viernes, 2 de diciembre de 2016

VIÑÁTIGO/S, EL (V. DE SAN MATEO, AGAETE, VALLESECO Y MOYA)

Topónimo que localizamos en la Vega de San Mateo, al sur de La Lechucilla y Los Roquetes, entre Camaretas al poniente y con la jurisdicción de Valsequillo, donde se localizan los Llanos de los Suárezde los González  y de los Rivero, y, el Llano de la Casilla.

En Agaete, lo encontramos al sur de Los Cabucos, en las fuertes vertientes que dan hacia poniente al Andén de los Trigueros y que se encuentran entre la carretera Fagagesto-Juncalillo (GC-070) y de la Carretera de los Pérez, lugar entre las cuencas del Barranco de Los Cabucos y del Barranco de la Montaña. Y en Valleseco, al naciente del Lomo de la Palma, muy cerca de los límites de Valleseco con Teror, al naciente en La Gambuesa del alto de la Cuesta del Muelle. Había un topónimo ya desaparecido en Teror, en el Heredamiento del Chorrillo. Curiosamente el acceso al lugar es llamado Camino de Viñático, usando la variante del término.

Igual variante localizamos en Moya, donde el lugar de Viñático lo encontramos al naciente de La Josefa, muy cerca de la carretera de Moya- Fontanales (GC-075), al sur de Carretería y al norte de Estebanejo, en los altos de las vertientes de poniente del Barranco de Azuaje.

Viñátigo (lostilos.villademoya.es)
Todos los topónimos vivos y los muchos otros desaparecidos guardan estrecha relación con el viñátigo (Persea indica) es una «especie característica de los bosques de laurisilva. Es endémica de los archipiélagos macaronésicos, estando presente en todas las islas de las Azores, en Madeira y Canarias. Se trata de un árbol de hasta 20 m, que se puede diferenciar por sus hojas lanceoladas, de color verde claro pero que se vuelven rojizas al envejecer, sin glándulas. Los frutos son elipsoides, de unos 2 cm y adquieren un color negro-azulado al madurar» (FLORADECANARIAS-COM).

En los primeros tiempos se consideró por su parecido que era una variedad del Laurel (Laurus novocanariensis), de la misma familia de las Lauraceae, y quizás influenciado por las vagas noticias del Laurel de Indias (Ficus microcarpa), de la familia de las Moraceae, de donde se inventarió como ‘índica’.


Lugar de Viñátigos en V. San Mateo (santisanrod)
Pero este endemismo era muy abundante en las islas en el tiempo de la conquista, ocupando los suelos preferentemente húmedos, en las umbrías y márgenes de barrancos, pero su explotación maderera por su calidad y la propia roturación de las tierras húmedas, prácticamente han contribuido a su práctica desaparición en Gran Canaria quedando pequeños relictos.

Del topónimo de la Vega de San Mateo junto al Barranco de La Lechuzilla, encontramos su mención en los repartimientos, en la descripción de las tierras que pedía Alexio de Belandia, el 21 de agosto de 1549, solicitante que dio origen al topónimo de Biliandria situado al suroeste de Viñátigos, refiriéndonos de otros topónimos próximos que han llegado a nuestros días.

Lugar de Viñásticos V. de San Mateo (Google Earth)
«… suplico me hagan merçed de un pedaço de tierras que es en el termino del Gamonal en la hoyada desde el portezuelo asomante a las camaretas y a la cañada de los viñaticos y por aquella misma hazera sobre la mano derecha del barranco a dar a una tierra albariza blanca que va a dar al camino de Tirahana e de la otra banda del linda contra el Risco de Tintiniguada e a dar abaxo a la montaña Bermeja e donde esta un pino en que podra aver çient fanegadas de tierras y mas» (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 484).

En la prehistoria de las islas el viñátigo, que no es voz aborigen como a continuación se dice, tuvo muchas utilidades para los aborígenes, tanto en la fabricación del ‘banot’ como arma, por su gran fortaleza.

Lugar de Viñátigos Vega de San Mateo (caminosdecanarias.blogspot-com)
«Madera empleada en la confección del ‘banot’. El fragmento incrustado en la vertebra parece proceder del viñátigo/viñático, “elemento fundamental de la antigua laurisilva canaria... Puede alcanzar alturas de 15 a 20 metros, y su madera, muy dura, de color rojo pardo, fue muy apreciada” (Ceballos y Ortuño, op. cit., pp. 94 y 345. Max Steffen señala que en otros tiempos fue objeto de exportación con el nombre de caoba de Canarias, y que la voz vinátigo, nombre vulgar de la Persea indica L., es un portuguesismo. También lo admite Pérez Vidal: la forma portuguesa es vinhático. En el diccionario de E. Pinheiro [n. 50] se cita como árbol de las Azores, nombre que también se da a la madera. Para Ceballos y Ortuño se trata de un árbol “francamente exigente en cuanto a humedad: se localiza siempre en umbrías o fondos de barrancos” (op. y Loc. cit.).

Banot: Fotografía y lámina (Museo Arqueológico de Tenerife)
[n. 50] EDUARDO PINHEIRO: Diccionário da Lingua Portuguesa, Porto, s. a. “Bajo la voz vinhatico se dice que es un árbol de las Azores; madera de ese árbol. Pero se trata de la misma especie presente en la laurisilva canaria y en general en la flora macaronésica”» (DIEGO CUSCOY, 1986, p. 776).

[op. cit. La obra arriba citada por el autor es L. CEBALLO y F. ORTUÑO: Vegetación y flora forestal de las Canarias Occidentales, Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, Madrid, 1931, 465 pp. (El Sabinar, pp 97-98)].

Pero nuestros aborígenes no sólo aprovechaban del viñátigo la dureza de su madera, sus hojas las utilizaban para hacer tintes naturales de color rojo para los textiles de junco.

«Consultados estos textos y las referencias que nos ofrecen los textos antiguos, podemos resumir que los antiguos pobladores de las islas elaboraban tintes con materias primas de origen vegetal, aprovechando las hojas, frutas y bayas, cortezas, raíces y la savia, de sobre todo especies de árboles de la laurisilva, del drago y el pino canario, y de plantas silvestres entre las que se encuentran identificadas los tajinastes (echium), y la hierba pastel.

Hojas y frutos del viñátigo (floradecanarias-com)
Para confirmar las posibilidades tintóreas apuntadas por estos últimos autores tanto para los soportes de origen vegetal como los de origen animal se realizaron pruebas con algunas de las materias primas de origen vegetal citadas, concretamente con: hojas de viñátigo (persea indica), frutos y corteza de acebiño (ilex canariensis), frutos y corteza de faya (myrica faya), corteza de pino (pinus canariensis), raíces de varias de las especies de tajinastes (echium) y hojas de hierba pastel (isatis tinctoria).

Como soporte para confirmar la adherencia y tinción se utilizaron franjas de tejido de junco preparadas para esta composición. […] Las tonalidades que obtuvimos con todos estos materiales varían desde amarillos (faya e hierba pastel), naranjas (faya, viñátigo), rojos (pino, viñátigo), carmines (faya y tajinastes), violetas (faya y tajinastes), tonalidades terrosas (acebiño), verde claro (acebiño e hierba pastel), y, verdes oscuros y azules (hierba pastel)» (HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, 1997, p. 28).

Y como buenos pastores, conocían también de lo venenosa que estas hojas podrían ser para su ganado, conocimientos que quedaron en la cultura pastoril de La Palma, no dudando fuera conocida en las restantes islas donde los aborígenes fueron apreciados y contratados para el pastoreo tras la Conquista.

«… en La Palma, en concreto en la Cumbre Nueva, donde los pastores talaban o cortaban las ramas bajas de los viñátigos (Persea indica), árbol de hojas venenosas, cuyo consumo por el ganado en grandes cantidades, incluso podría ocasionar su muerte … » (NARANJO RODRÍGUEZ, 2006, p. 43).

Ejemplares de viñátigos en Tenerife (lavegadesanmateo-com)
Conquistada la isla, además de conocerse que la corteza fue utilizada como antiséptica de la piel, el viñátigo y otras maderas de la laurisilva ─que se localizaba en el norte de Gran Canaria por su típica mayor humedad propiciada por los vientos Alisios─ eran reservadas por las autoridades para la construcción del interior de las naves, por el elevado interés estratégico de la industria naval en su condición de islas.

«Muchas partes de los barcos, en concreto las del exterior se hacían de madera de pino canario y la del interior de madera de las variedades de la laurisilva. Entre ellas destacaba el viñátigo y el barbusano, no sólo apreciados por su altura, sino también por la calidad de su madera y su resistencia a la podredumbre del agua» (LOBO CABRERA, SANTANA PÉREZ, et RODRÍGUEZ PADILLA, 2007, p. 106)

El particular hábitat de la laurisilva que ocupaba las zonas húmedas de la isla, y la propia prioridad que se dio para el destino del viñátigo a la industria naval, no impidió que se comerciara con ella para otros usos como se aprecia de la cita del Contrato de 1592-marzo-13, protocolo de Alonso Fernández Saavedra, legajo 802, f. 89 r.:

«Antonio Álvarez, aserrador, vecino de Canaria, se obliga a entregar a Bartolomé Pabón, 4 docenas de tablas de viñátigo y 1 docena de tablones de la misma madera y de palmo y medio de ancho y 12 pies de cumplido, y el tablado ha de ser de 12 pies de cumplido y 2 palmos de ancho, y los tablones de 2 dedos de frente, y por razón de aserrar y cortar y entregar en la Montaña de Doramas, donde las puedan sacar y cargar caballos, por razón de 20 reales por docena de tablas y tablones y tijeras de viñátigo. A cuenta recibe 30 reales. Bartolomé Pabón se obliga a la vez a hacer a Antón Álvarez una rueda de atahona con su dentadura, aspas y carrete por precio de 10 ducados, de palo blanco» (IBÍDEM, p. 258).

El viñátigo y sus frutos (floradecanarias-com)
Debió haber sido grande la tala del viñátigo que ya a comienzos del siglo XIX, se tenía que importar de La Palma su preciada madera que era utilizada para el tallado de imágenes religiosas combinada con el pinsapo, e incluso la reutilización de su madera en el desguace de los barco, de cuyas huellas en el arte tenemos unas singulares referencias documentales de la utilizada por el escultor José Luján Pérez para la elaboración las imágenes del ‘Apostolado’ que adorna el interior del cimborio de la Catedral de Las Palmas, conforme al encargo que le realizara el Cabildo Catedralicio, y que demoró en confeccionar por el agobio que padecía cumpliendo con encargos que le hacían distintas parroquias e iglesias.

«…en su casa, había puesto el Cabildo madera de viñátigo y pinzapo, de la que sin temor á engañarnos, hubo de gastar una buena, parte, cuando se le pidió cuenta de ella » (TEJERA Y DE QUESADA, 1914, p. 81).

Se trata del ‘Apostolado’ cuya pequeña historia empezó cuando el Cabildo consideró eran los adornos que remataran el cimborio, y el 16 de julio de 1798 da poderes al canónigo Zumbado para que contrate con Luján el precio de las estatuas, condicionando que las cabezas, manos y pies sean de madera menos corruptible y los vestidos de lona y los cuerpos de pinsapo del norte.


«El día 24 de dicho mes el Cabildo determinó que fueran dieciséis las imágenes (sic), a saber, los doce Apóstoles y los evangelistas San Marcos y San Lucas. Fue así como Luján se hizo cargo del ‘Apostolado’ y en septiembre de aquel año propone al Cabildo la compra de siete piezas de lona de 44 varas cada una en la tienda de don Francisco Aguilar, y la madera de viñátigo necesaria para las cabezas, manos y pies de las estatuas. (Cabildo, 25 de septiembre de 1798) [Sorprende la aclaración del autor de (sic), ‘copia textual del original’, en cuanto al número de 16 imágenes, pues en su p. 232 da cuenta que se encargaron a Luján 2 ángeles para el “sancta sanctorum de esta catedral”, si bien cuando se pagan se dice “los dos ángeles para el cimborio”].

El Cabildo contestó que se comprara la madera de los barcos varados que estaban en venta, y que si no bastaba con dicha madera, se le avisara al hacedor de La Palma para que enviara el viñátigo necesario. (Cabildo, viernes 28 de septiembre de 1798)» (CAZORLA LEÓN, 1992, p. 230).

Es más explícita la redacción contenida en el documento del Cabildo, viernes 28 de septiembre de 1798:

«Vista la minuta de la madera de viñátigo que hace juicio el escultor don Jose Pérez para cabezas, manos y pies de las estatuas del cimborio y en atención a que hay madera de barcos que se han varado para expenderlas, se acordó se reconozcan y de haberlas aparentes para dicho fin se compre de ellas la porción que sea necesaria y, de no ser suficientes las cuchas, se escriba al hacedor de La Palma remita de la madera de viñátigo el número de piezas en la conformidad que conste de la minuta» (IBÍDEM, p. 233).

Pero como ya se ha dicho arriba, Luján Pérez se encontraba agobiado con la imaginaría de parroquias e iglesias de las islas, y fue ganando algún tiempo, durante el que compró dieciséis varas de lona que fueron pagadas el 13 de marzo de 1800, y volvió a ganar más tiempo, haciéndose rogar, hasta que el Cabildo Catedralicio le requirió y el 21 de marzo de 1801, un año después, Luján comunica la madera que necesita.

«Luján manifiesta el 21 de marzo de 1801 que la madera que necesitaba para sus estatuas era: “Veinte tozas de viñátigo de tres varas de largo y cuarta y media de ancho, dieciséis palos de vara y cuarto de cumplido y una cuarta de grueso en cuadro por ser cada estatua de dos varas y medio de alto” (Libro Obra de la Iglesia 2).»

Apostolado del cimborio de la Catedral de Las Palmas (norlando.blogspot-com)
«Luján empezó el Apostolado en 1804. Y como no había madera suficiente para las estatuas y los canceles de la iglesia, fue enviado a Tenerife el carpintero Cabral (Antonio), para que, siguiendo las normas de Luján, comprara la madera más a propósito y la lona. (Cabildo, jueves 24 de mayo de 1804). Y Luján, mientras hacía su Apostolado, mudó de parecer en lo referente a los vestidos. En vez de hacerlos de lona, le parece mejor tallarlos en madera. Razón por la cual se pone en venta la lona comprada […] Las imágenes comenzaron a ser entregadas, en la segunda mitad de 1806, a los pintores para poderlas colocar en el cimborio.

En el libro Obra de la Iglesia 2 se nos dice:
“Sábado 9 de agosto de 1806: se pagan al maestro pintor Cayetano González por pintar uno de los doce apóstoles 20 pesos”.

“Sábado 16 de agosto de 1806: se pagan al maestro pintor Portugués la pintura de dos apóstoles 40 pesos. (Libro Obra de la Iglesia 2).

“Por 1.500 reales que según recibo de 22 de diciembre de 1808 pagó al maestro pintor Joseph Yanes por su trabajo en los cinco Santos que se colocaron en el cimborio a razón de 20 pesos cada uno”. (Cuentas Mayordomia Fábrica, 1789-1813, fol. 163).

La colocación del Apostolado en el cimborio tuvo lugar en septiembre de 1810» (IBÍDEM, p. 231-232).

Localizaciones históricas (Jardín Botánico Viera y Clavijo)
De las localizaciones históricas del viñátigo inventariadas por el Jardín Botánico Viera y Clavijo, la comparación de las conocidas hasta los años 30 del pasado siglo, con las inventariadas en el siglo actual distan mucho entre sí, y ello después de conocer de las utilidades que se le daban en nuestra prehistoria, las siguientes de nuestra historia, particularmente del primer siglo después de la Conquista, y las residuales siguientes.

Se anota su localización preferente en Los Tilos, de donde encontramos una ficha más descriptiva del viñátigo, con algunas curiosidades relativas a la paloma, a sus parentescos, y aunque pudiera ser reiterativo en parte con lo recogido al principio, resulta obligado para insistir en que se alcen las voces en defensa de su supervivencia cual arma de guerra que fue en el ‘banot’ aborigen:

Paloma Turqué (seo-org)
«Después del til es el árbol de mayor talla de la laurisilva canaria, pudiendo alcanzar los 30 m. de altura. Tronco recto y robusto con corteza gris oscura y fisurada. Hojas oblongo lanceoladas de hasta 20 cm. de longitud, algo coriáceas; cuando envejecen toman un color anaranjado y permanecen sin caer durante un tiempo. Las flores blanquecinas se agrupan en los extremos de las ramas. El fruto es una baya de unos 2 cm. de largo, de color negruzco y brillante cuando maduran, no comestible. Solo la paloma turqué y rabiche son capaces de digerirlos sin notar efectos secundarios. Florece entre marzo y agosto.

Elemento propio del bosque de laurisilva, es exigente en cuanto a humedad por lo que generalmente habita en los lugares más umbríos (fondos de barrancos, vaguadas y hoyas). Su madera de color rojo pardo es muy apreciada. Es pariente del aguacate, además de endémica de la Región Macaronésica (Azores, Madeira y Canarias). En Canarias faltan en Lanzarote y Fuerteventura. Ha sido elegido como símbolo vegetal de la isla de La Gomera» (LOSTILOS.VILLADEMOYA-ES).


Localización en la Vega de San Mateo (IDE Gran Canaria)
Localización en Agaete (IDE Gran Canaria)
Localización en Valleseco (IDE Gran Canaria)
Localización en Moya (IDE Gran Canaria)

viernes, 25 de noviembre de 2016

NIÑA, LUGAR Y PRESA DEL CAIDERO DE LA (ARTENARA Y TEJEDA)

El topónimo primigenio del Caidero de la Niña nos remonta a las tristes historias que se mantienen en la tradición oral que pasaron de abuelos a padres y de padres a hijos, donde lo fundamental fue que una niña se despeñó y murió en el caidero situado en la banda sur del Barranco de los Juncos, en la jurisdicción de Tejeda, un no recordado día de un mes y un año que con muchas probabilidades pudiera corresponder al siglo XIX.
 
El Caidero de la Niña (Google Earth)
Eran tiempos en que estas trágicas noticias no aparecían en los medios de comunicación, no porque no fueran importantes o carentes del sentimiento humano, sencillamente porque en aquellos tiempos en que aconteció el accidente, no existían los medios escritos de comunicación social, o simplemente porque fue conocida sólo en el ámbito de la población de La Aldea, que es el asentamiento humano más próximo a ese caidero del Barranco de los Juncos, a unos escasos cuatro kilómetros y medio del Barrio histórico aldeano.

Es el cauce de este barranco el que conforma la demarcación jurisdiccional de los municipios de Artenara y Tejeda, ambos colindantes al poniente con el municipio de la Aldea de San Nicolás, el primero aproximadamente en la junta del tributario Barranco Salado, y el segundo algo más abajo, al pie del Morro del Salado.


Localización "Cruz de la Peña" (IDE Gran Canaria)
Muy vagas son las referencias que se tienen, y las que quedan de la tradición oral nos la cuenta el amigo y Cronista de la Aldea, Francisco Suárez Moreno: «Dicen que estaba por allí una niña de algún pastor y un carnero le dio un topazo y la tiró por aquel salto o caidero que a partir de ahí tomó el nombre. Frente a ese caidero hay una peña que se descubre cuando baja el nivel del agua de la presa donde hasta los años setenta creo veíamos la Cruz de la Niña en dicha peña. El topónimo de ‘Cruz de la Peña’ que es la cruz de la niña muerta y así le llamábamos La Peña de La Cruz y era una marca de la altura del agua de la presa, que se decía ya el agua llegó o tapó La Cruz».

No debe confundirse esta cruz con la conocida de Nicolás Álamo León, que se encuentra en los escarpes de la banda de Artenara. La cartografía del IDE la sitúa aguas arriba de la junta del Barranco de Tejeda con el Barranco de Siberio, junto a la vertiente sur del primero según puede apreciarse en el detalle a gran escala que se inserta.
 
Banda de Tejeda de la presa (Kateřina Zajíčková)
Algo más de un cuarto siglo después, los aldeanos recibían el 14 de febrero de 1927, con ilusión y esperanzados, al Ministro de Gracia y Justicia Galo Ponte Escartín, quien llegaba en el vapor ‘La Palma’, procedente del puerto de La Luz. La noticia de su llegada había movilizado a toda la Aldea, pues estaba en juego la propiedad de las tierras que venían trabajando como “colonos” desde los tiempos de la conquista. En ellas sus antepasados que un día llegaron allí para asentarse en el lugar, abuelos de abuelos de los que ahora labraban y cosechaban, quienes reivindicaban la propiedad de las tierras y buscaban el amparo de la justicia social.

Ese día de san Valentín, el ministro convocó a las comisiones de las dos partes, propietarios y colonos a bordo del vapor para iniciar la discusión y cuya crónica de lo acontecido encontramos en la nota oficial del ministerio publicado por el Diario de Las Palmas de cuatro días después.

«Mostráronse las dos partes, capitaneadas cada una por un sacerdote, muy intransigentes, insistiendo los propietarios en que los colonos cultivasen las tierras a medias y los colonos en adquirir el dominio pleno mediante determinada indemnización a los propietarios. El Ministro obtuvo, por fin, que las dos partes aceptasen la siguiente conclusión:

Localización del Caidero de la Niña (IDE Gran Canaria)
“Conceder un plazo para que los colonos, incluso los que han sido desahuciados, adquieran los terrenos que cultivan de los propietarios, para quienes será obligatoria la venta en el precio y demás condiciones que se establezcan. El Estado anticipará a los colonos lo que se convenga. Pasado ese plazo, los propietarios serán reconocidos dueños sin que los colonos que no lo hayan utilizado tengan derecho alguno”. 
Comenzó luego la discusión sobre cual sería el precio que debieran pagar los colonos y quien en caso de no haber acuerdo entre propietarios y colonos habría de fijarlo. Desde luego se advirtió en los propietarios una tendencia a obtener un precio que sumarían no millones de pesetas, sino de duros, lo cual fué rechazado en absoluto por el Ministro, conviniéndose entonces en que hoy se reunirían las dos comisiones con el Ministro en el “Hotel Metropole” para tratar de llegar a un acuerdo definitivo. 
En la reunión de hoy después de ratificar las dos representaciones su conformidad con la base acordada anteayer y de aceptar que la solución se consignase en un Decreto Ley de la Presidencia del Consejo de Ministros». 
La gran expectación por la llegada de Galo Ponte (Teodoro Maisch - Fedac)
Despejados los mayores obstáculos, la disposición a la venta de la tierra por parte de los propietarios, así como el arbitraje del precio y la financiación de la compra por el Estado, la ilusión de siglos comenzaba a tocarse por los aldeanos para acceder con dignidad a las tierras que venían cultivando como colonos. Dulce sabor amargo, pues a continuación vendría el esfuerzo continuado para hacer frente al pago de las tierras. Pero el cultivo de las tierras demandaba aguas para su riego, más aún cuando se intentaba su cultivo de forma intensiva para poder hacer frente al compromiso de pago y el sostenimiento de la familia.

Paradójicamente, el Barranco de los Juncos por temporadas traía demasiada agua que terminaba en el mar, que en muchas ocasiones cuando las lluvias eran torrenciales en la Caldera de Tejeda, al valle llegaba un aluvión que desbordaba el cauce natural inundando los terrenos de cultivos en ambas márgenes, perdiéndose las cosechas y dejando anegado todo el territorio. Ello condicionaba la vida de los aldeanos, pues para volver a plantar, antes deberían bajar las aguas, secarse las tierras, volverlas a roturar, reconstruir las acequias y aperos de labranza.

Construyendo la presa en may-1951
 (recogida por Jaime González Gonzálvez en su blog)
Y aunque se tuviera dinero para hacerlo, que no se tenía por los nuevos propietarios viejos colonos, que seguían pagando sus compromisos, la familia tenía que alimentarse y supervivir con salud para afrontar el mayor esfuerzo, pues todos tenían que apechugar. Esta situación de calamidad pública tras las lluvias torrenciales y la magua por que la preciada agua llegara al mar, cuando era muy necesaria para el duro, largo y seco estío del verano, que en la Aldea comienza y termina un mes antes y después de la estación. Lo habían intentado elevando el agua de las entrañas de la tierra, con molinos de vientos, incluso ayudados por los motores que les ofrecía Mr. Leacock, pero también el gasoil costaba mucho.

Por las tardes se reunían en la casa del pueblo, o en el bar de la esquina, y hablaban entre ellos de la posibilidad de juntarse los cultivadores para construir una ‘represa’, que frenara los aluviones y retuviera el agua para los fuertes veranos, y así constituyeron una Comunidad de Regantes con el objetivo se construcción. Las cosechas del tomate podían aumentar y asociándose en cooperativas incluso pensaban en mandar el tomate ‘pa fuera’. Pero para mayor desgracia, en julio de 1936 aconteció el golpe de Estado, aquel que unos llamaron el ‘alzamiento nacional’ que dio lugar a la Guerra Civil, que estableció distancias entre unos y otros por cuestiones ideológicas.

Terminada la guerra en 1939, cuando ninguna ‘autoridad’ venida a más, les requería con la obligación de ‘salvar a la Patria’, comenzaban de nuevo a recordar de aquellos intereses de la Comunidad de Regantes para obtener el agua para las tierras, y reaparecía de nuevo el eterno problema de los dineros. Alguno de ellos comentó que 1940 el gobierno había creado la Obra Sindical de Colonización, con la finalidad de ayudar al campo porque el País necesitaría tener lo que consume porque los demás países no querían ayudar a España porque era una ‘dictadura’ ─sistema económico conocido como autarquía─ y que habían construido un pozo en Ciudad Real para el regadío.

«… También en 1940, pero el 25 de noviembre, se dicta la Ley sobre Colonización de Interés Local por lo cual se auxiliaban y financiaban proyectos encaminados a la realización de mejoras tanto a nivel privado como municipal. Una de las provincias donde se realizaron más actuaciones será Ciudad Real, con la apertura de pozos para transformar tierras de secano en regadío o se construyó por medio de la Obra Sindical de colonización durante 1941, el primer grupo sindical en Daimiel con 400 productores que construyeron un pozo que permitió implantar una amplia zona de regadío» (ALMARCHA NUÑEZ-HERRADOR, M.E. (1997). Arquitectura y urbanismo rural durante el período de la autarquía en Castilla-La Mancha, Tesis Doctoral Universidad Complutense. Cuenca: Ed.  Universidad de Castilla-La Mancha, p. 197). 
Fotografía de 1965 (Günter Kunkel - Fedac)
Conocida esta posibilidad los cultivadores aldeanos, y realizados los estudios previos de considerar que el mejor lugar para la construcción de la presa era algo más abajo del Caidero de la Niña, que se recordaba con aquella cruz que sus padres pastores de Tejeda allí colocaron en memoria y recuerdo de su hija, dado que allí el Barranco de los Juncos conformaba un estrecho cañadón, entre altas vertientes, deciden movilizar al alcalde que era además, el Jefe Local de la Falange.

El alcalde logró que el ingeniero Verástegui enviado por la Obra Sindical visitara la Aldea en enero de 1942 para conocer del lugar, hacer un proyecto y presupuestarlo. Meses después y habiéndose informado el alcalde con el gobierno civil de las facilidades de financiación y de los pasos siguientes, obtuvo también el compromiso de asistencia de gestores sindicales, convocando a todos los interesados de la Comunidad de Regantes para el domingo 27 de septiembre de 1942.

«El acto, sencillo pero de enorme trascendencia, se inició con unas palabras del alcalde, que es a la vez Presidente de aquel Organismo, quien hizo, con palabras cálidas, la presentación de las jerarquías sindicales que a continuación se iban a dirigir a los aldeanos, exhortandoles a que tuvieran fé y disciplina, y sobre todo, una gran confianza en los hombres de la Falange que interesadamente se acercaban a ellos para prestarles toda clase de ayuda y colaboración en la gran empresa que ha de reportar extraordinarios beneficios a la cultura de la Aldea. 

 Vista desde la cabecera (caminosdecanarias.blogspot-com)
Después habló el Vice-secretario de Ordenación Social, quien se extendió sobre la necesidad de la construcción de la mencionada presa, para la que el Estado prestara su máximo apoyo económico, refiriéndose a la ineludible necesidad en que se encuentra la Hermandad de Labradores y Ganaderos de la Aldea de San Nicolás ─la primera constituida en la isla— de acoger en su seno al grupo de Colonización que se forme, trabajando con todo entusiasmo e interés por el feliz logro de las aspiraciones de los interesados en la construcción de la presa. 
Terminó explicando los anhelos de la Falange en lo que al campo se refiere, que están justificados en la esencia misma de sus postulados, haciendo mención al punto 18 de la norma programática del Partido que afecta a los problemas agrícolas» (FALANGE, 30-septiembre-1942). 
Algunos de los asistentes sabían que aquello eran las típicas peroratas de los ‘falangistas’, pero tocaba tragar sapos si con ello obtenían las ‘perritas’ para la construcción de la presa que tanto ansiaban. Y aun así, a los aldeanos les iba a costar poner diez de cada cien pesetas invertidas.  Luego el entendido en la materia que había venido de Las Palmas, empezó a dar más detalles y aquello empezaba a tener algo más de sustancia.

«A continuación el jefe de la Obra Sindical de Colonización dio, lectura a los fundamentos de carácter económico y social en que se basa la misma, haciendo ver a los reunidos la urgente necesidad de una estrecha colaboración entre los mismos, pues ésta es imprescindible para que el Estado nacional-sindicalista, de acuerdo con los proyectos y planos presentados, conceda la correspondiente ayuda económica para la construcción del embalse ‘Caidero de la Niña’, cuyo coste superior a dos millones y medio de pesetas, será financiado por la Obra Sindical de Colonización o bien será gestionado por la misma el oportuno crédito. La citada presa podrá almacenar dos millones veintinueve mil metros cúbicos de agua, con los cuales se conseguirá regar más de mil quinientas hectáreas de terreno, solucionando el problema de la sequía en dicho lugar y convirtiéndolo en una de las zonas más ricas de la isla».
Al final tendrían los aldeanos que aguantar la soflama política del Delegado Sindical Provincial, quien después de repetir con claro acento peninsular mucho de lo dicho, como mandan los mentideros políticos, acabó con una de esas estudiadas grandes frases evangélicas apetecibles para reportar la felicidad humana, como si quisiera pasasen a la posteridad:

"Vuestro sol y la fecundidad de vuestras tierras ─dijo— sí que debe ser envidiada por las gentes de las ciudades, empobrecidas por luchas mezquinas y en un nivel de producción mucho más bajo que el vuestro".

Vista (Juan Ramón R. Sosa)
No olvidó realizar el habitual proselitismo advirtiendo después que la labor de los Sindicatos en la Aldea no se reducía a la realización de la obra, sino que haría llegar a todos los labradores los beneficios de las obras sindicales 18 de Julio, Hogar, Educación y Descanso, etc, y volver a recuperar su estudiado discurso rematándolo para terminar:

"Trabajad con entusiasmo y estad satisfecho de vuestra vida, qué si bien es áspera y con dificultades, es el camino mas seguro para que con la ayuda Del que todo lo puede disfrutéis, cuando os llegue la hora, de una vida mejor, de la vida eterna". 
Algunos vieron que aquello tenía una ramalazo a premonición, de que algunos de los aldeanos regantes allí asistentes, morirían antes de ver terminan la presa. En cualquier caso, ya sabían por su propia historia, que nadie regala nada, y que tarde o temprano tendrían que recurrir a la ayuda ‘Del que todo lo puede’ para subsistir.

Casi cuando se iba a cumplir el año, en agosto de 1943, les avisaron para que fueran a la Ciudad, como si fuera lo mismo que ir del Puerto a Las Palmas, como si no conocieran del polvo y pánico de atravesar el Andén Verde, en una excursión, por llamarle de alguna forma, por aquella mal llamada estrecha carretera de tierra apisonada, y la necesidad de quedarse en alguna fonda, pero era obligado porque tenían que firmar muchos papeles, para empezar el largo trámite y llenarse de paciencia. Pero paciencia y resistencia es algo que no faltó nunca a los aldeanos.

(presasengrancanaria-com)
Pero así arrancó la construcción de la presa en el Caidero de la Niña, que en sí misma era la gran ilusión, pero se convertiría en una auténtica cruz. El 1 de mayo de 1952 visitaba las obras de la presa el Gobernador Martín Freire, acompañado del Inspector provincial de la Falange y de las JONS Suárez Valido, y del Delegado provincial del Frente de Juventudes Díaz Bertrana. En el Cruce le recibieron el Alcalde Ramos León, cura párroco, concejales, consejo local de la Falange y el comandante de puesto de la Guardia Civil. La visita oficial no lo era para inaugurar la presa terminada después de tantos años, solamente por conocer el estado de su construcción:

«trasladándose […] a la presa del Caidero de la Niña donde fué atendido por el ingeniero de Obras Públicas, señor Caballero de Rodas, y personal técnico afecto a la misma, visitando detenidamente las obras en vías de ejecución que calificó de las más importantes que actualmente se realizan en la isla» FALANGE, 2-mayo-1952). 
Pero la visita sirvió para corroborar que si no se ponía más dinero, la presa no se terminaría. De alguna forma influyó el Gobernador Civil en el Cabildo de la isla para que en los presupuestos del siguiente año se acordara anticipar tres millones de pesetas. Pero tan sólo era una financiación circunstancial para avanzar en la presa y construir su canal de riego. La Comunidad de la Presa convocó una Junta el 18 de agosto de 1954 para facultar la negociación de un préstamo a largo plazo con un banco y devolver el anticipo del Cabildo, que deberían avalar los comuneros, todo ello antes de la despedida oficial del gobernador Evaristo Martín Freire.

Vista aérea (fotosaereasdecanarias-com)
En octubre de 1958 seguía coleando aún la terminación de la presa, dándose algunos motivos que la venían retrasando. La Comunidad de Regantes se había comprometido a pagar el 10% del coste total, pero los sucesivos incrementos de los presupuestos, ya sus miembros estaban agotados de tanto esfuerzo económico insoportable y solicitaban del Cabildo los asumiera. Después de muchas reuniones, el entonces presidente del Cabildo Matías Vega Guerra obtuvo la aprobación de tal partida como subvención a la Comunidad, y comunicándolo a su presidente Bibiano Sánchez. Pero la Comunidad conocía también de un problema técnico, la necesidad de construir unos ‘coladeros’, para evitar que la tierra arrastrada por las aguas barranco arriba, llegaran a cubrir el embalse. Eran más estudios, más anteproyectos para la aprobación de un proyecto de solución. Cada año de retraso estaba comportando mucho dinero a los cultivadores. Mil fanegadas de tierras, mil familias esperando una solución rápida y definitiva.

Ya habían asumido el coste del canal de riego no incluido en el primer presupuesto, y aunque se conocía desde su principio de que en un cañadón de agua arrastra grandes lodos y tierras, lo callaron para no espantar a los políticos. Como dice el dicho, “No podían abrir el paraguas antes de que empezara a llover”. Pero ya había llegado el momento, pues de lo contrario, sin coladeros, se tendría que dragar todos los años la presa, con un elevadísimo coste. Al final aparecieron los cuartos, el Cabildo se retrató de nuevo, y por fin la Presa del Caidero de la Niña se había cerrado, y al poco, en los días siguientes a la celebración de san José de marzo de 1960, llovió torrencialmente en la Caldera de Tejeda y la presa se llenó por primera vez, y sólo el reboso corría mansamente hacia el mar, sin ocasionar destrozos en las tierras de cultivo. Se había cumplido el sueño deseado.

Imagen otoñal de la presa (caminosdecanarias.blogspot-com)
«Es indescriptible el júbilo que reina en este pueblo de San Nicolás de Tolentino. La Presa Caidero de la Niña, esa obra monumental de la que tantas veces hemos hablado desde estas páginas implorando su cierre; esa obra que sirve de orgullo a este pueblo, ¡se encuentra completamente llena!. Unos quince millones de pesetas que se hubiesen marchado al mar de no haber estado cerrada. Pero lo verdaderamente triste en estos momentos en que vemos un tesoro tan grande a nuestra disposición, sin que nos haya costado nada —tan sólo el desear que lloviera—, es el recuerdo de tantas veces. ¡Quince millones! como nos hemos permitido el lujo de tirar al mar y luego, como en el caso de este año, que se pierda toda una zafra. No vale la pena sacar a relucir las causas de que la Presa no se cerrara mucho tiempo antes ni mencionar este hecho sin precedentes; sólo lo mencionamos con el fin de que sirva de experiencia y recordatorio. Pero al fin importante, la Presa Caldero de la Niña está rebosando y el agua sobrante sigue su curso hasta el mar, después de sumirse por las arenosas y resecas tierras de su cauce, abasteciendo los cientos de pozos que perforan todo el subsuelo de esté pueblo. Inmediatamente se iniciarán los plantíos de maíz y patatas, con los cuales ─si se presentan bien— se compensará las enormes pérdidas ocasionadas por la perdida zafra tomatera» (FALANGE, 25-MAR.1960).
Ya no se veía la cruz que los padres pastores de aquella niña que cayó por el Caidero. Está sumergida en el agua color ‘canela’. Y la felicidad era grande en toda la Aldea. Ese reboso animaría a la construcción de la Presa del Parralillo, y después de la Presa de Siberio.

Localización (IDE Gran Canaria)