Actualización 5-may-2016
Municipio situado a 70,9 kilómetros
de la capital provincial e insular, en una altitud media de 33 metros
sobre el nivel del mar, y de 123,58 kilómetros cuadrados de
superficie que representa el 7,9% del total de la isla.
Hasta 2008 su nombre era San Nicolás de
Tolentino. Algunas fuentes adjudican la advocación al santo a la primitiva
ermita construida por los mallorquines en El Roque; y otros, al vínculo de
Tomás Grimón Nava que tuvo en su hacienda una ermita bajo la advocación de San
Nicolás. Todos los vestigios apuntan a que en la zona baja del valle de La
Aldea, cerca de la costa, se asentaban varios poblados aborígenes, de los que
quedan los actuales yacimientos arqueológicos de Los Caserones y Las
Gambuesillas, y otros cuyos restos han desaparecido, como el que se encontraba
en la zona de El Cruce. Era posiblemente uno de los asentamientos
aborígenes más importantes de la isla, distribuido a lo largo de la cuenca
principal y su red de barrancos, conocido como Artebirgo.
Panorámica (Rafael Peñate Navarro) |
En la época prehispánica era un asentamiento densamente
poblado, agrupado en torno al valle y el barranco de Tocodomán, con
importantes recursos agrícolas y pastoriles, que tenía su cabecera en el Lomo
de los Caserones. En el lado Sur de la playa se encuentra un entramado de
elementos prehistóricos, históricos y etnográficos del mayor interés, conocido
como El Roque y que es el origen del asentamiento
castellano. Muy cerca hallamos el final del cauce del barranco, en el que se ha
formado un charco de aguas salobres rodeado de tarajales, cañas, juncos y otras
plantas propias de estas charcas de transición.
Según
algunas fuentes, la principal data del valle de La Aldea aparece
vinculada, confusamente, a Pedro
Fernández Señorino de Lugo, en los primeros repartimientos entre 1485 y
1489 en el lugar de Nicolás,
primigenio nombre con el que es conocido (QUINTANA ANDRÉS, P.C.: “Estudio
Preliminar”, AHPLP Datas de Gran Canaria. Documentos para su estudio, Las
Palmas de GC, 2015).
Era
hermano del Adelantado Alonso Fernández
de Lugo, que también había recibido tierras en Agaete. Junto a esta
supuesta concesión aparecen otras, también difusas, en torno a personajes como Alonso Vázquez, el escribano Cristóbal de San Clemente y Juan de Siberio, algo más concretas las
de este último en el barranco de La Aldea, aguas arriba barranco de Tejeda por
los lindes conocidos de repartimientos posteriores; unas quizás de
repartimientos hoy desconocidos y otras adquiridas por usurpación de terrenos
públicos o realengos.
Casa, corrales y alpendre en Cuermeja (Patrinet) |
Por
la información biográfica documentada y compilada del Adelantado Alonso Fernández, conocemos de la familia de Pedro Fernández Señorino o de Lugo: «Miembro
de una familia de origen gallego asentada en Sevilla, Puerto de Santa María,
Cádiz y San Lúcar de Barrameda, Huelva, se trataba de gentes relacionadas con
las cabalgadas y el corso en las tierras y aguas africanas.
Era
hijo de Pedro Femández de Lugo, llamado también Señorino y de Inés de las
Casas, y hermano de Pedro Femández Señorino, casado con Isabel de las Casas;
Inés de Lugo , casada con Pedro Benítez; Isabel Femández de Lugo, casada con
Pedro Bemal de Girona y fray Luis de Lugo. El primer contacto conocido con las
Islas, de su familia directa, es el de su padre, que aparece en 1454-55 durante
los actos de toma de posesión de las Islas por Diego de Herrera e Inés Peraza.
Es armador y mercader, comerciando en las Islas, en Berbería y en Guinea. Cfr.
Pesquisa de Pérez de Cabitos» (CEBRIÁN LATASA, J.A.; Diccionario
biográfico de Conquistadores de Canarias, Sta. Cruz de Tenerife, 2003).
No
conociéndose constancia documental que Pedro
Fernandez Señorino, el mozo para
distinguirlo de su padre, fuera conquistador, pudiera ser que estas tierras
fueran datas concedidas a su padre Pedro
Fernandez Señorino por su participación antes dicha, y heredadas por su
hijo.
Después,
llegaron nuevos colonos pobladores que desplazaron a los aborígenes de las tierras bajo
riego para reasignarlas al cultivo de los cañaverales, productores del preciado
azúcar destinado a los mercados europeos, aprovechando las posibilidades que
ofrecía el "puerto", en aquella época una ensenada donde se varaban los barcos.
Los
pleitos por el agua en La Aldea se remontan al s. XVI,
motivados por la concesión de la data real de 1501. Las aguas son desviadas de
su curso natural para ser conducidas a la Ciudad por el túnel
de La Mina de La Culata de Tejeda, que se termina
de perforar en 1525. Los colonos de La Aldea recurren ante la
Chancillería de Granada, reclamando que las aguas que nacían en la cumbre de Tejeda discurrieran
libremente hasta el barranco de La Aldea, ya que constituían la
gruesa del primer heredamiento de aguas.
El Puerto en Playa de Arena (IDE Gran Canaria) |
La
pérdida de este pleito afectaría a las plantaciones de cañaverales, que luego
desaparecerían con la crisis azucarera por la competencia de las Américas. El
antiguo puerto, situado entre la Punta de la Aldea al Norte y
el Roque de la Aldea al Sur, es una buena ensenada con fondos
de fango arrastrados por el barranco de La Aldea y que está protegido de los
vientos del Norte, Noreste, Este y Sureste.
Figura ya en los mapas de 1507
como Gran Aldea o como Aldea por Leonardo Torriani
(1592), dado que allí se encontraba el gran poblado aborigen de Los
Caserones. Es de suponer que la antigüedad se utilizara como fondeadero
alternativo, al abrigo de los vientos de Suroeste, la Playa de
Arena donde desagua el barranco del Perchel, entre
las Puntillas del Verilillo al Norte y de la Salinilla al
Sur, protegidas por el Morro donde se sitúa el actual puerto abierto al Sur.
Después
de la Conquista, las tierras de la zona baja del valle estaban despobladas y
sin cultivar. Era un paisaje de lomas, majanos y barranquillos que llegaban al
barranco, un barranco muy ancho cubierto de tarahales, donde por
cualquier lado brotaba algún manantial. En la segunda mitad del s. XVI, se
sustituyen los cañaverales por millo, papas, hortalizas, etc., que alternaban
con las sementeras, y se exportaban a Tenerife, en su gran mayoría, a través
del puerto.
Ascendencia de Tomás de Nava Grimón (TABARES DE NAVA, T.: Abuelos de Abuelos, Sta. Cruz de Tenerife, 1970) |
Posiblemente
esa conexión con Tenerife despertó el interés por invertir de la familia del
regidor de Tenerife, Tomás Grimón, quien compró cantidad de
tierras labradías, lomas y hoyas, entre el barranco de La Aldea y
las Montañas de Amargar. Las propiedades fueron heredadas por el
nieto del regidor, Tomás de Nava y Grimón, primer marqués de Villanueva del
Prado, que ganó el primer pleito al Cabildo General y a los colonos que
denunciaron la usurpación de tierras de realengo.
La gran extensión de las tierras se refleja en el Vínculo de bienes instituido
por Tomás Nava Grimón, primer Marqués de Villanueva del Prado, en su testamento de 10 de junio de 1670, cuando dice que son cuatro mil ciento ochenta y cinco
fanegas y seis celemines del heredamiento de tierras, aguas, casas y molinos de La
Aldea; y, para ponerlas en rendimiento, promueve roturaciones de nuevas
parcelas, cedidas luego al partido de medias perpetuas, generando una atracción
de colonos entre 1650 y 1670.
Tajea de El Cruce (Patrinet) |
Los
pleitos se multiplicaban. El aumento de las tierras labradías exigió un aumento
del agua de riego. Se aprovechaban las aguas superficiales procedentes de la Caldera
de Tejeda, lo que motivó el pleito con los vecinos de Tejeda por
el histórico heredamiento de aguas, resolviendo siempre la Real
Audiencia que las aguas deberían discurrir libremente barranco abajo.
Continuaron en la primera mitad del siglo XVIII los pleitos entre los aldeanos
y los propietarios de las tierras, los Nava-Grimón, que seguían aumentando su
superficie a costa de usurpaciones sobre las tierras de realengos en Furel, Güygüy, Tasarte y Tasartico.
Y para rematar, tenían lugar ataques de los piratas. En 1742, los milicianos de
La Aldea, en los tarahales de El Charco, rechazaron a disparos de
fusil a una ola de desembarco de corsarios ingleses desde cuatro navíos
anclados en la playa.
Según
avanzaban los primeros decenios del siglo XVIII, fueron llegando a estas
tierras las acequias con el agua captada desde el interior del valle, bien lo
fueran superficiales o procedentes de la mina de aguas. La Acequia Real que
termina en El Roque debió trazarse desde tiempos anteriores a
este siglo. Luego llegó la Acequia de Jerez que acaba en La
Montañeta y más tarde la Acequia Alta o de La
Canal que muere en el Barranquillo de Las Canales-Los Molinos.
Cultivos (Pérez Ojeda, L. 1870 Fedac) |
Sostiene el cronista Francisco Suárez Moreno que gracias a estas
canalizaciones, comenzaron a trabajarse progresivamente las primeras cadenas
que se acondicionaron en el lugar para el cultivo de millo, papas y otros
cereales, dentro de la gran propiedad que en el interior del valle de La
Aldea conformaba el mayorazgo de la familia noble de Tenerife, los
Nava-Grimón, marqueses de Villanueva del Prado, conocida como La Casa.
Y
comienza el nuevo Pleito, a finales del siglo XVIII, que duraría siglos, que
sería el definitivo. Unas 200 familias venían cultivando al partido de
medias perpetuas la zona fértil del valle, dentro de los límites del
mayorazgo de los marqueses de Villanueva del Prado, la llamada luego Hacienda
Aldea de San Nicolás. Los colonos quedaban en posesión del dominio útil de
la tierra a cambio de la entrega de la mitad de la cosecha al propietario del
dominio eminente o directo; además, corrían con todos los costes del cultivo,
aportando La Casa el agua y, en los casos de siembra en
secano, las simientes. La mitad de la producción era recogida por un arrendatario
general que anualmente satisfacía una renta global a la Casa, casi siempre en
especies.
La raíz del conflicto agrario marqués-aldeanos residió en la carencia por parte
de aquel de datas originales, es decir, de los documentos de posesión otorgados
en los repartimientos, junto con la ausencia de detallados deslindes en las
posteriores traslaciones de dominio así como por la acción usurpadora sobre
bienes realengos anexos que agrandó el mayorazgo. El argumento de defensa del
marqués es uno muy recurrente: «¡Los documentos de propiedad fueron
destruidos en el incendio del archivo municipal por el holandés Van der Does en
1599!».
Almacén de tomates de la Casa Nueva (Patrinet) |
El nombramiento de
Presidente de la Junta Suprema de Canarias en la persona de Alonso de
Nava Grimón, VI marqués de Villanueva del Prado, en julio de 1808, fue
inmediatamente contestado por sus colonos, quienes decidieron resolver el
conflicto por su propia mano amotinándose en septiembre de aquel 1808 con la
toma y reparto de su hacienda. Eran los inicios del s. XIX en el que se
produjeron muchos motines de subsistencia en la isla debidos
al desabastecimiento por la invasión napoleónica en la Península.
Tras la independencia
parroquial de Tejeda, el territorio se consolida como
municipio moderno en 1812 con las Cortes de Cádiz, ya tiene un puerto en auge
en su enlace con Santa Cruz de Tenerife, la ampliación del camino real, la
construcción de molinos de gofio y la novedad de los primeros cultivos de
tomateros que abren nuevas expectativas económicas. La vuelta del Absolutismo y
la sentencia del Tribunal de la Real Audiencia de Canarias en favor de la casa
de Nava-Grimón el 16 de octubre de 1817 dice que «el Concejo y vecinos
de La Aldea de San Nicolás no han probado bien y cumplidamente su acción y
demanda». Se alcanzaba así un período de «paz obligada», que
acompañó a la sequía y a la cigarra africana.
A finales del s. XIX, la
Casa Nava-Grimón, acuciada por el impago de sus deudas, no pudo levantar las
hipotecas que gravaban su histórica Hacienda de La Aldea de San Nicolás y
que, en 1892, pasó tras un largo proceso judicial a propiedad de la familia
Pérez-Galdós, principal acreedor, por quinientas cinco mil pesetas, y, aunque
ya era llamada a partir del cambio de titularidad la «Casa Nueva»,
los colonos seguían en la defensa de sus derechos por la renta abusiva e
ilegalidad de la propiedad.
Entre 1923 y 1927, tras el traspaso de los derechos de propiedad de los Pérez
Galdós a un consorcio de cuatro propietarios, la conflictividad se acentuó. En
estos años, los últimos del Pleito por las tierras, en las fincas de El
Albercón y Las Marciegas también se sucedieron graves
conflictos de desalojos, aradas y posesiones a favor de la Casa Nueva y
en contra de los medianeros. Hubo una fuerte represión y detenciones continuas
de colonos. El 14 de febrero de 1927 el Ministro de Gracia y Justicia, Galo
Ponte, visitó San Nicolás de Tolentino y dio solución al
pleito a favor de los aldeanos.
Visita de Galo Ponte (Masch 1927 Fedac) |
Tras
la desaparición del latifundio, la dispersión geográfica de los pequeños
asentamientos poblacionales que existían, respaldada por el cambio en la
propiedad de las tierras y la mejora socioeconómica que comportó para el
municipio el cultivo del tomate, generó un entramado urbano de continuidad.
Los
distintos asentamientos se fueron aproximando entre sí a la vera de la
principal vía de comunicación, la carretera Agaete-Cruce Playa de
Mogán (GC-200) y la vía interior, calle Doctor Fleming, y donde
las fronteras de los antiguos caseríos dispersos por su apego a las tierras que
cultivan, El Albercón, Cuermeja, El Cruce, El
Hoyo, El Lomo, El Ribanzo, Jerez, La
Ladera, Las Marciegas, Las Rosas, Las
Tabladas, Los Cardones, Los Caserones, Los
Espinos, Los Molinos y Mederos se funden,
conformando un nuevo casco urbano lineal expandido, eso sí, preservando las
buenas tierras de cultivo.
Fuente: IDEE Instituto Geográfico Nacional |
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