Actualización:
2013/08/22
Este topónimo
se corresponde con el lugar de tierras de cultivos situado entre Tres
Cruces y Bascamao. En la antigüedad, la profesión de alguacilejo,
según el DRAE, se correspondía con el «regidor o gobernador de una
ciudad o comarca, con jurisdicción civil y criminal», si bien esta
definición se refiere al Alguacil Mayor, pues además existían Alguaciles
Ordinarios y Alguaciles de la Tierra. En Gran Canaria existían múltiples
Alguaciles de la Tierra, lo que motivó una real cédula para que solo hubiese un
Alguacil Mayor y otro para las restantes villas y lugares.
Cuevas de alpendres y pajar (Fedac) |
Historias
de humillantes alguaciles de conquistadores sobre conquistados hay
diversas y quizás la más relevante la escribió como relato histórico
NESTOR ÁLAMO (Thenesoya Vidina y más tradiciones, Sta. Cruz de Tenerife, 1959) cuando dice:
«Así fué el domingo, 15 de marzo de 1528. Después de misa. Están en su casa Luisa de Betancort y sus hijos. Aparecen el Alcalde Mayor de la villa de Gáldar, Juan de Vargas y el Regidor de la Isla, Jerónimo de Pineda, tío del famoso -por su muerte airada- Hernando de Pineda. Todos gentes de Castilla. Vienen con mandamiento de la autoridad superior a cobrar el tributo de la moneda forera a los pecheros y villanos. Y la familia de Betancort está comprendida en el padrón de éstos.
La raza orgullosa, se revolvió en Doña Luisa y volvió a ser la Princesa Thenesoya. Denostó e hizo valer los derechos de su sangre. Además había casado con hidalgo notorio; y en sus armas, por campo de plata, rampaba un león, de sable la lengua...
Largo hubieron de litigar doña Luisa y sus hijos para que su origen y nobleza les fuesen reconocidos. En información de hidalguía incoada para hacer valer sus derechos, declaran la Princesa Real Masequera, llamada ahora doña Catalina de Guzmán; Gonzalo de Aguilar, Adán de Acedo, Juan de Soria, Antón de Cerezo, Pedro de Argüello y Fernando de Vera. Y en litigio enredado anduvieron hasta el sábado, veinte y siete del mes de febrero de 1529 en que el Licenciado Espinosa reconoce la nobleza de la Casa de Bethencourt o Betancor, más noble aún por su entronque con la Diana nadadora de la Gran Canaria».
Pero los abusos obedecían en gran medida a los pleitos por la posesión de las tierras, y más próximo al lugar tenemos que en ese mismo siglo XVI era Alguacil de Gáldar y Guía el antes mencionado Alonso de Soria, hijo del conquistador Juan de Quintana, de quien algunos beneficiados con tierras en el Palmital decían que «... agora andandolas desmontando Alonso de Soria nos ha perturbado sin razon ninguna porque estan fuera de los mojones de la montaña ...», de donde por cumplir con sus obligaciones de velar por la tierras de realengo para que no las roturaran, le pudieron apodar "el alguacilejo", pudiéndose granjear enemistades entre los mismos, y más aún cuando éstos son vecinos.
«Así fué el domingo, 15 de marzo de 1528. Después de misa. Están en su casa Luisa de Betancort y sus hijos. Aparecen el Alcalde Mayor de la villa de Gáldar, Juan de Vargas y el Regidor de la Isla, Jerónimo de Pineda, tío del famoso -por su muerte airada- Hernando de Pineda. Todos gentes de Castilla. Vienen con mandamiento de la autoridad superior a cobrar el tributo de la moneda forera a los pecheros y villanos. Y la familia de Betancort está comprendida en el padrón de éstos.
La raza orgullosa, se revolvió en Doña Luisa y volvió a ser la Princesa Thenesoya. Denostó e hizo valer los derechos de su sangre. Además había casado con hidalgo notorio; y en sus armas, por campo de plata, rampaba un león, de sable la lengua...
— Conque idos con Dios, mis señores, que hidalgos somos y no villanos
pecheros, y no hemos de pagar pechos ni alcabala alguna. Así que idos con Dios
y Santa María.
Eras (Fedac) |
No fué bastante la respuesta y ordenaron
los señores de la autoridad tomar prendas a Thenesoya y sus hijos. El
alguacilejo silbante puso su mano bellaca sobre el cuerpo noble de
quien tanto contribuyó a hacer española la Isla, y tomó de él un manto negro de
sarga; de Arriete de Betancort una escopeta y de su hermano Juan Perdomo, un
moquero, labrado de negro.
Largo hubieron de litigar doña Luisa y sus hijos para que su origen y nobleza les fuesen reconocidos. En información de hidalguía incoada para hacer valer sus derechos, declaran la Princesa Real Masequera, llamada ahora doña Catalina de Guzmán; Gonzalo de Aguilar, Adán de Acedo, Juan de Soria, Antón de Cerezo, Pedro de Argüello y Fernando de Vera. Y en litigio enredado anduvieron hasta el sábado, veinte y siete del mes de febrero de 1529 en que el Licenciado Espinosa reconoce la nobleza de la Casa de Bethencourt o Betancor, más noble aún por su entronque con la Diana nadadora de la Gran Canaria».
Pero los abusos obedecían en gran medida a los pleitos por la posesión de las tierras, y más próximo al lugar tenemos que en ese mismo siglo XVI era Alguacil de Gáldar y Guía el antes mencionado Alonso de Soria, hijo del conquistador Juan de Quintana, de quien algunos beneficiados con tierras en el Palmital decían que «... agora andandolas desmontando Alonso de Soria nos ha perturbado sin razon ninguna porque estan fuera de los mojones de la montaña ...», de donde por cumplir con sus obligaciones de velar por la tierras de realengo para que no las roturaran, le pudieron apodar "el alguacilejo", pudiéndose granjear enemistades entre los mismos, y más aún cuando éstos son vecinos.
Cultivos en el valle (caminosdecanarias-blogspot) |
Así lo cuenta
cuando el 5 de agosto de 1545 solicita la data de una cueva diciendo: «...que
yo tengo adobada y adereçada una queva y le tengo echada puerta, la qual esta
dentro de unas mis tierras que son en el termino de la dicha villa de Galdar
que dizen de la Fuente del Poleo la qual es debaxo de otra queva sobre
que troximos pleito Maria de Betancor e yo la qual me an quitado della e
por que yo tendo neçesidad de la dicha queva para que me recoja con mi
muger e hijos para labrar y senbrar en mis tierras ...» (RONQUILLO, M.
Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de Gran Canaria, Las Palmas de
GC, 1998).
Estas tierras permanecieron como propiedad eclesiástica durante siglos y fueron
aprovechadas para el pastoreo. Pertenecían al Convento de San Bernardo de la Ciudad, que las había comprado a Mariana Mireles
y otros. Una extensión de doscientas fanegas y tres celemines del «Cortijo El Alguacilejo, labradío y
arrifes, cuatro cuevas, ocho pajares y gañanías». Estas tierras eran arrendadas
conjuntamente con las que tenía el Convento en Ábalos, hasta su remate por la desamortización. Fueron vendidas el 12 de julio de
1844 a José Cristóbal de Quintana, vecino de Guía, por 817.005 reales de
vellón.
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