«la fórmula primitiva de “concejos abiertos”, esto es con la
participación de todos los vecinos, había dejado de paso hacia varios siglos a
los “concejos restringidos” o regimientos, consistentes en una asamblea de
notables» (IBÍDEM, p.49).
El ‘Cabildo’ o gobierno ejecutivo,
representantes de la comunidad vecinal, tenía los siguientes miembros, si bien
no todos tenían voto:
«se realizaba mediante la celebración de sesiones
capitulares. Al ellas acudían el gobernador o juez de residencia, teniente de
gobernador, alcalde mayor, alguacil mayor, regidores, personero y jurados»
(IBÍDEM).
El propio Fuero regulaba como operaba el ‘Cabildo’ como ayuntamiento único de
la isla de Gran Canaria:
«Ordenamos e mandamos que de aqui
adelante en cada un año para siempre jamás, en el día de Santiago de mañana, a
la hora de misa mayor, se junten luego en la Iglesia mayor desa dicha villa de
la Palma, la Justicia y los seis regidores y el procurador y el escrivano de
Consejo, que oviere sido alli el año pasado, e que delante todos los que ende
estovieron, los seis regidores echen suertes entre si quales tres dellos
eligiran los seis electores de yuso contenidos, e aquellos tres a quien copiere
la suerte queden por electores e fagan luego juramento …» (CULLEN DEL CATILLO 1978,
p. 86).
Y también incluía la siguiente
norma que abría la posibilidad a la creación de otros ayuntamientos en la isla:
Ordenamos e mandamos que en
qualesquier lugares e villas que estovieren subjetas a la jurisdicion desa
villa o encomendadas a vos el dicho nuestro governador della, avida
primeramente informacion de la calidad e poblacion de cada lugar e de lo que
conviene para la buena governacion del, fagais ordenanças quales veredes que
conviene para cada lugar, ansi en elegir de los alcaldes e regidores e
procuradores e otros officiales, como en las otras cosas que tocan a la buena
organizacion de las dichas villas e lugares, de manera que las dichas villas y
lugares esten governados como deven… » (IBÍDEM, p. 93).
Pero tal posibilidad de creación
de otros ayuntamientos en el interior de la isla no se dio en los primeros
tiempos, si bien se creó la figura de alcaldes y alguaciles “de la tierra” que
nombrados por el gobernador o juez de residencia, con funciones para conocer
pleitos civiles hasta 600 maravedíes, reconociendo así la existencia de núcleos
de población distintos de la villa-capital.
«En Gran Canaria, solo tenemos noticias del alcalde de Gáldar
[n. 275 noviembre 1501: Pedro de Jaen], aunque seguramente Telde y otros
lugares lo poseían» (AZNAR VALLEJO 1983, p. 92).
Se entiende así porqué la
organización territorial administrativa de la isla en villas y lugares fue en
la gran mayoría de los casos a remolque de las decisiones de las decisiones del
Cabildo Catedralicio en la creación de parroquias. Para ello hemos de entender
el poder de influencia y liderazgo que ejercía la Iglesia en la isla, señalando
decididamente los tiempos en la aproximación de la administración del
territorio conquistado, por lo que es recomendable una cita obligada,
necesariamente extensa y que espaciamos para facilitar su lectura:
«Es esta, también, la opinión del erudito Dr. Wöelfel, que
sostiene que “el Deán Bermúdez está llamado en cédula reales: Capitán y
lugarteniente del Obispo, y Juan Rejón, una de las figuras más nobles de la
Conquista, fue solamente el práctico militar de la Conquista”. En cuanto a la
reorganización definitiva de esta, con la venida de Pedro de Vera, se hizo
también con dinero proveniente de fondos eclesiásticos.
El mismo investigador afirma que el Obispo Frías, compañero
del General, en el remate de la empresa “es el verdadero capitán de la
Conquista, quien daba el dinero del Obispado, el resto de los dineros
concedidos por el Antipapa Benedicto XIII y el Papa Eugenio IV para la Conquista
de Canarias y los dineros provenientes de una Bula Especial de la conversión y
conquista de Canarias”. Por lo demas,
Viera nos dice que el Dean “llevado de la disciplina de su tiempo, y de la
intrepidez de su corazón belicoso, había solicitado con ansia la última
conquista de la Gran Canaria, y conseguido el puesto de asociado de D. Juan Rejón
en el modo de conducir la empresa”. Y en cuanto al Obispo Frías, afirma que
vino a Gran Canaria para intentar apaciguar los ánimos de los bandos que en el
Real actuaban guiados por la mayor animosidad, y para promover la Conquista. Más
adelante, hace el elogio del Obispo y le asigna el papel de alma de la empresa.
Y en este mismo sentido se expresa Cayrasco de Figueroa.
Quizás a estas extraordinarias facultades, de las que
vinieron investidos el Deán y el Obispo, financiadores hasta cierto punto de la
aventura, se deben los frecuentes choques con los generales; pero influyó también
en ello el distinto criterio que animaba a ambos sectores copartícipes de la
Conquista. Para el elemento militar los indígenas eran solo los poseedores de
un territorio que se deseaba anexionar y los que, por la obstinada resistencia,
fueron siempre considerados como sumamente peligrosos, incluso después de ser
sometidos.
De ahí el empeño de Vera de hacerlos salir de la isla, valiéndose
de toda clase de pretextos, aún de los más inicuos. En cambio, para los
religiosos los canarios eran solo infieles, cuyas almas era preciso catequizar;
pero, una vez convertidos a la fé católica, quedaban justificados los esfuerzos
de la Conquista y logrado su fin, por lo que era necesario presentarles
decidida protección como la prodigaron, en efecto» (IBÍDEM, p. XXXIV).
Desde esta posición y pensamiento,
por la conversión de los naturales de la isla y su “catequización”, a la Iglesia
siempre interesó la proximidad a los estantes en cada lugar, naturales y
colonos pobladores, y para darle consistencia jurídica, la decisión la elevan
el máximo rango, y así se suceden y celebran los Sínodos episcopales que además
de definir las funciones y reglas de todo los que componen el Cabildo
Catedralicio, inicia su expansión por el interior de la isla, como es el caso
del organizado por el Obispo Vázquez de Arce.
«… don Fernando
Vázquez de Arce, también de ilustre abolengo, prior que fué, primera dignidad
en la catedral de Osma, y comendador de la Orden de Calatrava. […] Durante los
años 1514-1515, convocó y celebró un Sínodo diocesano…
[…] Los Sínodos
diocesanos, según los estatuye de antiguo el Derecho canónico, y aun las
disposiciones canónicas vigentes, debieran celebrarse por lo menos cada diez
año; y en esta clase de reuniones, únicamente habrá de tratarse de materias que
conciernan a las utilidades particulares o necesidades del clero diocesano y
aun de los fieles de la diócesis, asamblea que debe convocar y presidir el
obispo residencial en su diócesis…
[…] Según las
expresadas Sinodales, la parroquia de la catedral, cuya provisión correspondía
al deán y cabildo, no había de extenderse sino a los vecinos y moradores de la
ciudad Real de las Palmas, con una legua alrededor. Que al principio de la
conquista y algunos años después de ella, no había población en los términos de
Moya y Arucas, pero que de doce años a la parte, se había poblado el lugar de
Arucas, donde se habían hecho plantíos de caña de azúcar y establecido ingenios
para moler, por lo que había “asaz número de gentes que todo el año allí
residen e pagan diezmos e primicias”.
Que también por el
mismo tiempo se comenzó a poblar el lugar de Moya y se habían hecho en su
barranco limítrofe, el de Aumartel, cuatro ingenios y había “asaz número de
gentes contino, e residen allí”. Se ordenaba que en cada uno de dichos lugares
hubiera iglesia parroquial y se creaba en cada uno de ellos, un beneficiado
curado, con la dotación a cada uno de quince fanegas de trigo anuales y diez
mil maravedises de renta, además de sus naturales primicias y obvenciones de
pie de altar (DARIAS PADRÓN, RODRÍGUEZ MOURE et BENÍTEZ INGLOTT 1957, p. 78).
Y es así como el topónimo de Moya por decreto del obispo de
18 de abril de 1515, deja de ser la simple referencia de un lugar cualquiera y
se instituye oficialmente en parroquia, o lo que entonces se entendía por
‘Lugar’ por un asentamiento significativo de estantes, y a partir de la
preexistente ermita de Nuestra Señora de la
Candelaria.
|
Anterior Iglesia de Moya (Teodoro Maich - Fedac) |
Si bien del texto del acuerdo del Sínodo parece desprenderse que
la ermita preexistente de Moya dependía territorialmente de la parroquia del
Sagrario de la catedral, del Libro Primero de Bautismos de la Parroquia matriz
de Santiago de Gáldar, que abarca entre 1506 y 1679, parece deducirse que era
esta la que prestaba los servicios de cura a la ermita de Moya y su feligresía:
«Cuando se redacta la
primera partida de 1506 el territorio que le corresponde inscribir es
potencialmente casi todo el antiguo guanartemato. Que en muchos documentos
aparece reseñado como término de la Villa de Santiago de Gáldar o que, con otras fórmulas
más simplificadas. Se refiere con claridad a los actuales municipios de Agaete,
Artenara, Gáldar y Santa María de Guía. Aunque en otras ocasiones, como cuando
se trataba del distrito de repartimiento, también parece incluir Moya y San
Nicolás. Posteriormente se producirán sucesivas divisiones del Beneficio de
Santiago hasta las actuales demarcaciones civiles y eclesiásticas». (LÓPEZ GARCÍA 2003, p. 142).
Para entender de la preexistencia de la ermita, hemos de
retrotraernos primero a las noticias de su aparición y después al término de la
conquista de la Isla de Tenerife, para aproximarnos a su antigüedad.
«El año de mil y
cuatrocientos de nuestra redención, ciento y cinco años antes que la Isla fuera
de cristianos ni hubiera en ella noticia de evangelio, fue Nuestro Señor
servido (como Aquél que quiere que todos se salven y vengan en conocimiento de
la verdad) que apareciese la Santa Imagen de Candelaria, para principio del
remedio desta dichosa gente. […] Apareció en un lugar desierto y muy seco, a la
orilla de la mar, junto a una playa de arena que tendrá media legua de largo, a
la boca de un barranco, sobre una piedra: donde, por memoria deste aparecimiento,
pusieron después los cristianos una cruz que hoy está en pie, y un poco
adelante fundaron una pequeña ermita que llamaron del Socorro» (ESPINOSA 1967, p. 51).
«No había estado
ocioso en este tiempo el gobernador de la conquista [Alonso de Lugo], porque
también por su parte había juntado la gente que había podido, así de canarios,
gomeros y majoreros, como de españoles, parientes y amigos, así de los que habían
quedado de la primera entrada, como de otros que de nuevo se le juntaron, como
fueron Hernando de Trujillo, caballero jerezano; Lope Fernández de la Guerra,
conquistador de Canaria y señor de dos ingenios;» (IBÍDEM, 106).
El segundo texto reproducido hace referencia a la segunda
entrada que hicieron los españoles a primeros de noviembre de 1495 para la
conquista de la isla de Tenerife, bajo el mando del gobernador Alonso de Lugo. Después tuvo lugar la batalla de la Laguna el 14 de noviembre,
en la que murieron sus caudillos Bencomo
y Tinguaro. En diciembre ocupaban el reino de Taoro y aconteció la batalla de Acentejo que acabó con la
resistencia guanche, dándose por terminada la conquista en 1496, y la licencia
de los caballeros conquistadores. Entre ellos encontramos Hernando Trujillo, que debió conocer de la imagen de Nª Sra. de Candelaria y del respeto que
ya le tenían los guanches, atribuyéndose a su hijo la fundación de Moya, y
posiblemente la construcción de la ermita preexistente de u advocación.
«El presbítero don
José Marrero en su libro inédito titulado El
Libro de Moya atribuye su fundación y la de Moya a un hijo de Hernando
Trujillo, natural de Jerez de la Frontera y conquistador de la isla de
Tenerife» (SUÁREZ GRIMÓN et QUINTANA ANDRÉS, Historia de la Villa de Moya. Siglos XV-XIX.
2008, Vol. I, p. 147, nota 7).
Dejó igualmente escrita su descripción de la primigenia imagen
de La Candelaria, estimando en su opinión la antigüedad de la misma coincidente
con los años siguientes a la conquista de Tenerife:
«La imagen suya,
que posee esta iglesia, es muy antigua, del siglo XV, al parecer. Podemos
asegurar que, en los documentos de este archivo, que hemos estudiado hoja por
hoja, y línea por línea, no constan que se haya sustituido la imagen primera
por ninguna otra.
Tiene la Efigie un
metro de alto, y su niño 35 centímetros. Está esculpida en madera
incorruptible, y muy pesada, de color oscuro semejante al cedro» (MARRERO MARRERO 2015, p. 34).
La imagen fue restaurada por el imaginero José Paz Vélez, terminada en enero de 1988, con un coste de un millón cien mil pesetas.
Pudiera ser que esta atribución que realiza el desaparecido
presbítero de Moya a los descendientes del conquistador Hernando Trujillo, lo
fuera precisamente por establecer algún vínculo de personajes históricos con la
traída de la advocación de La Candelaria tinerfeña al Lugar de Moya, hecho que
sí está documentado. Sobre la presencia del apellido Trujillo en Moya traemos a
colación la información que aportan los genealogistas.
«Los hermanos
HERNANDO y PEDRO DE TRUJILLO fueron conquistadores, naturales de Jerez de la
Frontera. Pedro de Trujillo, conquistador de Gran Canaria, recibió tierras y
aguas en Gáldar en el año 1485, con Pedro de Vera ejerció como alcalde. Casó
con Ana Fernández con la que tuvieron por hija a Isabel Sánchez. En el año 1508
era fallecido.
Su hermano Hernán
Trujillo, conocido como el Teniente Viejo,
nacido en Jerez de la Frontera en 1463, fue conquistador de Gran Canaria, La
Palma y Tenerife. Vino a la conquista de Gran Canaria con Pedro de Vera y fue
teniente de gobernador (1483-1491). Con Alonso Fernández de Lugo pasó a la
conquista de La Palma y Tenerife. Como conquistador tuvo que tener
repartimientos en Gran Canaria, constando que tuvo un molino en el Real de Las
Palmas. En su testamento en 1510, no menciona que estuviera casado ni que
tuviera hijos legítimos, pero se documenta que tuvo descendencia con su esclava
indígena Ana a Fernando y Juan, y con Constanza Mexia a Leonor Trujillo.
El magistral
Marrero (1913), atribuye su ascendencia al conquistador Hernán Trujillo,
supuesto abuelo de JERÓNIMO y AGUSTÍN TRUJILLO, así como la fundación del
lugar.
En esto, no tenemos
constancia documental ni indicios que estos Trujillos pudieran ser
descendientes del “Teniente Viejo”. Lo que sí parece cierto que se trata de una
de las familias fundadoras de Moya, con un papel destacado en estos siglos» (EGEA MOLINA 2013).
Aclarado este particular, retomamos nuestro relato de la creación
de la parroquia por el Sínodo, pues ello va comportar una mayor relación y vinculación
con los vecinos estantes en el “lugar de Moya”, que han de contribuir con las
dotaciones antes señaladas al beneficiado curado, bajo la condición de
amovible, ya que el cura párroco puede ser quitado o separado del puesto o
cargo que tiene.
De esta manera es el propio obispo Vázquez de Arce quien “bautiza”
el lugar dando notoriedad con el nombre que la memoria colectiva de los vecinos
conoce, a nuestro fin el topónimo, reconociéndolo oficialmente así en el
Sínodo. Todas las referencias documentadas que se tienen de la primera
autoridad civil en Moya se remiten a medio siglo después:
«… el citado
presbítero [18] insiste en que en
el proceso formado a causa de la muerte que dio Bernardino Carvajal a Hernando
de Pineda se constata que en 1556 ya
había en Moya alcalde real, figurando en la relación de alcaldes reales que
adjunta como primer alcalde Pedro Padilla, de quien dice ejerció el cargo hasta 1606…» (IBÍDEM,
p. 150).
La creación de la parroquia de Moya es un hito importante en
la historia de la isla, cuando está documentado que después de la Conquista la
única parroquia existente en la isla es el Sagrario
Catedral, de la que se independizó la de la Villa de Agüimes en la segunda mitad de 1486 por la concesión del Señorío de Agüimes al Obispo de
Canarias, año en que se deduce por informaciones se separaron también el Beneficio del Sñor. Santiago de
Gáldar fundada por los conquistadores y el Beneficio de San Juan de Telde.
Después se tienen noticias distintas que establecen el
siguiente orden cronológico en la creación de las parroquias, algunas a
petición de sus vecinos: Arucas y Moya [como ya se ha dicho], Teror y La Vega [solicitadas
en 1567], Tirajana [ya lo es en 1617], Tejeda [ya lo era en 1676 por
segregación de La Vega], y San Lorenzo [solicitada en 1687 como El Lugarejo de Tamaraceite] (CAZORLA LEÓN 1992).
Otros acuerdos del mismo Sínodo de Vázquez de Arce fueron:
«Se dispone quedara
aneja a la iglesia de la villa de Gáldar, la del Agaete, quedando a cargo del
Beneficiado de Gáldar, el poner cura idóneo en la parroquia de Agaete; y que el
capellán o capellanes de Santa María de Guía y los otros capellanes de la
iglesia de Gáldar sean obligados a servir en ciertos dias de precepto que se
mencionan, en la villa de Gáldar, así como el cura de Agaete, excepto en las
Pascuas y tinieblas» (DARIAS PADRÓN, RODRÍGUEZ
MOURE et BENÍTEZ INGLOTT 1957, p. 79).
Se entenderá que todas las parroquias antes mencionadas
mantuvieron consolidado el topónimo, y tan sólo en el siglo anterior se
modificó el de La Vega, por Villa de Santa Brígida probablemente
influenciado por la segregación de la parroquia de la Vega de San Mateo en octubre de 1800, si bien sigue vivo el referente.
San Lorenzo es un caso excepcional pues desde el primer momento estaba bajo la
advocación de dicho santo, y adaptó el nombre al constituirse el Ayuntamiento.
De los primeros tiempos de la nueva parroquia de Moya bajo la
advocación de Nuestra Señora de la
Candelaria, como está acreditado nada puede aportarse por la desaparición
de sus archivos por la polilla:
«Después de creada
la Parroquia, hay un periodo de 78 años del que no existe un libro, ni un
documento en el archivo de la Iglesia. [...] Según él [sacristán de mediados del siglo XIX], los papeles más viejos del archivo parroquial de esta Iglesia, estuvieron encerrados, por largos años, en un sollado oscuro y húmedo, debajo de la escalera del coro. Allí permanecieron, sirviendo de pasto a los insectos, y suministrando a las ratas materia para abrigar sus nidos, hasta que un Sr. Obispo ordenó que se trasladara a sitio más decente.
El cura, al cumplimentar este mandato, creyose autorizado para hacer una selección y expurgo. Y, por sí y ante sí, decretó que todo papel que no pudiera él leer con facilidad era un papel inútil. Como casi todos los documentos antiguos estaban devorados por la polilla, y escritos con letra enredada, elegible para aquel clérigo de misa y olla que apenas entendía la redondilla de Itursaeta, fueron condenados al fuego» (MARRERO
MARRERO 2015, p. 30-31).
En el caso concreto de Moya, dentro del ámbito eclesiástico
se van sucediendo las menciones del topónimo en su andar hacia la
consolidación, y así encontramos distintas noticias que nos dicen de su
notoriedad documental, la primera es una aclaración en cuanto a la procedencia
de la ayuda a la parroquia, y las siguientes referidas a su mención en los
Sinodales:
«En Moya, el 15 de
agosto de 1523, manda el Cabildo “que los contadores saquen de una renta de
esta ciudad el salario o ayuda que se hace al clérigo de Moya”» (CAZORLA LEÓN 1992, p. 15).
En 1629 en los Sinodales del obispo Cristóbal de la Cámara y Murga,
nos dice de la Montaña de Doramas y del número de habitantes:
«Expresan que “de
aquí para Terori comienza la montaña de Doramas, “tan celebrada de aquel gran
poeta eclesiástico don Bartolomé de Cairasco Figueroa” ... “Es pues, aquella montaña
de las grandiosas cosas de España; muy cerrada de variedad de árboles, que
mirarlos a lo alto, casi se pierde de vista, y puestos a trechos en una
profundidades y unas peñas, que fué singular obra de Dios, criándolos allí: ay
muchos arroyos, y nacimiento de frescas aguas y están los árboles tan acopados,
que el mayor sol no baxa a la tierra. A mí me espantava lo que me dezían y
visto de ella lo que pude, dixe me habían dicho poco”. Tenía unos treinta vecinos»
(DARIAS PADRÓN, RODRÍGUEZ MOURE et BENÍTEZ INGLOTT 1957, p. 99).
En 1735 en los Sinodales del Obispo Pedro Manuel Dávila y
Cárdenas, se nos dice del número de vecinos y su distribución territorial:
«”...está en el
término de este Lugar la célebre Montaña de Doramas, con el nacimiento de las
aguas que llaman Madres de Moya, uno y otro digno de ver se”. Vecinos: 150.
Y en el pueblo, 61 y los demás en Fontanal, Cabo Verde, Dragos, Costa, Asuage y
Lomo Blanco»
(IBÍDEM, p. 114).
Es teoría generalmente aceptada por los historiadores, que la
gran mayoría de los modernos municipios están en el origen de las parroquias
del siglo XIX, e incluso antes.
«En cambio,
Zuaznávar vuelve a demostrarnos su perfecto conocimiento y su completo estudio.
Nos habla del Fuero, del que dice es de población y al que califica de primera
constitución canaria, y afirma que el Ayuntamiento, formado en virtud de lo que
los reyes ordenaron, fue único en la isla hasta que él, en los primeros años del
siglo XIX y de acuerdo con el Obispo Tavira [19], logró que se crearan otros en el interior, donde quiera que
se erigiesen parroquias. Muy tarde, si nos atenemos a la orden real aparecida
en el Fuero de que se creasen nuevos ayuntamientos donde quiera que se
considerase necesarios» (CULLEN DEL CATILLO
1978, p. 54).
De alguna manera el reconocimiento eclesiástico de la
parroquial y la segregación territorial de su feligresía, en lo civil motivó que
el Cabildo de la isla diera un tratamiento análogo, y así se evidenciaba en el
libro de registro de los repartimientos de tierras y aguas (RONQUILLO RUBIO et
AZNAR VALLEJO 1998):
[28-ago-1528
petición de Diego de Carvajal] «… solar que esta cabe su casa donde tiene
un horno que es en el heredamiento de Moya cabe una casa suya para fazer otra
casa e corral para sus bueyes e ganado fasta lindar al albercon de Moya…»
(p. 76).
[dd-jul-1537
petición de Juan de Cospedal (muy
deteriorado)] «… un solar que es en el
lugar de Moya que lynda con una casa de Alvaro (?) […] el qual dicho solar a ensenado el señor Juan de Escobedo R (egidor) […]
lo que vuestra señoria [el regidor] me cometyo y me paresçe que el solar se le
puede dar desde el horno de Albarizañez hasta alyndar con la casa de Bastian
Miguel…» (p. 90.
[11-dic-1538
petición del Regidor Alonso de Herrera]
«… laderas de tierra que están en el
barranco del Aumastel a la vanda de Moya ençima de las tierras que fueron de
Diego San Clemente y de las que fueron de Pedro Moreno…» (p. 62).
[10-jul-1542 petición
del doctor Alvaro de la Mata] «… unos pedaços y andenes de tierra en que
puede aber hasta siete hanegadas que están montuosos dentro del barranco del
Aumasel donde dizen el Trapiche linderos del cabo de arriba un Risco grande que
es a la hondonada de unas tierras de los herederos de Gaspar de Palençuela que aya
gloria e por abaxo el barranco e por ellos paa el atajo que va del Trapiche a
Moya que es tierra muy trabajosa… » (p. 110).
[26-oct-1545
petición de Diego de Carvajal] «… en los Fontanales çinquenta fanegadas
ençima del nasçimiento del agua qua dizen de Martyn de Vera alynde con tierras
de la una banda de Pero Sanchez vezino de Moya …» (p. 340).
[29-oct-1546
petición de Juan Dominguez] «… señores gobernador y regidores mandaron
que que se apregone es esta çibdad tres
días y al lugar de Moya e Galdar e Guia tres días de fiesta en cada lugar un
dia de fiesta […] que en el lugar de
Moya en domingo a dos de henero de mill e quinientos y quarenta e syete años
este dia a la puerta de Nuestra Señora de Candelaria saliendo la jete de la
misa mayor yo Diego de Ospedal escribano del dicho lugar ley la dicha petiçion
en presencia de todos… » (p. 434).
[23-ene-1549
petición de Pedro Borjes] «… Y después desto en veynte e nueve días
del mes de octubre e del dicho año estando en vysitaçion del lugar de Moya el
magnifico señor gobernador e los señores Pedro Azedo e Hernando de Herrera
Regidores… » (p. 511).
[11-sep-1554
petición de Juan Domínguez, vecino de
Moya] «… un pedaço de solar que esta
detrás de la huerta de Domingos Biçente junto con los Riscos…» (p. 242).
[11-sep-1554
petición de Antonio Gomez vecino de
Moya] «… un solar para hazer una casa en
dicho lugar de Moya que es lindero con un solar e huerta de Sebastian Miguel u
suegro e de sus herederos, e por otro lado un solar que oy dicho dia se a dado
a Juan Dominguez vezino de Moya e por delante calle Real… » (p. 242).
[18-sep-1556
petición de Juan de Ribera] «… para hazer un herido de molino […] pro utilidad desta isla especialmente de
los vecinos de Terore y de Moya e de Texeda e de toda la sierra…». (p. 251).
Como decíamos al principio de este apartado, el origen del
topónimo de Moya se sustenta en las huellas toponímicas de su
territorio, aunque no se conozca documento que lo acredite, y quedó consolidado
en los siglos a partir de la fundación de su parroquia, que concluiría como
ayuntamiento y municipio en el siglo XIX.
Y todo tiene su razón de ser en
aquellos tiempos, pues como bien dice un refrán castellano en desuso sobre
la discreción: “En la boca del discreto,
lo público es secreto”, cuyo significado es explícito (INSTITUTO CERVANTES: Refranero):
«Se aconseja la reserva y prudencia en el hablar, al tiempo
que elogia a quien mantiene reserva incluso en lo que es público o al no
comentar los hechos escandalosos, pese a ser del dominio público».
[19] Antonio Tavira y Almazán (1791-1796).