viernes, 25 de noviembre de 2016

NIÑA, LUGAR Y PRESA DEL CAIDERO DE LA (ARTENARA Y TEJEDA)

El topónimo primigenio del Caidero de la Niña nos remonta a las tristes historias que se mantienen en la tradición oral que pasaron de abuelos a padres y de padres a hijos, donde lo fundamental fue que una niña se despeñó y murió en el caidero situado en la banda sur del Barranco de los Juncos, en la jurisdicción de Tejeda, un no recordado día de un mes y un año que con muchas probabilidades pudiera corresponder al siglo XIX.
 
El Caidero de la Niña (Google Earth)
Eran tiempos en que estas trágicas noticias no aparecían en los medios de comunicación, no porque no fueran importantes o carentes del sentimiento humano, sencillamente porque en aquellos tiempos en que aconteció el accidente, no existían los medios escritos de comunicación social, o simplemente porque fue conocida sólo en el ámbito de la población de La Aldea, que es el asentamiento humano más próximo a ese caidero del Barranco de los Juncos, a unos escasos cuatro kilómetros y medio del Barrio histórico aldeano.

Es el cauce de este barranco el que conforma la demarcación jurisdiccional de los municipios de Artenara y Tejeda, ambos colindantes al poniente con el municipio de la Aldea de San Nicolás, el primero aproximadamente en la junta del tributario Barranco Salado, y el segundo algo más abajo, al pie del Morro del Salado.


Localización "Cruz de la Peña" (IDE Gran Canaria)
Muy vagas son las referencias que se tienen, y las que quedan de la tradición oral nos la cuenta el amigo y Cronista de la Aldea, Francisco Suárez Moreno: «Dicen que estaba por allí una niña de algún pastor y un carnero le dio un topazo y la tiró por aquel salto o caidero que a partir de ahí tomó el nombre. Frente a ese caidero hay una peña que se descubre cuando baja el nivel del agua de la presa donde hasta los años setenta creo veíamos la Cruz de la Niña en dicha peña. El topónimo de ‘Cruz de la Peña’ que es la cruz de la niña muerta y así le llamábamos La Peña de La Cruz y era una marca de la altura del agua de la presa, que se decía ya el agua llegó o tapó La Cruz».

No debe confundirse esta cruz con la conocida de Nicolás Álamo León, que se encuentra en los escarpes de la banda de Artenara. La cartografía del IDE la sitúa aguas arriba de la junta del Barranco de Tejeda con el Barranco de Siberio, junto a la vertiente sur del primero según puede apreciarse en el detalle a gran escala que se inserta.
 
Banda de Tejeda de la presa (Kateřina Zajíčková)
Algo más de un cuarto siglo después, los aldeanos recibían el 14 de febrero de 1927, con ilusión y esperanzados, al Ministro de Gracia y Justicia Galo Ponte Escartín, quien llegaba en el vapor ‘La Palma’, procedente del puerto de La Luz. La noticia de su llegada había movilizado a toda la Aldea, pues estaba en juego la propiedad de las tierras que venían trabajando como “colonos” desde los tiempos de la conquista. En ellas sus antepasados que un día llegaron allí para asentarse en el lugar, abuelos de abuelos de los que ahora labraban y cosechaban, quienes reivindicaban la propiedad de las tierras y buscaban el amparo de la justicia social.

Ese día de san Valentín, el ministro convocó a las comisiones de las dos partes, propietarios y colonos a bordo del vapor para iniciar la discusión y cuya crónica de lo acontecido encontramos en la nota oficial del ministerio publicado por el Diario de Las Palmas de cuatro días después.

«Mostráronse las dos partes, capitaneadas cada una por un sacerdote, muy intransigentes, insistiendo los propietarios en que los colonos cultivasen las tierras a medias y los colonos en adquirir el dominio pleno mediante determinada indemnización a los propietarios. El Ministro obtuvo, por fin, que las dos partes aceptasen la siguiente conclusión:

Localización del Caidero de la Niña (IDE Gran Canaria)
“Conceder un plazo para que los colonos, incluso los que han sido desahuciados, adquieran los terrenos que cultivan de los propietarios, para quienes será obligatoria la venta en el precio y demás condiciones que se establezcan. El Estado anticipará a los colonos lo que se convenga. Pasado ese plazo, los propietarios serán reconocidos dueños sin que los colonos que no lo hayan utilizado tengan derecho alguno”. 
Comenzó luego la discusión sobre cual sería el precio que debieran pagar los colonos y quien en caso de no haber acuerdo entre propietarios y colonos habría de fijarlo. Desde luego se advirtió en los propietarios una tendencia a obtener un precio que sumarían no millones de pesetas, sino de duros, lo cual fué rechazado en absoluto por el Ministro, conviniéndose entonces en que hoy se reunirían las dos comisiones con el Ministro en el “Hotel Metropole” para tratar de llegar a un acuerdo definitivo. 
En la reunión de hoy después de ratificar las dos representaciones su conformidad con la base acordada anteayer y de aceptar que la solución se consignase en un Decreto Ley de la Presidencia del Consejo de Ministros». 
La gran expectación por la llegada de Galo Ponte (Teodoro Maisch - Fedac)
Despejados los mayores obstáculos, la disposición a la venta de la tierra por parte de los propietarios, así como el arbitraje del precio y la financiación de la compra por el Estado, la ilusión de siglos comenzaba a tocarse por los aldeanos para acceder con dignidad a las tierras que venían cultivando como colonos. Dulce sabor amargo, pues a continuación vendría el esfuerzo continuado para hacer frente al pago de las tierras. Pero el cultivo de las tierras demandaba aguas para su riego, más aún cuando se intentaba su cultivo de forma intensiva para poder hacer frente al compromiso de pago y el sostenimiento de la familia.

Paradójicamente, el Barranco de los Juncos por temporadas traía demasiada agua que terminaba en el mar, que en muchas ocasiones cuando las lluvias eran torrenciales en la Caldera de Tejeda, al valle llegaba un aluvión que desbordaba el cauce natural inundando los terrenos de cultivos en ambas márgenes, perdiéndose las cosechas y dejando anegado todo el territorio. Ello condicionaba la vida de los aldeanos, pues para volver a plantar, antes deberían bajar las aguas, secarse las tierras, volverlas a roturar, reconstruir las acequias y aperos de labranza.

Construyendo la presa en may-1951
 (recogida por Jaime González Gonzálvez en su blog)
Y aunque se tuviera dinero para hacerlo, que no se tenía por los nuevos propietarios viejos colonos, que seguían pagando sus compromisos, la familia tenía que alimentarse y supervivir con salud para afrontar el mayor esfuerzo, pues todos tenían que apechugar. Esta situación de calamidad pública tras las lluvias torrenciales y la magua por que la preciada agua llegara al mar, cuando era muy necesaria para el duro, largo y seco estío del verano, que en la Aldea comienza y termina un mes antes y después de la estación. Lo habían intentado elevando el agua de las entrañas de la tierra, con molinos de vientos, incluso ayudados por los motores que les ofrecía Mr. Leacock, pero también el gasoil costaba mucho.

Por las tardes se reunían en la casa del pueblo, o en el bar de la esquina, y hablaban entre ellos de la posibilidad de juntarse los cultivadores para construir una ‘represa’, que frenara los aluviones y retuviera el agua para los fuertes veranos, y así constituyeron una Comunidad de Regantes con el objetivo se construcción. Las cosechas del tomate podían aumentar y asociándose en cooperativas incluso pensaban en mandar el tomate ‘pa fuera’. Pero para mayor desgracia, en julio de 1936 aconteció el golpe de Estado, aquel que unos llamaron el ‘alzamiento nacional’ que dio lugar a la Guerra Civil, que estableció distancias entre unos y otros por cuestiones ideológicas.

Terminada la guerra en 1939, cuando ninguna ‘autoridad’ venida a más, les requería con la obligación de ‘salvar a la Patria’, comenzaban de nuevo a recordar de aquellos intereses de la Comunidad de Regantes para obtener el agua para las tierras, y reaparecía de nuevo el eterno problema de los dineros. Alguno de ellos comentó que 1940 el gobierno había creado la Obra Sindical de Colonización, con la finalidad de ayudar al campo porque el País necesitaría tener lo que consume porque los demás países no querían ayudar a España porque era una ‘dictadura’ ─sistema económico conocido como autarquía─ y que habían construido un pozo en Ciudad Real para el regadío.

«… También en 1940, pero el 25 de noviembre, se dicta la Ley sobre Colonización de Interés Local por lo cual se auxiliaban y financiaban proyectos encaminados a la realización de mejoras tanto a nivel privado como municipal. Una de las provincias donde se realizaron más actuaciones será Ciudad Real, con la apertura de pozos para transformar tierras de secano en regadío o se construyó por medio de la Obra Sindical de colonización durante 1941, el primer grupo sindical en Daimiel con 400 productores que construyeron un pozo que permitió implantar una amplia zona de regadío» (ALMARCHA NUÑEZ-HERRADOR, M.E. (1997). Arquitectura y urbanismo rural durante el período de la autarquía en Castilla-La Mancha, Tesis Doctoral Universidad Complutense. Cuenca: Ed.  Universidad de Castilla-La Mancha, p. 197). 
Fotografía de 1965 (Günter Kunkel - Fedac)
Conocida esta posibilidad los cultivadores aldeanos, y realizados los estudios previos de considerar que el mejor lugar para la construcción de la presa era algo más abajo del Caidero de la Niña, que se recordaba con aquella cruz que sus padres pastores de Tejeda allí colocaron en memoria y recuerdo de su hija, dado que allí el Barranco de los Juncos conformaba un estrecho cañadón, entre altas vertientes, deciden movilizar al alcalde que era además, el Jefe Local de la Falange.

El alcalde logró que el ingeniero Verástegui enviado por la Obra Sindical visitara la Aldea en enero de 1942 para conocer del lugar, hacer un proyecto y presupuestarlo. Meses después y habiéndose informado el alcalde con el gobierno civil de las facilidades de financiación y de los pasos siguientes, obtuvo también el compromiso de asistencia de gestores sindicales, convocando a todos los interesados de la Comunidad de Regantes para el domingo 27 de septiembre de 1942.

«El acto, sencillo pero de enorme trascendencia, se inició con unas palabras del alcalde, que es a la vez Presidente de aquel Organismo, quien hizo, con palabras cálidas, la presentación de las jerarquías sindicales que a continuación se iban a dirigir a los aldeanos, exhortandoles a que tuvieran fé y disciplina, y sobre todo, una gran confianza en los hombres de la Falange que interesadamente se acercaban a ellos para prestarles toda clase de ayuda y colaboración en la gran empresa que ha de reportar extraordinarios beneficios a la cultura de la Aldea. 

 Vista desde la cabecera (caminosdecanarias.blogspot-com)
Después habló el Vice-secretario de Ordenación Social, quien se extendió sobre la necesidad de la construcción de la mencionada presa, para la que el Estado prestara su máximo apoyo económico, refiriéndose a la ineludible necesidad en que se encuentra la Hermandad de Labradores y Ganaderos de la Aldea de San Nicolás ─la primera constituida en la isla— de acoger en su seno al grupo de Colonización que se forme, trabajando con todo entusiasmo e interés por el feliz logro de las aspiraciones de los interesados en la construcción de la presa. 
Terminó explicando los anhelos de la Falange en lo que al campo se refiere, que están justificados en la esencia misma de sus postulados, haciendo mención al punto 18 de la norma programática del Partido que afecta a los problemas agrícolas» (FALANGE, 30-septiembre-1942). 
Algunos de los asistentes sabían que aquello eran las típicas peroratas de los ‘falangistas’, pero tocaba tragar sapos si con ello obtenían las ‘perritas’ para la construcción de la presa que tanto ansiaban. Y aun así, a los aldeanos les iba a costar poner diez de cada cien pesetas invertidas.  Luego el entendido en la materia que había venido de Las Palmas, empezó a dar más detalles y aquello empezaba a tener algo más de sustancia.

«A continuación el jefe de la Obra Sindical de Colonización dio, lectura a los fundamentos de carácter económico y social en que se basa la misma, haciendo ver a los reunidos la urgente necesidad de una estrecha colaboración entre los mismos, pues ésta es imprescindible para que el Estado nacional-sindicalista, de acuerdo con los proyectos y planos presentados, conceda la correspondiente ayuda económica para la construcción del embalse ‘Caidero de la Niña’, cuyo coste superior a dos millones y medio de pesetas, será financiado por la Obra Sindical de Colonización o bien será gestionado por la misma el oportuno crédito. La citada presa podrá almacenar dos millones veintinueve mil metros cúbicos de agua, con los cuales se conseguirá regar más de mil quinientas hectáreas de terreno, solucionando el problema de la sequía en dicho lugar y convirtiéndolo en una de las zonas más ricas de la isla».
Al final tendrían los aldeanos que aguantar la soflama política del Delegado Sindical Provincial, quien después de repetir con claro acento peninsular mucho de lo dicho, como mandan los mentideros políticos, acabó con una de esas estudiadas grandes frases evangélicas apetecibles para reportar la felicidad humana, como si quisiera pasasen a la posteridad:

"Vuestro sol y la fecundidad de vuestras tierras ─dijo— sí que debe ser envidiada por las gentes de las ciudades, empobrecidas por luchas mezquinas y en un nivel de producción mucho más bajo que el vuestro".

Vista (Juan Ramón R. Sosa)
No olvidó realizar el habitual proselitismo advirtiendo después que la labor de los Sindicatos en la Aldea no se reducía a la realización de la obra, sino que haría llegar a todos los labradores los beneficios de las obras sindicales 18 de Julio, Hogar, Educación y Descanso, etc, y volver a recuperar su estudiado discurso rematándolo para terminar:

"Trabajad con entusiasmo y estad satisfecho de vuestra vida, qué si bien es áspera y con dificultades, es el camino mas seguro para que con la ayuda Del que todo lo puede disfrutéis, cuando os llegue la hora, de una vida mejor, de la vida eterna". 
Algunos vieron que aquello tenía una ramalazo a premonición, de que algunos de los aldeanos regantes allí asistentes, morirían antes de ver terminan la presa. En cualquier caso, ya sabían por su propia historia, que nadie regala nada, y que tarde o temprano tendrían que recurrir a la ayuda ‘Del que todo lo puede’ para subsistir.

Casi cuando se iba a cumplir el año, en agosto de 1943, les avisaron para que fueran a la Ciudad, como si fuera lo mismo que ir del Puerto a Las Palmas, como si no conocieran del polvo y pánico de atravesar el Andén Verde, en una excursión, por llamarle de alguna forma, por aquella mal llamada estrecha carretera de tierra apisonada, y la necesidad de quedarse en alguna fonda, pero era obligado porque tenían que firmar muchos papeles, para empezar el largo trámite y llenarse de paciencia. Pero paciencia y resistencia es algo que no faltó nunca a los aldeanos.

(presasengrancanaria-com)
Pero así arrancó la construcción de la presa en el Caidero de la Niña, que en sí misma era la gran ilusión, pero se convertiría en una auténtica cruz. El 1 de mayo de 1952 visitaba las obras de la presa el Gobernador Martín Freire, acompañado del Inspector provincial de la Falange y de las JONS Suárez Valido, y del Delegado provincial del Frente de Juventudes Díaz Bertrana. En el Cruce le recibieron el Alcalde Ramos León, cura párroco, concejales, consejo local de la Falange y el comandante de puesto de la Guardia Civil. La visita oficial no lo era para inaugurar la presa terminada después de tantos años, solamente por conocer el estado de su construcción:

«trasladándose […] a la presa del Caidero de la Niña donde fué atendido por el ingeniero de Obras Públicas, señor Caballero de Rodas, y personal técnico afecto a la misma, visitando detenidamente las obras en vías de ejecución que calificó de las más importantes que actualmente se realizan en la isla» FALANGE, 2-mayo-1952). 
Pero la visita sirvió para corroborar que si no se ponía más dinero, la presa no se terminaría. De alguna forma influyó el Gobernador Civil en el Cabildo de la isla para que en los presupuestos del siguiente año se acordara anticipar tres millones de pesetas. Pero tan sólo era una financiación circunstancial para avanzar en la presa y construir su canal de riego. La Comunidad de la Presa convocó una Junta el 18 de agosto de 1954 para facultar la negociación de un préstamo a largo plazo con un banco y devolver el anticipo del Cabildo, que deberían avalar los comuneros, todo ello antes de la despedida oficial del gobernador Evaristo Martín Freire.

Vista aérea (fotosaereasdecanarias-com)
En octubre de 1958 seguía coleando aún la terminación de la presa, dándose algunos motivos que la venían retrasando. La Comunidad de Regantes se había comprometido a pagar el 10% del coste total, pero los sucesivos incrementos de los presupuestos, ya sus miembros estaban agotados de tanto esfuerzo económico insoportable y solicitaban del Cabildo los asumiera. Después de muchas reuniones, el entonces presidente del Cabildo Matías Vega Guerra obtuvo la aprobación de tal partida como subvención a la Comunidad, y comunicándolo a su presidente Bibiano Sánchez. Pero la Comunidad conocía también de un problema técnico, la necesidad de construir unos ‘coladeros’, para evitar que la tierra arrastrada por las aguas barranco arriba, llegaran a cubrir el embalse. Eran más estudios, más anteproyectos para la aprobación de un proyecto de solución. Cada año de retraso estaba comportando mucho dinero a los cultivadores. Mil fanegadas de tierras, mil familias esperando una solución rápida y definitiva.

Ya habían asumido el coste del canal de riego no incluido en el primer presupuesto, y aunque se conocía desde su principio de que en un cañadón de agua arrastra grandes lodos y tierras, lo callaron para no espantar a los políticos. Como dice el dicho, “No podían abrir el paraguas antes de que empezara a llover”. Pero ya había llegado el momento, pues de lo contrario, sin coladeros, se tendría que dragar todos los años la presa, con un elevadísimo coste. Al final aparecieron los cuartos, el Cabildo se retrató de nuevo, y por fin la Presa del Caidero de la Niña se había cerrado, y al poco, en los días siguientes a la celebración de san José de marzo de 1960, llovió torrencialmente en la Caldera de Tejeda y la presa se llenó por primera vez, y sólo el reboso corría mansamente hacia el mar, sin ocasionar destrozos en las tierras de cultivo. Se había cumplido el sueño deseado.

Imagen otoñal de la presa (caminosdecanarias.blogspot-com)
«Es indescriptible el júbilo que reina en este pueblo de San Nicolás de Tolentino. La Presa Caidero de la Niña, esa obra monumental de la que tantas veces hemos hablado desde estas páginas implorando su cierre; esa obra que sirve de orgullo a este pueblo, ¡se encuentra completamente llena!. Unos quince millones de pesetas que se hubiesen marchado al mar de no haber estado cerrada. Pero lo verdaderamente triste en estos momentos en que vemos un tesoro tan grande a nuestra disposición, sin que nos haya costado nada —tan sólo el desear que lloviera—, es el recuerdo de tantas veces. ¡Quince millones! como nos hemos permitido el lujo de tirar al mar y luego, como en el caso de este año, que se pierda toda una zafra. No vale la pena sacar a relucir las causas de que la Presa no se cerrara mucho tiempo antes ni mencionar este hecho sin precedentes; sólo lo mencionamos con el fin de que sirva de experiencia y recordatorio. Pero al fin importante, la Presa Caldero de la Niña está rebosando y el agua sobrante sigue su curso hasta el mar, después de sumirse por las arenosas y resecas tierras de su cauce, abasteciendo los cientos de pozos que perforan todo el subsuelo de esté pueblo. Inmediatamente se iniciarán los plantíos de maíz y patatas, con los cuales ─si se presentan bien— se compensará las enormes pérdidas ocasionadas por la perdida zafra tomatera» (FALANGE, 25-MAR.1960).
Ya no se veía la cruz que los padres pastores de aquella niña que cayó por el Caidero. Está sumergida en el agua color ‘canela’. Y la felicidad era grande en toda la Aldea. Ese reboso animaría a la construcción de la Presa del Parralillo, y después de la Presa de Siberio.

Localización (IDE Gran Canaria)

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