (GC-400); y a la izquierda, en dirección al naciente, es el camino real que
procedente de la Villa de Santa Brígida pasa por los pagos de Los Silos y Pino Santo, así como la propia Caldera de Pino Santo, el tradicional que han seguido los romeros para llegar a la villa mariana de Teror. Estos caminos en su gran
mayoría fueron habilitados como caminos vecinales y asfaltados a finales del
pasado siglo.
Siguiendo este último camino real o vecinal, en dirección a la Caldera de Pino Santo,
después de dejar atrás las desviaciones hacia El Laurelar y Espartero, al
llegar a la Cruz de la Caldera encontramos el acceso al Pinar de Ojeda que llega hasta El
Corcovado, y conecta también con la carretera Acceso a El Faro (GC-212).
Pequeño pinar en El Faro (Google Earth) |
Ese mismo camino era ya
conocido el 29 de diciembre de 1545, como deja constancia la petición de un
pedazo de tierras que hace el escribano Hernando de Padilla al Cabildo
General, cuando al describir sus linderos dice «… E por parte de arriba con la caldera de Espartero e un camino que va
del Pinar para que las pueda sembrar e aprovechar …» (RONQUILLO, M. Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de Gran Canaria, Las
Palmas de GC, 1998).
El antiguo Pinal de Teror, tal como era llamado en la antigüedad en los tiempos de la conquista, prácticamente nos será imposible localizar por la total desaparición del pinar, y no pueden llamarnos a engaño los pocos pinos que encontramos muy cerca de El Faro resultado de una plantación de años en una finca particular.
El antiguo Pinal de Teror, tal como era llamado en la antigüedad en los tiempos de la conquista, prácticamente nos será imposible localizar por la total desaparición del pinar, y no pueden llamarnos a engaño los pocos pinos que encontramos muy cerca de El Faro resultado de una plantación de años en una finca particular.
Desde los primeros momentos preocupaba
al Cabildo General de la isla la tala incontrolada de sus pinares,
estableciendo prohibiciones tempranas a través de sus ordenanzas:
«Otrosí que en los
pinares desta ysla que es el pinal desta cibdad e Terore ny en el de Gáldar ny
en la Montaña de Tamadava ny en todos los otros pinares ninguno corte nyngund
pino de pie syn licencia de la cibdad so pena que si fuere pino grande que
baste para prensa o exe o cureña aya de pena mill maravedís e si fuere pino menor
aya de pena trezientos maravedís e el tal pino perdido e que el tal pino o su
valor sea para los propios» (MORALES PADRÓN, F.: Ordenanzas del Consejo de Gran Canaria. 1531, Sevilla, 1974).
Pero esta ordenanza proteccionista, en
la que es mencionado el “pinal de Terore”,
tuvo que plegarse en los primeros tiempos por las necesidades de la madera de
los pinos para la construcción de casas y edificios, y como no, para las
distintas actividades económicas. Tenemos presente siempre la madera de tea de
los pinos viejos que fue utilizada en la construcción, y aun siendo mucha la
talada con este fin en la isla para pisos, sobrados, techos, puertas y ventanas,
olvidamos aquellos que fueron talados para atender otras actividades
económicas.
Si bien los ingenios azucareros hacían
sus fuegos con leña de todo tipo, los trapiches, molinos y las propias
dependencias del ingenio, disponían de ejes, prensas, esteos, tirantes,
puertas, tapias, balcones, tanques, etc., muchos de ellos fueron construidos
con tea. Después, el cultivo de las parras sustituyó al cultivo de la caña de azúcar, siendo necesaria mucha tea para los lagares.
La tea de los lagares (lospasosquedejamosatras-blogspot-com) |
«… cultivo
implantado en las islas desde la conquista por la demanda del vino en la
alimentación de los pobladores, va a conocer un desarrollo importante en la segunda
mitad del siglo XVI, época en la que iba desplazando al azúcar en las
exportaciones, y va también a necesitar madera para construir las burras y
latadas, los horcones, donde descansen las cepas, así como tablones y tablas
para construir los lagares. Estos últimos se fabricaban con tablones,
durmientes, cureñas, prensas, palos, jiburones y tijeras, todo de madera. Eran
necesarios para pisar la uva y obtener el
mosto, por lo tanto su fábrica se hizo imprescindible. Eran construcciones de
madera de pino o tea, mientras que la pieza principal de la prensa se ejecutaba
en barbusano, por ser madera sólida, sin nudos y pesada » (LOBO CABRERA, M.
Y OTROS: Los usos de la madera: recursos forestales en Gran Canaria en el
siglo XVI, Las Palmas de GC, 2007).
Sin olvidar las carretas que eran
necesarias construir en madera para trasladar los productos terminados, e
incluso para trasladar los grandes troncos y las grandes piedras para la
construcción de todo tipo de edificios, públicos y privados. Tampoco hemos de
olvidarnos de la «… amplia tradición constructora
que se remonta desde los primeros años de la conquista hasta la actualidad …»
tanto para la construcción como para la reparación de los barcos. «… cintas de cubierta, curvas, palos,
durmientes, mástiles, etc. Muchas partes de los barcos, en concreto las del
exterior se hacían de madera de pino canario (…) La construcción naval generó otra actividad económica: la elaboración
de la brea, que se realizaba mediante la quema y destilación de los pinos
canarios. Para ello se preparaban hornos en las cercanías de los pinares» (op.
cit.).
La narración del francés André Thevet, datada
en 1555, recogida por la obra citada nos describe esta última actividad de la
extracción de la también llamada pez, en su lugar de obtención.
Calafateando con brea |
«… aquí elaboran una goma negra que llaman
brea. Derriban los pinos, que hay en gran cantidad, y los parten en gruesos
leños hasta tener unas diez o doce carretadas, y colocan las piezas unas sobre
otras en forma de cruz, y por debajo de esta pila hay una fosa redonda de
mediana profundidad; luego prenden fuego en esa leña casi por la cúspide del
montón, y entonces produce su goma que cae en esa fosa».
Poco se conoce de cuándo y por quién se
talaron los pinos en este lugar, pero por su proximidad a la Ciudad, tuvo que
ser de los primeros pinares extinguidos, tocando después el turno a los más
lejanos del Pinar de Santiago en el
sur y al Pinar de Gáldar o Tamadaba en el norte, para luego llegar hasta
los Llanos de la Pez en el centro de
la isla.
Sobre el origen del antro-topónimo, sí parece que se circunscribe a
los primeros Ojeda llegados a la isla a los que se vinculan con la actividad
maderera.
Sí parece que hasta finales del siglo XVI
existían pinos en el lugar, según se desprende de un protocolo del escribano Lorenzo
de Palenzuela, en el que se concierta el corte de pinos para la desaparecida iglesia
de la Concepción en Triana:
«En
Canaria, veinte y sinco de abril de mill e quinientos e noventa años ante mi el
escrivano e testigos pareçió Antonio Alvares, aserrador, y dixo se obligaba e
obligó en fabor de Gaspar de Ayala, como persona que tiene a cargo la obra que
se haze en Nuestra Señora de la Conseçión, de aserrar veinte y sinco tosas de
pino que el a cortado y rrolado en el pinar de Ojeda para la dicha yglecia;
éstas enpesará aserrar desde mañana veinte y seis de este mes aprovechando la
madera y aserrandolas de la bitola que se le pidieren, en precio cada dozena de
tablas que aserrase de ellas a precio de quinze rreales y medio por cada dozena
de todas ellas, grandes y pequeñas, y esto se me a de dar por el aserrada y
cortada de las dichas tosas, y por quenta e rreçibido hasta oy quarenta reales
en dineros de contado y lo demás se me a de yr dando como lo fuere trabajando y
por este precio las aserraré y no alsaré mano hasta que las acabe de aserrar e
si alsare mano dellas por juramento se dé mandamiento contra mi para que baya a
hazello e me conpelan a ello e así se obligo cunplirlo y a ello su persona e
bienes e dió poder a la justicia e rrenuncio las leyes de su favor y otorgó
obligación en forma e por el otorgante a quién yo el escrivano conosco lo firmó
un testigo, siendo testigos Tomás de Ariñes e1 biejo e Juan Zanbrana e Rrodrigo
Alvares, vezinos de esta isla» (citado por LOBO
CABRERA, M.: Aspectos artísticos de Gran
Canaria en el siglo XVI, Las Palmas de GC, 1981).
El único y joven pino del paisaje del Pinar de Ojeda (Google earth) |
«En el primer
peldaño de la escala nos aparece Juan de Ojeda junto a su más que probable
deudo, Cristóbal de Ojeda, primeros de este apellido de los que se tiene
noticia en la Gran Canaria de principios del siglo XVI. Es nuestra pretensión
concluir en este apartado que estos dos personajes vienen a la isla como
mercaderes burgaleses con base en Sevilla, casándose en Las Palmas casi al
mismo tiempo: Cristóbal en 1513 con Inés Bernal y Juan en 1515 con Catalina Ramírez,
ambas hijas de probables conquistadores con las que tuvieron una descendencia
que pensamos que está en el origen de todos los Ojeda de esta isla.
(…) Es posible que
los Ojeda se hayan interesado en origen por la explotación del pinar del que se
obtenían materias como la pez, producto esencial en la época para el
calafateado de los barcos, y la madera, combustible básico para el
mantenimiento de las calderas de los ingenios en las que se elaboraba el azúcar.
Ortofoto (IDE Gran Canaria) |
(…) Pero es
también en Teror donde se da una importante presencia de dicho apellido en el
siglo XVI siendo el personaje de esta villa más antiguo integrado en nuestro
árbol una tal Inés de Ojeda casada con Gaspar Hernández que tienen por hija,
entre otros vástagos, a Catalina de Ojeda, casada con Luis Sánchez; por nieta,
a Francisca de Ojeda casada con Juan Domínguez Castellano; por bisnieta, a
Catalina de Ojeda Domínguez nacida en 1640; y por tataranieta a Gregoria de
Ojeda nacida en Teror, como todas sus ascendientes, allá por 1672. Esta enumeración
genealógica dado que es enteramente femenina nos permite apuntar que Inés la
primera de las mujeres citadas (considerando un promedio inferior a 30 años por
generación) debió nacer sobre 1530-1540. Es decir, que podría ser hija de
cualquiera de los hijos de Cristóbal y Juan de Ojeda que hemos señalado al
comienzo como fundadores de esta estirpe» (HERNÁNDEZ
BAUTISTA, F. Y GARCÍA TORRES, J.R.: “Apellidos Ojeda y Castrillo. Origen en
Gran Canaria -1ª parte”, Revista Digital Cuarto de Apero, 13-02-2016).
En el paisaje actual del Pinar de Ojeda encontramos además de las
escasas tierras de cultivo, muchas tuneras, árboles frutales y campos de
hortalizas para el auto abastecimiento de sus vecinos, y, la propia belleza de su paisaje. De
los pinos, al margen de los que puedan haberse plantado en los jardines de los pequeños chalet, sólo nos queda el topónimo como recuerdo de su historia.
Localización (IDE Gran Canaria) |
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