Cuando un colectivo humano
da nombre a un lugar, está creando un topónimo obedeciendo a aquello que la
memoria colectiva ha reconocido como determinante para distinguirlo de otros
lugares. Así ha ocurrido en esta isla, donde se ha dado nombre a lugares porque
así lo llamaron sus primeros pobladores: por la abundancia de una especie
animal o vegetal, por la morfología de su territorio, su relieve o el color
dominante de su suelo; muchos lo fueron en recuerdo de algún milagroso santo
que trajo las lluvias o las buenas cosechas, y también ensalzando el más
preciado bien de la naturaleza, el agua en sus diferentes manifestaciones.
Muchos nombres han
perdurado en el tiempo con el antropónimo del propietario de las tierras,
algunos de ellos patronímicos, nombres propios que se convirtieron en
apellidos. No es extraño encontrar otros lugares que recuerdan el defecto
físico que tuvo alguien que allí fue estante, y como no, el oficio, ocupación, cargo
o título nobiliario que desempeñaban u ostentaban.
De la gran mayoría de
estos nombres de lugares, de los conocidos como antro-topónimos, puede que las actuales
generaciones no tengan conocimiento de a quien se refieren, pero siempre podrán
recurrir a la historia escrita por un investigador o cronista que da cuenta de quién,
cómo y cuándo el personaje dio nombre al lugar.
En el caso del topónimo de
Moya, lo encontramos en el «Índice general de términos guanches (o tenidos por guanches)» desestimándose
como aborigen y considerándose que es voz hispánica, detectándose existen ocho
localidades más con igual nombre en la España peninsular y que es apellido
corriente al Sur (TRAPERO 2007, p. 221).
Muchas fuentes sostienen
que hace referencia a los lejanos Marqueses
de Moya, extremo en el que todos coinciden, pero tales conjeturas se
pierden cuando no aparecen documentos que relacionen a los mencionados Marqueses
con el entonces grancanario lugar o aldea de Moya. Lo que sí está documentado
es que cuando llegaron aquí los primeros castellanos pobladores del lugar,
aquellos que recibieron tierras en el lugar, éstas ya eran identificadas en los
documentos escritos con que estaban situadas en el lugar de Moya.
En relación con las distintas conjeturas sobre la relación del Marquesado con la villa canaria de Moya, traemos a colación la expuesta, entre otras, por el desaparecido presbítero de la villa de principios del siglo pasado:
En relación con las distintas conjeturas sobre la relación del Marquesado con la villa canaria de Moya, traemos a colación la expuesta, entre otras, por el desaparecido presbítero de la villa de principios del siglo pasado:
«Tampoco debemos olvidar que D. Andrés Cabrera de Nibaja y
Castillo, primer marqués de Moya, desde 1.480, era sobrino segundo de los célebres
Capitanes Hernán García del Castillo y Cristóbal García del Castillo que,
sirviendo en la conquista, con armas, criados y caballos a su costa, ganaron,
con su lanza, extensos repartimientos de aguas y tierras, en Telde, donde
fueron fundadores de la Parroquia, y en Moya, donde aún conservan predios
valiosos sus nobles descendientes.
Este primer Marqués de Moya, al que los Reyes engrandecieron
y honraron con la Alcaldía Mayor y Guarda perpetua de los alcázares y Ciudad de
Segovia, y con los señoríos de Moya, Chinchón, Brunete, Bayona, Cien Pozuelos,
y otros muchos estados, ─era, en aquellos días el más poderoso y autorizado ricohome del Reino,─ La Marquesa, su
esposa, cuñada de Hernán Peraza, Conde soberano de la gomera, señor de las
Islas del Hierro, e hijo de D. Diego García de Herrera que tan parte tuvo en la
sumisión de Gran Canaria.
Y muy bien pudo ser que una indicación hecha a los fundadores
de Moya, por los deudos poderosos que, en Canarias, tenían los Marqueses
cortesanos, dieran este nombre a este nuevo pueblo» (MARRERO MARRERO 2015, p. 15) .
El autor parece sustentar sus
conjeturas o indicios (sic) en la adición del tercer apellido dado Andrés Cabrera de Nibaja y Castillo para
llegar a establecer el vínculo de sangre con Hernán García del Castillo y Cristóbal
García del Castillo, padre e hijo. En
todas los estudios geneológicos que conocemos, en ninguno de ellos se le conoce con dicho tercer apellido Castillo, y que en el caso de Hernán García lo era por su lugar de procedencia,
cuestión por la que su hijo Cristóbal
García es conocido también como de
Moguer. Quizás su conjetura tuviera relación con que ambos son conquenses, dado
que Andrés Cabrera era hijo de Pedro
López de Xibaja, fallecido en 1470, Alcalde ordinario de Cuenca, casado con
María Alonso de Cabrera
«Hernán García del Castillo “El Viejo” era natural de la
villa de Castillo de Garcimuñoz (Cuenca) y avecindado en Sevilla en 1440 donde
vivió favorecido por el gran Arzobispo y Cardenal Pedro González de Mendoza,
después Arzobispo de Toledo. Dicho prelado lo casó en Moguer (Huelva) con
Teresa Martínez y allí constituyó casa y mayorazgo. Fue nombrado uno de los
cinco Capitanes de Juan Rejón en la conquista de Gran Canaria. Se dice que era judío
converso y para no levantar sospechas y evitar su expulsión del reino en 1492,
mandó a construir la primitiva ermita de San Juan de Telde.
Su hijo, Cristóbal García del Castillo, nacido en Moguer,
llegó a Gran Canaria como uno de los capitanes de la segunda expedición
encabezada por el General Pedro de Vera. Fué, junto con su padre, el fundador
de Telde, donde crearon una casa poderosa» (LÓPEZ-TREJO DÍAZ 2013) .
Se tiene conocimiento de
los repartimientos habidos a partir de 1540, desconociéndose la totalidad o detalles
de los anteriores, desconocimientos que pueden obedecer a que el Libro de Repartimientos fue objeto del expolio
e incendios del holandés vicealmirante Van
der Doez en 1599, y en último caso si así no fuera, porque fuera pasto de
las llamas en el Ayuntamiento de la Ciudad de Las Palmas la noche del 29 de Marzo
de 1842, incendio en el que desapareció buena parte de los archivos municipales.
Localización de 'Moia' en el detalle de la cartografía de Leonardo Torriani de 1590 |
Los primeros pobladores de
Moya responden a los apellidos Arjona, Gallego, Jahen, Luçena, Morón, Ramírez, Sánchez,
Tellos y Toledo (RODRÍGUEZ CALLEJA 2002, p.
49), no mencionándose por
tanto ningún apellido titular, consorte o heredero del Marquesado de Moya, pero en todos los casos, en todos los
documentos, el denominador común es que su asentamiento se hace en las
proximidades de Moia en la grafía
antigua como la recoge Leonardo Torriani
en su mapa de 1590, o en la actual grafía
Moya, y en los años previos a 1501.
Como dice Henry Dorion [1], el inagotable recurso de
la toponimia señala nuevos caminos poco explorados, de tal forma que precisando
la importancia y variedad de las voces toponímicas éstas aportarán interpretaciones
distintas a la historia; es así como la investigación toponímica es de máxima
utilidad y aplicación en la comprensión del origen de los nombres geográficos. Y
lo hacía desde el fundamento de la toponimia se inscribe en una doble
dimensión: la del tiempo, denominada memoria
toponímica, y la del espacio o función
toponímica.
«Puede pensarse que el hombre, que desde que
tiene uso de razón se pregunta el porqué de todas las cosas que ve y que
siente, no se preguntaría sobre el ¿porqué de estos nombres que todo el mundo
tiene continuamente en los labios?»”.
Intentemos pues
aproximarnos a las razones que llevaron para que la memoria colectiva del siglo
XV reconociera este lugar con el nombre propio de Moya para así ir dando algunas
respuestas a nuestras preguntas.
[1] DORION, Henri (Quebec 1935), prestigioso geógrafo especializado en la toponimia. Profesor de la Universidad Laval, jubilado en 1996 continúa siendo profesor visitante. Presidió el UNGEGN, Grupo de Expertos de las Naciones Unidas en Nombres Geográfico, órgano colegiado y consultivo creado por el Secretario General de la ONU para dar cumplimiento a la resolución 715 A (XXVII) del 23 de Abril de 1959 del Consejo Económico y Social. Es autor de muchos trabajos publicados en Cahiers de géographie du Québec (Revista de Geografía de Quebec).
[2] COROMINES I VIGNEAUX, J. (1998). Onomasticon Cataloniæ, Barcelona, 1989-1997 [1998], 8 vols. Recopilación etimológica de topónimos del ámbito catalano-hablante. El desaparecido filólogo y etimólogo es también autor entre otros del Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, 1980-1991, 6 vols.
[2] COROMINES I VIGNEAUX, J. (1998). Onomasticon Cataloniæ, Barcelona, 1989-1997 [1998], 8 vols. Recopilación etimológica de topónimos del ámbito catalano-hablante. El desaparecido filólogo y etimólogo es también autor entre otros del Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid, 1980-1991, 6 vols.
LOS MARQUESES DE MOYA
Lo primero será desvelar
quienes eran los recurrentes Marqueses de Moya a los que se atribuye el
topónimo. Podría inducir a error considerar que un marquesado más dentro del millar
y medio de estos títulos nobiliarios que en España han existido, pero sus
influencias y poderes van mucho más allá de las que proporciona el propio
título por la proximidad que tuvieron a la Corona. No se trata de lo que se
entiende por nobles de sangre que en
el siglo XV habían heredado el título de un predecesor, su título es el premio con
que los Reyes Católicos reconocen los servicios prestados a la Corona.
Marqueses de Moya ("Retrato del buen vasallo, copiado de la vida
y hechos de Don Andrés de Cabrera, primer marqués de Moya", por Francisco PINEL Y MONROY. Madrid, 1677). |
Los primeros marqueses son
Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla (MOLINA GUTIÉRREZ, 1989, p. 287). Andrés perteneciente a la
oligarquía de Cuenca entra como camarero al servicio del futuro Enrique IV en
1451, quien ya rey nueve años después le designa mayordomo, coordinador de los
demás oficios palaciegos. No es un cargo político, pero sí de gran influencia
sobre el monarca. Su astucia posibilitará una espectacular ascensión social para
introducirse en el estamento caballeresco y en la alta nobleza, y así en 1470
es nombrado tenente [3] del alcázar de Segovia, donde
estaba guardado el tesoro real y desde el que ejerce el control de la ciudad
preferida por el rey.
Beatriz procedía
de una familia del grupo social de los caballeros con larga tradición en los
oficios militares al servicio de la monarquía. Serviría como camarera desde la infancia de la
futura reina Isabel la Católica,
hermana de Enrique IV.
El matrimonio que Beatriz había contraído con Andrés en 1467 a petición
del rey a cambio de unos vasallos [4], sería decisivo para
influir sobre Enrique IV con el fin de que volviera a renombrar [5] a su hermana Isabel como
sucesora al trono, en detrimento de su hija Juana 'la Beltraneja'. A la muerte de
Enrique en 1474, Andrés y Beatriz tomaron abiertamente partido por el reconocimiento
como heredera al trono de la infanta Isabel, poniendo a su disposición los
tesoros reales. Al proclamarse Isabel reina de Castilla, se inicia la guerra
civil castellana por los partidarios de Juana, que se convertiría en una guerra
abierta entre Castilla y Portugal, por el apoyo de de su rey a Juana, a quien
había anunciado el propósito de casarse con ella.
Este decidido apoyo de Andrés y Beatriz a Isabel, así
como la sofocación de un violento motín contra el tenente de Segovia, serán reconocidos por los Reyes con el
otorgamiento del Marquesado de Moya.
«Durante el resto del reinado de los
Reyes Católicos, Bobadilla y Cabrera no harían sino recoger los frutos de su
oportuna actuación y su probada, fidelidad en los momentos inmediatamente
anteriores y posteriores a la entronización. El agradecimiento real tomaría la
forma de un amplio número de mercedes, entre las que destacan la concesión del
señorío de Moya y parte de los sexmos segovianos de Casarrubios y Valdemoro, y
el titulo de marqueses en 1480. Simultáneamente al proceso de promoción social
expuesto y en íntima conexión con el mismo, se desarrollaría la formación del
importante patrimonio de los primeros marqueses de Moya...» (MOLINA GUTIÉRREZ 1989, p.288).
Es importante destacar que el título del Marquesado es otorgado en 1480,
y por tanto coetáneo a la conquista de la isla de Gran Canaria, comprendida
entre la creación del Real de Las Palmas el 24 de Junio de 1478 por Juan Rejón
y el cerco de la Fortaleza de Ansite el 29 de Abril de 1483, con el que se ponía
fin a la resistencia aborigen siendo gobernador Pedro de Vera.
En una aproximación a la larga relación de privilegios dados por la
Corona entre 1469 y 1489 a los Marqueses, sin incluir tierras, fanegas y
animales, las mercedes que periódicamente recibían ascendieron a 4.771.814
maravedíes. Y además recibieron multitud de concesiones y privilegios reales,
así como mercedes ocasionales por el casamiento de alguno de sus descendientes.
Pero como decíamos, estos
datos son una mera aproximación orientativa, pues como manifiesta nuestra
fuente bibliográfica:
«Ante todo, hemos de señalar la
escasez de fuentes directas que nos permitan una reconstrucción, siquiera
aproximada de los ingresos obtenidos por los marqueses de Moya por este
concepto. Necesariamente, pues, ello nos obliga a movernos en el campo de las
hipótesis, partiendo de los pocos datos con que contamos» (IBÍDEM, p. 295).
Ruinas del Castillo de
Bobadilla en Moya (Oficina de Turismo Junta de Castilla-La Mancha) |
Además de tierras,
castillos, inmuebles, y mercedes habría de sumarse la fiscalidad en el señorío
de los sexmos de Casarrubios y Valdemoro, ambas próximas a Madrid, con 1.200
vasallos; la del señorío de Moya, en la confluencia de los reinos de Castilla,
Valencia y Aragón, que facilitaba el transporte de la madera de la sierra al mercado
valenciano, sirviéndose para ello del cauce del río Turia, obteniendo pingües beneficios
económicos generados del aprovechamiento de los pinares.
No podemos dejar de
mencionar que Beatriz de Bobadilla
aprovecharía la guerra de Castilla con Portugal para verse beneficiada con la
obtención de una licencia para fletar una carabela a Guinea con exención del
quinto (aranceles), de donde puede inferirse un gran conocimiento de los
negocios que pudieran reportar las nuevas tierras atlánticas conquistadas.
Era tanto el favor que
recibían de los Reyes Católicos, que
la propia reina cuando suscribe el Testamento
y Codicilo de Isabel I de Castilla, en Medina del Campo el 12 de octubre y
23 de noviembre de 1504, establece prerrogativas poco usuales en el testamento
de un monarca cuando recoge:
«Desea que su esposo y sucesores honren y
acrecienten el fiel servicio de los Marqueses de Moya doña Beatriz de Bobadilla
y don Andrés Cabrera y a sus descendientes».
[3] El cargo Tenente en el Antiguo Régimen se daba al responsable de la tenencia de un territorio, quien administraba la justicia y recaudaba los impuestos reales de los cuales retenía para sí la mitad. Con posterioridad con la normalización de los participios activos de sustantivos el vocablo quedó como Teniente como derivado del verbo tener.
4] ECHAGÜE BURGOS, J.J. (1993). La Corona y Segovia en tiempos de Enrique IV (1440-1474): Una relación conflictiva. Segovia: Ed. Diputación Provincial de Segovia, p. 100.
4] ECHAGÜE BURGOS, J.J. (1993). La Corona y Segovia en tiempos de Enrique IV (1440-1474): Una relación conflictiva. Segovia: Ed. Diputación Provincial de Segovia, p. 100.
[5] (MARTÍNEZ DÍEZ, 2002). Manifiesta el autor que Isabel acusó de ilegitimidad la sucesión del trono en Juana la hija heredera de su hermano Enrique, pues se decía que era hija de Beltrán de la Cueva, por lo que recibió el apodo de "la Beltraneja". Tras los pactos de Guisando, Enrique consintió en la sucesión de Isabel reservándose poder elegir su marido, pues pretendía se casara con Alfonso V de Portugal. Cuando Isabel se casó con Fernando de Aragón en 1469 sin la venia de su hermano y alterando sus planes políticos, Enrique volvió a nombrar heredera del trono a su hija Juana, pactando el matrimonio de su hija con el rey de Portugal.
LOS
VÍNCULOS CONSANGUÍNEOS CON CANARIAS
No se puede ignorar que la
posición de influencia que ocupaban ante los Reyes Católicos, no puede pasar desapercibida para el Regimiento en Gran Canaria, sabiendo que
al mismo pertenece el gobernador y la mayoría de los conquistadores en su
condición de Regidores, que venían participando en la dominación de la isla
para su incorporación a la Corona, con carácter de realengo, a quien
corresponde su titularidad y el reparto de las datas de tierras y aguas. Como
hechos concretos debe destacarse también los favores de consanguinidad en
Canarias, pues Beatriz de Bobadilla,
Marquesa de Moya, es tía de Beatriz
de Bobadilla y Osorio, madre de Guillén
Peraza de Ayala, el primer controvertido Conde de La Gomera.
Cuando el Señorío de Canarias,
comprendía las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro, es
heredado por el matrimonio formado por Diego
García de Herrera e Inés de Peraza,
quienes lograrán de los Reyes Católicos
el 25 de noviembre de 1476 la facultad de instituir uno o más mayorazgos,
facultándoles además elegir sus herederos legales.
Está acreditado que
paralelamente se llevó a cabo la concertación en palacio del matrimonio del
hijo heredero Fernán Peraza, y así en
octubre de 1482 se casa con Beatriz de
Bobadilla, hija de Juan de Bobadilla,
corregidor de Madrid y alcalde del Alcázar, y, de Leonor Osorio, de la casa de Ayala
(GONZÁLEZ DIEZ 2002, p. 114), a su vez sobrina como ya se ha dicho
de su homónima la Marquesa de Moya.
Es precisamente el pactado matrimonio de Fernán
Peraza con Beatriz de Bobadilla
lo que señala al primero como heredero del Señorío
de Canarias, muy en línea con los matrimonios políticos y de conveniencia
en el Antiguo Régimen.
En virtud de la cédula
real es designado heredero Fernán Peraza,
que no es su hijo primogénito sino el segundo, pero todo tiene su argumento. Las
versiones que dan los cronistas sobre el mandato de la reina Isabel para el casamiento de Fernán Peraza con Beatriz de Bobadilla, sobrina de la Marquesa de Moya del mismo nombre, deja al descubierto todos los
trasiegos de la época, en los que de alguna forma la Marquesa fue la mano ejecutante. Una de las crónicas (ABREU GALINDO 1977, p. 220) dice también que:
«La
católica reina doña Isabel, por asegurarse de sospechas que tenía y celos,
mandó a Hernán Peraza casarse con doña Beatriz de Bobadilla, sobrina de la
marquesa de Moya, dama suya, hermosa en todo extremo, a quien el rey mostraba
alguna afición».
Otra crónica posterior (VIERA Y CLAVIJO 1950, Tomo I, p. 523) , aunque equivoca el
parentesco pues la considera hermana siendo tía, nos dice:
«Hallábase
por este tiempo en palacio cierta señora, adornada de los dos grandes
incentivos en que consiste el ordinario mérito de una mujer, quiero decir,
discreción y hermosura. Estimábala mucho la reina, porque era dama suya y
hermana de la marquesa de Moya, su camarera mayor y su confidente desde la
primera edad; pero como advertía que el rey se le aficionaba demasiado, tomó el
partido de hacer feliz a Hernán Peraza con su mano, saliendo por medio de este
destierro honroso de una rival y asegurándose así de la fidelidad de los condes
de La Gomera. En efecto, las bodas de Hernán Peraza con doña Beatriz de
Bobadilla se ejecutaron con aplauso y ostentación»
Torre del Conde de La Gomera (Bienmesabe-org) |
La Marquesa camarera mayor de la reina consigue alejar del rey Fernando a su homónima sobrina, también
camarera de la reina, a la que se había aficionado; obtendrá para los García de Herrera-Peraza el título de Condes de La Gomera, con la condición
que nombren heredero a su segundo hijo Hernán
que será el marido de su sobrina, y que había acudido ante la Corte para
responder de la muerte del capitán Juan
Rejón en 1481. Más investigados han sido estos y otros supuestos amoríos de
la sobrina Beatriz de Bobadilla que
dividieron a los historiadores, a los cuales remitimos si se tuviera mayor
interés (RUMEU DE ARMAS 1985).
Estos pactos de palacio,
en los que tuvieron que participar decididamente los Marqueses de Moya con notable influencia sobre los Reyes, venía a facilitar
además el acuerdo por el cual las mencionadas islas dejarán de ser de Señorío y
pasarán a ser de Realengo, es decir, propiedad de la Corona. A cambio de esta
cesión, la Corona indemnizaría los derechos de Conquista al matrimonio Peraza-Bobadilla con cinco millones de
maravedíes y el título de Conde para sus herederos, pago que no se haría hasta
1490 por los problemas económicos de los Reyes debidos a los gastos por la
conquista de Granada.
Fallecido Fernán Peraza, la viuda Beatriz de Bobadilla se casará con Alonso Fernández de Lugo, primer
Adelantado Mayor de Canarias. Señor del
Hierro y primer Conde de la Gomera
sería Guillén Peraza de Ayala, hijo
heredero de primer matrimonio de Beatriz,
que contrajo matrimonio con su prima hermana María de Castilla, hija de Leonor
de Ulloa y Bobadilla, hermana de su madre. El título sería controvertido
por los pleitos habidos en el siglo XVII sobre su titularidad y los derechos sobre
el mismo.
Resultaba obligado dar
cuenta de estas noticias sobre acuerdos de matrimonios por intereses y por
negocios, para conocer de los vínculos e influencias que los Marqueses de Moya tendrían en las islas,
que favorecerían probablemente sus negocios en Gran Canaria que pudieron
concretarse entre 1483, año en que es totalmente dominada la isla, y en los siguientes a 1501:
«...año en que el concejo de Gran Canaria obtuvo licencia para imponer un arancel sobre la madera exportada, impuesto que no tuvo trascendencia, ya que rápidamente la isla se convirtió en deficitaria, a pesar de esa traba a la exportación» (AZNAR VALLEJO 1983, p. 110).
LAS MADERADAS DE LOS MARQUESES DE MOYA
Gancho maderero |
El origen de la madera que bajaba por el río Turia o Guadalaviar hasta
Valencia está en su gran mayoría en el Marquesado
de Moya, principal zona abastecimiento situada en la zona nororiental de la
provincia de Cuenca, lindando con Valencia [6]. Moya
aparece en la documentación medieval como el mayor suministrador de madera que
compraban los constructores y carpinteros de Valencia.
El transporte fluvial de la madera se hacía por piezas sueltas, más
económico y sencillo que el sistema de almadía utilizado en el río Ebro donde
los troncos se unían unos a otros para su transporte flotando. El sistema de
transporte por piezas sueltas utilizado para el traslado de la madera de la
Moya conquense requería mucha mano de obra y un alto grado de destreza, hasta
el extremo que asombraba ver cruzar los grandes troncos de pinos por arroyos
con tan escaso caudal de aguas que parecería imposible que así llegaran a su destino
en condiciones para con ellos confeccionar vigas para edificios, palos mayores
para las embarcaciones, tablones para la construcción.
Los largos troncos talados eran transportados en carretas o arrastrados
por caballerías, arte entonces conocida como ajorrar [7], hasta los márgenes de los
arroyos donde eran tumbados. Allí eran protegidos durante un tiempo mientras purgaban
para que pudieran flotar mejor. La conducción por el río era la operación más
compleja de todo el proceso, pues debido al escaso caudal y lo accidente del
lecho de los ríos, eran dirigidos desde la orilla con la ayuda de bicheros o
ganchos.
Tabladas de la maderada (Asociación de Gancheros de Priego) |
Los gancheros eran los operarios especializados en la conducción de la madera por piezas sueltas. No solían bajar de un centenar que se situaban a lo largo del río por el que bajaban cada día un buen número de troncos. La cuadrilla perfectamente organizada era mandada por un jefe, llamado maestro de río, que dada su responsabilidad para ganar la confianza del dueño de la madera y por el éxito de la maderada, estaban ligados a clanes familiares con muy buena retribución.
Para la conducción de los troncos se precisaba construir con la misma madera las obras de ingeniería necesarias para facilitar el paso de la maderada: encauzamientos, lechos de tabladas y asnadas. Los encauzamientos se hacían cuando el caudal era muy corto, el lecho poco profundo ó debían salvarse piedras en medio del cauce, lo cual resolvían clavando a ambas orillas unos maderos llamados tientos, sobre los que se apoyaban otros en sentido horizontal a modo de canal artificial para el paso de los troncos.
Maderada por piezas sueltas (Asociación de Gancheros de Priego) |
También se realizaban obras de ingeniería mixtas, encauzamientos y lechos de tabladas con el objeto de salvar las cascadas y saltos de agua naturales situados en el recorrido de la maderada, en donde los troncos eran lanzados por el canal artificial construido con madera en plano inclinado.
Cuando los troncos llegaban a Valencia, aunque la mayoría de ellos eran adquiridos por constructores y carpinteros del lugar, otros eran embarcados para su traslado por mar a otros lugares.
[6] PIQUERAS HABA, J. y SANCHIS DEUSA, C. (2001). "El transporte fluvial de madera en España", Cuadernos de Geografía, núm. 69-70. Valencia: Ed. Universitat de València, pp. 127-162. p. 150.
[7](PÉREZ HIDALGO 2010, p. 84) : Ha dado lugar en Gran Canaria al topónimo ‘Lomo Ajorradero’ en el término municipal de San Mateo, hoy en día alterado por corrupción como Lomo Aljorradero.
LA APRECIADA MADERA DEL BOSQUE DE DORAMAS
[7]
LA APRECIADA MADERA DEL BOSQUE DE DORAMAS
Podría llegarse a la falsa
conclusión que el aprovechamiento de la madera en Gran Canaria es un negocio
menor que no debe atraer a un Marquesado que dispone de grandes ingresos por
mercedes y dádivas reales, por la fiscalidad de los señoríos, con un excelente
negocio maderero, con bajo coste de traslado, con venta segura al ser muy
demandado por los comerciantes y contratistas de Valencia.
Los tres 'reyes' de la madera canaria (composición del autor) |
Debe tenerse en cuenta que
el llamado monte de realengo en el siglo XV, exento de repartimientos y por
tanto propiedad de la Corona, alcanzaba una superficie de 3.700 fanegadas y
abarcaba territorios de los actuales municipios de Firgas, Guía, Moya y Teror (SUÁREZ GRIMÓN et
QUINTANA ANDRÉS 2008, p. 593).
Pero esta teoría del
desinterés no se sostiene, pues la realidad del siglo XV es muy distinta. La
madera del negocio del Marquesado es el producto de la tala de pinares en la Serranía de Cuenca, y aun habiendo
pinares en algunas zonas del bosque de
Doramas son las especies madereras nobles que se encuentran exclusivamente
en Doramas. Descubramos algunas
especies que habitaban en esta joya botánica de la selva de Doramas del siglo XV y sus aprovechamientos.
El Barbuzano (Apollonias
barbujana), árbol de laurisilva de gran porte y de madera sólida e
incorruptible, con un tronco grueso podía alcanzar los veinticinco metros de
altura (LOBO CABRERA,
SANTANA PÉREZ et RODRÍGUEZ PADILLA
2007, p. 62). Además de los aprovechamientos en ebanistería y fabricación
de muebles. Fue llamado el "ébano de
Canarias" y era muy apreciado para la construcción de canales para
acequias, vigas y ejes de lagares, prensas y molinos, y mástiles de barcos.
El Paloblanco (Picconia excelsa),
árbol de laurisilva casi exclusivo de Doramas, madera de gran solidez e
incorruptibilidad, con un tronco entre 30 y 60 centímetros de diámetro
que alcanzaba una altura de quince metros (IBÍDEM, p. 72).
Decía Viera y Clavijo que era competidora del acero para ejes de carreta,
aperos de labranza y otros utensilios que exigían mayor firmeza.
El Viñátigo (Persea indica),
árbol de laurisilva, de madera de color rojo pardo, tronco corto, recto y
corteza gris-oscura y fisurada, alcanzaba hasta los veinte metros de altura (IBÍDEM, p. 80).
Fue muy usada para la fabricación de embarcaciones.
Son tres especies que los
castellanos sólo habían encontrado en la isla de Gran Canaria, la única que por
aquellos años ya estaba totalmente conquistada e incorporada a la Corona de
Castilla como tierras de realengo. Las restantes islas, unas estaban aún siendo
conquistadas y otras pertenecían al Señorío.
Traslado y embarque de los troncos
Su mejor aprovechamiento
era talar los troncos y trasladarlos sin más cortes para su embarque. La
orografía de la isla, con barrancos radiales desde el centro de la isla hacia
las costas, impedía el traslado por tierra de los gigantescos troncos al puerto
de Las Isletas pues el acarreo o
arrastre por animales debería salvar multitud de barrancos con sus rampas por
el complicado relieve. Toda la gran cantidad de madera que se utilizaba para
los ingenios azucareros existentes en la isla, lo fueron en gran medida de
especies arbustivas o árboles troceados, y en todo caso siempre se abastecían
de los lugares más cercanos a la ubicación del ingenio.
Con estos impedimentos, la
mejor solución era su traslado a la costa más cercana a Doramas, la costa de Layraga,
pero el más antiguo método el ajorrar los troncos con bestias era de coste elevadísimo y causaba la merma y rotura de la madera por la fricción en el
desplazamiento por arrastre que condicionaba su mejor aprovechamiento.
Es en este escenario
cuando según nuestra hipótesis de trabajo surgiría el negocio de los Marqueses
de Moya en Gran Canaria: el transporte fluvial. De los tres barrancos que atraviesan
el corazón del antiguo bosque de Doramas, se verán obligados a descartar dos de
gran caudal: el Aumastel o Azuaje y el que más tarde será conocido como de
Moya. El primero penetra hasta el centro de la Isla y son muchos los tributarios
que aportan cantidad de agua, estrechándose aguas abajo con grandes rampas que
hacen difíciles las maderadas con éxito. El segundo también llega al centro de
la Isla y aguas abajo por un estrecho corredor donde se le unen dos importantes
tributarios, para luego salvar por una escotadura un escalón de 200 metros (BRAVO EXPÓSITO 1964, Tomo II, p. 135). No son
los idóneos en base a su experiencia y quedan descartados, quedando como última
opción un pequeño barranco entre los dos anteriores.
EL BARRANCO DEL PAGADOR
Mapa con recorrido del barranco
aguas abajo (IDE Instituto Geográfico Nacional) |
La conocida por los
geógrafos como Cuenca de El Drago, es
una pequeña cuenca de unos seis kilómetros, que nace en la Montaña de Doramas, encajándose a partir de la Montaña del Drago y desembocando por Pagador (BRAVO EXPÓSITO 1964, Tomo
II, p. 136). Siguiendo la costumbre de la isla, el
barranco aguas arriba va tomando prestada la denominación del lugar que
atraviesa, y así es llamado en la costa norte por donde desagua como barranco del Pagador y aguas arriba del Drago, terminando en su cabecera
actual como barranco de Pajaritos.
Hablamos por tanto de un pequeño barranco ubicado entre las cuencas de Moya y de la Virgen, ésta última por donde discurre el barranco de Azuaje, prácticamente las
mismas fronteras que tiene el territorio del municipio de Moya, que es colector directo al mar y por consiguiente no es
tributario de ningún otro barranco.
Su actual lugar de
nacimiento en la Montaña de Doramas
es posiblemente el efecto de la desforestación antrópica [8] iniciada en el siglo XV. Esta cabecera era una de las puertas de entrada al
gran bosque de Doramas que nos
describen las crónicas:
«Entre las cosas dignas
de mencionarse está la montaña de Doramas, que, mirando hacia el Norte, tiene
aguas fresquísimas, cerros amenos, y sitios extraños y cuevas toscamente
hechas, y varias clases de árboles en número infinito, que con sus excelsas
cimas parecen rebasar el término de su crecimiento; los cuales crían sombra a
los prados, a las yerbas y a las fuentes que allí se hallan, de tal modo, que
no sólo parece ser la famosa montaña de Ida, sino que parece como si reuniese
en sí a todos los dioses del Parnaso y de la Arcadia» (TORRIANI 1939, p. 91).
Mapa con recorrido del
barranco aguas arriba (IDEE Instituto Geográfico Nacional) |
Dice el Plan Rector [9] que «A lo largo de la parte más meridional del espacio se localizan Montaña
del Lentisco y Montaña de Pajarito así como, Lomo de Roque, de La Madrecilla y
el Barranco del Chorrillo».
Respetando las
reglas toponímicas habrá de concluirse que el barranco de los Pajaritos nacía antiguamente en la Montaña de su
nombre en los altos de Fontanales,
tomando prestado de la misma su nombre como era y es acostumbrado. Si
observamos el cauce del barranco, su nacimiento es confuso y desdibujado en la
zona de Corvo, formándose en las
rampas de las laderas cultivadas y su proyección natural nos adentra en las
tierras que fueron roturadas en el pasado. La data real de Fernando VII al Mariscal de
Campo Francisco Tomás Morales en el siglo XIX, que dio origen al lugar
conocido como San Fernando
donde tuvo su hacienda, desencadenó la entrega de tierras en
los baldíos de realengo de la Montaña de
Doramas a partir de la creación de los ayuntamientos constitucionales en
dicho siglo.
En la actualidad es
poco frecuente contemplar que el cauce de este barranco lleve agua al mar,
aunque en enero de 2011 aconteció tal temperie que llevó agua durante una
semana. Los dos grandes barrancos entre los que discurre, al naciente el
antiguo barranco de Aumastel de los
canarios, de Azuaje a partir del
siglo XVI, y al poniente el barranco de
Moya, desde los primeros tiempos de
la conquista llevaban abundante agua al mar durante todo el año siendo difícil
vadearlo en el Camino Real de Gáldar.
A mediados del siglo XIX, pese a la avanzada deforestación de la isla, aún
llevaban grandes caudales en las estaciones de lluvias, como queda constancia
en un expediente eclesiástico que se sigue para estudiar la posibilidad de
constituir parroquia en la Costa de
Lairaga de 1856. Al referirse a estos barrancos se dice por los vecinos:
«…que la Parroquia debía ponerse más bien en San Andrés que
en San Lorenzo, porque en aquel pago no hay sitio que el mar no domine casi
todo cada vez se embravece; (...) que es verdad existen dos barrancos de
consideración en el tránsito de San Andrés a San Felipe, pero que en diez años
que hace se haya avecindado en este pago, no ha visto haya un día que dejen de
pasar las gentes de una a otra parte ».
Y el presbítero
comisionado al efecto, hace suyo el comentario en su informe al Prelado
concretando:
«…pero construirla donde está la Ermita de San Lorenzo sería
poner una Iglesia para que estuviera siempre aislada, pues uno y otro lados de
la Ermita se ven con frecuencia inundados por el mar; y, además, los dos
barrancos denominados de Azuaje uno y otro de Moya, traen muchas aguas en el
invierno» (CABALLERO MUJICA 1973, p. 318).
En una descripción
superficial de su recorrido aguas abajo se observa que cuando su cauce
atraviesa el pequeño valle de las tierras del Curato y Vínculo de Solís,
donde es próximo a Carretería, en cuyo tramo recibe el nombre de Barranco de Las Ñocas, forma
unos curiosos, pequeños y deliberados meandros, como si se hubiera forzado su zigzaguear para remansar las aguas antes de alcanzar el salto de
aguas significativo en El Lance, donde
el relieve tiene una diferencia de cotas al pasar de los 403 metros a los 307
metros de altitud, aproximadamente unos cien metros de altura.
Las conocidas por los lugareños como 'ñocas', son los llamados 'cantos rodados, cantos pelados', «piedra alisada y redondeada a fuerza de rodar impulsada por las aguas» (DRAE), que pudieron ser utilizadas para forzar el zigzagueo que remansaban las aguas en este lugar.
Las conocidas por los lugareños como 'ñocas', son los llamados 'cantos rodados, cantos pelados', «piedra alisada y redondeada a fuerza de rodar impulsada por las aguas» (DRAE), que pudieron ser utilizadas para forzar el zigzagueo que remansaban las aguas en este lugar.
Después de pasar Los Dragos, como ya se ha dicho el
barranco se encaja, y en su margen de poniente se conserva un antiguo Camino de Herradura conocido como Camino de la Cueva que iniciándose en Los Dragos llega a El Pagador. Cuando desagua al mar, en el lugar conocido como La Barranquera lo hace al naciente de El Roque. Al poniente de dicho caserío
desagua el pequeño barranco del Salado.
[8] Proceso de desforestación ocasionado por la actividad humana.
[9] CONSEJERIA DE MEDIO AMBIENTE Y ORDENACIÓN TERRITORIAL DEL GOBIERNO DE CANARIAS, Memoria Descriptiva del Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Rural de Doramas, 2004.
[9] CONSEJERIA DE MEDIO AMBIENTE Y ORDENACIÓN TERRITORIAL DEL GOBIERNO DE CANARIAS, Memoria Descriptiva del Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Rural de Doramas, 2004.
INTERPRETACIÓN DE LOS TOPÓNIMOS
Para llegar a la
definición de esta hipótesis de trabajo sobre la presencia de los Marqueses de
Moya, o de sus negocios, en la grancanaria Moya y acreditar que recibió de los
mismos su nombre creando así el topónimo, recurrimos a estructurar un sistema
de información a partir de topónimos localizados junto al cauce del Barranco del Pagador, que nos aproxima a
los usos y oficios que dieron lugar a los mismos, para después contrastarlos
con la información aportada por distintos historiadores. Concurren en la cuenca
del repetido barranco los siguientes topónimos en dirección descendente de las
aguas:
1) Carretería
En el siglo XV
posiblemente fue el asentamiento de población más próximo al bosque de Doramas. Su denominación es bastante clara según la
quinta acepción del DRAE «Lugar donde
antiguamente pernoctaban al aire libre las carretas de transporte, en los
arrabales o afueras de una población ». Prescindimos que estuviera en
los arrabales de la población, aunque en la actualidad se cumpla tal condición,
y nos detenemos en su ubicación en la proyección natural del Lomo de Don Julián, un lomo por el que
se accede directamente a Doramas.
Nos sugiere que bajo las
calles asfaltada de hoy, y de los tramos no asfaltados, en dirección a la carretera Moya-Fontanales (GC-075) se encuentran antiguos caminos, conocidos como "a San Fernando", "de la Zarza Gorda", "de la Josefa", "de Doramas" y otros más, que nos trazan
las huellas del trasiego de las carretas de las leñas para los ingenios
azucareros y de los arrastres de los pesados troncos.
La hipótesis que se sigue
es que hasta este lugar eran ajorrados los troncos y luego tumbados en la
margen naciente del barranco, durante un tiempo purgados, para meses después
ser puestos sobre el barranco cuando llevaba agua, en pequeños meandros que construyeron
para remansar las aguas, e iniciar su transporte ayudado por
los gancheros.
En relación con el
asentamiento poblacional se tienen noticias ciertas que Jerónimo Viñol había comprado a Alonso
de Mendoza una casa de la Carretería,
que el 30 de mayo de 1612 su hijo heredero el regidor Gil de Quesada donaba para la creación de un convento dominico
dotado con dos frailes que no llegó a fundarse (SUÁREZ
GRIMÓN et QUINTANA ANDRÉS 2008, p.
824). Son importantes los nexos "de la" que se anteponen al topónimo de Carretería, pues vienen a avalar que tiene su origen en los usos
dados al lugar.
2) El
Lance
Salto del Lance (Google Earth) |
Aunque el Diccionario de Canarismos (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA 2010) dice del
vocablo "lance" que es «Cada uno de los tramos de madera o hierro
que forman el cerco de una majada», está documentado que el topónimo ‘lance’ en distintos lugares de la isla está
asociado a la explotación maderera de nuestros bosques. Entre ellos el Lance de La Cruz en Agüimes, de Juan Vélez en El Carrizal, del Aumastel, de Palenzuela y de Talgordo
los tres en Azuaje, de Jaimez en El
Palmital, de Montaña Bermeja entre
Bascamao y Montaña Alta, y de Misbique
en el Valle de Agaete (LOBO CABRERA, SANTANA PÉREZ et RODRÍGUEZ PADILLA 2007, pp. 171-174).
3) Camino de Los Dragos - La Cueva
Ortofoto del camino (IDE Gran Canaria) |
Es el caso donde el camino enlaza
con la cuesta que baja en dirección a la desaparecida Cueva que originó el topónimo, ahora con pavimento hormigonado para
el acceso de los vecinos. Arriba en el inicio de la cuesta, en su banda de
poniente el barranco tiene un fuerte tajo vertical de unos veinte metros o más, frente junto a los ‘guinderos’[10] situados
en la margen de naciente junto al sendero que sube a Lomo Blanco.
4) Puerto de El Lance de la Madera
Primeramente hay
que entender que en los primeros siglos de la conquista de la isla eran
llamados puertos las desembocaduras de barrancos o barranquillos que debido a
su configuración geomorfológica conforman playas y caletas de arena al soco de
los vientos. Los barcos fondeaban hasta donde el calado lo permitía y con
lanchas que llegaban hasta la playa o veriles, se realizaban las faenas de
carga y descarga. Se valoraba que dispusiera de agua potable, imprescindible
para surtirse de la embarcación, tarea que era denominada ‘aguada’ y la
proximidad a los lugares de cultivos y aprovechamientos.
«Da la impresión como si para su trazo
hubiera tenido en cuenta la opinión de marinos o pescadores, que al contemplar
las costas desde puntos más cercanos,
tienden a acentuar los accidentes más sobresalientes. Sin embargo, hay que
señalar la abundancia de topónimos costeros, lo que parece confirmar la
hipótesis anterior, y su correcta ubicación».
Detalle del mapa de
Ossavarry, leyenda señalada con punto rojo. |
Posiblemente aquí puede
situarse el puerto de Agumastel, por
donde Diego de Silva trató de sorprender al Guanarteme. Algunas fuentes sitúan
dicho en la playa de San Felipe, hoy
conocida como de Vagabundo y anteriormente como La Caleta, pero sus
condiciones son complejas por las corrientes marinas, poco adecuadas para fondear
embarcaciones, además de estar bastante más alejada de la desembocadura del antiguo barranco de Aumastel, del que recibe la denominación, el actual Barranco de San Andrés o Barranco de Azuaje aguas arriba.
En cuanto a sus
condiciones específicas para los mareantes en la antigüedad tenemos la
siguiente referencia documental:
«Puerto
de El Lance de la Madera, Barranco de Pagador, Moya. Pequeña ensenada situada
entre El Roque al Oeste y La Laja del Lance-El Altillo al Este, abierta a los
vientos del Noroeste, Norte y Noreste. Las únicas menciones que tenemos al
Puerto de El Lance son de Sosa (1678-88/1994: 60) quien comenta que sólo era
utilizado cuando hacía buen tiempo, y en el derrotero de Varela y Ulloa
(1788/1986: 7) que lo incluye entre las ensenadas» (MEDEROS MARTÍN et ESCRIBANO
COBO 2002, p. 373)».
[10] ACADEMINA CANARIA DE LA LENGUA: 1. m. (Prunus cerasus) Árbol de la familia de
las rosáceas cuyo fruto es la guinda (DRAE: guindo).
[11] CABILDO DE
GRAN CANARIA, IDE Sistema de Información Territorial.
LAS REFERENCIAS DOCUMENTALES
Toda interpretación
toponímica requiere sea ratificada citas documentales, en las que de alguna
forma se acrediten los vestigios históricos sobre la actividad, las
particulares específicas y la localización. Traemos a colación algunas de las
mismas que alejan todas las dudas, si bien situadas en tiempos posteriores por
las pérdidas de los documentos de fechas anteriores por las causas apuntadas al
principio. En un primer bloque incluimos las referidas documentalmente a una
fuente bibliográfica (LOBO CABRERA, SANTANA PÉREZ et RODRÍGUEZ PADILLA 2007, pp. 212-213):
1) Testamento de Juan Miguel, vecino de
Moya, de 11 de Julio de 1567 en el que declara:
a)
Una deuda que tuvo con Lorenzo Pérez, genovés, mercader, y para saldarla «le dió puesto en el lance que dicen de la
madera en el Aumastel, 50 jubrones [12] a tres reales cada uno, y otros 50 que le dio en esta ciudad que trajo la barca
de Origuela, a 65 reales cada una».
b)
Que cortó en la montaña de Doramas para el gobernador Hernando Rodriguez «100 vigas grandes de 22 pies y 4 palos
grandes de 25 pies para la fortaleza de la ciudad, los cuales cortó y entregó,
y se le debe el corte, servicios y hacer camino para sacarlas que son 208
reales».
c)
Que le debe a Anastasia de la Mora, viuda de Juan Bautista Casaña «2 doblas de resto de una prensa que le cortó
y echó a la costa de Aumastel».
d)
Y a Pero González de Timagada «3 doblas
de resto de una prensa que le puso en la costa de la mar».
2) Contrato
de 20 de Febrero de 1569, por el que García Carvajal , vecino de Moya, como
principal, y Francisco de Azuaje, vecino, su fiador, se obligan a cortar en la
Montaña de Doramas para Juan de Zurita y Juan Tello, vecinos de Telde, «otras 50 vigas de la misma vitola de gruesa
-iguales a las que ya cortó y entregó- salvo
que han de tener 19 pies de cumplido, 50 jibrones de 20 pies que sean buenos.
Se los dará cortados y puestos en el puerto de la madera de Telde por fin de
junio de este año».
3) Contrato
de 26 de Septiembre de 1575, por el que Hernando Melero, Bernaldiánez,
Cristóbal Calvo y Diego Hernández, vecinos de Moya, se obligan con Rodrigo de
Mesa, escribano público, a cortarle en la Montaña de Doramas «250 palos: 125 viguetas de 22 pies antes más
que menos, y los otros 125 jibrones de a 20 pies, y conforme al cumplido y
grosura de manera que antes pequen de gruesos que delgados, que sean buenos y
derechos de palo blanco y barbusano, y más 100 tijeras de 14 a pies derechas de
palo blanco y barbusano. Cortarán la madera bajo las licencias que le ha de
dar, y cortada, con yuntas se la entregarán en el lance de la madera que dicen
de Moreto a la lengua del agua en cargadero donde la pueda tomar y cargar la
barca que por ella lleven, por precio de 2 reales y 6 maravedíes por vigueta y
por cada jibrón otro tanto, y a 36 maravedíes por las tijeras, y lo que monta
el dicho precio más 10 reales que le ha de dar nuevos monta 29.580 maravedíes».
También los cronistas se
ocupan de mencionar los usos y destinos de la apreciada madera:
«para otras fábricas de navíos y edificios de
casas, y aún hasta los reinos de España embarcaban sus maderas mayormente el
barbusano y el palo blanco, por ser de los más fuertes que ha topado la
experiencia para los ejes de carretas, carros y demás invenciones de cargas. Y
también llevan mucha para husillos y otros palos de que necesitan los molinos
de aceite» (SOSA 1943, p.
9) .
Ortofoto de El Pagador, El
Roque y La Barranquera en la Costa de Lairaga (IDE Gran Canaria) |
De los historiadores modernos entresacamos frases alusivas a estas
actividades (LOBO CABRERA, SANTANA PÉREZ et RODRÍGUEZ PADILLA 2007, pp. 105, 107,
123). Se habla de las comunicaciones de la isla con el exterior se asienta
aquello que es incontestable para dicha época, que «el único medio posible era el transporte marítimo, que bien se
importaba o se construía in situ», se reconoce la actividad de los
arsenales «la amplia tradición
constructora que se remonta desde los primeros años de la conquista hasta la
actualidad», así como los lugares donde se ubicaban «Por lo que se refiere a los lugares se construyen destaca la ciudad de
Las Palmas y sus inmediaciones como el puerto de La Luz, siguiéndole en
importancia la costa norte de Gran Canaria, en concreto la costa de Lairaga y
Juncal, justo donde la madera apta para construcción de embarcaciones estaba
más accesible por la proximidad de los bosques» (SANTANA PÉREZ 2001, p. 26) pero la materia prima sobresaliente
era de Doramas «Entre ellas destacaba el
viñátigo y el barbusano, no solo apreciados por su altura, sino también por la
calidad de su madera y su resistencia a la podredumbre del agua».
Pero sus destinos no eran
exclusivamente la exportación en bruto a los reinos de Castilla, es decir en
palos y vigas, pues también «El papel de
escala del Archipiélago hizo que naves de todo el Atlántico aprovechasen la
madera grancanaria, entre ellas las de los grandes conquistadores de América,
como le sucede al mismo Colón», y aunque se establecieron prohibiciones a
la exportación en 1501 como ya se ha dicho «cuando
éstas se producen participan en ellas normalmente autoridades importantes de la
isla como el mismísimo gobernador Diego de Melgarejo».
Son distintas las fuentes
que han estudiado el transporte marítimo como alternativa al transporte
terrestre por los problemas derivados de la especial orografía de la isla, y
especialmente la madera bruta, que por su dimensión y peso que hacía
indispensable de utilizar los distintos pequeños puertos históricos de la costa
para su traslado a la Ciudad «Conocemos a
este respecto, cargamentos de madera remitidos en barcos y carabelas desde el
Ayraga y la Aldea de Nicolás hasta Las Isletas y el Arrecife de Las Isletas» (AZNAR VALLEJO,
GONZÁLEZ MARRERO et LARRAZ MORA 2000,
p. 2.246).
Y como no de protocolos
que acreditan la construcción naval en la costa moyense «En marzo de 1645 el capitán Diego Pérez Machado, vecino de Las Palmas,
dio poder para vender 1/3 del navío que se había estado fabricando en la costa
de Lairaga» (SANTANA PÉREZ 2001, p. 26) [13].
[12] (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA 2010) p. 180. «jibrón. m. Madero que va de la viga cumbrera a las soleras laterales». Jubrón es posible que sea una corrupción de jibrón.
[13] Nota 46: A.H.P.L.P., GONZÁLEZ PERERA, Baltasar, leg. 1.224, Gran Canaria, fol. 22 r.
EL TESTIMONIO DEFINITIVO
Desgraciadamente no se ha
localizado ningún documento acreditativo de que esta hipótesis de trabajo se
convierta en un testimonio definitivo de su certeza del origen del nombre de
Moya. No es extraño que sea así, pues determinados negocios se mantuvieron
ocultos, máxime cuando los Marqueses de
Moya fueron la envidia y la ira de toda la nobleza de la época, que
consideraba que el trato que la Corona les daba y las mercedes aseguradas no eran
equitativas.
«e así los encomiendo mucho al rey mi señor e
a la prinçesa, mi muy cara e muy amada hija, para que a ellos e a sus
desçendientes honrren e acreçienten como sus leales e agradables serviçios lo
mereçen».
«E si se hallare que no ovo lugar ni les
podimos hazer la dicha merçed, mando que en tal caso luego sea fecha emienda e
equivalençia de la dicha villa de Moya a los dichos marqués e marquesa, en otra
villa e tierra e lugares e vasallos e rentas de lo que asi avemos ganado en el
reyno de Granada, donde se puedan yntitular e yntitulen marqueses, con su
jurisdiçión e mero e mixto imperio e rentas e señorio en tanta summa e valor,
como lo es la dicha villa de Moya e su tierra e término e jurisdiçión e
señorío, cunpliéndoles sobre la villa que así les fuere dada, la renta e valor
de la dicha villa de Moya, por manera que ninguna cosa abaxen ni pierdan ni
diminuyan de su estado, antes reçiban ventaja e acreçentamiento».
Son convincentes las interpretaciones
que del testamento de la reina se han hecho:
«La
ciudad de Segovia no vio con buenos ojos aquella donación regia, que le supuso
una merma en cuanto a su jurisdicción. Paralelamente nos consta que Andrés
Cabrera, el señor de aquellos lugares, desarrolló una política expansiva por el
ámbito segoviano. La gravedad que llegaron a alcanzar aquellos actos derivaron
en el hecho de que la reina Isabel revocara en su testamento las mercedes
concedidas a Andrés Cabrera en las tierras segovianas» [15].
No resulta extraño por
tanto se hiciera por los Reyes una merced oral, no escrita, para el
aprovechamiento de la madera de los bosques
de Doramas. Quizás la única referencia escrita que relacione a los
Marqueses con la madera de Doramas, es en una cepa de la torre residencia de su
sobrina en La Gomera:
«Sirva
de ejemplo la Torre del Conde de La Gomera la cual, a pesar de sus sucesivas
remodelaciones, conserva una robusta cepa tallada en tea sobre la que apoyan
las tres plantas del edificio» (AZNAR VALLEJO,
GONZÁLEZ MARRERO et LARRAZ MORA 2000,
p. 2253).
«La
morfología de la cepa utilizada en la torre no queda descrita en la fuente [16], por lo que debemos
inferirla de los escasos elementos que se mencionan. Los más significativos son
las "aspas de la cepa", elaboradas con 14 maderos de
"valgusano", cantidad cortada expresamente para tal fin a la que
seguramente podamos añadir otros 33 maderos de la misma especie que figuran en otro
asiento cercano. En ambos casos, la madera se taló "en la montaña" y
fue arrastrada hasta una costa acantilada donde se arrojó a la mar para ser
llevada posteriormente a Las Isletas. Allí se labraron dichas aspas para lo que
se contrató expresamente a carpinteros y aserradores. Siguiendo el modelo
constructivo bajomedieval de un tipo de torre como la que nos ocupa, las aspas
se adosaban a la cepa y constituían la estructura portante de la misma, sin que
podamos detallar el engarce entre ambos elementos ni su aspecto general».
La atribución del topónimo
grancanario de Moya a algún vínculo con los Marqueses de Moya es un argumento
sostenido por la gran mayoría de los historiadores. Cuando situamos nuestra
hipótesis de explotación directa o indirecta de la madera del bosque Doramas por el Marquesado entre
los años 1483 y 1501, no colisiona con los argumentos ya admitidos como que «zonas como Moya, con favorables condiciones
agrícolas, apenas si tuviera relevancia dentro de la economía insular hasta
comienzos del siglo XVI» (SUÁREZ GRIMÓN et
QUINTANA ANDRÉS 2008, Vol. II p. 592) y
es a partir de 1501 cuando se producen los primeros repartimientos de tierras
en los límites de la Montaña de Doramas por el gobernador Lope Sánchez de
Valenzuela.
Y es que además, el nuevo siglo
XVI no será bueno para los Marqueses de Moya. En el inicio del mismo,
es conocida la primera demanda que nace en la isla en relación con el
aprovechamiento maderero, su exportación y el sostenimiento de las haciendas
locales, que pudo hacer desistir a los Marqueses
de Moya o personas interpuestas de seguir con el negocio.
«El Ldo. Diego Fernández de Valera hubo de rendir un nuevo
informe en virtud de los ordenado por otra Real Cédula de 26 de julio de 1501,
la tercera de las que llevan dicha fecha, marcada por nosotros con el número
XII. A requerimiento del Concejo para que se estableciera un impuesto sobre la
exportación de la madera de esta isla, en beneficio de los propios, emitido
favorablemente el informe pedido, los reyes acceden a la petición y autorizan
el establecimiento de un moderado gravamen.
La finalidad de esta disposición real fué, como queda
advertido, nutrir los fondos del Municipio, tan carente de ellos; pero se
perseguía, además, indirectamente, la protección a nuestros montes. Como
sostiene Zuaznávar se exportaba desde esta isla gran cantidad de madera para
Lanzarote, Fuerteventura y Berbería. Ello constituyó un serio peligro para
nuestra riqueza forestal y contribuyó, ─junto con las talas de grandes
extensiones de terreno para ser dedicadas al cultivo y en unión del exorbitante
consumo de leña que hacían los ingenios─, que muy pronto nos convirtiéramos de
exportadores en importadores y a que fuera preciso tomar medidas salvadoras. De
todo nos ocuparemos en el lugar oportuno» (CULLEN DEL CASTILLO 1947, p. XLI) .
Pero no fue la protección de los
bosques lo que movía tal petición, pues el negocio se retomó por los estantes
en el lugar, soportando el arancel establecido.
«Con el tiempo aumentó el número de ingenios en forma
extraordinaria, llegando a contarse unos diez y ocho en pleno producción.
¡Juzguese la exorbitante cantidad de madera que tales ingenios habían de
consumir! Y si a ello añadimos las tales constantes para fabricar las viviendas
de esta isla y las de Lanzarote y Fuerteventura ─-que carecían de bosques─- y
las exportaciones a Berbería, limitadas por la Real Cédula de 26 de julio de
1501, aparte de la leña que se consumía
en los hogares, se comprenderá la alarma justificadísima que la disminución rápida de los montes habia
de provocar. Zuaznávar se hace eco de esta necesidad, citando diferentes reales
cedulas relacionadas con la materia.
Tapiz del Alcázar de
Segovia (Patronato del Alcázar de Segovia) |
La Montaña de Doramas, a la que nombra de modo especial la
presente disposición que comentamos y que fué cantada por Cairasco, resistió
las continuas talas hasta nuestros días. Ni los ingenios, ni las construcciones
pudieron acabar con su maravillosa frondosidad.
Pero ya a finales del siglo XVIII
Don Bartolome Martínez de Escobar, en un informe a la Sociedad Económica de
Amigos del País, hubo de decir: “Aquí tiene la Sociedad el cuadro desolador que
la isla de Gran Canaria ofrece hoy a nuestra vista. La que de las siete de la
Provincia presentaba al tiempo de la Conquista el agradable aspecto de un
bosque casi continuo, besando las ramas de los árboles las saladas ondas del
mar que la circunrodea, la que según nuestra historia antigua y moderna fue
llamada el granero del archipiélago a que da su nombre …» (IBÍDEM, p. LXII).
También es sabido que cuando la
reina Isabel se recluyó en Medina del Campo, ya estaba aquejada de una cáncer de
útero del que moriría en 1504, y con su muerte el rey Fernando de Aragón perdía
su condición de consorte de Castilla, sucediendo en la corona de Castilla su
hija Juana que se había casado con Felipe 'El Hermoso' de Habsburgo,
la Casa de Austria, quienes entregarían en 1516 el alcázar de Segovia al
infante Don Juan Manuel, negándose los Marqueses de Moya a abandonarlo [17].
En esos tiempos, como dice
la misma fuente, ya habían tenido sus problemas con los campesinos de Segovia quienes
«protestaron de los abusos y agravios que les hacían los marqueses de Moya», y
también por los alcaides que les representaban:
«Este
abuso de un alcaide de la fortaleza de Segovia es muy significativo de las
condiciones de superioridad económica y social de los marqueses de Moya, en
particular, y del provecho que sus fieles y criados sacaban de ella».
[14] TESTAMENTO Y CODICILO DE ISABEL I DE CASTILLA. Dado en Medina del
Campo el 12 de Octubre y 23 de Noviembre de 1504.
[15] VALDEÓN BARUQUE, J.
(2004). "La cohesión social en la Corona de Castilla en tiempos de Isabel
la Católica", Revista Arbor del, núm. 701. Madrid: Ed. Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), pp. 53-66 (p. 60).
[16] Se refieren a PINTO
DE LA ROSA, J.M. (1996). Apuntes para la Historia de las Antiguas
Fortificaciones de Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Ed. Museo Militar
Regional de Canarias, pp. 315-319.
[17] ASENJO GONZÁLEZ,
M.:, "Labradores ricos: nacimiento de una oligarquía rural en la Segovia
del siglo XV", Revista En la España Medieval, Vol.
4, 1984. p. 67.
LA
PERVIVENCIA DEL TOPÓNIMO EN LOS SIGLOS.
Hasta aquí llegamos con nuestro ensayo sobre el origen del topónimo grancanario de Moya, que sustentamos en las huellas toponímicas de su territorio, si bien hay que reconocer que hasta la fecha no se ha encontrado ningún documento que lo acredite, y aún así, muchas son las premisas que parecen llevarnos a la conclusión aseverada, como en toda investigación, cuando las huellas indiciarias de los tiempos son pruebas que nos conducen a que así sea -como en derecho se dice- y manifiestan una secuencia constante de indicios que nos acercan a la certeza de los hechos.
Con este inédito interés de los Marqueses de Moya en la isla, del que sólo tenemos los rastros toponímicos, queda la gran incógnita: ¿Cómo puede mantenerse en siglos la pervivencia del topónimo del municipio tras el abandono del negocio por los Marqueses?
Toda lógica social apuntaría que el ejercicio de tales prebendas en su tiempo despertarían envidias y quebrantos de todo tipo entre aquellos de la sociedad privilegiada coetánea estante en la isla, que debieron conocer de ellas, incitando el natural rechazo a mantener vivo el recuerdo con el propósito de su desarraigo por desprecio. Y si así no fue, algo tuvo que acontecer para que el topónimo enraizara en la memoria colectiva de los lugareños.
En aquellos primeros años después de la Conquista se aprobaron por la Corona distintas disposiciones regulando la gobernanza y gobierno de Gran Canaria: Provisión de Incorporación de la isla a la Corona de Castilla y Cédula de privilegios y franqueza (RR.CC., 24 y 20 de enero de 1487), Fuero y privilegio de la isla (RR.CC., 20 de diciembre de 1494), Privilegio y franqueza (Dª Juana, 24 de diciembre de 1504), Confirmación de privilegios (Carlos I, 2 de octubre de 1528), que para observancia y obligación de todos se conservaban en «un arca donde se guardaban los privilegios de la isla, junto con las leyes del reino y los aranceles de jueces y escribanos» (AZNAR VALLEJO 1983, p. 50).
El desarrollo legislativo del fuero, privilegios y franquezas quedaba bajo la competencia ‘Concejo’, o reunión de regidores y gobernadores, si bien
Con este inédito interés de los Marqueses de Moya en la isla, del que sólo tenemos los rastros toponímicos, queda la gran incógnita: ¿Cómo puede mantenerse en siglos la pervivencia del topónimo del municipio tras el abandono del negocio por los Marqueses?
Toda lógica social apuntaría que el ejercicio de tales prebendas en su tiempo despertarían envidias y quebrantos de todo tipo entre aquellos de la sociedad privilegiada coetánea estante en la isla, que debieron conocer de ellas, incitando el natural rechazo a mantener vivo el recuerdo con el propósito de su desarraigo por desprecio. Y si así no fue, algo tuvo que acontecer para que el topónimo enraizara en la memoria colectiva de los lugareños.
En aquellos primeros años después de la Conquista se aprobaron por la Corona distintas disposiciones regulando la gobernanza y gobierno de Gran Canaria: Provisión de Incorporación de la isla a la Corona de Castilla y Cédula de privilegios y franqueza (RR.CC., 24 y 20 de enero de 1487), Fuero y privilegio de la isla (RR.CC., 20 de diciembre de 1494), Privilegio y franqueza (Dª Juana, 24 de diciembre de 1504), Confirmación de privilegios (Carlos I, 2 de octubre de 1528), que para observancia y obligación de todos se conservaban en «un arca donde se guardaban los privilegios de la isla, junto con las leyes del reino y los aranceles de jueces y escribanos» (AZNAR VALLEJO 1983, p. 50).
El desarrollo legislativo del fuero, privilegios y franquezas quedaba bajo la competencia ‘Concejo’, o reunión de regidores y gobernadores, si bien
«la fórmula primitiva de “concejos abiertos”, esto es con la
participación de todos los vecinos, había dejado de paso hacia varios siglos a
los “concejos restringidos” o regimientos, consistentes en una asamblea de
notables» (IBÍDEM, p.49).
El ‘Cabildo’ o gobierno ejecutivo,
representantes de la comunidad vecinal, tenía los siguientes miembros, si bien
no todos tenían voto:
«se realizaba mediante la celebración de sesiones
capitulares. Al ellas acudían el gobernador o juez de residencia, teniente de
gobernador, alcalde mayor, alguacil mayor, regidores, personero y jurados»
(IBÍDEM).
El propio Fuero regulaba como operaba el ‘Cabildo’ como ayuntamiento único de
la isla de Gran Canaria:
«Ordenamos e mandamos que de aqui
adelante en cada un año para siempre jamás, en el día de Santiago de mañana, a
la hora de misa mayor, se junten luego en la Iglesia mayor desa dicha villa de
la Palma, la Justicia y los seis regidores y el procurador y el escrivano de
Consejo, que oviere sido alli el año pasado, e que delante todos los que ende
estovieron, los seis regidores echen suertes entre si quales tres dellos
eligiran los seis electores de yuso contenidos, e aquellos tres a quien copiere
la suerte queden por electores e fagan luego juramento …» (CULLEN DEL CATILLO 1978,
p. 86).
Y también incluía la siguiente
norma que abría la posibilidad a la creación de otros ayuntamientos en la isla:
Ordenamos e mandamos que en
qualesquier lugares e villas que estovieren subjetas a la jurisdicion desa
villa o encomendadas a vos el dicho nuestro governador della, avida
primeramente informacion de la calidad e poblacion de cada lugar e de lo que
conviene para la buena governacion del, fagais ordenanças quales veredes que
conviene para cada lugar, ansi en elegir de los alcaldes e regidores e
procuradores e otros officiales, como en las otras cosas que tocan a la buena
organizacion de las dichas villas e lugares, de manera que las dichas villas y
lugares esten governados como deven… » (IBÍDEM, p. 93).
Pero tal posibilidad de creación
de otros ayuntamientos en el interior de la isla no se dio en los primeros
tiempos, si bien se creó la figura de alcaldes y alguaciles “de la tierra” que
nombrados por el gobernador o juez de residencia, con funciones para conocer
pleitos civiles hasta 600 maravedíes, reconociendo así la existencia de núcleos
de población distintos de la villa-capital.
«En Gran Canaria, solo tenemos noticias del alcalde de Gáldar
[n. 275 noviembre 1501: Pedro de Jaen], aunque seguramente Telde y otros
lugares lo poseían» (AZNAR VALLEJO 1983, p. 92).
Se entiende así porqué la
organización territorial administrativa de la isla en villas y lugares fue en
la gran mayoría de los casos a remolque de las decisiones de las decisiones del
Cabildo Catedralicio en la creación de parroquias. Para ello hemos de entender
el poder de influencia y liderazgo que ejercía la Iglesia en la isla, señalando
decididamente los tiempos en la aproximación de la administración del
territorio conquistado, por lo que es recomendable una cita obligada,
necesariamente extensa y que espaciamos para facilitar su lectura:
«Es esta, también, la opinión del erudito Dr. Wöelfel, que
sostiene que “el Deán Bermúdez está llamado en cédula reales: Capitán y
lugarteniente del Obispo, y Juan Rejón, una de las figuras más nobles de la
Conquista, fue solamente el práctico militar de la Conquista”. En cuanto a la
reorganización definitiva de esta, con la venida de Pedro de Vera, se hizo
también con dinero proveniente de fondos eclesiásticos.
El mismo investigador afirma que el Obispo Frías, compañero
del General, en el remate de la empresa “es el verdadero capitán de la
Conquista, quien daba el dinero del Obispado, el resto de los dineros
concedidos por el Antipapa Benedicto XIII y el Papa Eugenio IV para la Conquista
de Canarias y los dineros provenientes de una Bula Especial de la conversión y
conquista de Canarias”. Por lo demas,
Viera nos dice que el Dean “llevado de la disciplina de su tiempo, y de la
intrepidez de su corazón belicoso, había solicitado con ansia la última
conquista de la Gran Canaria, y conseguido el puesto de asociado de D. Juan Rejón
en el modo de conducir la empresa”. Y en cuanto al Obispo Frías, afirma que
vino a Gran Canaria para intentar apaciguar los ánimos de los bandos que en el
Real actuaban guiados por la mayor animosidad, y para promover la Conquista. Más
adelante, hace el elogio del Obispo y le asigna el papel de alma de la empresa.
Y en este mismo sentido se expresa Cayrasco de Figueroa.
Quizás a estas extraordinarias facultades, de las que
vinieron investidos el Deán y el Obispo, financiadores hasta cierto punto de la
aventura, se deben los frecuentes choques con los generales; pero influyó también
en ello el distinto criterio que animaba a ambos sectores copartícipes de la
Conquista. Para el elemento militar los indígenas eran solo los poseedores de
un territorio que se deseaba anexionar y los que, por la obstinada resistencia,
fueron siempre considerados como sumamente peligrosos, incluso después de ser
sometidos.
De ahí el empeño de Vera de hacerlos salir de la isla, valiéndose
de toda clase de pretextos, aún de los más inicuos. En cambio, para los
religiosos los canarios eran solo infieles, cuyas almas era preciso catequizar;
pero, una vez convertidos a la fé católica, quedaban justificados los esfuerzos
de la Conquista y logrado su fin, por lo que era necesario presentarles
decidida protección como la prodigaron, en efecto» (IBÍDEM, p. XXXIV).
Desde esta posición y pensamiento,
por la conversión de los naturales de la isla y su “catequización”, a la Iglesia
siempre interesó la proximidad a los estantes en cada lugar, naturales y
colonos pobladores, y para darle consistencia jurídica, la decisión la elevan
el máximo rango, y así se suceden y celebran los Sínodos episcopales que además
de definir las funciones y reglas de todo los que componen el Cabildo
Catedralicio, inicia su expansión por el interior de la isla, como es el caso
del organizado por el Obispo Vázquez de Arce.
«… don Fernando
Vázquez de Arce, también de ilustre abolengo, prior que fué, primera dignidad
en la catedral de Osma, y comendador de la Orden de Calatrava. […] Durante los
años 1514-1515, convocó y celebró un Sínodo diocesano…
[…] Los Sínodos
diocesanos, según los estatuye de antiguo el Derecho canónico, y aun las
disposiciones canónicas vigentes, debieran celebrarse por lo menos cada diez
año; y en esta clase de reuniones, únicamente habrá de tratarse de materias que
conciernan a las utilidades particulares o necesidades del clero diocesano y
aun de los fieles de la diócesis, asamblea que debe convocar y presidir el
obispo residencial en su diócesis…
[…] Según las
expresadas Sinodales, la parroquia de la catedral, cuya provisión correspondía
al deán y cabildo, no había de extenderse sino a los vecinos y moradores de la
ciudad Real de las Palmas, con una legua alrededor. Que al principio de la
conquista y algunos años después de ella, no había población en los términos de
Moya y Arucas, pero que de doce años a la parte, se había poblado el lugar de
Arucas, donde se habían hecho plantíos de caña de azúcar y establecido ingenios
para moler, por lo que había “asaz número de gentes que todo el año allí
residen e pagan diezmos e primicias”.
Que también por el
mismo tiempo se comenzó a poblar el lugar de Moya y se habían hecho en su
barranco limítrofe, el de Aumartel, cuatro ingenios y había “asaz número de
gentes contino, e residen allí”. Se ordenaba que en cada uno de dichos lugares
hubiera iglesia parroquial y se creaba en cada uno de ellos, un beneficiado
curado, con la dotación a cada uno de quince fanegas de trigo anuales y diez
mil maravedises de renta, además de sus naturales primicias y obvenciones de
pie de altar (DARIAS PADRÓN, RODRÍGUEZ MOURE et BENÍTEZ INGLOTT 1957, p. 78).
Y es así como el topónimo de Moya por decreto del obispo de
18 de abril de 1515, deja de ser la simple referencia de un lugar cualquiera y
se instituye oficialmente en parroquia, o lo que entonces se entendía por
‘Lugar’ por un asentamiento significativo de estantes, y a partir de la
preexistente ermita de Nuestra Señora de la
Candelaria.
Anterior Iglesia de Moya (Teodoro Maich - Fedac) |
Si bien del texto del acuerdo del Sínodo parece desprenderse que
la ermita preexistente de Moya dependía territorialmente de la parroquia del
Sagrario de la catedral, del Libro Primero de Bautismos de la Parroquia matriz
de Santiago de Gáldar, que abarca entre 1506 y 1679, parece deducirse que era
esta la que prestaba los servicios de cura a la ermita de Moya y su feligresía:
«Cuando se redacta la
primera partida de 1506 el territorio que le corresponde inscribir es
potencialmente casi todo el antiguo guanartemato. Que en muchos documentos
aparece reseñado como término de la Villa de Santiago de Gáldar o que, con otras fórmulas
más simplificadas. Se refiere con claridad a los actuales municipios de Agaete,
Artenara, Gáldar y Santa María de Guía. Aunque en otras ocasiones, como cuando
se trataba del distrito de repartimiento, también parece incluir Moya y San
Nicolás. Posteriormente se producirán sucesivas divisiones del Beneficio de
Santiago hasta las actuales demarcaciones civiles y eclesiásticas». (LÓPEZ GARCÍA 2003, p. 142) .
Para entender de la preexistencia de la ermita, hemos de
retrotraernos primero a las noticias de su aparición y después al término de la
conquista de la Isla de Tenerife, para aproximarnos a su antigüedad.
«El año de mil y
cuatrocientos de nuestra redención, ciento y cinco años antes que la Isla fuera
de cristianos ni hubiera en ella noticia de evangelio, fue Nuestro Señor
servido (como Aquél que quiere que todos se salven y vengan en conocimiento de
la verdad) que apareciese la Santa Imagen de Candelaria, para principio del
remedio desta dichosa gente. […] Apareció en un lugar desierto y muy seco, a la
orilla de la mar, junto a una playa de arena que tendrá media legua de largo, a
la boca de un barranco, sobre una piedra: donde, por memoria deste aparecimiento,
pusieron después los cristianos una cruz que hoy está en pie, y un poco
adelante fundaron una pequeña ermita que llamaron del Socorro» (ESPINOSA 1967, p. 51).
«No había estado
ocioso en este tiempo el gobernador de la conquista [Alonso de Lugo], porque
también por su parte había juntado la gente que había podido, así de canarios,
gomeros y majoreros, como de españoles, parientes y amigos, así de los que habían
quedado de la primera entrada, como de otros que de nuevo se le juntaron, como
fueron Hernando de Trujillo, caballero jerezano; Lope Fernández de la Guerra,
conquistador de Canaria y señor de dos ingenios;» (IBÍDEM, 106).
El segundo texto reproducido hace referencia a la segunda
entrada que hicieron los españoles a primeros de noviembre de 1495 para la
conquista de la isla de Tenerife, bajo el mando del gobernador Alonso de Lugo. Después tuvo lugar la batalla de la Laguna el 14 de noviembre,
en la que murieron sus caudillos Bencomo
y Tinguaro. En diciembre ocupaban el reino de Taoro y aconteció la batalla de Acentejo que acabó con la
resistencia guanche, dándose por terminada la conquista en 1496, y la licencia
de los caballeros conquistadores. Entre ellos encontramos Hernando Trujillo, que debió conocer de la imagen de Nª Sra. de Candelaria y del respeto que
ya le tenían los guanches, atribuyéndose a su hijo la fundación de Moya, y
posiblemente la construcción de la ermita preexistente de u advocación.
«El presbítero don
José Marrero en su libro inédito titulado El
Libro de Moya atribuye su fundación y la de Moya a un hijo de Hernando
Trujillo, natural de Jerez de la Frontera y conquistador de la isla de
Tenerife» (SUÁREZ GRIMÓN et QUINTANA ANDRÉS, Historia de la Villa de Moya. Siglos XV-XIX.
2008, Vol. I, p. 147, nota 7).
Dejó igualmente escrita su descripción de la primigenia imagen
de La Candelaria, estimando en su opinión la antigüedad de la misma coincidente
con los años siguientes a la conquista de Tenerife:
«La imagen suya,
que posee esta iglesia, es muy antigua, del siglo XV, al parecer. Podemos
asegurar que, en los documentos de este archivo, que hemos estudiado hoja por
hoja, y línea por línea, no constan que se haya sustituido la imagen primera
por ninguna otra.
Tiene la Efigie un
metro de alto, y su niño 35 centímetros. Está esculpida en madera
incorruptible, y muy pesada, de color oscuro semejante al cedro» (MARRERO MARRERO 2015, p. 34).
La imagen fue restaurada por el imaginero José Paz Vélez, terminada en enero de 1988, con un coste de un millón cien mil pesetas.
Pudiera ser que esta atribución que realiza el desaparecido
presbítero de Moya a los descendientes del conquistador Hernando Trujillo, lo
fuera precisamente por establecer algún vínculo de personajes históricos con la
traída de la advocación de La Candelaria tinerfeña al Lugar de Moya, hecho que
sí está documentado. Sobre la presencia del apellido Trujillo en Moya traemos a
colación la información que aportan los genealogistas.
«Los hermanos
HERNANDO y PEDRO DE TRUJILLO fueron conquistadores, naturales de Jerez de la
Frontera. Pedro de Trujillo, conquistador de Gran Canaria, recibió tierras y
aguas en Gáldar en el año 1485, con Pedro de Vera ejerció como alcalde. Casó
con Ana Fernández con la que tuvieron por hija a Isabel Sánchez. En el año 1508
era fallecido.
Su hermano Hernán
Trujillo, conocido como el Teniente Viejo,
nacido en Jerez de la Frontera en 1463, fue conquistador de Gran Canaria, La
Palma y Tenerife. Vino a la conquista de Gran Canaria con Pedro de Vera y fue
teniente de gobernador (1483-1491). Con Alonso Fernández de Lugo pasó a la
conquista de La Palma y Tenerife. Como conquistador tuvo que tener
repartimientos en Gran Canaria, constando que tuvo un molino en el Real de Las
Palmas. En su testamento en 1510, no menciona que estuviera casado ni que
tuviera hijos legítimos, pero se documenta que tuvo descendencia con su esclava
indígena Ana a Fernando y Juan, y con Constanza Mexia a Leonor Trujillo.
El magistral
Marrero (1913), atribuye su ascendencia al conquistador Hernán Trujillo,
supuesto abuelo de JERÓNIMO y AGUSTÍN TRUJILLO, así como la fundación del
lugar.
En esto, no tenemos
constancia documental ni indicios que estos Trujillos pudieran ser
descendientes del “Teniente Viejo”. Lo que sí parece cierto que se trata de una
de las familias fundadoras de Moya, con un papel destacado en estos siglos» (EGEA MOLINA 2013).
Aclarado este particular, retomamos nuestro relato de la creación
de la parroquia por el Sínodo, pues ello va comportar una mayor relación y vinculación
con los vecinos estantes en el “lugar de Moya”, que han de contribuir con las
dotaciones antes señaladas al beneficiado curado, bajo la condición de
amovible, ya que el cura párroco puede ser quitado o separado del puesto o
cargo que tiene.
De esta manera es el propio obispo Vázquez de Arce quien “bautiza”
el lugar dando notoriedad con el nombre que la memoria colectiva de los vecinos
conoce, a nuestro fin el topónimo, reconociéndolo oficialmente así en el
Sínodo. Todas las referencias documentadas que se tienen de la primera
autoridad civil en Moya se remiten a medio siglo después:
«… el citado
presbítero [18] insiste en que en
el proceso formado a causa de la muerte que dio Bernardino Carvajal a Hernando
de Pineda se constata que en 1556 ya
había en Moya alcalde real, figurando en la relación de alcaldes reales que
adjunta como primer alcalde Pedro Padilla, de quien dice ejerció el cargo hasta 1606…» (IBÍDEM,
p. 150).
La creación de la parroquia de Moya es un hito importante en
la historia de la isla, cuando está documentado que después de la Conquista la
única parroquia existente en la isla es el Sagrario
Catedral, de la que se independizó la de la Villa de Agüimes en la segunda mitad de 1486 por la concesión del Señorío de Agüimes al Obispo de
Canarias, año en que se deduce por informaciones se separaron también el Beneficio del Sñor. Santiago de
Gáldar fundada por los conquistadores y el Beneficio de San Juan de Telde.
Después se tienen noticias distintas que establecen el
siguiente orden cronológico en la creación de las parroquias, algunas a
petición de sus vecinos: Arucas y Moya [como ya se ha dicho], Teror y La Vega [solicitadas
en 1567], Tirajana [ya lo es en 1617], Tejeda [ya lo era en 1676 por
segregación de La Vega], y San Lorenzo [solicitada en 1687 como El Lugarejo de Tamaraceite] (CAZORLA LEÓN 1992).
Otros acuerdos del mismo Sínodo de Vázquez de Arce fueron:
«Se dispone quedara
aneja a la iglesia de la villa de Gáldar, la del Agaete, quedando a cargo del
Beneficiado de Gáldar, el poner cura idóneo en la parroquia de Agaete; y que el
capellán o capellanes de Santa María de Guía y los otros capellanes de la
iglesia de Gáldar sean obligados a servir en ciertos dias de precepto que se
mencionan, en la villa de Gáldar, así como el cura de Agaete, excepto en las
Pascuas y tinieblas» (DARIAS PADRÓN, RODRÍGUEZ
MOURE et BENÍTEZ INGLOTT 1957, p. 79).
Se entenderá que todas las parroquias antes mencionadas
mantuvieron consolidado el topónimo, y tan sólo en el siglo anterior se
modificó el de La Vega, por Villa de Santa Brígida probablemente
influenciado por la segregación de la parroquia de la Vega de San Mateo en octubre de 1800, si bien sigue vivo el referente.
San Lorenzo es un caso excepcional pues desde el primer momento estaba bajo la
advocación de dicho santo, y adaptó el nombre al constituirse el Ayuntamiento.
De los primeros tiempos de la nueva parroquia de Moya bajo la advocación de Nuestra Señora de la Candelaria, como está acreditado nada puede aportarse por la desaparición de sus archivos por la polilla:
De los primeros tiempos de la nueva parroquia de Moya bajo la advocación de Nuestra Señora de la Candelaria, como está acreditado nada puede aportarse por la desaparición de sus archivos por la polilla:
«Después de creada la Parroquia, hay un periodo de 78 años del que no existe un libro, ni un documento en el archivo de la Iglesia. [...] Según él [sacristán de mediados del siglo XIX], los papeles más viejos del archivo parroquial de esta Iglesia, estuvieron encerrados, por largos años, en un sollado oscuro y húmedo, debajo de la escalera del coro. Allí permanecieron, sirviendo de pasto a los insectos, y suministrando a las ratas materia para abrigar sus nidos, hasta que un Sr. Obispo ordenó que se trasladara a sitio más decente.
El cura, al cumplimentar este mandato, creyose autorizado para hacer una selección y expurgo. Y, por sí y ante sí, decretó que todo papel que no pudiera él leer con facilidad era un papel inútil. Como casi todos los documentos antiguos estaban devorados por la polilla, y escritos con letra enredada, elegible para aquel clérigo de misa y olla que apenas entendía la redondilla de Itursaeta, fueron condenados al fuego» (MARRERO
MARRERO 2015, p. 30-31).
En el caso concreto de Moya, dentro del ámbito eclesiástico se van sucediendo las menciones del topónimo en su andar hacia la consolidación, y así encontramos distintas noticias que nos dicen de su notoriedad documental, la primera es una aclaración en cuanto a la procedencia de la ayuda a la parroquia, y las siguientes referidas a su mención en los Sinodales:
«En Moya, el 15 de
agosto de 1523, manda el Cabildo “que los contadores saquen de una renta de
esta ciudad el salario o ayuda que se hace al clérigo de Moya”» (CAZORLA LEÓN 1992, p. 15).
En 1629 en los Sinodales del obispo Cristóbal de la Cámara y Murga,
nos dice de la Montaña de Doramas y del número de habitantes:
«Expresan que “de
aquí para Terori comienza la montaña de Doramas, “tan celebrada de aquel gran
poeta eclesiástico don Bartolomé de Cairasco Figueroa” ... “Es pues, aquella montaña
de las grandiosas cosas de España; muy cerrada de variedad de árboles, que
mirarlos a lo alto, casi se pierde de vista, y puestos a trechos en una
profundidades y unas peñas, que fué singular obra de Dios, criándolos allí: ay
muchos arroyos, y nacimiento de frescas aguas y están los árboles tan acopados,
que el mayor sol no baxa a la tierra. A mí me espantava lo que me dezían y
visto de ella lo que pude, dixe me habían dicho poco”. Tenía unos treinta vecinos»
(DARIAS PADRÓN, RODRÍGUEZ MOURE et BENÍTEZ INGLOTT 1957, p. 99).
En 1735 en los Sinodales del Obispo Pedro Manuel Dávila y
Cárdenas, se nos dice del número de vecinos y su distribución territorial:
«”...está en el
término de este Lugar la célebre Montaña de Doramas, con el nacimiento de las
aguas que llaman Madres de Moya, uno y otro digno de ver se”. Vecinos: 150.
Y en el pueblo, 61 y los demás en Fontanal, Cabo Verde, Dragos, Costa, Asuage y
Lomo Blanco»
(IBÍDEM, p. 114).
Es teoría generalmente aceptada por los historiadores, que la
gran mayoría de los modernos municipios están en el origen de las parroquias
del siglo XIX, e incluso antes.
«En cambio,
Zuaznávar vuelve a demostrarnos su perfecto conocimiento y su completo estudio.
Nos habla del Fuero, del que dice es de población y al que califica de primera
constitución canaria, y afirma que el Ayuntamiento, formado en virtud de lo que
los reyes ordenaron, fue único en la isla hasta que él, en los primeros años del
siglo XIX y de acuerdo con el Obispo Tavira [19], logró que se crearan otros en el interior, donde quiera que
se erigiesen parroquias. Muy tarde, si nos atenemos a la orden real aparecida
en el Fuero de que se creasen nuevos ayuntamientos donde quiera que se
considerase necesarios» (CULLEN DEL CATILLO
1978, p. 54).
De alguna manera el reconocimiento eclesiástico de la
parroquial y la segregación territorial de su feligresía, en lo civil motivó que
el Cabildo de la isla diera un tratamiento análogo, y así se evidenciaba en el
libro de registro de los repartimientos de tierras y aguas (RONQUILLO RUBIO et
AZNAR VALLEJO 1998):
[28-ago-1528
petición de Diego de Carvajal] «… solar que esta cabe su casa donde tiene
un horno que es en el heredamiento de Moya cabe una casa suya para fazer otra
casa e corral para sus bueyes e ganado fasta lindar al albercon de Moya…»
(p. 76).
[dd-jul-1537
petición de Juan de Cospedal (muy
deteriorado)] «… un solar que es en el
lugar de Moya que lynda con una casa de Alvaro (?) […] el qual dicho solar a ensenado el señor Juan de Escobedo R (egidor) […]
lo que vuestra señoria [el regidor] me cometyo y me paresçe que el solar se le
puede dar desde el horno de Albarizañez hasta alyndar con la casa de Bastian
Miguel…» (p. 90.
[11-dic-1538
petición del Regidor Alonso de Herrera]
«… laderas de tierra que están en el
barranco del Aumastel a la vanda de Moya ençima de las tierras que fueron de
Diego San Clemente y de las que fueron de Pedro Moreno…» (p. 62).
[10-jul-1542 petición
del doctor Alvaro de la Mata] «… unos pedaços y andenes de tierra en que
puede aber hasta siete hanegadas que están montuosos dentro del barranco del
Aumasel donde dizen el Trapiche linderos del cabo de arriba un Risco grande que
es a la hondonada de unas tierras de los herederos de Gaspar de Palençuela que aya
gloria e por abaxo el barranco e por ellos paa el atajo que va del Trapiche a
Moya que es tierra muy trabajosa… » (p. 110).
[26-oct-1545
petición de Diego de Carvajal] «… en los Fontanales çinquenta fanegadas
ençima del nasçimiento del agua qua dizen de Martyn de Vera alynde con tierras
de la una banda de Pero Sanchez vezino de Moya …» (p. 340).
[29-oct-1546
petición de Juan Dominguez] «… señores gobernador y regidores mandaron
que que se apregone es esta çibdad tres
días y al lugar de Moya e Galdar e Guia tres días de fiesta en cada lugar un
dia de fiesta […] que en el lugar de
Moya en domingo a dos de henero de mill e quinientos y quarenta e syete años
este dia a la puerta de Nuestra Señora de Candelaria saliendo la jete de la
misa mayor yo Diego de Ospedal escribano del dicho lugar ley la dicha petiçion
en presencia de todos… » (p. 434).
[23-ene-1549
petición de Pedro Borjes] «… Y después desto en veynte e nueve días
del mes de octubre e del dicho año estando en vysitaçion del lugar de Moya el
magnifico señor gobernador e los señores Pedro Azedo e Hernando de Herrera
Regidores… » (p. 511).
[11-sep-1554
petición de Juan Domínguez, vecino de
Moya] «… un pedaço de solar que esta
detrás de la huerta de Domingos Biçente junto con los Riscos…» (p. 242).
[11-sep-1554
petición de Antonio Gomez vecino de
Moya] «… un solar para hazer una casa en
dicho lugar de Moya que es lindero con un solar e huerta de Sebastian Miguel u
suegro e de sus herederos, e por otro lado un solar que oy dicho dia se a dado
a Juan Dominguez vezino de Moya e por delante calle Real… » (p. 242).
[18-sep-1556
petición de Juan de Ribera] «… para hazer un herido de molino […] pro utilidad desta isla especialmente de
los vecinos de Terore y de Moya e de Texeda e de toda la sierra…». (p. 251).
Como decíamos al principio de este apartado, el origen del
topónimo de Moya se sustenta en las huellas toponímicas de su
territorio, aunque no se conozca documento que lo acredite, y quedó consolidado
en los siglos a partir de la fundación de su parroquia, que concluiría como
ayuntamiento y municipio en el siglo XIX.
Y todo tiene su razón de ser en aquellos tiempos, pues como bien dice un refrán castellano en desuso sobre la discreción: “En la boca del discreto, lo público es secreto”, cuyo significado es explícito (INSTITUTO CERVANTES: Refranero):
Y todo tiene su razón de ser en aquellos tiempos, pues como bien dice un refrán castellano en desuso sobre la discreción: “En la boca del discreto, lo público es secreto”, cuyo significado es explícito (INSTITUTO CERVANTES: Refranero):
«Se aconseja la reserva y prudencia en el hablar, al tiempo
que elogia a quien mantiene reserva incluso en lo que es público o al no
comentar los hechos escandalosos, pese a ser del dominio público».
[18] Obra del presbítero del lugar citada
por los autores: MARRERO MARRERO, JOSÉ (1913). Apuntes para la historia de la villa de Moya. El Museo Canario: Ed. Inédita.
[19] Antonio Tavira y Almazán (1791-1796).
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