Topónimo moderno con el que se conoce al municipio situado a 51 kilómetros de la capital
provincial e insular, en una altitud media de 680 metros sobre el nivel del mar, y de 61,56 kilómetros cuadrados de superficie que representa el 3,9% del total de la isla, ubicado entre Agüimes y San Bartolomé de Tirajana.
En los primeros tiempos tras la Conquista, el actual
territorio municipal eran en parte tierras del Señorío de Agüimes, las comprendidas al norte del barranco de Balos donde acababa la Mitra, y por tanto
bajo su jurisdicción. Las otras tierras al sur del barranco de Balos y las que daban a la Sierra fueron tierras de realengo, que bajo la jurisdicción de San Bartolomé de Tunte.
En los primeros repartimientos, Tomás Rodríguez de
Palenzuela recibe las tierras y aguas de esta comarca por los servicios prestados a la
Corona en la conquista de la isla. Las tierras recibidas, al igual que muchas tierras del sureste de la isla, se dedicaron, en un
principio, al cultivo de los cañaverales de azúcar que una vez refinado su producto se destinaba casi
en su totalidad a la exportación.
Para su refino se instaló un primer ingenio en el
Lugarejo de Tirajana, en las proximidades del casco actual de la capital municipal que fue conocico en la antigüedad como «Ingenio Rojo de
Tirajana», convirtiéndose en la actividad agrícola e industrial de esta comarca.
Posteriormente este ingenio fue heredado por Lorenzo de Palenzuela quien lo trasladó a Los
Llanos de Sardina.
Santa Lucía en 1905 (Rodríguez Ortega, F. - Fedac) |
Era por tanto una zona cerealera donde todos los propietarios de tierras destinaban parte de sus terrenos al cultivo de estos productos. Alternaban por tanto abundantes tierras plantadas de cañaverales con destino a su refino en los ingenios, y tierras cerealeras en las zonas más altas.
Cuando avanzado el siglo XVI el negocio del azúcar decayó, las tierras se destinaron al cultivo de la vid y, posiblemente desde esa fecha, fueron
introducidos también los olivos actuales a los que estudios recientes destacan como especie
autóctona y por tanto única en el mundo.
Molino de aceite (Bienmesabe-org) |
El origen de El Lugarejo, y como muchos de los ayuntamientos de la
isla, primero tuvo que ser parroquia para alcanzar la autonomía eclesiástica y, a partir de
ella, la jurisdicción civil. Fueron sus vecinos los que pidieron ayuda al Cabildo Catedralicio, para que les pusiera clérigo que les dijera misa y administrara los sacramentos, petición que fue atendida con el siguiente acuerdo:
«Este dicho día, estando los muy Rvdos. y magníficos Señores en su lugar capitular ayuntados según lo han de uso e costumbre a saber el Sr. Deán, el Sr. Tesorero, e1 Sr. Maestrescuela, el Sr. Arcediano de Fuerteventura e los Señores Canónigos Pedro de Padilla, Bartolomé Carrillo, Pedro de Cervantes, Racioneros Fernando de Góngora, Francisco de Aguiar, este dicho día queriendo sus mercedes proveer acerca de una petición que se metió en Cabildo el viernes pasado que se contaron veintisiete días del mes de noviembre deste dich (o año), cual se metió por parte de los vecinos y estantes del término de Tirajana por la cual pedían a sus mercedes les proveyesen de clérigo en el dicho término e sus mercedes siendo informados de cuán justamente lo pedían ordenaron e mandaron que los dichos vecinos tomen el tal clerigo a su contento y que para ayuda de costa del dicho clerigo se le provea de ocho doblas a cuenta de hazimientos (e an) si (lo) mandaron sus mercedes (...) librados por sus tercios en cada un año y ha de comenzar a servir el tal clérigo desde primero día del mes de enero del año que viene de mil e quinientos e treinta e cinco años» (CAZORLA LEÓN, S.: Historia de la Catedral de Canarias, Las Palmas de GC, 1992).
Las primeras referencias documentales que nos describen el territorio, mencionando El Lugarejo y el barranquillo de Santa Lucía, del que nacerá la advocación y cambio del nombre del lugar lo encontramos en la petición de data que hace Pedro Mendoza el 19 de diciembre de 1554 donde dice:
El topónimo primigenio de El Lugarejo de Tirajana perdurá hasta muy avanzado el siglo XVIII, como se puede apreciar en distintos documentos públicos. El 2 de octubre de 1702 las hermanas Catalina Martín Sardina y Felipa Santiago Sardina, describen sus bienes vinculados con reseñas como «Cercado de tierra calma, higueral y diferentes árboles en el Laurel del Lugarejo» de 3 fanegas, «Suerte de tierra de "secano" en las Montañetas del Lugarejo» de 6 fanegas, «Cercado de tierra calma con árboles en Lugarejo denominado de los Alamos con el agua de dos fuentes que nacen en él» de 3 fanegas y « Casas de alto y bajo, gañanía y cocina en Lugarejo».
No se ha podido precisar en que momento decae el viejo topónimo y nace el nuevo vinculado a la advocación de la antigua ermita a santa Lucía. La leyenda de los lugareños, contada por los mayores de los años cuarenta del pasado siglo, dice que una mañana de primavera unos sencillos pastores se encontraron de improviso con la imagen de la santa en un lugar conocido por el Río, entre el Puente y la Longuera, junto a una charca de limos, juncos y cañaverales, y debajo de una gran peña que aún hoy se señala. Los sorprendidos pastores llenos de misterio y respeto, no se atrevieron a tocarla, pero avisaron a los vecinos más próximos que encontraron.
Cuentan también que intentaron llevarla a San Bartolomé de Tunte para depositarla en su templo, pero fue imposible dado que se les hacía extraordinariamente pesada. Solo cuando caminaban hacia el Lugarejo se aligeraba su peso.
Y allí se detuvieron y le construyeron ermita, que pronto se convirtió en el lugar de devoción de todos los que vivían en sus alrededores. Esta imagen de santa Lucía se encuentra todavía en el pago de Lugarejo en un hermoso templo.
La leyenda que se cuenta habrá que situarla a finales del siglo XVIII o principios del XIX, para que la creación de la parroquia y el municipio llevan ya el hagio-topónimo de la advocación de la santa.
Después de este contado acontecimiento es cuando el lugar se configura como parroquia en torno a la antigua ermita de El Lugarejo, convertida en parroquia en 1814 a solicitud del síndico Cristóbal Navarro que en nombre de los vecinos lo solicita al Obispo el 8 de mayo de 1813, y aproximadamente dos años después, en 1815, se constituyó el municipio de Santa Lucía de Tirajana, siendo su primer alcalde el nombrado Cristóbal Navarro.
«... un pedaço de tierra que es en el termino de Tirahana en que podra aber quarenta hanegadas de tierra de probecho poco mas o menos que son desde el barranquillo de la Fortalesa del Lugarejo el barranquillo abajo hasta la açequia e canales por donde pasa el agua del dicho Lugarejo e de ay adelante a dar a la Hoya que dizen de la Sebada e serca della e deay por debaxo de la dicha çerca cortando por el canto de abajo de la dicha çerca a dar al barranquillo que dizen de Santa Luzia e Higueral e alindan las dichas tierras por la banda de arriba con los Riscos de las bueltas biejas e de Temysas e por el lado de arriba con el barranquyllo de la dicha Fortalesa e por la parte de abajo con tierras e çercado suyo, las quales dichas tierras son demasyas de las que yo tengo e poseo e para otr persona alguno no aprobechan por ser en la parte que digo e no an sydo aprobechadas de persona alguna e estan montuosas e de muchos pedregales» (RONQUILLO,
M. Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de
Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1998).
El topónimo primigenio de El Lugarejo de Tirajana perdurá hasta muy avanzado el siglo XVIII, como se puede apreciar en distintos documentos públicos. El 2 de octubre de 1702 las hermanas Catalina Martín Sardina y Felipa Santiago Sardina, describen sus bienes vinculados con reseñas como «Cercado de tierra calma, higueral y diferentes árboles en el Laurel del Lugarejo» de 3 fanegas, «Suerte de tierra de "secano" en las Montañetas del Lugarejo» de 6 fanegas, «Cercado de tierra calma con árboles en Lugarejo denominado de los Alamos con el agua de dos fuentes que nacen en él» de 3 fanegas y « Casas de alto y bajo, gañanía y cocina en Lugarejo».
No se ha podido precisar en que momento decae el viejo topónimo y nace el nuevo vinculado a la advocación de la antigua ermita a santa Lucía. La leyenda de los lugareños, contada por los mayores de los años cuarenta del pasado siglo, dice que una mañana de primavera unos sencillos pastores se encontraron de improviso con la imagen de la santa en un lugar conocido por el Río, entre el Puente y la Longuera, junto a una charca de limos, juncos y cañaverales, y debajo de una gran peña que aún hoy se señala. Los sorprendidos pastores llenos de misterio y respeto, no se atrevieron a tocarla, pero avisaron a los vecinos más próximos que encontraron.
Ortofoto de localización de El Río (IDE Gran Canaria) |
Cuentan también que intentaron llevarla a San Bartolomé de Tunte para depositarla en su templo, pero fue imposible dado que se les hacía extraordinariamente pesada. Solo cuando caminaban hacia el Lugarejo se aligeraba su peso.
Y allí se detuvieron y le construyeron ermita, que pronto se convirtió en el lugar de devoción de todos los que vivían en sus alrededores. Esta imagen de santa Lucía se encuentra todavía en el pago de Lugarejo en un hermoso templo.
La leyenda que se cuenta habrá que situarla a finales del siglo XVIII o principios del XIX, para que la creación de la parroquia y el municipio llevan ya el hagio-topónimo de la advocación de la santa.
Después de este contado acontecimiento es cuando el lugar se configura como parroquia en torno a la antigua ermita de El Lugarejo, convertida en parroquia en 1814 a solicitud del síndico Cristóbal Navarro que en nombre de los vecinos lo solicita al Obispo el 8 de mayo de 1813, y aproximadamente dos años después, en 1815, se constituyó el municipio de Santa Lucía de Tirajana, siendo su primer alcalde el nombrado Cristóbal Navarro.
Era (Fedac) |
Extinguido el Señorío de Agüimes por las leyes de desamortización, sumará los pagos de Sardina, Vecindario y El Doctoral en la zona baja a los pagos de montaña, y a partir de 1816 distintos documentos públicos hacen referencia
a varios lugares como pertenecientes a la jurisdicción de Sta.
Lucía.
En 1819 ya hay certeza documental de la existencia de un alcalde, cuando José de León vecino de Agüimes concede poder para reclamar al Alcalde Real del lugar de Sta. Lucía de Tirajana por haber ordenado derribar unas cercas.
En 1819 ya hay certeza documental de la existencia de un alcalde, cuando José de León vecino de Agüimes concede poder para reclamar al Alcalde Real del lugar de Sta. Lucía de Tirajana por haber ordenado derribar unas cercas.
Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)
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