miércoles, 27 de junio de 2012

LECHUCILLA, LA Y BARRANCO DE LA (SAN MATEO)

Actualización 6-may-2016
Topónimo con el que se conoce un caserío situado al sur de La Caldereta y al naciente del Lomo de los Ingleses, al que se llega por la carretera Acceso a La Lechucilla (GC-414), que enlaza con la carretera San Mateo-Valsequillo (GC-041). El caserío se asienta sobre el Lomo del Pleito, desconociéndose si este último topónimo deriva de las muchas deudas contraídas por el sucesor del patronato de bienes que más abajo se cuenta.

Panorámica (caminosdecanarias-blogspot-com)
El nombre de este pago, como tal diminutivo y por la proximidad a una distancia aproximada de 840 metros guarda relación con el barrio de La Lechuza al poniente separadas entre sí por el  Lomo de los Herraderos y el Lomo de los Ingleses.

Al sudeste del pago, en las laderas de poniente del Risco Campanario, cuya divisoria es la frontera jurisdiccional entre los municipios de San Mateo y Valsequillo, se localiza el pequeño caserío de Los Roquetes, cuyo topónimo se corresponde con los pequeños roques geológicos que sobresalen del relieve del lugar, y que observamos a la derecha en la panorámica anterior.

Casa tradicional y alpendre (Fedac)
De La Lechucilla podría pensarse que se trata de un asentamiento moderno, y aunque es de suponer que es más antiguo el topónimo aparece ya documentado en escrituras del siglo XVIII, como por ejemplo una del 11 de mayo de 1787 cuando el Regidor Perpetuo y Castellano del Fuerte de Santa Isabel, Bartolomé Bravo Laguna al fundar su patronato vincula entre otras propiedades veintiocho fanegas de una Hacienda labradía, viña, arboleda, casa y lagar con media noche de agua de La Lechucilla de la Vega de Arriba.

Incluía también entre sus bienes un «Censo de 4.250 reales de vellón de principal redimible, con rédito 127 reales de vellón, impuesto por el regidor el 3 de noviembre de 1775 sobre una suerte en la Lechucilla».

Presa (lospasosquedejamosatras-blogspot-com)
Es precisamente el antropónimo del fundador del patronato Bartolomé Bravo Laguna quien daría origen al topónimo de la Montaña de los Bravos, situada entre el Barranco de La Lechucilla y La Caldereta, topónimo este último que hace referencia a una pequeña caldera en un montaña de “picón”, como llamamos en las islas a la arena volcánica, el lapilli o fragmentos piroclásticos, expulsados por un muy antiguo volcán durante su erupción, de singular belleza paisajística.

El Barranco de La Lechucilla es un tributario de la cuenca del Barranco de Guiniguada, y en el mismo aguas arriba se construyó la presa homónima a una cota de 1.295 msnm., de una capacidad de 108.908 m3, con una altura de 30 metros en su muro.

Estanque Cueva (Fedac)
El sucesor de este vínculo del Regidor, hijo del fundador y con igual nombre, vendió en 1844 unas tierras en Teror para mejorar la hacienda vinculada de La Lechucilla, aunque aparentemente lo que le movía eran las muchas deudas contraídas, situación a la que se llegaba por el abandono de las tierras.

Como los bienes estaban vinculados y no se podían vender por ley, recurrían a gravarlas con créditos, que no se pagaban para que el comprador-prestamista les exigiera su venta por impago.

La Calereta (caminosdecanarias-blogspot-com)
Detalle del sustrato del suelo de "picón" (Google Earth)
En otros casos se utilizan fórmulas para eludir responsabilidades de créditos. Así puede interpretarse un documento de compraventa de 22 de abril de 1850, donde Antonio Jacinto Falcón vende a su hija Fermina Falcón Quintana un «Cercado labradío de “secano” de seis fanegas, en La Lechucilla».
Puente de El Calero (Fedac)

Según se cuenta por los lugareños, en la construcción del puente que se encuentra justo al lado de la entrada de La Lechucilla, surgió el primer incidente de la Guerra Civil Española en San Mateo.

Durante la construcción de la carretera, los peones se negaron a trabajar y la guardia civil los arrestó. El puente es de un ojo, fabricado con piedra y cemento, con malecones hechos a moldes que limitan el borde de la carretera, conocido como Puente de El Calero.

Está como se ha dicho en la entrada a La Lechucilla, en la carretera San Mateo-Valsequillo (GC-041), donde también se encuentra próxima la zona recreativa de El Calero, integrada en una zona de castaños, que recibe su nombre de la antigua existencia de una mina y horno de cal.
Zona recreativa (grancanariaenlaweb-com)

Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)

martes, 26 de junio de 2012

LÁZARO, RISCO DE SAN (LAS PALMAS DE GC)

Es uno de los barrios que formaban los antiguos Riscos de la Ciudad, que toma su nombre de la advocación de la ermita, advocación que no podía ser otra ya que era la de todas las leproserías.

El 14 de noviembre de 1510 el Cabildo requiere a través de la Corona información a Sevilla sobre el funcionamiento de la casa de leprosería que era llamado "mal de San Lázaro":

« Orden al mayoral de la Casa de San Lázaro de la ciudad de Sevilla, a petición del concejo de Gran Canaria, para que envíen a dicho concejo un traslado de las Ordenanzas y Constituciones de la mencionada casa con destino a la que se ha edificado en dicha isla para atender a los enfermos del mal de San Lázaro » (AZNAR VALLEJO, E.: Documentos canarios Registro General del Sello (1476-1517), Sta. Cruz de Tenerife, 1981).


El Risco en 1888 (Ojeda Pérez - Fedac)
El Hospital de San Lázaro, de donde se popularizó también el término "lazareto" de la Ciudad, estuvo emplazado en el siglo XVI a la altura de la actual calle Murga, aislado del casco urbano y fuera de la muralla, siendo citado en 1522 en un reconocimiento de deudas por su mayoral Alonso de Covarrubias. En 1527 ya se está edificando su segunda sede junto al Risco, apareciendo las dos construcciones en el plano de Leonardo  Torriani de 1590 (HERRERA PIQUÉ, A.: La ciudad de Las Palmas. Noticia histórica de su urbanización, Las Palmas de GC, 1978).

En el reinado de Felipe II se expidió una Real Cédula de 20 de noviembre de 1556 por la que se ordenaba que el Hospital de Elefanciacos que había en Las Palmas observase las mismas ordenanzas que regían el Hospital fundado en la Ciudad de Sevilla.

Edificada la ermita junto al hospital, toma de él su nombre el Risco donde se asienta una población típica de los arrabales. Los históricos «riscos» de San Lázaro, San Nicolás, San Roque, San Juan y San José, de naciente a poniente, representan suburbios históricos de la Ciudad, de peculiar pintoresquismo, lugares donde vivían los artesanos y la clase más humilde en viviendas autoconstruidas o casas-cueva.

Bajada de el Risco en 1925 (Fedac)
Situado entre el Risco de San Nicolás y el Castillo de Mata, y tras ser conocido por la advocación de la ermita, su primera constancia histórica como asentamiento queda atestiguada en el siglo XVII, gracias a la representación cartográfica en el plano de Pedro Agustín del Castillo.

Aún cuando los asentamientos en los Riscos de San Lázaro y San Nicolás eran distantes entre sí, el crecimiento de ambos en los siglos posteriores alcanzó la unión de ambos, considerándose a partir de entonces que la
proyección de la Plaza de San Bernardo, donde estuvo el convento de las monjas bernardas, era la frontera entre ambos, aunque otras fuentes prefieren situarla en la proyección del convento de los franciscanos en la actual Iglesia de San Francisco, línea que se adoptó igualmente para el Castillo de San Francisco.

El recorrido descriptivo de la nocturnidad en el asentamiento poblacional de este Risco que realiza Domingo J. Navarro en su artículo "El Parrandista" (1850) es muy elocuente:

«… subían la calle de San Justo. A cada paso que daban miraban ambos con profunda atención las casas que en anfiteatro ocupan el declive de la montaña, para ver si descubrían en alguna de ellas la luz que debía servirles de faro en su difícil navegación. Empero sus observaciones eran siempre inútiles porque la oscuridad más profunda reinaba en torno del silencioso barrio, sin que ni un farol ni una estrella viniese a alumbrarles en su camino.

Este inconveniente no podía sin embargo detener a nuestros dos amigos, que conocedores de aquellas estrechas y pendientes veredas que ponen en comunicación los vecinos de las cuevas con los que habitan las casas situadas en la pendiente del risco, avanzaban sin temor de extraviarse por la ancha calle que atraviesa en toda su longitud el largo espacio comprendido entre San Nicolás y el castillo de Casamata. Muy cerca ya de este punto, volvieron hacia la izquierda, y después de subir una empinada cuestecilla…».

A partir del siglo XIX  las viviendas de primera línea del Risco eran muy demandadas, y así en la desamortización de las propiedades eclesiásticas, salen a remate bienes de distintas instituciones a los que concurren algunos compradores que aprovechan las circunstancias favorables, como Domingo Henríquez Quintana, Teniente de Milicias de Teror, que por 8.999 reales de vellón compra el 9 de enero de 1806  «cuatro casas terreras unidas en la calle del Moral y Risco de San Lázaro» que pertenecieron a la Cofradía de San Telmo; luego las vende el día 28 del mismo mes, a su hermano Francisco que era canónigo.
Subida al Risco de San Lázaro (Google earth)
El que sí parece vio una gran oportunidad de negocio fue el comerciante y propietario Manuel Cabrera Camacho, a quien ya habían adjudicado la «Casa denominada “El Mesón” en el Puerto de la Luz» que salió a remate de los Propios del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, y le fue vendida el 12 de noviembre de 1859 por 46.000 reales de vellón.

Este "inversor decimonónico" aparece como comprador de varias casas en el Risco el día 4 de enero de 1860: de las que pertenecieron al Hospital San Lázaro, una «Casa en el Risco de San Lázaro número 40» que compra por 8.000 r.v., otra con el «número 60» por 4.000 r.v. y la «número 119» por 2.000 r.v.; y otras que pertenecieron al Hospital San Martín, la «número 52» por 4.000 r.v., la «número 101» por 4000 r.v., y la «número 155» por 4.250 r.v., utilizando en el remate algunas de las veces a un intermediario, Juan Boullosa, de Santa Cruz de Tenerife, quien luego le cedía el derecho.

Hubo otras adjudicaciones a favor de los moradores de las viviendas, como la de una casa que perteneció al Convento Dominico de  la Ciudad «Casa en la calle San Lázaro número 40» vendida a Fernando Báez por 6.000 reales de vellón.

Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)

LÁZARO, LOMA Y MONTAÑA DE SAN (LAS PALMAS DE GC)

Actualización 5-abr-2016
Topónimo que corresponde a la loma donde se construyó el más moderno cementerio de la Ciudad. Podría llevar a engaño al responder el topónimo a la advocación del santo que presenció la resurrección de Jesucristo según el Nuevo Testamento.

Todo el territorio que ocupa la conocida como Ciudad Alta, que incluye los barrios o distritos urbanos de Schamann, Escaleritas, La Minilla, La Feria y Siete Palmas, fueron conocidas en los primeros años de la conquista de la isla como Montañeta o Montaña de San Lázaro, al norte del barranquillo de Mata, como lo reflejó Próspero Casola en su mapa de 1599. El relieve era en realidad unas lomas escalonadas y discontinuas, quebradas por pequeños cauces de sus propias escorrentías como el barranquillo de Don Zoilo o el desaparecido barranquillo de la Cantera, o atravesadas por el mayor cauce del barranco de San Lorenzo, que desagua en el mar cuando es llamado barranco de  la Ballena. Del original topónimo solo ha quedado el vestigio testimonial moribundo de esta Loma de San Lázaro, donde se construyó el cementerio homónimo.

Reproducción a línea del plano de Próspero Casola de 1599 (Museo Canario)
Ya los describía en 1592 el ingeniero italiano Leonardo Torriani cuando en su manuscrito informe destinado a la Corona, en el CAPITULO XLIV, titulado “De la fortificación de la Ciudad Real de Las Palmas” decía: «Esta ciudad está situada en un lugar tan extraño e irregular (por más que sea llano), y puesta debajo de tres montañetas que la dominan, llamadas con el nombre de los tres santos, Domingo, Francisco y Lázaro, que por espacio de veinte años ha dado que pensar juiciosamente a muchos ingenios italianos y españoles, con motivo de su fortificación; y hasta ahora Su Majestad Católica no ha tomado ninguna resolución, ni ha dejado entender qué parecer de tantos le ha gustado» (TORRIANI, L.: Descripción de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de su fortificaciones, Sta. Cruz de Tenerife, 1959, traducción de Alejandro Cioranescu).

Tomaba su nombre de la advocación de todas las leproserías, como lo era el Hospital de San Lázaro, de donde se popularizó también el término "lazareto" de la Ciudad, que estuvo emplazado en el siglo XVI a la altura de la actual calle Murga, aislado del casco urbano y fuera de las Murallas de la Ciudad, y sin que nos lleve a engaño la ubicación de la ermita de San Lázaro posterior al hospital.

Cementerio
En la antigüedad, todas las denominaciones vinculadas a San Lázaro lo eran por el Hospital de San Lázaro de Sevilla, fundado en el siglo XIII por el rey Alfonso X, cuyo objetivo era albergar a los leprosos y a la población de escasos recursos que padecía enfermedades contagiosas.

El que existió en Las Palmas en el siglo XVI venía obligado, por Real Cédula de 20 de noviembre de 1556, a observar las mismas ordenanzas que regían en el Hospital fundado en la Ciudad de Sevilla. Se desconoce si el Hospital guarda alguna relación con este lugar, si bien se conoce que las datas que le fueron concedidas al Hospital de San Lázaro lo fueron en la Montaña de Doramas, en la Montaña de Amagro y otros baldíos en el Lomo del Turmal, Cuevas Blancas y Caleras en Agaete.

El topónimo es documentado con posterioridad en la escritura de testamentaría de 11 de noviembre de 1692, cuando Domingo Albiturria Orbea, Licenciado, Arcediano de Canarias y Dignidad de la Catedral, Juez Subdelegado de la Santa Cruzada, declara tener sesenta fanegas en las tierras de San Lázaro, en Tamaraceite, que las había comprado con anterioridad. Dentro de estas tierras se incluían tanto la Loma como la Montaña de San Lázaro, en la margen norte del barranco de Las Rehoyas, aguas abajo barranco de la Ballena como se ha dicho, topónimo que posiblemente lo tomó de la extensión de la gran propiedad del licenciado y arcediano.

Si bien al topónimo de la Loma le ha sucedido la denominación del cementerio, el antiguo topónimo de la Montaña de San Lázaro se mantiene en la actualidad y  encontramos al naciente del mismo el antro-topónimo de Albiturria, muy cerca de La Paterna, propietario de estas tierras en el siglo XVII.

Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)

LAURELAR, EL (TEROR)

Dice Viera y Clavijo en su Historia Natural: «Laurel (Laurus Nobilis). Vulgarmente loro, árbol famoso, sagrado, poético, triunfador, fausto, y siempre verde, y tan propio del temple de nuestras islas, que de él se componian principalmente sus espesos bosques.

Su tronco es recto, sin nudos, revestido de una.corteza oscura y lisa;...», si bien hay que destacar que con posterioridad a dicho autor del siglo XIX, la investigación botánica ha registrado una variable conocida como novocanariensis, epíteto que hace referencia al nuevo nombre con que se conoce esta especie que antes se incluía en la nobilis o en la azorica.
Camino de herradura San Lorenzo a Teror (Mingole)
Desde los primeros años de la conquista esa espesura de los bosques de la isla que dice el cronista era llamada Laurelar, topónimo que abarcaba todo el monte que se inicia en el Cortijo de San Gregorio, muy cerca de Piletas, inmediaciones de Tamaraceite, hasta la Caldereta de Pino Santo, atravesado por distintos barrancos y barranquillos tributarios en su mayoría del barranco de San Lorenzo.

Pero no todo el territorio estaría ocupado exclusivamente de Laureles; en la antigüedad el Laurel era un referente al que se asociaban otros árboles, y así  consideraba Viera y Clavijo que el noble Viñátigo era una especie de laurel de Indias, que el Til no es Tilo sino una especie de Laurel (Laurus magnolise folia), o que a la Gibalguera le llamaban Laurel de Alejandría. Se sabe que los largos caminos eran «por debajo de una floresta continuada de laureles, acebuches, palmas, dragos, cipréses, cuyo olor perfumaba el contorno».

Barranco del Laurelar (Mingole)
Las Ordenanzas del Concejo de 1531, cuando regulan «la guarda de las sementeras y vegas sembradas», y concretamente el deambular con puercos por los caminos, mencionan este lugar cuando dicen:

«Otrosy que los puercos no puedan andar en todo la defendido de estos mojones que aquí yrán declarados los quales vayan el primero desde (…) e de ay travesar el dicho barranco por una linde de tierras de Fernando de Torres e de Denys Afonso a dar al almogade y de ay a una vereda que sube por las tierras de Cristóbal Ramírez a dar a las tierras del Espartero a dar a la Caldera a dar al lavreal y a las tierras de Porras que son en Terore y por encima de las dichas tierras a dar al Parral de Juan de Troya…».

Barranco del Acebuchal (Aarón Santana)
Todo este territorio fue intensamente talado en el mismo siglo XVI con licencia del Concejo de la isla como lo acreditan los contratos madereros, por ejemplo el de 15 de octubre de 1575 «Pedro de León, canónigo, dice que por cuanto la justicia y regimiento de la isla le vendieron ciertas cantidades de caras de leña en el Monte del Laurelar para la molienda del barrando de la ciudad y por cierto precio, que por ella pagó para la fábrica del Fuerte de San Pedro Mártir y para otras necesidades que el concejo tuvo ...» (LOBO CABRERA, M. Y OTROS: Los usos de la madera: recursos forestales en Gran Canaria en el siglo XVI, Las Palmas de GC, 2007).
 
Igualmente comenzaron las ocupaciones del territorio, como cuando el Comisario General de la Caballería Española Gaspar de Montesdeoca Tamariz solicita 197 fanegas en el Pinar de Ojeda y Laurelar, y le son concedidas por data real 200 fanegas según consta en su testamento ante el escribano Perdomo Castellano de 4 de agosto de 1710.

El Acebuchal (Aarón Santana)
De este amplio territorio llamado antiguamente desde Teror el paraje del "barranco allá" que fue un monte boscoso sólo nos quedan los topónimos de El Laurelar, El Granadillar, El Acebuchal, el Pinar de Ojeda, donde sólo hay un pino, y la progresidad desaparición de la antigua población arbórea, ha surgido El Tuneral.

Ya lo escribió Fray Diego Henríquez por 1714 «no se queden en silencio otros cuatro bosques que tomando cada uno el nombre de sus árboles se nombraron El Laurelar, El Granadillar, El Acebuchal, y el Pinar de Ojeda, a distinción de otro que es de pinos de tea porque este era de pino albar o pinabete».
Empedrado camino herradura San Lorenzo a Teror (Moreno Medina C.)
Son caseríos ahora diferenciados a ambos lados del Camino de Herradura que desde el Lugarejo de San Lorenzo llegaba a Teror, lugares que la antigüedad estuvieron inmersos en El Laurelar.

Los viejos topónimos aparecen mencionados en distintas escrituras públicas: el día 30 de julio de 1736 el matrimonio Alonso Pérez y Gabriela Navarro fundan una capellanía a la que vinculan treinta fanegas que habían comprado en dos pedazos «Cortijo de tierra en el Laurelar y Suerte de tierra en el Chorrito del Laurelar», y fijan una pensión de misas y nombran capellán a Juan Pérez Ojeda,  sobrino, a quien se exime de decir las misas hasta que se ordene de sacerdote, segundo apellido que se encuentra en el toponimo Pinar de Ojeda.


Panorámica (Google earth)
Las jurisdicciones municipales marcadas por la divisoria entre Teror y San Lorenzo, ayuntamiento hasta 1939, se resuelven en lo eclesiástico desde el año 1682 en que se llega a un acuerdo verbal entre los curas de Teror y San Lorenzo,a ruego de los vecinos del Espartero y Pinar de Ojeda, para que ser administrados por el cura de Teror, debido a que esta última parroquia les quedaba mucho más cerca.

Dos siglos después, el 6 de julio del año 1841 los vecinos de Espartero y Pinar de Ojeda también lograron su propósito de pertenecer al municipio vecino de Teror.


Panorámica (Google earth)
Como recoge Vicente Hernández Jiménez (Teror: Historias, semblanzas, apuntes. Las Palmas de GC, 1991)  «Debió de tener algún poblamiento quizá desde la segunda mitad del siglo XVII porque en los Libros de Fábrica de la Parroquia del Pino se consignan en unos folios de 1722 que el Mayordomo se hacía cargo de 1.669 reales y dos cuartos por limosnas de potros y becerros del Pinar de Ojeda; eran donaciones de reses a la Virgen del Pino, que se remataban en las fiestas. En las Sinodales del Obispo Dávila y Cárdenas de 1734 se menciona este lugar, asignándole junto al Laurelar, veinte vecinos; es posible que el término vecinos se refiriera a cabezas de familia o casas, pues parece que estos lugares que englobarían lo que hoy conocemos por El Faro, El Espartero y El Pinar de Ojeda, debieron de tener una población superior a los veinte habitantes».

Todas las comunicaciones con estos pequeños pagos y caseríos son carreteras rurales, algunas de las cuales pudieron tener su origen en los antiguos caminos de herradura.
Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)

LAUREL, BARRANCO DEL (MOYA)

Actualización 3-abr-2016
Topónimo correspondiente al barranco que discurre desde Fontanales hacia la vertiente norte, aguas abajo recibe aguas del barranco de los Tilos, para cambiar de nombre en la junta con el barranco de Los Propios, siendo conocido como barranco de Moya.

Laurel (floradecanarias-com)
El nombre de barranco del Laurel lo recibe a partir de la junta de dos grandes barrancos de aguas, aproximadamente en el lugar de La Galería, cuencas que ascienden al naciente y poniente. Al naciente, posiblemente la de mayor cauce, es el  barranco de la Horcajada que nace en las vertientes septentrionales de la Montaña del Capitán, situada esta al sur de la Caldera de los Pinos de Gáldar, y ya muy cerca de Fontanales recibe las aguas de su tributario el barranco del Valle que recoge las aguas de distintas escorrentías en la Heredad de Moya,  y después de bordear Fontanales por el poniente cerca de las Cuevas Bajas, recibe las aguas de Cañada del Roque y Barranquillo Escalona que bordea el mismo barrio por el naciente, para más abajo recibir las aguas de otro tributario, el Barranquillo del Lomito de las Piedras.

Al poniente, el otro importante cauce es el barranco del Cavadero, que nace en tres vertientes septentrionales de La Atalaya en el cortijo del Gusano que se juntan en la Hoya del Cavadero, discurriendo aguas abajo y tras recibir las aguas de un pequeño tributario a la altura de La Galería, se junta con el barranco de la Horcajada, como ya se ha dicho antes.

Vista del barranco en 1925 (Teodoro Maisch - Fedac)
El barranco del Laurel, aguas abajo a la altura del Lomo de La Laja recibe las aguas de su tributario el barranco de Los Tilos, para más abajo después de pasar por el lugar de Los Tilos a partir de la junta donde recibe las aguas del barranco de Los Propios, toma el nombre de barranco de Moya, aproximadamente en el vertiente del kilómetro 7 de la carretera de San Juan-Moya (GC-700).

El topónimo tiene su origen en la Fuente del Laurel que allí existió desde tiempos remotos, donde también se asentó al borde del barranco un caserío disperso con el mismo nombre, en las márgenes de la carretera Acceso a los Tilos (GC-704), en el corazón de lo que fue  el famoso bosque de Doramas, con piso de vegetación conocido como Termocanario Húmedo o Monteverde, constituido por la Laurisilva y el Fayal-Brezal.

Estanque cueva (Fedac)
La mención más antigua documentada que se tiene del barranco es en el repartimiento solicitado por el licenciado y regidor Françisco Perez de Espinosa, del 15 de junio de 1551, cuando al pedir ciento cincuenta fanegadas las describe «… en las hoyas de los jingos arriba de la montaña de Doramas desde la cabeçada de un mogote y lomo rredondo de una vanda y de otra aguas vertientes hasta el barranco do sale el agua del Laureal y por el otro lado hasta dar al barranco y rraya de la montaña de Doramas las quales tierras son helechales e granadillares …» (RONQUILLO, M. Y AZNAR VALLEJO, E.: Repartimientos de Gran Canaria, Las Palmas de GC, 1998).

El árbol conocido como laurel (Laurus novocanariensis) es una especie característica de los bosques de laurisilva. Se trata de un árbol de hasta veinte metros, que se puede diferenciar por sus hojas lanceoladas, que poseen glándulas pequeñas en las axilas del raquis o eje y de los nervios laterales. Los frutos son ovoides, de aproximadamente un centímetro o algo más, y adquieren un color negro al madurar.

En los años inmediatos a la Conquista, el reparto de tierras y aguas conllevaba que los propietarios se organizasen para el aprovechamiento comunal de estas últimas, implantándose el sistema reinante en la Península, de clara influencia musulmana, llamado Heredades, con sus dulas o repartos de aguas.

Cantonera (Fedac)
La Heredad de Moya, al igual que muchas implantadas en la isla, está ligada al inicio de la presencia castellana y los repartimientos.

Se cree que se tuvo que haber constituido entre finales del siglo XV y principios del XVI. Su función, con un singular vocabulario, está ligada a la custodia de sus nacientes, llamados ”madrelagua”, que aportaban la ”gruesa” o caudal del ”macho” o acequia principal, para su posterior reparto entre los herederos o dueños de un tiempo de reparto, repitiéndose el mismo o dula cada cierto tiempo.

Las cantoneras o troneras repartían la gruesa entre los herederos que disponían del agua en el mismo tiempo. Las tornas tapaban las bocas de reparto.

Lavadero (Fedac)
Los pleitos en los inicios del siglo XIX por las aguas del barranco que nacían en varios manantiales o "remanentes" y que brotaban por las paredes de su cauce, sentenciaron la propiedad de las mismas a favor de la Heredad de Moya (MARTÍN SANTIAGO, F.: La heredad de Moya. Pleitos por las aguas de la Fuente Laurel año de 1802, Infonortedigital.com).

El pleito tuvo su inicio con la concesión de la data a Cristóbal Vicente Mújica en el año de 1801, quien, según los testimonios aportados «… sabe el testigo que don Cristóbal Mujica, vecino de la Ciudad ha hecho una Madre en el centro del Barranco, en donde nace el Agua del heredamiento de Moya y sacó una acequia con su Madre del mismo Barranco para regar una Huerta de árboles…».

En el mismo se personan también influyentes propietarios como partes, argumentando que lo hacían por:

Alpendre (Fedac)
«… conseguir que otros les suelten algunas dulas a fin de no perder los frutos, lo que especialmente se verifica en la costa de la Airaga, y también ocurren querellas entre los mismos herederos por los frecuentes robos que hacen a aquellos que carecen de aguas bastante (…) que el agua que conduce el Conde de Vega Grande a su Hacienda de la costa de la Airaga, es propia suya, (…) y que don Francisco Valdes solo conduce a su hacienda situada también en la Costa, las aguas perdidas en tiempo de invierno, y que si conduce algunas en tiempo de verano son las que adquiere por arrendamiento…».

Y a pesar de que se sumó al pleito otra heredad cuando se dice «…demanda puesta por parte de los herederos en el Heredamiento del Palmital de Guía con los vecinos del lugar de Moya, sobre la pertenencia de las aguas del Laurel y Manantiales conjunto…», al final la sentencia fue favorable a la Heredad de Moya.

Caserío (puertaverdearquitectura-blogspot)
Esta es la historia que se ha contado de las aguas del heredamiento de este barranco, y en este caso con final feliz para el común. Pero no es una historia única o exclusiva, porque el agua era el "oro líquido" de la isla.

Como ésta o parecidas, hubieron muchas historias en las que se sucedían los pleitos, unos tratando de dirimir si eran aguas superficiales o de manantiales, otros si eran de éste o aquel manantial, otras porque los títulos desaparecieron cuando Van der Does los quemó o se los llevó; muchos también hubieron porque se quebraba el agua para que fuera por otra acequia, o porque se bajaban las tornas para que pasaran más azadas, o simplemente porque unos se creían con más derecho que otros al "oro líquido".

Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)