domingo, 29 de julio de 2012

PALMAS DE GRAN CANARIA, LAS

Topónimo con el que se conoce el municipio de la capital de la provincia de Las Palmas, localizado al nordeste de la isla de Gran Canaria.


Palmeras en el Guiniguada
(1927 Hermann K - Fedac)
Situado a una altitud media de 8 metros sobre el nivel del mar, y de 100,55 kilómetros cuadrados de superficie que representa el 6,4% del total de la isla.

Su denominación está vinculada a los orígenes fundacionales del asentamiento que será conocido durante siglos como la Ciudad y se remontan al año 1478, concretamente al 24 de junio día de San Juan, momento en el cual el capitán de la Corona de Castilla Juan Rejón inicia la conquista de la isla.

Comenzó tras el desembarco en el litoral de Las Isletas, decidiendo emplazar el campamento fortificado de sus fuerzas expedicionarias en un montículo situado junto a la desembocadura del barranco de Guiniguada, lugar con abundancia de palmeras que llamó El Real de Las Tres Palmas.

Dos años antes los monarcas españoles habían decidido la conquista de Gran Canaria anticipándose a las pretensiones de la Corona de Portugal y para consolidar la posición de las islas de Señorío: Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera.

A tal fin la Corona fue adoptando las medidas previas a la conquista en los meses previos emitiendo distintos despachos (AZNAR VALLEJO, E.: Documentos canarios Registro General del Sello (1476-1517), Sta. Cruz de Tenerife, 1981):


  • 1478 Marzo 15. Sevilla (f. 42). Merced a Esteban Pérez de Cabitos, vecino de Sevilla, de la alcaldía mayor de la isla de Gran Canaria para que conozca vitaliciamente todos los pleitos civiles y criminales, en pago de los gastos que ha hecho en servicio real. Se ordena al concejo de dicha isla que lo reciba en su cargo y le guarde los derechos inherentes al mismo.
  •  1478 Marzo 20. Madrid (f. 3). Merced vitalicia de la escribanía mayor de Gran Canaria, con los derechos y salarios acostumbrados a favor de Juan González de Heredia, criado del rey, ordenándose al concejo y vecinos de Gran Canaria que los reciban en dicho cargo. 
  •  1478 Mayo 12. Sevilla (f. 99). Carta de seguro a favor de Diego de Herrera y de su mujer Inés Peraza, señores de Lanzarote, Fuerteventura, Gomera e Hierro, y dirigida al obispo de Rubicón, al deán de dicha iglesia, a Juan Rejón, capitán de la flota de la conquista de las islas de la Gran Canaria, y a los demás capitanes y gentes de armas de dicha flota, para que no entren en dichas islas ni tomen a sus vecinos o a los bienes, ganados y orchilla de éstos.


  • 1478 Mayo 13. Sevilla (f. 106). Confirmación, a petición del secretario y cronista real Alonso de Palencia, de la capitulación asentada por éste, en nombre de Su Alteza, con don Juan de Frías, obispo de Rubicón, y con los capitanes don Juan Bermúdez, deán de las islas de Canaria, y Juan Rejón, criado de la reina, sobre la armada para la conquista de Gran Canaria y otras islas pobladas de infieles. En dicha capitulación, que va inserta -Sevilla 20 de abril 1478-, se concede al obispo la orchilla de las islas mientras dure la conquista y los reyes se obligan a aportar 20 lanzas de la Hermandad.

Consolidada la posición y asentado el campamento junto al barranco Guiniguada, muy pronto surgen las primeras disputas entre los conquistadores y patrocinadores, dediciendo la Corona el nombramiento de un árbitro:

1478 Agosto 27. Sevilla (f. 121). Gobernación de Gran Canaria al cantina Pedro de La Algaba debido a las disensiones entre don Juan Bermúdez, deán de Rubicón y de las islas de Canaria, y Juan Rejón, cantina de la casa real, enviados por los reyes como capitanes de la conquista de Gran Canaria, y juntos a los cuales vinieron don Juan de Frías, obispo de Rubicón, y algunos religiosos encargados de la evangelización de los canarios. Se otorga a Pedro de La Algaba poder cumplido para actuar civil y criminalmente contra los culpables de dichas disensiones (Ibídem).

Del inicial paisaje del asentamiento, los nuevos pobladores que la habían conquistado a los pocos años ya talaban las palmeras que sugirieron el nombre de la Ciudad para hacer cajas con que exportar el azúcar de los ingenios, y el ayuntamiento único de la isla llamado Concejo General y luego Cabildo General, publicaron las Ordenanzas del Concejo de 1531 para prohibir la tala de palmeras para su aprovechamiento y establecieron:

«Otrosy por quanto que en esta ysla ay mucha falta de madera para los hedeficios que en ella se hazen e los palmares están muy talados a causa de la mucha tablazón que se gasta en hazer caxas de acúcar se hordena y manda que de aquí adelante la justicia e regimiento no den licencia a ninguna persona ni la puedan dar para cortar ni aserrar palmas para hazer caxas de acúcar ny para hazer tabernas so pena que la persona que cortare o aserrare palma o hiziere taberna por cada palma que cortare o taberna que hiziere yncurra en pena de dos myll maravedís e si fuere esclavo le den cient acotes» (MORALES PADRÓN, F.: Ordenanzas del Consejo de Gran Canaria (1531), Sevilla, 1974).
Vista de 1905 (Da Luz Perestrello - Fedac)
Pero el Cabildo que algunos intereses consideraron se había excedido en sus atribuciones tuvo que suspender la ordenanza hasta el 13 de mayo de 1532 en que fue ratificada por el Rey. Aún así, los privilegiados obtenían licencia y los palmerales fueron progresivamente talados a causa de la mucha tablazón que con su tronco se gastaba en hacer cajas del azúcar que elaboraban los numerosos ingenios.

También tuvo su mayor problema la nueva Ciudad con la necesidad de agua para su población y desarrollo, no sólo con su obtención de fuentes e incluso con la construcción de la Mina de Tejeda, sino con los que pretendieron sustraerle las aguas de superficie del barranco Guiniguada, como lo acreditó el personero Juan de Escobedo el 22 de enero de 1520:


«... informa que desde hace cuarenta años, tras la conquista, la ciudad real de Las Palmas ha gozado de todas las aguas del río del barranco con las que se riegan las tierras, mueven los molinos de los ingenios azucareros "y de pan", además de abastecer a la población, conforme al repartimiento efectuado por Pedro de Vera. Desde hace unos seis años, Lope de Sosa, que fue gobernador de la isla, había dado facultad a Luis de Armas para sacar dos azadas de agua al heredamiento de Tasautejo, con la condición de que cuando el abastecimiento de la ciudad tuviera problemas las aguas debían volver al citado cauce, lo que comunmente ocurría en verano.

La norma se ha guardado de forma regular, en tanto se concluye el pleito entre los dueños del heredamiento de la ciudad y Tasautejo sobre dichas aguas. Poco tiempo después, Juan de Arines, escribano del concejo, ha intentado sacar una tercera azada alegando una concesión de Lope de Sosa, lo que ha tratado de impedir el regidor Fernando de Aguayo, quién con otras personas puso un arco para las dos azadas, siendo destruidas por Arines para seguir sacando el agua. Por tanto Juan de Escobedo solicita que se ponga remedio a la situación y se niegue la tercera azada de agua » (AZNAR VALLEJO, E. Y OTROS: Documentos canarios Registro General del Sello (1518-1525), Sta. Cruz de Tenerife, 1991).

La elección del lugar de asentamiento tan lejos del lugar de desembarco había sido una decisión estratégica, pues aún estando distante permitía una ventajosa comunicación marítima a través de la  bahía de Las Isletas, mientras que el barranco Guiniguada lo abastecía de agua y marcaba una línea de acceso al interior de la isla.
Plano de L. Torriani 1590 ap. (U.Coimbra)
Es a partir de este lugar donde nacería por mandato real la Ciudad Real de Las Palmas, en las primeras tierras que son de realengo y no concedidas a ningún señorío, como lo eran las ya conquistadas. Es la primera ciudad del archipiélago que conformará lo que los historiadores llaman  una «ciudad de hombres libres» que sigue el nuevo modelo de ciudad diseñado por la Reina Isabel y fundamentado en los principios de la obra Política de Aristóteles. La Ciudad sustituye así las antiguas torres defensivas construidas en las otras islas de señorío y pasando a ser construidas como defensa en el perímetro de la nueva ciudad, modelo que sería luego llevado a América.

Así describía Leonardo Torriani sobre 1588 sus defensas: «… Es regla general que busquemos la defensa por los lados por donde el enemigo puede venir fácilmente a ofendernos. Así, considerando los pasados ingenieros que el enemigo, por su mayor comodidad, tendría que desembarcar por unos de los dos lados de la ciudad: o hacia el puerto, en cuatro puntos, es a saber en la punta del Confital, en el Arrecife, en el Puerto y en la caleta de Santa Catalina; o por la otra parte, en la caleta del castillo de San Pedro; o más adelante, en La Lasca, que también es caleta con playa; o que, habiendo desembarcado cerca de Telde, deberían de venir por aquella parte; pensaron por consiguiente fortificar sólo los dos flancos de la ciudad. Y, considerando que los demás lugares serían demasiado arduos para el enemigo, no tuvieron en cuenta las espaldas, por donde entra el río; por cuya razón, los pasados gobernadores sólo hicieron las murallas rojas y aquellos pequeños castillos redondos, sin ningún plano de personas entendidas en esta profesión…».
Dibujo del ataque de Van der Doez (estodotuyo-com)
En octubre de 1595 la ciudad rechazó el ataque inglés al mando de Francis Drake y John Hawkins, y, cuatro años más tarde, a los holandeses al mando de Van der Does, quienes saquearon e incendiaron la Ciudad después de haber sido vencidos en la hoy llamada batalla del Batán en el Monte Lentiscal y no haberse pagado el rescate impuesto por el almirante holandés.

Ya en el siglo XVII la Ciudad inicia su reconstrucción y empieza a conformarse: «… La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria durante el siglo XVII experimenta unas profundas transformaciones sociales y económicas que determinan su devenir histórico hasta bien entrado el siglo XIX. (…) En la ciudad no sólo se registra una desigualdad tipológica entre sus bienes inmuebles y en el valor de las viviendas, sino que también existen unas claras funciones diferenciadoras entre los barrios.
Plaza Mayor de Santa Ana (libertaddigital-com)
De esta manera, en la Plaza Real y calles adyacentes se sitúan las principales instituciones detentadoras del poder de la isla, además de algunas de las funciones más determinantes (escribanías, justicia, cárcel, abogados, procuradores). En cambio, en los barrios localizados en los “Riscos” o áreas deprimidas de la urbe, sólo se concentran aquellos grupos de pequeños artesanos, hortelanos o población marginal imposibilitada de adquirir una propiedad en las zonas bajas de la ciudad, donde las funciones desempeñadas –salvo la de ser una reserva de mano de obra inmediata– son mínimas…» (QUINTANA ANDRÉS, P. C.: Producción, ciudad y territorio: Las Palmas de Gran Canaria en el Seiscientos, Las Palmas de GC, 1997).

Concluye este autor que «La ciudad surge de este modo como un crisol de contradicciones entre víctimas del sistema y ejecutores del mismo, aunque ambos nunca pudieron calibrar sus consecuencias». Es así como se deja notar la influencia sevillana en los nombres de los dos barrios históricos de Vegueta y Triana separados por el "rio" Guiniguada, pero mantiene además los formatos de las urbes castellanas con sus arrabales, que en este caso por tratarse de una franja costera, no serán en sus afueras expuestas a los ataques de piratas y bereberes, sino que se refugiará en los Riscos ascendentes al poniente de la Ciudad.

Triana y Vegueta (fotosaereasdecanarias-com)

Las calles de su primera urbanización tomarán los nombres de los oficios, bienes, identidades o defectos físicos que en ellas imperan, como Herrería, Mancebía, Camelleros, Carnicería, Barrera, Acequia, Toril, Berbería, Portugueses, Corcovado, ...; y como no, la ermita, convento o cofradía allí situadas, como si de un largo santoral se tratara: Antón, Ana, Remedios, Concepción, Agustín, Francisco, Domingo, Pedro Mártir, Vera Cruz, ...; o los edificios públicos Audiencia,  Cabildo, Tribunal, Hospital,... Y fuera de las murallas, quedaron las huertas de Triana y de Vegueta, como terrenos próximos de cultivo.

Paulatinamente, después de casi dos siglos de retraso y abandono tras el saqueo del holandés Van der Doez, la Ciudad se convirtió en una plaza mercantil muy activa gracias al comercio de la caña de azúcar, que sin embargo, atrajo también peligrosos ataques piratas que se sucedieron hasta el siglo XVIII en que estuvo prácticamente abandonada por la Corona y en ocasiones soportando el hambre que propinaba el desabastecimiento por el cerco impuesto por las coronas eurpeas que disputaban la propiedad de los mares.
Plaza del Pilar Nuevo (casadecolon-com)
Durante esta larga y obligada agonía se hicieron escasas obras públicas de adecentamiento y modesto equipamiento: «En el último tercio del XVII, el corregidor Coello de Portugal consiguió que se hicieran mejoras en el pilar de Triana y en el paseo que conducía al Hospital de San Lázaro, así como en el camino que llevaba desde la ciudad a Teror.

A mitad del siglo XVIII, en tiempos de corregidor Núñez de Flórez y Arce, se hizo el Pilar Nuevo, esbelta fuente de sillería situada en la plazuela qwue hoy lleva su nombre» (HERRERA PIQUÉ, A.: La ciudad de Las Palmas, noticia histórica de su urbanización, Sta. Cruz de Tenerife, 1978).
La Ciudad y el Puerto (fotosaereasdecanarias-com)
La Ciudad permanecerá tres siglos igual sin mayor crecimiento urbanístico y será a partir de los años cuarenta del siglo XIX cuando ya dispone de diecinueve mil habitantes que se verán mermados por la fuerte emigración y el cólera morbo.

Con la llegada de los liberales decimonónicos es cuando se decide iniciar la llamada segunda urbanización de la misma al unísono con la construcción del Puerto de la Luz, produciéndose primero la entrega de suelo público para autoconstrucciones en las Fincas Unidas y en el Arenal "por fuera de la portada", que progresivamente no pararía y se extendería por la Ciudad Jardín y la ribera portuaria con la llegada de los ingleses, esta vez para crear en la Ciudad su gran centro de operaciones mercantiles entre sus colonias en África y la City londinense.

Esta sobresaliente actividad anglosajona auspiciará que el tráfico marítimo de la Ciudad con el Reino Unido sea enormemente superior al tráfico con la Península Ibérica.

Es el último cuarto del siglo XIX el que situará definitivamente a la Ciudad en las puertas de su gran transformación moderna. Avanzado el siglo XX, el municipio se anexiona el ayuntamiento de San Lorenzo para iniciar la urbanización de Guanarteme e incorporar Tamaraceite y Las Rehoyas; años después se inicia la urbanización de la Ciudad Alta y paralelamente se crece hacia el sur por las Filipinas de San Cristóbal, para terminar ensanchando su franja costera donde se asienta ganándole superficie al océano con la construcción de la Ciudad del Mar. 

Se añade después a su denominación el nombre de la isla para quedar en Las Palmas de Gran Canaria y así distinguirse de otros nombres similares del estado español. En la siguiente centuria su proyección internacional la convertirá en una auténtica plataforma tricontinental.

(IDE Gran Canaria)



No hay comentarios:

Publicar un comentario