La toponimia como ciencia que estudia del origen y significación de los nombres propios de lugar, al referirse a un espacio territorial delimitado por el mar y a un tiempo determinado como ocurre con la isla de Gran Canaria, hay que tener en cuenta la preexistencia de la cultura aborigen, y la propia cultura de los conquistadores en los cuales concurrían diferentes lugares de procedencia y distintas lenguas, de donde puede deducirse que arribaron a la isla multitud de culturas en las últimas décadas del siglo XV, tiempos en que aún no había concluído la llamada Reconquista de la península ibérica y cohabitaban diferentes reinos además del poder de la nobleza dentro de un sistema feudal.
Debe además tenerse en cuenta que en la tarea de la Conquista de las Islas se enrolaron muchos que encontraban en la aventura una fácil manera de obtener prebendas, riquezas y patrimonios, además de los intereses económicos especulativos o tributarios que persiguieron aquellos que la financiaron, entre los que destacan los banqueros genoveses y la propia Iglesia por las bulas a que se acogieron los Reyes Católicos, además de algunos conquistadores.
El lenguaje utilizado en la creación de los topónimos tendrá por tanto muchas mutaciones hasta nuestros días, más aún cuando de forma generalizada se produjo un "aislamiento" lingüistico de siglos con respecto a la metrópoli, de donde "el español de Canarias" es particular, y el mestizaje de lenguas y culturas creó lo que se conoce por "canarismos". Por todo ello debemos tener en cuenta las siguientes notas preliminares:
Debe además tenerse en cuenta que en la tarea de la Conquista de las Islas se enrolaron muchos que encontraban en la aventura una fácil manera de obtener prebendas, riquezas y patrimonios, además de los intereses económicos especulativos o tributarios que persiguieron aquellos que la financiaron, entre los que destacan los banqueros genoveses y la propia Iglesia por las bulas a que se acogieron los Reyes Católicos, además de algunos conquistadores.
El lenguaje utilizado en la creación de los topónimos tendrá por tanto muchas mutaciones hasta nuestros días, más aún cuando de forma generalizada se produjo un "aislamiento" lingüistico de siglos con respecto a la metrópoli, de donde "el español de Canarias" es particular, y el mestizaje de lenguas y culturas creó lo que se conoce por "canarismos". Por todo ello debemos tener en cuenta las siguientes notas preliminares:
En aquellos nombres de localizaciones que se correspondan con topónimos aborígenes prehispánicos, anteriores a la Conquista Castellana, no se mencionan las distintas grafías, antiguas o no, citadas por distintos historiadores y/o investigadores, ya que, por la dificultad de la transcripción al castellano de los términos de una lengua ajena y desconocida para los conquistadores españoles, como es el caso de la lengua guanche, pudieron resultar desvirtuadas.
Dado que muchas transcripciones de la lengua aborigen lo son al castellano antiguo de los siglos XV y XVI, se ignoran las tildes o acentos, y no se consideran las distintas grafías motivadas por los usos antiguos y las modernas reglas gramaticales, especialmente en cuanto al uso de la B o V; la C, S o Z; y la H, J o X, prevaleciendo, por tanto, el término vivo recogido por la tradición oral que ha llegado a nuestros días. Sin olvidarnos del "seseo" canario.
Además hay observar el reajuste de las consonantes sibilantes, un proceso de evolución fonética característico del castellano que tuvo lugar en los siglos XVI y XVII dando origen al sistema consonántico actual del idioma español.
Se incluye el significado de un vocablo de la lengua aborigen en el caso de que hubiera sido investigado por filólogos, o la notoriedad que el lugar representaba para la cultura aborigen según los distintos historiadores.
Hay que tener en cuenta que los documentos históricos no suelen explicar el origen de los topónimos o nombres propios de los lugares, salvo excepciones.
Resulta necesario aclarar la costumbre al uso de dar a los barrancos el mismo nombre del lugar, por lo que es habitual que el barranco de una misma cuenca reciba distintos nombres a lo largo de su recorrido, con alguna excepción que confirma la regla.
Salvo que su denominación obedezca a topónimos históricos o con noticias de interés, no se tratan los nombres de las urbanizaciones modernas y de nueva planta que obedecen a criterios eminentemente comerciales del promotor.
He considerado oportuno incluir una breve explicación de las diferentes figuras jurídicas del Antiguo Régimen, relativas a la propiedad de la tierra y sus aguas, y vigentes hasta el siglo XIX, por las distintas menciones que se hacen en las noticias de los lugares o en sus topónimos. El Antiguo Régimen en Canarias comprende desde la Conquista hasta la aparición de las Leyes de Desamortización.
Se incluyen también determinadas voces muy vinculadas a la tierra y a las aguas en la isla, a la moneda corriente, así como a la genealogía y a la burguesía o Alta Sociedad mencionadas en las noticias encontradas que se dan.
Estas aclaraciones son necesarias para comprender dichas noticias, pues inmediatamente a la Conquista, las tierras se entregan como grandes haciendas o cortijos que monopolizan la circulación de los capitales de sus respectivas comarcas y conforman los grupos de poder local, en los que convergen los principales propietarios, escribanos, milicias y el clero.
La tierra es el principal bien que sostiene la producción y es también el sistema de acumulación de capitales durante el Antiguo Régimen. El pequeño tamaño de la isla, el limitado espacio de tierras fértiles y el control del agua motivan una progresiva concentración de tierras y aguas, que los propios primeros propietarios «blindan» para que no puedan ser divididos y vendidos, vinculando los bienes en un sistema conocido con el nombre de «Antiguo Régimen», que impide jurídicamente que otras clases sociales puedan acceder a la propiedad.
Por esta razón, dado el robo de los archivos del Cabildo General por las tropas de Pieter van der Does en 1599 y la destrucción de archivos por el incendio del Ayuntamiento y Audiencia en 1842, los documentos notariales adquieren un valor importante, así como la aparición de las distintas Leyes de Desamortización y sus consecuencias. Estas son las escasas fuentes de información de los distintos historiadores, que de alguna forma arrojan un poco de luz al acontecer de los desconocidos siglos XVI y XVII.
Cartografía de Willem Jansz Blaeu de 1608-1630 (Juan Tous) |
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