domingo, 1 de abril de 2012

ALDEA DE SAN NICOLÁS

Actualización 5-may-2016
Municipio situado a 70,9 kilómetros de la capital provincial e insular, en una altitud media de 33 metros sobre el nivel del mar, y de 123,58 kilómetros cuadrados de superficie que representa el 7,9% del total de la isla.

Hasta 2008 su nombre era San Nicolás de Tolentino. Algunas fuentes adjudican la advocación al santo a la primitiva ermita construida por los mallorquines en El Roque; y otros, al vínculo de Tomás Grimón Nava que tuvo en su hacienda una ermita bajo la advocación de San Nicolás. Todos los vestigios apuntan a que en la zona baja del valle de La Aldea, cerca de la costa, se asentaban varios poblados aborígenes, de los que quedan los actuales yacimientos arqueológicos de Los Caserones y Las Gambuesillas, y otros cuyos restos han desaparecido, como el que se encontraba en la zona de El Cruce. Era posiblemente uno de los asentamientos aborígenes más importantes de la isla, distribuido a lo largo de la cuenca principal y su red de barrancos, conocido como Artebirgo.

Panorámica (Rafael Peñate Navarro)
En la época prehispánica era un asentamiento densamente poblado, agrupado en torno al valle y el barranco de Tocodomán, con importantes recursos agrícolas y pastoriles, que tenía su cabecera en el Lomo de los Caserones. En el lado Sur de la playa se encuentra un entramado de elementos prehistóricos, históricos y etnográficos del mayor interés, conocido como El Roque  y que es el origen del asentamiento castellano. Muy cerca hallamos el final del cauce del barranco, en el que se ha formado un charco de aguas salobres rodeado de tarajales, cañas, juncos y otras plantas propias de estas charcas de transición.

Según algunas fuentes, la principal data del valle de La Aldea aparece vinculada, confusamente, a Pedro Fernández Señorino de Lugo, en los primeros repartimientos entre 1485 y 1489 en el lugar de Nicolás, primigenio nombre con el que es conocido (QUINTANA ANDRÉS, P.C.: “Estudio Preliminar”, AHPLP Datas de Gran Canaria. Documentos para su estudio, Las Palmas de GC, 2015).

Era hermano del Adelantado Alonso Fernández de Lugo, que también había recibido tierras en Agaete. Junto a esta supuesta concesión aparecen otras, también difusas, en torno a personajes como Alonso Vázquez, el escribano Cristóbal de San Clemente y Juan de Siberio, algo más concretas las de este último en el barranco de La Aldea, aguas arriba barranco de Tejeda por los lindes conocidos de repartimientos posteriores; unas quizás de repartimientos hoy desconocidos y otras adquiridas por usurpación de terrenos públicos o realengos.

Casa, corrales y alpendre en Cuermeja (Patrinet)
Por la información biográfica documentada y compilada del Adelantado Alonso Fernández, conocemos de la familia de Pedro Fernández Señorino o de Lugo: «Miembro de una familia de origen gallego asentada en Sevilla, Puerto de Santa María, Cádiz y San Lúcar de Barrameda, Huelva, se trataba de gentes relacionadas con las cabalgadas y el corso en las tierras y aguas africanas.

Era hijo de Pedro Femández de Lugo, llamado también Señorino y de Inés de las Casas, y hermano de Pedro Femández Señorino, casado con Isabel de las Casas; Inés de Lugo , casada con Pedro Benítez; Isabel Femández de Lugo, casada con Pedro Bemal de Girona y fray Luis de Lugo. El primer contacto conocido con las Islas, de su familia directa, es el de su padre, que aparece en 1454-55 durante los actos de toma de posesión de las Islas por Diego de Herrera e Inés Peraza. Es armador y mercader, comerciando en las Islas, en Berbería y en Guinea. Cfr. Pesquisa de Pérez de Cabitos» (CEBRIÁN LATASA, J.A.; Diccionario biográfico de Conquistadores de Canarias, Sta. Cruz de Tenerife, 2003).

No conociéndose constancia documental que Pedro Fernandez Señorino, el mozo para distinguirlo de su padre, fuera conquistador, pudiera ser que estas tierras fueran datas concedidas a su padre Pedro Fernandez Señorino por su participación antes dicha, y heredadas por su hijo.

Después, llegaron nuevos colonos pobladores que desplazaron a los aborígenes de las tierras bajo riego para reasignarlas al cultivo de los cañaverales, productores del preciado azúcar destinado a los mercados europeos, aprovechando las posibilidades que ofrecía el "puerto", en aquella época una ensenada donde se varaban los barcos.

Los pleitos por el agua en La Aldea se remontan al s. XVI, motivados por la concesión de la data real de 1501. Las aguas son desviadas de su curso natural para ser conducidas a la Ciudad por el túnel de La Mina de La Culata de Tejeda, que se termina de perforar en 1525. Los colonos de La Aldea recurren ante la Chancillería de Granada, reclamando que las aguas que nacían en la cumbre de Tejeda discurrieran libremente hasta el barranco de La Aldea, ya que constituían la gruesa del primer heredamiento de aguas.

El Puerto en Playa de Arena (IDE Gran Canaria)
La pérdida de este pleito afectaría a las plantaciones de cañaverales, que luego desaparecerían con la crisis azucarera por la competencia de las Américas. El antiguo puerto, situado entre la Punta de la Aldea al Norte y el Roque de la Aldea al Sur, es una buena ensenada con fondos de fango arrastrados por el barranco de La Aldea y que está protegido de los vientos del Norte, Noreste, Este y Sureste.

Figura ya en los mapas de 1507 como Gran Aldea o como Aldea por Leonardo Torriani (1592), dado que allí se encontraba el gran poblado aborigen de Los Caserones. Es de suponer que la antigüedad se utilizara como fondeadero alternativo, al abrigo de los vientos de Suroeste, la Playa de Arena donde desagua el barranco del Perchel, entre las Puntillas del Verilillo al Norte y de la Salinilla al Sur, protegidas por el Morro donde se sitúa el actual puerto abierto al Sur.

Después de la Conquista, las tierras de la zona baja del valle estaban despobladas y sin cultivar. Era un paisaje de lomas, majanos y barranquillos que llegaban al barranco, un barranco muy ancho cubierto de tarahales, donde por cualquier lado brotaba algún manantial. En la segunda mitad del s. XVI, se sustituyen los cañaverales por millo, papas, hortalizas, etc., que alternaban con las sementeras, y se exportaban a Tenerife, en su gran mayoría, a través del puerto. 
 
Ascendencia de Tomás de Nava Grimón
(TABARES DE NAVA, T.: Abuelos de Abuelos, Sta. Cruz de Tenerife, 1970)
Posiblemente esa conexión con Tenerife despertó el interés por invertir de la familia del regidor de Tenerife, Tomás Grimón, quien compró cantidad de tierras labradías, lomas y hoyas, entre el barranco de La Aldea y las Montañas de Amargar. Las propiedades fueron heredadas por el nieto del regidor, Tomás de Nava y Grimón, primer marqués de Villanueva del Prado, que ganó el primer pleito al Cabildo General y a los colonos que denunciaron la usurpación de tierras de realengo.

La gran extensión de las tierras se refleja en el Vínculo de bienes instituido por Tomás Nava Grimón, primer Marqués de Villanueva del Prado, en su testamento de 10 de junio de 1670, cuando dice que son cuatro mil ciento ochenta y cinco fanegas y seis celemines del heredamiento de tierras, aguas, casas y molinos de La Aldea; y, para ponerlas en rendimiento, promueve roturaciones de nuevas parcelas, cedidas luego al partido de medias perpetuas, generando una atracción de colonos entre 1650 y 1670.

Tajea de El Cruce (Patrinet)
Los pleitos se multiplicaban. El aumento de las tierras labradías exigió un aumento del agua de riego. Se aprovechaban las aguas superficiales procedentes de la Caldera de Tejeda, lo que motivó el pleito con los vecinos de Tejeda por el histórico heredamiento de aguas, resolviendo siempre la Real Audiencia que las aguas deberían discurrir libremente barranco abajo. Continuaron en la primera mitad del siglo XVIII los pleitos entre los aldeanos y los propietarios de las tierras, los Nava-Grimón, que seguían aumentando su superficie a costa de usurpaciones sobre las tierras de realengos en FurelGüygüyTasarte y Tasartico. Y para rematar, tenían lugar ataques de los piratas. En 1742, los milicianos de La Aldea, en los tarahales de El Charco, rechazaron a disparos de fusil a una ola de desembarco de corsarios ingleses desde cuatro navíos anclados en la playa.

Según avanzaban los primeros decenios del siglo XVIII, fueron llegando a estas tierras las acequias con el agua captada desde el interior del valle, bien lo fueran superficiales o procedentes de la mina de aguas. La Acequia Real que termina en El Roque debió trazarse desde tiempos anteriores a este siglo. Luego llegó la Acequia de Jerez que acaba en La Montañeta y más tarde la Acequia Alta o de La Canal que muere en el Barranquillo de Las Canales-Los Molinos.

Cultivos (Pérez Ojeda, L. 1870 Fedac)
Sostiene el cronista Francisco Suárez Moreno que gracias a estas canalizaciones, comenzaron a trabajarse progresivamente las primeras cadenas que se acondicionaron en el lugar para el cultivo de millo, papas y otros cereales, dentro de la gran propiedad que en el interior del valle de La Aldea conformaba el mayorazgo de la familia noble de Tenerife, los Nava-Grimón, marqueses de Villanueva del Prado, conocida como La Casa.

Y comienza el nuevo Pleito, a finales del siglo XVIII, que duraría siglos, que sería el definitivo. Unas 200 familias venían cultivando al partido de medias perpetuas la zona fértil del valle, dentro de los límites del mayorazgo de los marqueses de Villanueva del Prado, la llamada luego Hacienda Aldea de San Nicolás. Los colonos quedaban en posesión del dominio útil de la tierra a cambio de la entrega de la mitad de la cosecha al propietario del dominio eminente o directo; además, corrían con todos los costes del cultivo, aportando La Casa el agua y, en los casos de siembra en secano, las simientes. La mitad de la producción era recogida por un arrendatario general que anualmente satisfacía una renta global a la Casa, casi siempre en especies.

La raíz del conflicto agrario marqués-aldeanos residió en la carencia por parte de aquel de datas originales, es decir, de los documentos de posesión otorgados en los repartimientos, junto con la ausencia de detallados deslindes en las posteriores traslaciones de dominio así como por la acción usurpadora sobre bienes realengos anexos que agrandó el mayorazgo. El argumento de defensa del marqués es uno muy recurrente: «¡Los documentos de propiedad fueron destruidos en el incendio del archivo municipal por el holandés Van der Does en 1599!».

Almacén de tomates de la Casa Nueva (Patrinet)
El nombramiento de Presidente de la Junta Suprema de Canarias en la persona de Alonso de Nava Grimón, VI marqués de Villanueva del Prado, en julio de 1808, fue inmediatamente contestado por sus colonos, quienes decidieron resolver el conflicto por su propia mano amotinándose en septiembre de aquel 1808 con la toma y reparto de su hacienda. Eran los inicios del s. XIX en el que se produjeron muchos motines de subsistencia en la isla debidos al desabastecimiento por la invasión napoleónica en la Península.

Tras la independencia parroquial de Tejeda, el territorio se consolida como municipio moderno en 1812 con las Cortes de Cádiz, ya tiene un puerto en auge en su enlace con Santa Cruz de Tenerife, la ampliación del camino real, la construcción de molinos de gofio y la novedad de los primeros cultivos de tomateros que abren nuevas expectativas económicas. La vuelta del Absolutismo y la sentencia del Tribunal de la Real Audiencia de Canarias en favor de la casa de Nava-Grimón el 16 de octubre de 1817 dice que «el Concejo y vecinos de La Aldea de San Nicolás no han probado bien y cumplidamente su acción y demanda». Se alcanzaba así un período de «paz obligada», que acompañó a la sequía y a la cigarra africana.
 
Ascendencia del VI marqués de Villanueva del Prado (IBIDEM)
A finales del s. XIX, la Casa Nava-Grimón, acuciada por el impago de sus deudas, no pudo levantar las hipotecas que gravaban su histórica Hacienda de La Aldea de San Nicolás y que, en 1892, pasó tras un largo proceso judicial a propiedad de la familia Pérez-Galdós, principal acreedor, por quinientas cinco mil pesetas, y, aunque ya era llamada a partir del cambio de titularidad la «Casa Nueva», los colonos seguían en la defensa de sus derechos por la renta abusiva e ilegalidad de la propiedad.

Entre 1923 y 1927, tras el traspaso de los derechos de propiedad de los Pérez Galdós a un consorcio de cuatro propietarios, la conflictividad se acentuó. En estos años, los últimos del Pleito por las tierras, en las fincas de El Albercón y Las Marciegas también se sucedieron graves conflictos de desalojos, aradas y posesiones a favor de la Casa Nueva y en contra de los medianeros. Hubo una fuerte represión y detenciones continuas de colonos. El 14 de febrero de 1927 el Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, visitó San Nicolás de Tolentino y dio solución al pleito a favor de los aldeanos.

Visita de Galo Ponte (Masch 1927 Fedac)
Tras la desaparición del latifundio, la dispersión geográfica de los pequeños asentamientos poblacionales que existían, respaldada por el cambio en la propiedad de las tierras y la mejora socioeconómica que comportó para el municipio el cultivo del tomate, generó un entramado urbano de continuidad.

Los distintos asentamientos se fueron aproximando entre sí a la vera de la principal vía de comunicación, la carretera  Agaete-Cruce Playa de Mogán (GC-200) y la vía interior, calle Doctor Fleming, y donde las fronteras de los antiguos caseríos dispersos por su apego a las tierras que cultivan, El AlbercónCuermeja, El CruceEl HoyoEl LomoEl RibanzoJerez, La LaderaLas MarciegasLas RosasLas TabladasLos CardonesLos CaseronesLos Espinos, Los Molinos Mederos se funden, conformando un nuevo casco urbano lineal expandido, eso sí, preservando las buenas tierras de cultivo.


Fuente: IDEE Instituto Geográfico Nacional


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