Días atrás un anónimo lector del
blog preguntaba a cerca del topónimo ‘Juego de Pelota’ en Mogán que me era
desconocido, al margen de la sorpresa pues no había considerado la posibilidad
de consolidación de un topónimo debido a un juego tradicional.
La curiosidad me llevó a indagar
en el buscador del visor del IDE Gran
Canaria, y siendo negativa la consulta, opté desde la primera acepción que
nos aparta el DRAE del término ‘pelota’
«1. f. Bola de materia elástica que le permite botar, y que se usa en diversos
juegos y deportes», al
considerar que podría deberse
la típica trasmisión de topónimos incorrectos de los últimos tiempos, asociando costumbrismos antiguos a las
tendencias más actuales por su notoriedad, y así elevé una nueva consulta al
buscador introduciendo el término ‘Juego de la Bola” más tradicional por el
significado dado, y así obtuve dos topónimos que responden a dicha definición “Juego de la Bola”, localizados en
Tejeda y Mogán.
Desde un principio había
desechado toda posibilidad que tratara del juego de la Pelota Vasca, desde el
conocimiento de que a la isla arribaron en los primeros tiempos de su historia
muchos conquistadores y colonos de aquellas tierras pero no tuvo arraigo, y ello me reafirmó en el
término ‘Bola’, pues entendía que podía tener relación con el tradicional juego
de la ‘Bola Canaria”, algo similar al de la Petanca en su desarrollo, pero
distinto porque en la canaria las bolas que se lanzan son de madera y en la
petanca estas son de metal.
Pero mi sorpresa fue en aumento,
cuando al localizar ambos topónimos en territorios rústicos, muy lejos de
asentamientos de población, causándome cierta perplejidad pues en todos los
juegos mencionados se hacía necesario disponer de un campo de juego, al menos, un
suelo raso preparado de alguna manera para competir los jugadores, y no parecían
por tanto reunir tales condiciones estos dos lugares, y menos aún, por la
ausencia de asentamientos de personas que vivieran en sus proximidades, dado
que la notoriedad de un topónimo lleva aparejado la percepción por la memoria
colectiva de los lugareños.
En el interés de conocer si
concurrían tales circunstancias en otras islas, repetí la búsqueda del topónimo
Juego de las Bolas, a sabiendas de
que el juego de la “Bola Canaria” fue más conocido en tiempos pasados en La
Palma, Lanzarote y Tenerife. La consulta en el buscador del IDE Canarias, incluyendo todas las islas,
inventarió los siguientes lugares que he clasificado por isla según esté en
suelo urbano (U)
o suelo rústico (R),
distinción que me puede aproximar a conocer que en los urbanos pueda deberse a
la existencia de un campo de juego todavía en uso, por la semejanza de la Bola Canaria con la Petanca, si bien en el segundo las bolas son metálicas y en el
primero de madera, y los neófitos los confunden. El resultado fue el siguiente:
·
La
Gomera: Agulo (U)
y Puntallana (R).
·
La
Palma: Garafía (R),
Puntagorda (R),
San Andrés y Sauces (U).
·
Lanzarote:
Teguise (R).
·
Tenerife:
La Orotava (R),
Buenavista del Norte (R) y Guía de Isora (R).
Por consiguiente, todos son en
suelo rústico, con excepción de los casos de Agulo (Gomera) y San Andrés y
Sauces (La Palmas), llamando la atención que el localizado en el municipio de
Teguise (Lanzarote) el topónimo lo recibe una Punta y una Ensenada en
la orilla del mar.
Conocida la clasificación del
suelo donde se encuentra la gran mayoría de los topónimos, en suelo rústico,
dentro de ambientes rurales, parece difícil entender como pudo tener origen un
topónimo así.
Buscando respuesta a tal
interrogante, como sabíamos de la antigua existencia de algunas variantes
distintas de juegos de bolas y raquetas o algo similar para impulsarlas, es oportuno
reproducir en su integridad la más documentada bibliografía sobre los juegos
tradicionales canarios (NAVARRO ADELANTADO et HERNÁNDEZ ÁLVAREZ, 2014), que nos da cuenta de tres distintos
que son el pelotamano, la bola canaria y la pina.
«Pelotamano
El juego de pelotamano es una de las ramas del viejo jeu de paume [traducido del
francés, raqueta] que se ha conservado en la isla de Lanzarote hasta la
actualidad. Lo más llamativo de esta circunstancia es que la pelotamano ha logrado mantener las
antiguas formas de los juegos de pelota.
La llegada de la pelotamano a nuestras islas pudo deberse a la influencia normanda
del primer momento de la conquista de las islas por Jean de Bethencourt, en
1402. En la Crónica bethencouriana se cuenta cómo a Bethencourt le acompañaron
en su segundo viaje 80 hombres de guerra, de los cuales 23 llevaron a sus
mujeres. Precisamente, Gadifer, el capitán que contrata Bethencourt para la
conquista, fue un buen jugador de pelota, pues se le cita, en 1372, como
ganador de una partida de jeu de paume
al duque de Borgoña, a quien le ganó 31 francos de la época. No obstante, este
juego también era parte de la cultura castellana, lo cual permitió su
asentamiento.
El primer dato del juego en Canarias lo
encontramos en Teguise (Lanzarote) en una escritura de 1616, donde se menciona
la venta de unas casas que están junto a un juego de pelota. También se presume
que la calle Pelota, del antiguo barrio de Las Palmas, debe su nombre a haberse
jugado en ella, apareciendo ya citada esta denominación en el plano de Agustín
del Castillo, en 1686. Se ha conocido la práctica de este juego, además de en
Lanzarote y Gran Canaria, en Fuerteventura, La Palma y Tenerife, si bien en
esta última isla de manera muy localizada.
Ilustración de Juan Hernández (Agenda Cultural 2007 A.C. Chuchango) |
El juego de pelotamano consiste en devolver la pelota, golpeándola con la mano,
antes de su segundo bote, que proviene del otro campo, o en su caso, pararla
(atajarla) con la mano o con el pie, para que no siga su curso. Se intenta
ganar terreno al otro equipo, marcando con una raya el lugar donde salió la
pelota o pudo ser parada. El espacio de juego es alargado, limitado solamente
por los laterales. En el fondo del saque existen dos piedras denominadas cabo
de bote, una sobre cada línea lateral que describirá una línea imaginaria. Las
dimensiones del espacio son de 60-70 pasos de largo, por 8-9 de ancho.
El campo de juego se divide en dos partes
que separan a los dos equipos por medio de una raya denominada raya de falta;
por tanto, limita el campo de saque del campo del resto. En el campo de saque
se ubica el bote, que es un artefacto diseñado para efectuar el saque. La forma
de puntuación es a faltas o puntos (15, 30, 40...) y a rayas, contabilizándose
hasta un máximo de dos. La raya se marca con el dedo en la tierra junto a la
raya de falta. Cuando se consiguen todos los puntos de un juego se contabiliza
un chico. El conjunto de cinco chicos constituye un pajero. El número más
habitual de jugadores es de cinco contra cinco, aunque también pueden jugar
cuatro o seis por bando.
Bola canaria
La bola
canaria es una manifestación más del grupo de juegos de la familia de la
bocha [DRAE: Juego entre dos o más
personas, que consiste en intentar que las bolas que cada uno lanza por turnos
se acerquen más que las de los otros a un bochín lanzado a cierta distancia al
principio de cada juego]. Nos encontramos ante uno de los juegos
documentados más antiguos, del que ya se tiene constancia en el antiguo Egipto.
Ilustración de Juan Hernández (Agenda Cultural 2007 A.C. Chuchango) |
Este juego se difundió desde la Península,
pero no hay certeza acerca del momento de su entrada en Canarias.
Probablemente, este juego tenga, como el juego de pelotamano, ya una raíz francesa y prácticamente a la par también
castellana. Para reafirmar la primera hipótesis, diremos que en las Islas son
los conejeros, o lanzaroteños, los jugadores más afamados y considerados
tradicionalmente de más calidad. Respecto a la segunda hipótesis, diremos que
el juego de bolas era una de las manifestaciones lúdicas más populares en la
España peninsular del siglo XV.
Lanzarote representa el punto de mayor
tradición del juego de la bola. Los antiguos jugadores atribuyen el origen del
juego a esta isla, manteniendo que el juego siempre se difundió a otras islas
de la mano de conejeros. Se practica, y se ha practicado este juego en
Tenerife, Fuerteventura, pero posiblemente se jugase también en otras islas.
Las mejores bolas se consideraban las de madera de palo blanco, que se
utilizaba también para los dientes de molino, y que eran encargadas en La
Palma.
El juego consiste en lanzar una bola desde el
rayo, o marca de partida, con el objetivo de aproximarse lo más posible a una
bolita, o boliche, con el mayor número de bolas disponibles del propio equipo.
Los jugadores actúan a turno, decidiendo qué componente del equipo debe lanzar.
La partida es a 12, siendo habitual jugar más de una. El número de bolas es de
12, repartiéndose, en el caso de tres para tres jugadores, dos bolas cada uno.
Las bolas de un equipo se diferenciaban de las de otro por la presencia, o no,
de una raya; también, en otros casos, de una tacha o pequeño clavo. El sistema
de juego es denominado tres las dos mejores, o lo que es lo mismo: gana el
equipo que primero llega a dos victorias.
Sin embargo, a pesar de que no cambia de
manera sustantiva el juego, la principal diferencia con el juego de bolas
reside en la calidad o material con que está hecha la bola. En Lanzarote se
defiende la madera, en contra de la bola de pasta, que está también muy
difundida. Los viejos jugadores defienden la bola de madera porque obliga a un
juego más difícil, en el que es más costoso embochar, al ser la bola más ligera
y con algo de menor volumen.
Pina
La pina es una de las ramas de otros juegos
constituidos por los actividades de palo o bastón. Sus antecedentes se
encuentran en el juego de la crosse [traducido del francés, culata], del que
ya existen evidencias en miniaturas francesas del siglo XIV y más remotamente
en la antigua Grecia.
La entrada del juego de la pina en Canarias tuvo que deberse a la
difusión del juego de la chueca, que
era una manifestación lúdica común en la España peninsular ya en el siglo XV.
Rodrigo Caro recoge una mención de Diego de Guadix, en 1593:
«Chueca
llaman en algunas partes d'España a cierto troçuelo pedacillo de madera (menos
redondo que la bola) con que antiguamente jugaron los árabes en España y juegan
oy en día los labradores en Castilla».
Las primeras referencias que se conocen de
la pina en Canarias son un poco
tardías y corresponden al siglo XIX. Fernández Castañeyra menciona el juego de
la pina asociado a la fiesta en 1884:
«En la plaza, los días de fiesta, luchas y
juegos de pelota y pina».
Ilustración de Juan Hernández (Agenda Cultural 2007 A.C. Chuchango) |
La práctica de la pina, hoy desaparecida, se conoce, además de en Fuerteventura, en
Tenerife, La Palma y en El Hierro, aunque se presume que su práctica pudo
abarcar a todo el Archipiélago. Bethencourt Alfonso (1912) dedica un pequeño
relato a la pina en Tenerife:
«Un número indeterminado de mozos armados de
cayados o estacas, se dividen en dos bandos con fuerzas iguales, para situarse
en un llano en dos filas paralelas ocupando en extensión lineal un centenar de
varas más o menos. Lucha cada bando porque llegue a estacazos la pina o séase
una bola de madera, el uno al extremo izquierdo del recorrido señalado y el
otro extremo derecho para ganar la partida».
La referencia a la pina de Diego Cuscoy en su obra Folklore infantil (1943) muestra el
paso de un juego de adultos a un juego de jóvenes.
Hasta donde conocemos, la pina fue un juego de labradores, cuya
esencia consistía en llevar la pina,
o pelota de madera, a golpes de palo hasta el fondo del campo contrario,
mientras el otro equipo lo impedía y lo intentaba, a su vez, respecto al otro
campo; los choques eran constantes y era un juego reservado a los hombres; el
inicio y continuación del juego tras cada tanto se hacía desde el centro del
terreno, que en el caso de El Paso (La Palma) tenía un pequeño agujero (aturridero); se limitaban los laterales
pero desconocemos su trazado, sí en cambio los fondos que eran con líneas; la
terminación del juego dependía del momento del día, de la luz... La fabricación
de la pelota se realizaba con un trozo de pino, o de raíz de brezo, que se
trataba de redondear para el juego; los palos eran ligeros, de unos 50 cms. de
longitud, con cierta curvatura en su extremidad opuesta al agarre; el material
podía ser de madera de almendrero o de pino».
Tras la lectura de lo escrito de los tres juegos, y
concretando en los dos topónimos de Gran Canaria ambos en suelo rústico y en un
entorno totalmente natural, sin apariencias de impacto antrópico, producido por
el hombre, destacamos la gran posibilidad que los topónimos se deban a este juego de la pina, pues como ya se ha
dicho, era un juego de labradores, cuyo campo de juego no requiere que esté
preparado, ni tan siquiera que sea raso en términos totales, porque la pelota
se realizaba con un trozo de pino, o de raíz de brezo, que se trataba de
redondear para el juego, de donde no era una esfera perfecta y no rodaba con
tanta facilidad, pues lo importante era el impulso por los golpes dados con los
palos de madera de almendrero o de pino.
Esta definición del
juego dista mucho de la que incorporó PANCHO GUERRA (1977) Léxico de Gran Canaria (p. 231), que dice: «PINA.- Juego infantil. Un taco y una
"pala" (como en los "bolos")», posiblemente tomó la información
dada por Diego Cuscoy de 1943, ‘de un juego de adultos que pasó a jóvenes’. Ya
se ha visto que se trata un juego viril, de hombre curtidos en la labranza o
análoga, de fuerza e ímpetu, con golpes y choques constantes entre los que compiten.
Ortofoto del lugar en Tejeda (Google Earth) |
Tenemos otra referencia
bibliográfica en la Agenda Cultural 2007,
de la ASOCIACIÓN SOCIO-CULTURAL CHUCHANGO, y en relación con el juego de la pina nos enriquece más de su dureza:
«…los jugadores portan un palo o “pina” que
se hace de granadillo (Hipericum Canariense
L.), de mocán u otros, buscando su dureza y que tuviera la “pina forma de
bulbo, a manera de maza, en uno de sus extremos.
El grupo que tenía en su poder la bola,
trataba de darle lo más fuete posible con el palo y los que estaban en la otra
parte trataban de atajarla con sus palos o sus cuerpos, ganando el que lograba
rebasar al otro grupo.
Precisamente por la consistencia de la bola,
la potencia con que se le pegaba y la velocidad que adquiere, el juego se
considera muy peligroso y sólo es practicado por personas adultas».
Ya recogían tales energías en el
juego los primeros diccionarios de la lengua castellana (COVARRUVIAS OROZCO, 1674), cuando recogían:
«PINA
[…] Cerca de los labradores quando juegan a la chueca en el exido son como
puerta para salir y entrar por entre las dos pinas» (IBÍDEM, p. 589).
«CHUECA,
es una bolita pequeña, con que los labradores suelen jugar en los exidos, el
juego que llaman de la chueca, poniéndose tantos a tantos; y tienen sus metas o
piñas, y guardan q los contrarios no les pasen la checa por ellas, y sobre esto
se dan muy buenas caydas y golpes. Dixose chueca de choque, que es el sonido
que haze el golpe» (IBÍDEM,
p. 295 vta.).
Barranco de los Jaboneros en Mogán (marianydani.blogspot-com) |
Si bien la práctica del primero,
la pina, requería un espacio de
terreno raso de unos 300 metros según algunas fuentes, la bola canaria requería de un terreno de juego de juego más acabado y
preparado, muchos de ellos cerrados por muretes, de un rectángulo de un mínimo de 18 y un máximo
de 25 metros de largo, y de un mínimo de 3,5 y máximo de 6 metros de anchura,
siendo sus mayores atributos la precisión y habilidad en el lanzamiento de las
bolas con el ‘arrime’ o el ‘boche’ al boliche.
En el municipio
de Mogán localizamos el topónimo al norte de Puerto Rico, más allá de Motor
Grande, en la cabecera del Lomo de
los Pinitos Nuevos, entre el Barranco
del Jabonero al naciente y la Cañada
de las Veredas al poniente que se juntan para formar el Barranco de Puerto Rico, donde en la actualidad
la vegetación dominante es la típica de cardonales y tabaibales. Además del topónimo
del lomo haciendo alusión a ‘Pinitos Nuevos”, inmediatamente al norte
encontramos el Llano de Cortadores,
alusiones claras a los antiguos oficios para la tala de árboles y leña para los
distintos aprovechamientos, donde pudo ser considerable la presencia de los
mismos por estos lares.
Y en el de
Tejeda, lo encontramos al sur de la Presa
del Caidero de la Niña, entre las Casas
de Pino Gordo al poniente y Vigaroy al naciente, y, al norte del Roque de las Mujeres, dominando una
vegetación entre coladas basálticas encontrando un diseminado de palmeras,
pinos, sabinas, sauces, almácigos, peralillos y brezos, en un tapizado suelo, como
florístico importante en el que un gran número de especies vegetales de gran interés
por su rareza y singularidad se ven amenazadas por la invasora y agresiva rabodegato (Pennisetum setaceum), y sin olvidar la omnipresente tabaiba. Distintas
fuentes sostienen que siglos atrás las antes dichas especies de gran porte que poblaban
estos lugares fueron objeto del aprovechamiento como madera o leña. También
concurrió aquí en mayor abundancia que en la actualidad la actividad del
pastoreo.
En ambos lugares
pudiera ser que los practicantes de la pina
fueran hombres vinculados al aprovechamiento de la madera siglos atrás, e
incluso dedicados al pastoreo, o a al cultivo de cereales, quienes entretenían
así sus pocos tiempos de ocio tras una larga jornada de trabajo, en aquellas juntas que convocaban de forma colectiva
como buenos vecinos, pero todo ello hemos de entenderlo desde las conjeturas a
que llegamos por las distintas premisas expuestas.
Las ocasiones para
la práctica de la pina pudieron ser
frecuentes, pues el entretenimiento y distracción era merecido después de una junta, como bien dice el refrán
castellano “No sabe lo que es descanso
quien no sabe lo que es trabajo”, si bien entenderíamos que a este caso
habría que aplicarle al término del viril juego, aquel otro gallego que dice “Tras do traballo vén o descanso, máis tamén
vén o cansazo” (Tras el trabajo viene el descanso, pero también viene el
cansancio), mientras la junta de
mujeres se dedicaban a “hilar, coser,
majar lino” como se cuenta de las costumbres campesinas:
Vigaroy (Dizean) |
«El día señalado para la
trilla se convidan a los amigos y deudos, y cada uno viene con su yunta, el
zagal y el gañán. Desde las primeras horas de la mañana se tumba la parga, que consiste en tender las gavillas en la era.
Luego de terminada esa operación, se da a los trabajadores una copa [de] aguardiente
y ½ hd. de pan. A las nueve entran las yuntas a trillar, arrastrando un trillo
cada una y dirigidas por el zagal. Cada dos horas se voltea y sacude con
horquetas la paja, a fin de que el grano vaya al fondo y la espiga sin romper a
la superficie, operación que llaman dar
la vuelta. A las doce se da a los trabajadores gofio escaldado con puchero
y sopa de fideos, y una hora de descanso de yuntas, y a las cuatro o cinco está
terminada la trilla. Se sueltan las vacas y todos los trilladores como puchero
y gofio amasado, pan y queso» (GRAU-BASSAS,
1980, p. 52).
«En las faenas propias del
país se prestan mutua ayuda, por cuyo motivo hay creadas las juntas que son la reunión de varios
vecinos con un fin dado. Hay juntas de cavar o sorribar, de arar, trillar,
plantar, descamisar, sacar trigo, y de hilar, coser, majar lino, etc. Estas
juntas son una especie de fiesta o alegre reunión en donde se trabaja, y el amo
o dueño del trabajo da de comer» (IBÍDEM, p. 77).
Localización en Mogán (IDE Gran Canaria) |
Localización en Tejeda (IDE Gran Canaria) |