viernes, 15 de julio de 2016

MARTÍN MAYOR, BARRANQUILLO (TELDE)

El Barranquillo Martín Mayor, tributario del Barranco del Draguillo por la banda septentrional, nace en las vertientes nacientes de la pequeña Montaña de las Triguerillas a 669,7 msnm. Siguiendo su cauce aguas abajo en dirección Este para girar en dirección Sur y discurrir rodeando por poniente las vertientes de la Montaña de La Majada a 486,8 msnm., junto a las lomadas de El Gamonal que le separan del Barranquillo de Juan Tello que discurre paralelo, y se une al cauce del Barranco del Draguillo a 275 msnm. en Las Puntillas, muy cerca de los Llanos de Los Guirres.

Barranco del Draguillo, principal del Barranquillo Martín Mayor (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
Su cauce inferior en parte está dentro del territorio del Monumento Natural del Barranco del Draguillo (C-33 Decreto 18/2003, de 10 de febrero, Gobierno de Canarias), que conforma una definida unidad geomorfológica con «conos volcánicos alineados, paredes escarpadas y procesos erosivos evidentes que han ido encajonando el barranco con el paso del tiempo. En sus laderas se refugian muestras de ecosistemas naturales y flora autóctona, con abundantes endemismos canarios y macaronésicos».

Conforma un paisaje de gran belleza, con una vegetación actual formada en su mayor parte por matorral de sustitución dominado por tabaiba amarga, vinagrera, tajinaste blanco, verode y aulaga, además de acebuchal y palmeral en la cabecera. A ello habría de añadirse los vestigios arqueológicos conocidas como Cuevas de Juan Tello, por encontrarse en la falda de dicha montaña, con usos prehistóricos de cuevas de habitación y unas treinta de enterramiento que proporcionaron un gran número de restos humanos.

En un paraje de esta singular belleza, no sorprende que la memoria colectiva de los lugareños lo reconociera con muchos topónimos alusivos al medio natural, unos por las geoformas en las escarpadas paredes como Las Puntillas, otros por la avifauna que encontró en dicho hábitat, como los son la Montaña de las Triguerillas y el Llano de los Guirres. La primera entendemos que ser debe al ‘triguero’ (Miliaria calandra) asiduo visitante de las islas al que aquí dimos ese nombre, «triguero. 1. m. Pájaro granívoro de color pardo, con motas más oscuras formando listas en el dorso y en el pecho. Abunda en las zonas donde se cultivan cereales y en terrenos incultos y baldíos. Nidifica en el suelo». (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, 2010, 'Triguero').

Si bien el género femenino sea producto de la corrupción en los siglos, no debe sorprender el uso del diminutivo, pues es sabido que le distingue de su especie por ser de menor tamaño «En las islas orientales y zonas bajas de las occidentales, los individuos tendrían menor tamaño y el color más claro, siendo de comportamiento migrador. También se habla de la posibilidad de que hubiera una marcada variedad en la coloración de los plumajes y en la talla de estos pájaros en Canarias» (SÁNCHEZ NEGRÍN, 2002, p. 198).

Y el segundo, el Llano de los Guirres, aunque algo lejos de hábitat en la franja costera, no debe obviarse que estamos en un barranco que en la antigüedad pudo tener un importante caudal de aguas, además de algún que otro pilancón, como los que aún quedan visibles y la existencia de aguas subválveas que alumbran en los distintos pozos existentes, y si además hemos de presumir de la notable presencia de lagartos que le proporcionan buena parte de su dieta.

En el lugar debió abundar ese ave prototipo de lo “flaco”, muy desaparecida aquí como en muchos otros lugares de la isla, que aquí llamamos «guirre. 1. m. (Neophron percnopterus majorensis) Ave rapaz de un metro y medio de envergadura, con el pecho y el vientre blancos, la espalda manchada de negro, blanco y castaño, y las alas con las guías de color negruzco. Nidifica en riscos y acantilados, y se alimenta de carroña, insectos, lagartos e, incluso, caracoles.» (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, 2010, 'guirre').

El barranquillo en espacio el Monumento Natural protegido (IDE Canarias)
Pero en el paisaje protegido por su flora, algunas prestaron su topónimo como es el principal del Barranco del Draguillo, que por la utilización del diminutivo no creemos se deba al conocido ‘drago” (Dracaena draco), más bien al singular “drago de Gran Canaria” (Dracaena tamaranae), de menor por su sensibilidad a los factores de riesgos y las condiciones del territorio.

Aunque se tienen noticias de la presencia de un drago cercano al Pozo del Draguillo, es sabido que la situación de esta especie es crítica, en peligro de extinción, y se localizaban todos ellos en el cuadrante suroccidental de la isla, donde se han contabilizado 76 dragos y los restos secos de otros diez, con lo que el número de registros asciende a 86 en total, y referencias de pastores de una veintena más. Del total de plantas vivas 63 son juveniles, 12 corresponden a individuos adultos y tan sólo se contabiliza 1 drago viejo, viviendo en riscos totalmente inaccesibles, y todos crecen en grietas y fisuras de riscos, prueba evidente de la situación de refugio en que se encuentra a causa de la fuerte presión antropozoógena (MARRERO RODRÍGUEZ, ALMEIDA PÉREZ et GONZÁLEZ MARTÍN, 2003).

También encontramos cerca del cauce de nuestro barranquillo el topónimo El Gamonal, que obedece a la presencia en el lugar de la especie llamada vulgarmente gamón o gamona (Asphodelus ramosus), muy presente en muchos lugares de la isla y conocido desde los tiempos de los primeros repartimientos de tierras a los conquistadores y colonos-pobladores, referencia muy mencionada en la descripción de las datas solicitadas (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 612), que hemos desarrollado con mayor amplitud en la entrada a este blog de El Gamonal.

Entrando en la historia de Gran Canaria, es sabido que el cauce del Barranco del Draguillo era parte de la raya septentrional del Señorío de Agüimes dependiente del Cabildo Catedralicio del Obispado de Canarias con el término de Telde dependiente de la Real Ciudad de Las Palmas, de la que se tienen escasas noticias. En concreto por un pleito de 1782 en el que  demanda

«Los rematadores de Agüimes se negaron a dar parte de estos frutos de los pastores del señorío que alimentaban sus ganados en Pozo Izquierdo, Sardina, Juan Grande, Aldea Blanca, Maspalomas, Charquillos, Montaña de Santa Agueda, Ganados de Suárez y el Cortijo de Gando.

Los litigantes de Agüimes, Andrés González, Juan Ortega y Agustín Marrero, confiesan que los dichos nueve pagos o barrios son de Las Palmas de Gran Canaria [sic] y de Telde: Vamos de acuerdo los litigantes en que todos los nueve Barrios están situados dentro de los márgenes de los beneficios de la Ciudad y Telde, a excepción del denominado Charquillos, que lo divide la raya, correspondiente la mitad de él al territorio de Agüimes y la otra mitad al de Telde» (CAZORLA LEÓN, 1984, p. 64).

La referencia al lugar de “Charquillos” nos ubica la “raya” en su punto más septentrional, en el Barranquillo del Charquillo al norte del Lomo del Conde, muy cerca de Las Breñas de Abajo, de tal manera que situarían al lugar de los Cercados de Juan Tello, donde tienes sus nacientes el Barranco del Draguillo, bajo la jurisdicción del Señorío de Agüimes, en una latitud igual que la también mencionada Montaña de Santa Agueda, en la actualidad de Águeda, muy próxima al Barranquillo de Martín Mayor, de donde podría ponerse en duda la jurisdicción a que correspondía.

Son conocidos los numerosos pleitos habidos entre el Concejo y el Obispado por los mojones que marcaban la “raya” por las medianías, pero sí parece acreditado que en los lugares más próximos a la costa, se tienen noticias que despejan dudas en cuanto a la localización de la repetida “raya”, por un documento de 6 de abril de 1778 firmado por José de Medina Raymond, transcrito por Pedro Cullen del Castillo mencionado en su artículo “La Torre de Gando”, El Eco de Canarias, 13 de febrero de 1980, citado por nuestra fuente bibliográfica:

«Cuatro leguas distantes de la Ciudad en el puerto de Gando, jurisdicción de Agüimes en la rivera de aquel mar, está situada la Torre de Gando, cuya torre vemos existente en la margen izquierda del barranco de Aguatona, que es la continuación del barranco del Charquillo.» (IBÍDEM, pp. 64-65)

Fácil es observar que el inventariado como Barranco del Charquillo, no es tributario del Barranco de Aguatona. Sí es tributario del Barranco de los Pedacillos, que se encauza en el Barranco del Tundidor que lleva sus aguas hasta el Barranco Real de Telde, que desagua junto a La Restinga. El Barranco de Aguatona sí es tributario del Barranco del Draguillo, por su banda meridional, que discurre por la antigua jurisdicción del Señorío, y nace de la junta del Barranco del Cabuco y del Barranco Madrelagua, teniendo los nacientes más elevados el primero en Los Palomos, junto al Llano del Deán. Ha de considerarse que confundió las cuencas don Pedro Cullen, por la propia confusión histórica de no conocerse donde estaba la muy repetida “raya” en las medianías de los 750 msnm. las referencias conocidas se encuentran en dos distintas cuencas geográficas, en contraposición con los hábitos de la antigüedad.

Es necesario conocer de este escenario histórico, para poder acercarnos a los antiguos aprovechamientos del territorio y a los antropónimos que arraigaron de alguna forma allí. Tenemos muy cerca de nuestro Barranquillo de Martín Mayor, tal como al principio se ha dicho, la Montaña de La Majada, que hemos de interpretar en nuestro léxico «majada 1. f. GC.  Cerca móvil y desmontable formada por lances, que se instala en el campo y que se usa para encerrar el rebaño de ovejas. 2. f. Lz y Fv.  Depresión que se forma en la ladera de una montaña.» (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, 2010, 'majada"), de donde cabe presuponer un entorno de pastos para el ganado en general.

Ortofoto del cauce seco del barranquillo y bancales (IDE Gran Canaria)
Y de los antropónimos, tenemos al poniente la Montaña de Juan Santiago, que entendemos que hace referencia a un vecino de Telde a quien localizamos como testigo de la publicación en la iglesia de san Juan de dos repartimientos a favor de Luys Britol, ambos el 2 de febrero de 1551 (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 525 y 584), solicitando pedazos de tierras en Los Llanos de Xaraquemada. No es por consiguiente Juan de Santiago, hijo de Luis de Santiago casado con Francisca Zambrana. El día anterior en que fueron pregonadas ambas solicitudes en el mismo lugar, comparecía como testigo  Juan Mayor. Sí tenemos acreditado que Luys Bristol es natural de la isla, descendiente de canarios (BETANCOR QUINTANA, 2003, p. 201), que obtenían la titularidad de las tierras por su condición y porque «simplemente ocuparon y habitaron cuevas, para lo cual no se precisaba obtener previamente albalá de repartimiento».

Más cerca tenemos el Barranquillo y la Montaña de Juan Tello, ofreciéndonos pocas dudas correspondieron a la propiedad del regidor Juan Tello, y descartando otros homónimos posteriores como el Licenciado y el mayordomo de San Juan, Juan Tello Casares.

Está documentado que iniciado el segundo cuarto del siglo XVI, en Telde se inició la venta masiva de tierras: por el grupo relevante de la sociedad por no responder a sus intereses económicos; los pequeños y medianos propietarios por el excesivo esfuerzo económico y la quiebra económica por los continuos brotes de peste, sequías o plagas; por ser bienes recibidos en herencia o en dote y así saldar deudas pendientes; y también los "desamparados", huérfanos y viudas incapaces de mantener las tierras en explotación.

«En el apartado de los compradores se encuentran todos los grupos sociales, pero si exceptuamos las adquisiciones, ya mencionadas, de aquellos que adquieren tierras de un familiar o adquisiciones de pequeñas parcelas cuya procedencia es la dote, el resto de los compradores coinciden, generalmente, con el grupo de los grandes propietarios, entre los que podemos distinguir, por un lado, a los conquistadores y sus herederos, por otro, a los que ocupan cargos en la administración y a los que se dedican a la actividad comercial.

[…] Respecto al segundo grupo, podemos mencionar al regidor Juan Tello quien, al margen de otras propiedades que posee en Las Palmas, adquiere en Telde suertes de tierras, tanto de secano como de regadío convirtiéndose en uno de los más importante hacendados del lugar. La importancia de sus propiedades en dicho núcleo facultó el que uno de los barrios tomara su nombre; el "Cercado de Juan Tello» (RIVERO SUÁREZ, 1997, pp. 417-418).

Tenemos también el antropónimo que porta el Barranquillo Martín Mayor, que parece obedecer a uno de los dos homónimos investigados en el estudio genealógico que citamos más abajo, según pueden ser abuelo y nieto. Las razones que normalmente justifican la creación de un topónimo, en el caso que nos ocupa antro-topónimo por referirse a una persona, puede radicar en la propiedad de las tierras o a su estancia o notoriedad en el lugar, en muchos casos estudiados, por su condición de natural de la isla.

Sabemos del primero, el abuelo Martín Mayor, por las confesiones de su nieto homónimo, así como por las investigaciones genealogistas realizadas (GARCÍA TORRES, J.R. et HERNÁNDEZ BAUTISTA, F., 2016), que era morisco, criador y labrador y que su mujer Inés Rodríguez era partera, sospechándose que la abuela pueda ser descendiente de indígenas canarios, y se cita además a los hermanos Luisa Mayor y Juan Mayor, último nombre que ya nos resulta familiar como testigo del pregón de las datas del canario Luys Bristol ya mencionadas.

Está documentado que

«el silencio acerca de su condición de naturales es la norma, y no sólo en los canarios, también en los guanches y gomeros asentados en Gran Canaria. Solamente cruzando la información con la contenida en los archivos notariales y parroquiales hemos podido averiguar su origen. En otros muchos casos la descripción de las tierras que se conceden (majadas, cuevas, asientos de colmenas) y la condición de “criadores” de los beneficiados nos hace sospechar que también fuesen indígenas»  (BETANCOR QUINTANA, 2003, p. 200).

Por la descripción que hemos realizado del territorio en que lo encontramos, en los límites de la jurisdicción de la Ciudad, el Real de Las Palmas, en su frontera jurisdiccional y recaudatoria con el Señorío de Agüimes, es sabido que las datas concedidas por el Cabildo Catedralicio fueron cuestionadas siempre por el Concejo de la isla, obligando en muchos de los casos a que fuera ratificada por este último. También embargaba la duda en cuanto a determinar a qué jurisdicción correspondía el lugar. Conocemos de una data solicitada precisamente muy cerca de este lugar, en el pago de Aguatona prehistórico asentamiento aborigen en la jurisdicción del Señorío, que se eleva ante el Concejo de la isla, y realizada por un llamado Francisco Martín morisco (RONQUILLO RUBIO et AZNAR VALLEJO, 1998, p. 222), que aun siendo del 20 de mayo de 1554, y si bien el proceso contra el nieto Martín Mayor fue en 1606, cincuenta y dos años después, no debemos pasar por alto que uno de los testigos a su favor es Beatriz Domínguez mujer de Francisco Martín, casualmente homónimo de aquel solicitante que podía esconder su condición de natural detrás de la declarada de morisco.  

Y poco más hemos de añadir a la hipótesis de que la abuela Inés Rodríguez fuera natural de la isla, pues son muchas las homónimas en los primeros tiempos de nuestra historia que son descendientes de canarios, de donde pudiera ser un antropónimo recurrente en recuerdo de aquella que compró la libertad de los suyos, aunque fueran de otra isla

«1491 Mayo 1. Sevilla (f. 134). Orden a doña Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernán Peraza, para que devuelva a Inés Rodríguez de Medina, vecina que fue de Gran Canaria, el importe de unos gomeros y gomeras que le compró en dicha isla como de buena guerra, dado que le fueron tomados por el obispo de Canaria cuando los llevó a Sevilla, por haberlos declarado libres el Consejo (AZNAR VALLEJO, 1981, p. 61).

Igual decisión debieron tomar muchos naturales de la isla que se vieron siempre empujados por los colonos-pobladores, que además trataban de impedir su integración social, y así resultaban desplazados a los lugares más alejados y de peores condiciones para el cultivo, como estas tierras de secano. Sólo contaban a su favor con la presencia de asentamientos aborígenes que permitía constituir entre ellos un grupo de apoyo mutuo, ofreciéndose recíprocamente para apadrinamientos o para testimonios, así como aportación en la labranza y pastoreo. Creemos que este puede ser el caso de Juan de Santiago, como natural haciendo de testigo de otro natural de la isla. Es sabida la costumbre de tomar como apellido el de su padrino y también el de la pila donde se bautizaron.

Bancales junto al barranquillo (lospasosquedejamosatras.blogspot-com)
En relación con nuestro personaje principal que ha dado  lugar al topónimo Martín Mayor, nos asaltan algunas dudas  en cuanto al grupo étnico al que corresponde, y ellas desde la veracidad de las citas sobre las informaciones genealógicas de la Inquisición y el extracto documental que aportan los incansables y buenos investigadores (GARCÍA TORRES, J.R. et HERNÁNDEZ BAUTISTA, F., 2016): 

«“Martín, morisco, cristiano nuevo de moro, esclavo de Luisa Mayor, vecina de Canaria, condenado por hereje, apóstata y haberse vuelto a la pérfida secta de Mahoma” […] “… confiesa que, estando en el campo cuidando cerdos de su ama, otros moriscos le convencieron para irse a tierra de moros …”».

Nuestra sospecha que esté ocultando deliberadamente, como otros tantos hicieron, su condición de natural de las islas, al identificarse como “morisco”, lo es precisamente porque el oficio de “cuidar cerdos” no parece del agrado de un mahometano confeso que se precie, desde su respeto al Corán (verso 2:1.73) y los calificativos que al “puerco” dedica, pues la prohibición se sustenta en la repugnancia al “marrano” que es alimentado con “menudencias”, y en el caso de alimentarse con comida “limpia”, son animales “cochinos” en otros aspectos que afectan a la salud de los humanos, de donde podría sentirse pérfido de sus creencias.

Desde estas y otras premisas, aunque no lo podamos adverar, podríamos concluir que el origen del topónimo Barranquillo Martín Mayor se deba a la notoriedad del natural de la isla allí estante, que se dedicaba a la cría de ganado, y de ahí la presencia de majadas en sus proximidades. Son los asentamientos tipificados de los aborígenes junto a los cauces de los barrancos.

Y en relación con el otro antropónimo de las proximidades, no debe sorprender la decisión de compra de tierras en este lugar por un regidor de la isla, pues las garantías sobre el buen fin de su inversión, se las proporcionaba su propia condición de funcionario público, como es el caso de Juan Tello, al que se le supone gran poder de influencia para un conflicto de jurisdicciones, pues es conocido que mantuvo otros y salió airoso de los mismos, como lo fue el que mantuvo con el gobernador Martín de Benavides (BENITO RUANO, 1955, p. 557).

En los tiempos actuales, en el entorno del Barranquillo Martín Mayor queda la panorámica de los bancales que fueron construidos para el mejor aprovechamiento de las tierras en plano inclinado, como muestra del esfuerzo que hombres y mujeres de esta tierra han realizado durante todos los tiempos para alcanzar sus mejores rendimientos.

Localización topónimos (IDE Gran Canaria)


viernes, 8 de julio de 2016

CAVADERO, BARRANCO, HOYA Y LUGAR DEL (MOYA)

El Barranco del Cavadero tiene sus nacientes en distintos tributarios, en el Risco de La Atalaya y en el Cortijo de Las Hoyas, discurriendo aguas abajo en dirección norte dando nombre al lugar que atraviesa en todo su recorrido, para converger en un único cauce en la Hoya del Cavadero; después de atravesar la carretera Montaña Alta-Fontanales (GC-070), aproximadamente en el punto kilométrico 19’5, y discurrir paralelamente a ella por el naciente durante unos 520 metros, hasta desdoblarse para rodear el Lomo de Enmedio, volviéndose a unir hasta llegar a su junta con el Barranquillo de Lomo de Las Piedras, donde toma el nombre de Barranco del Laurel.

Panorámica (Kjell O. Pettersen)
En el lugar encontramos un asentamiento muy diseminado, en el que se censan un centenar de habitantes, y se puede llegar hasta él por la carretera Acceso a Los Tilos de Moya (GC-704), accediendo a ella junto al puente del Barranco del Laurel o de Moya a partir de ahí, situado en la carretera San Juan(Guía)-Moya (GC-700). Subiendo por la primera, cuando termina la Reserva Natural de Los Tilos, dejando atrás la Ermita del Barranco del Laurel, la carretera enlaza con tres caminos vecinales. El de la izquierda conduce al pago de La Jurada, el del centro a la Hoya del Cavadero y el de la derecha al Lomo del Peñón.

Nos encontramos aquí en el corazón de la antigua Montaña de Doramas del siglo XVI, que se iniciaba más allá del Barranco de la Virgen hasta llegar al cercano pago del Barranco del Pinar, los límites jurisdiccionales de los términos municipales de Moya y Santa María de Guía, a partir de donde se iniciaba la también antigua Montaña de Gáldar que en dirección de poniente llegaba al Lomo de la Raya, muy cerca de Montaña Alta.

Desde los primeros tiempos de la Conquista de la isla, ambos territorios permanecieron protegidos como tierras realengas bajo el control del Concejo de la isla, no permitiéndose los asentamientos, ni las roturaciones de terrenos, ni la tala o quema de sus grandes árboles centenarios, que de forma especial en la Montaña de Doramas conformaban la mayor masa boscosa, que dio lugar a nacientes, madres y rezumaderos que dieron nombre al lugar de Fontanales, cuyo vestigio residual es la laurisilva y monteverde. Es este lugar de El Cavadero y el barranco que le dio su nombre, el mayor aporte de la riqueza hídrica para todo el conjunto, y especialmente para la actual Reserva Natural de Los Tilos, donde se mantiene una vegetación exuberante como relicto de lo que pudo ser cinco siglos atrás.

Vista (Google Earth)
Es precisamente este elevado número de afloramientos y escorrentías que alimentaban el barranco, lo que dio origen al topónimo Cavadero, que siguiendo las antiguas costumbres léxicas canarias apunta que es un derivado de Cava, siguiendo las reglas que se dieron en la antigüedad con los añadidos del sufijo _ero.

«El sufijo -ero aparece sistemáticamente en la formación de nombres de árboles frutales, como vemos en los siguientes ejemplos “planté los limoneros, mansaneros encarnados, jasminero real y escobones”» (MORERA PÉREZ, 2004, p. 178).

Pero el sufijo no es usado exclusivamente para dar nombre a algunos árboles frutales, y la misma fuente nos incluye varias voces referidas a los aprovechamientos «Recolector de orchilla: “tanbien me presisa abisarle a Vmd. como distintos sugetos como son los orchilleros no los puedo ser retirar de las breñas” (Cartas, 85). […] y también pajero. Sitio donde se guarda paja, forraje seco, aperos de labranza, etc.: «con el motibo de aver un pagero de 400 fanegas de trigo del mismo maiorazgo de Arucas, se abanzaron a él» (Diario, 54); «Escritura (...) a favor de dicho señor de una era cercada, con pajero» (Diario histórico I, 199). Deriv. de paja (del lat. palea) ‘caña de trigo, cebada, centeno y otras gramíneas, después de seca y separada del grano’ y el sufijo –ero». (ÍBIDEM, p. 196).

Helecho "batatilla", Davallia Canariensis (nacerdelatierra.blogspot.com-es)
Pero este sustantivo del topónimo va más allá del significado que actualmente recoge el DRAE sobre la voz «cava 1. f. Acción de cavar y, más comúnmente, la labor que se hace a las viñas, cavándolas», despejando nos asalte duda alguna sobre cualquier relación con el cultivo de las viñas, pues ya se ha dicho que es un territorio de realengo, sin aprovechamientos agrícolas en la antigüedad, y de ahí que nos remitamos a los diccionarios históricos de la lengua.

«CAVA, vale lugar hondo, donde se suelen congregar las aguas que concurren de los collados vecinos, dize ser Arabigo, pero su rayz es Hebrea, del verbo ‘עקיצה’, caua congregari, in niphal alrededor de las fuerças suele hazer vnas cauas, o fosas hondas, y en mucha partes las hinchen de agua para mas seguridad, lo que está de la otra parte de la dicha caua, o foso hazia el campo llaman cárcava, como està dicho en su lugar arriba» (COVARRUVIAS OROZCO, 1674, p. 213).

Incluye este antiguo diccionario en la misma página, una voz derivada de la anterior, que en su significado nos lleva al cercano topónimo de La Horcajada, situado al sur del Risco  de La Atalaya y al naciente de la Heredad de Moya, de donde deducimos pudieran guardar estrecha relación con este que aquí tratamos. Dice lo siguiente:

«CAVADVRA, qualquiera cosa que se caua, y en el hombre en respeto del vestido, y calçado llamamos cauadura, lo que por otro nombre se dize horcajadura, que es aquella parte de dó de nacen los muslos, porque allí se diuide el hombre en dos partes, que son las piernas, y es hoca es propiamente la pertega que se remata en dos gajos, y enmedio dellos recibe la que llaman lata, y sobre estas arman los parrales».

Igual topónimo, singular y plural, lo encontramos en la Vega de San Mateo, y en Fuerteventura y La Palma, y en todos los casos, próximos y quizás debido a un barranco que le dio nombre. Así tenemos Los Cavaderos en Las Lagunetas, junto al cauce del Barranco de la Mina, en La Oliva (Fuerteventura) el lugar y el Barranco del Cavadero y en Barlovento (La Palma),  Los Cavaderos y el barranco homónimo. De donde puede asegurarse su estrecha relación con “las aguas que concurren”.

Las raices que le dan el nombre vulgar "batatilla" (nacerdelatierra.blogspot.com-es)
Pero no podíamos quedarnos con el origen del topónimo, y hemos indagado de la costumbre de su uso, encontrando dos referencias relacionadas con la cíclica hambruna en la isla de La Palma, intentando con ello adverar la tesis de su uso en las islas.

«Un informe de 1835 al gobernador civil de la provincia escrito por Dionisio Albertos de Miranda, párroco de Breña Alta, testimonia una realidad extensible al ámbito insular, la de que todos sus parroquianos breñuscos salvo una decena de pudientes vivían en la mayor miseria, alimentándose del pan obtenido de la raíz del helecho cultivado en cavaderos comunales; y que sólo un “rincón” del municipio -la vigésima parte- era de sus vecinos» (PÉREZ HERNÁNDEZ, 2000, p. 722).

«Ese amplio espectro de campesinado breñusco constituye el magma social que nos importa en este texto, cuyo 35% tiene tan poca tierra (menos de 50 áreas) que vive de continuo en un estado de precaria subsistencia familiar, mientras que el resto de campesinos padece situaciones periódicamente muy apuradas debido a sequías y malas cosechas, unido al agobio de los impuestos. Unos y otros tuvieron que recurrir a menudo a los “cavaderos del helecho” en las faldas de la Cumbre, en busca de su raíz, la que reducida a harina constituía el último recurso alimenticio e indispensable cuando escaseaban todos los demás» (PÉREZ HERNÁNDEZ, 1998, pp. 2711-2712).

Batatas (lanzaroteinternacional-com)
Nos introducen y aproximan estas referencias bibliográficas primero a unir el topónimo al término comunal, de lo público, y más importante aún al helecho, y el aprovechamiento de sus raíces como medio de sustento. Hablando de helechos, nos confirma que el medio natural debe ser rico en aguas y humedad, y están mejor adaptados a vivir en ambientes frescos o húmedos y a zonas cálidas, por lo cual su diversidad y abundancia va disminuyendo a medida que nos alejamos de las zonas tropicales. Es por ello que los lugares más favorecidos son aquellos que corresponden en general a los ambientes húmedos del monteverde, el que encontrábamos con mayor esplendor en el pasado de este lugar.

Pero no podemos referirnos a los más comunes cuando se refiere al recurrido sustento en los tiempos de miseria, ni al helecho común (Pteridium aquilinum) ni tampoco al helecho rizado (Nephrolepis exaltata). Es conocido en las islas un helecho vulgarmente llamado  batatilla o cochinita" (Davallia canariensis) (GIL GONZÁLEZ, 2005, Davallia)

Cardo penquero comestible (cynaracardatuopinion-com)
Que vulgarmente se le llame “batatilla” no hace referencia a la conocida como "batatilla de indias" (Ipomoea indica), y aunque sabemos que en las islas conocemos como «batata. 1. f. Tubérculo no solo de la planta del mismo nombre, sino también de determinadas plantas ornamentales, como el gladiolo, el lirio o la azucena» (ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA, 2010), por la aplicación del cariñoso diminutivo hace referencia a la raíz de la batata común (Ipomoea batatas) de mayor tamaño pero de igual uso culinario, y que el DRAE recoge «2. f. Tubérculo comestible de la raíz de la batata, de color pardo por fuera y amarillento o blanco por dentro, fusiforme y de unos doce centímetros de largo y cinco de diámetro.»

En tiempos de hambrunas en las islas, veces por el “aislamiento” a que se vieron sometidas por los corsarios con banderas de otros reinos, también por el desabastecimiento producido por sequías o contagiosas epidemias que obligaban al cierre de los puertos, y sin olvidar los estragos de las dos grandes guerras mundiales y la propia guerra civil, como en otros muchos lugares las gentes más humildes de las islas tuvieron que elegir auténticas recetas de la miseria para subsistir. Desde el agua hervida con afrecho, como sustitutivo del café con leche, esta reservada para los niños, o también con cosco, del que ya hemos hablado en nuestra entrada a esta Blog Lomo del Cosco, hasta la sustitución de las papas en los caldos con “batatillas de los helechos”, también en el mejor de los casos con castañas, o la sustitución de las verduras de sus potajes por pencas de tuneras (Opuntia ficus indica) o de cardos (Cynara cardunculus var. ferocissima), origen este último del tradicional potaje de pencas de los altos de Guía y Gáldar, y otros muchos recurrentes para engañar el estómago sin olvidar los siempre presentes higos y tunos secos.

Pencas de tunera limpias para cocinar
Alguna referencia más tenemos de estos recursos en Gran Canaria

«Alboreaba el año 1846, cuando Gran Canaria sufrió un brote epidémico de fiebre amarilla, procedente de las Antillas españolas. Ese año se había perdido la cosecha de patatas, principal alimento del pueblo, siendo escasas las de maíz, trigo, cebada y otros cereales y hasta una plaga de langosta vino por ese tiempo a consumir lo poco que quedaba en los campos. Cuentan las crónicas que no faltó quien llegase a comer "pencas de tuneras" y raíces de helecho, dándose el caso de que la miseria y el hambre hicieron más víctimas que la fiebre amarilla. La Heredad en la sesión de 7 de marzo de 1847 […] acordó del dinero del Secuestro hacer limosna a los infelices más necesitados » (RISKALLAL SANTANA, 1990, p. 102).

Juan Negrín, canario ilustre, médico, intelectual y político, cuando accede a la Presidencia de la II República, creó las bases para una economía de guerra y aprueba un sueldo de 10 pesetas diarias para los milicianos y se hacen famosas las “lentejas de Negrín”, que se hervían con piedras y algo de cebolla como alimento en el frente. Quizás por ello los carabineros combatientes fueron conocidos como “Los hijos de Negrín”. Era una manera de llenar los estómagos, y como médico sabía que solo así se reponían las fuerzas para continuar en el combate. Probablemente recomendara una receta que conoció en la isla.

Dejando atrás el origen del topónimo y las connotaciones sociales sobre las comidas en tiempos de miseria, conozcamos algo más de la historia de este lugar, del que sabemos que desde los primeros tiempos de la historia cuando la Conquista de la isla, eran tierras de realengo, de propiedad pública administrada por el Concejo de la isla en representación del Rey.

La privatización de estas tierras tienen sus inicios cuando en 1785 el Regidor Perpetuo Cristóbal Vicente Mujica solicita al Concejo la data de una porción de la Fuente del Laurel, a la que se oponía no sólo el gobierno insular, sino también los vecinos de Moya. Su petición se justificaba por “las innovaciones realizadas en la caza de ballenas” en Arguineguín,  con el apoyo de la Real Sociedad Económica del Amigos del País, actividad en que la Corona se había manifestado con fuerte interés por el gran auge que este negocio venía representando para los distintos Estados.  

Vista septentrional (Google Earth)
El fracaso de las expectativas, supuso el reconocimiento de una deuda de la Corona con Cristóbal Mujica quien había solicitado al Rey 200 fanegas de tierras en La Isleta, que le fueron denegadas por la Audiencia, al igual como ocurrió con las tierras solicitadas en el Lentiscal, proponiendo se le den 30 fanegas en Gáldar, Guía o Moya. En 1801 el Rey concede la Data por Real Provisión de tierras en la Montaña de Doramas, que debe ser ejecutada por la Audiencia.  Así lo realiza «por auto de 8 de octubre de 1801 se manda poner en posesión a Mújica de las 30 fanegas señaladas en Doramas con la obligación de plantar árboles en sus orillas y con las mismas condiciones que se establezcan en el repartimiento general de baldíos de los pueblos colindantes con la Montaña» (SUÁREZ GRIMÓN, 1978, p. 341).

Ello origina la oposición del Ayuntamiento de Moya por las tierras y el histórico pleito de la Heredad de Moya por la pretensión de hacerse con las aguas del Barranco del Laurel, en cuya entrada a este Blog ya hemos comentado.

Dice la misma fuente bibliográfica que

«La posesión de las 30 fanegas de la M. de Doramas se concede el 12 de octubre de 1801: 13 fanegas y medio celemín en el Llano de las Hayas (Moya) y 16 fanegas 11'5 celemines en el Llano del Diego Pérez (Guía), iniciándose la roturación y cultivo al año siguiente mediante contratos al partido de medias llanas por 1 año con distintos vecinos […] por influjos de Mujica o por propia iniciativa tratan de ampliar las dimensiones de la suerte recibida, al partido de medias introduciéndose clandestinamente  en la Montaña. En los autos seguidos por el Corregidor en 1803 sobre "averiguación de los reos cómplices en el incendio de la Montaña de Doramas", se procedió contra los usurpadores descubriéndose que Bartolomé Pulido, medianero de Mújica, había mudado los mojones, cortado los caminos y usurpado terreno. [..] La usurpación consistió en 3 fanegas 5'5 celemines en el Llano de las Hayas y 2 fanegas 2'5 celemines en el de Diego Pérez; los perjuicios se redujeron al cierre de un abrevadero a la salida del Barranco del Cavadero y a la ocupación de una parte del camino público haciendo otro nuevo. Por autos del Alcalde  Mayor de 29 de enero y 14 de abril de 1804 se ordena a Mújica restituir lo usurpado y éste solicita que queden a cuenta de las 170 fanegas que se le adeudaban.»

Vista meridional (Google Earth)
Las demandas de las 170 fanegas restantes se siguieron realizando por Cristóbal Vicente Mujica en los años siguientes, veces las pedía en estos lugares y otras en el Lentiscal, e inclusive en el sur de la isla, y en ocasiones le eran concedidas por el Corregidor y anuladas por la Audiencia. Al final porque siempre avalaba sus peticiones con el asunto de la pesca de las ballenas, del que no se veía éxito alguno, y consideraba que todo su argumento era para obtener ventajas en la agricultura. En 1820 vuelve a realizar la petición al Rey, quien pide informes al Jefe Político, que a su vez se la remite a la Diputación de Canarias. La Diputación requiere a los ayuntamientos de Guía y Moya para que le reintegren las fanegas, pero los ayuntamientos la mantienen entre sus Propios.  En su testamento de 20 de octubre de 1831 incluye el derecho a la data de las 170, pero las tierras seguirán de los Propios de los Ayuntamientos para su reparto entre los vecinos más necesitados (IBIDEM, p.345).

Con posterioridad a todos los acontecimientos, reacciones a favor y en contra de los repartos y datas en la Montaña de Doramas, la primera noticia documentada de la propiedad del lugar la tenemos en la partición de los bienes de Cristóbal Padilla y Ramos, el 10 de junio de 1860, en la que se incluye la siguiente finca:

«Cortijo denominado El Cavadero, situado en el Pago de Fontanales, término municipal de Moya, que mide treinta y nueve fanegadas, tres celemines cincuenta brazas, igual a veinte y una hectáreas sesenta y una áreas, noventa centiáreas, cinco mil cuatrocientas ochenta y cinco centímetros cuadrados, y linda al naciente con camino público que sube por el Lomo de Rivero y servidumbre que conduce al Cortijo de Las Hayas, al poniente con el Cortijo del Bermejal, que fue de don Nicolás Lorenzo y García y hoy es de don Bernardo García y Rodríguez, al norte con tierras del mismo Cortijo, servidumbre que llaman del Lomito de Enmedio y camino que viene del Lomo de Moya al de Rivero, y al sur con terrenos del Cortijo de las Hayas que poseen los herederos de don Andrés Melián, y las del propio Cortijo del Bermejal (Bermegal?), tiene como accesorios casas, cueva y gañanía dentro de esta cabida y linderos» (MARTÍN SANTIAGO, 2010).

El Cortijo El Cavadero correspondió por la partición a su hijo Juan Padilla y Gutiérrez Padilla, profesor de medicina y cirugía, que el 19 de diciembre de 1884 vendió al  labrador Antonio Tomás Castellano y Díaz, según protocolo nº 400, folios 1474-1475 vº del notario Agustín Millares Cubas. El mencionado Antonio Tomás y José Castellano y Díaz, son hijos de  Tomás Roque Castellano y de María de los Dolores Díaz.

Linderos mencionados del Cortijo de Cavadero (IDE Gran Canaria)
Especial mención merece la personalidad del vendedor del Cortijo Juan Padilla y Gutiérrez Padilla, más conocido en su tiempo como Doctor Juan de Padilla y Padilla quien fue alcalde de Las Palmas de Gran Canaria en 1871 y nombrado por el Gobernador Civil  Pedro Mariano Ramírez como Subgobernador del grupo oriental de las islas, coincidiendo su mandato con las elecciones para Cortes Constituyentes celebradas en mayo de 1873 para la I República Federal Española tras la renuncia de Amadeo I de Saboya.

Al margen de su profesión de Médico y Cirujano, y que ejerció de profesor de Geografía en el Colegio de 2ª Enseñanza Santo Tomás de Las Palmas, fue estrecho colaborador del Dr. Gregorio Chil y Naranjo, y consocio fundador de El Museo Canario, dejando para la historia su importante labor de copista de importantes obras etnohistóricas, destacando entre otras la copia en 1876 del manuscrito de  Francisco J. de León y Joven, copia a su vez del manuscrito del bachiller D. Tomás Arias Marín y Cubas, “con varias notas del mismo Marín rebatiendo y negando algunos de los hechos que consigna Sedeño” en su Historia de la Conquista de Canaria (JIMÉNEZ GONZALEZ, 1998, pág. p. 242), y otras como la copia del famoso sermón del Prebendado Álvarez de Silva a la Virgen del Pino, que publicó sin licencia eclesiástica, obra denunciada a la Inquisición el 14 de marzo de 1756 que mandó destruirla por ser demasiado “barroca” (RODRÍGUEZ ARTILES, 1990, p. 38) y otras de José Viera y Clavijo.


Pero conozcamos más en detalle de su persona en palabras de otro importante personaje de la época Amaranto Martínez de Escobar, también consocio de El Museo Canario, datos biográficos que avalaron que una calle de la capital grancanaria lleve su nombre. Algo extensa, dados sus distintos escenarios y facetas sociales y profesionales, y de la que hemos suprimido algunos párrafos, sin que ello afecte a su contenido y condensar en ella la biografía de una personalidad algo desconocida en nuestros días, y que reproducimos destacando el crítico pensamiento político siempre vigente.

«Designado unánimemente por mis consocios  de El Museo Canario para escribir la necrología, la memoria fúnebre del ilustrado y malogrado compañero, del queridísimo y nunca olvidado amigo Doctor Don Juan Francisco Padilla y Padilla, no me era dado eludir tan sagrado compromiso, á pesar de ser el último de todos, y de todos el más incapaz para hacer exacta relación de los méritos y virtudes que enaltecieron al que dejó entre nosotros un vacío imposible de llenar. Y no podía eludir el compromiso, porque estaba obligado á satisfacer, con el tesoro de mi cariño, una deuda de gratitud al que, en momentos de angustia para mi, presa de cruel enfermedad y lejos de mi familia, no me abandonó ni un solo momento, prodigándome constante los auxilios de la ciencia y los dulces consuelos de la amistad.

[…] Fué la vida del Doctor Padilla una de esas vidas que se consagran por entero al engrandecimiento de la patria, condensando todas las energías de su sensibilidad y de su inteligencia al laborioso impulso de los elementos progresivos de la vida científica, la más esencial y permanente de la humanidad.

[…] La reputación de que gozaba el Doctor Don Juan Padilla y Padilla no era la de esos héroes que recogen laureles en los campos de batalla ni en el fragor de la lucha: no fueron sus conquistas y victorias esas victorias y esas conquistas del aventurero audaz que sorprende y encadena con la astucia de las armas al hombre débil é inofensivo: no, su reputación fué ganada sembrando beneficios; y obtuvo sus victorias y conquistas procurando el desarrollo de la enseñanza, el progreso de la patria, acumulando material para el estudio de la ciencia, y coadyuvando con los buenos á la solución de los oscuros teoremas sobre el origen de la raza indígena que habitara nuestras islas.
Retrato (El Museo Canario)

Esta ciudad de Las Palmas fué su cuna. En ella vió la luz el 21 de Agosto de 1826, siendo sus felices progenitores Don Cristóbal Padilla y Ramos, natural del Hierro, y Doña Micaela Padilla de la ciudad de Trinidad en la isla de Cuba: y en esta misma ciudad de Las Palmas, el 19 de Febrero de este año, pagó el Doctor Padilla el triste tributo que a todos nos obliga la limitación de nuestro ser.

En todos los periodos de la vida se reveló su espíritu observador y su amor a las ciencias; ya desde que comenzó sus estudios en nuestro Seminario Conciliar, ya después, en Paris, á donde se trasladó en 1846, para seguir la carrera de medicina y cirujia, obteniendo en Caen el título de Bachiller en Ciencias físicas en 6 de Abril de 1850, y recibiendo luego en la Universidad de Paris, al terminar los estudios de la Facultad, en 3 de Junio de 1858, el grado de Doctor. La tésis que con este motivo le tocó desenvolver nos muestra cumplidamente, no tan solo el alcance de su inteligencia, sino tal vez, con más exactitud, su carácter analítico é investigador, cualidad que siempre resaltaba en todos sus trabajos, como la nota predominante, y pudieramos llamar absorbente, de su pensar reflexivo. El tema importantísimo y delicado en extremo que trata de desenvolver, se condensa en estos términos: “Ulceraciones simples del cuello de la matriz y su tratamiento”. Nuestra incompetencia para el análisis y critica de este concienzudo trabajo, nos dispensa de una exposición, cuyos detalles íntegramente pertenecen a los hombres de las nobles ciencias médicas que no faltan para honra y prestigio de esta Sociedad. Ellos con recto y severo juicio han pronunciado hace tiempo su fallo, al honrar, como lo hicieron en vida y en muerte, al meritorio socio, cuya pérdida lamentamos.

Valieronle sus conocimientos médicos para ser nombrado, en 24 de Mayo de 1859, individuo de una de las Comisiones creadas por este Excmo. Ayuntamiento á fin de precaver la propagación de la viruela que ya causaba estragos en este vecindario; y siendo médico municipal de la Villa de Gáldar en el siguiente año de 1 860, se le designó por el Gobierno civil de la Provincia para formar parte de la Junta de Sanidad en aquella isla donde tan valiosos servicios prestó; hasta que habiendo trasladado de nuevo su residencia á esta Capital, la Junta Superior del Gobierno creada en esta isla en 1868, le distinguió, en 24 de Octubre, con el cargo de Vice Presidente de la Junta Superior de Sanidad y posteriormente, en  26 de Agosto de 1883, se le eligió Vocal suplente de la Junta de igual clase considerándose de gran utilidad sus servicios, porque no solamente desempeñaba estos cargos con el celo y eficacia que le inspiraba su misión humanitaria, sino también y especialmente con aquel entrañable afecto á su país que le singularizó durante su vida entera.

Por tan poderoso estímulo nunca fué extraño á cuanto decía relación con el bienestar político y social, que en el sagrado de su conciencia juzgaba conducente al mejor servicio de los intereses de esta Ciudad y de esta isla: y así es que le vemos intervenir en aquellos Centros donde pudiera fomentar la enseñanza, ó en aquellos otros donde, en conformidad con sus ideas y aficiones políticas, teniendo siempre por fin el adelanto social, aportase algún bien positivo o dentro del progreso histórico de las sociedades contemporáneas. Por eso le vemos formando parte constantemente mientras allí permaneció, de la Junta local de primera enseñanza de la villa de Gáldar desde el año de 1862, siendo también por la misma época, individuo de la Junta municipal de beneficencia, y ejerciendo, en unión de D. Fernando Pineda, el cargo de Comisionado de policía y ornato públicos. Jamás esquivó el desempeño de ningún puesto, donde estimaba que podía ser útil, sin considerarse nunca necesario.

Retrospectiva de principios del s. XX
del Museo Canario (Fedac)
Cuando de Gáldar se trasladó á esta ciudad, obtuvo el nombramiento de Catedrático del Instituto de segunda enseñanza de la Provincia de Gran Canaria establecimiento creado  por decreto de la Junta Superior de Gobierno de esta isla, cuya Junta, á beneficio de los acontecimientos de aquella época, inició una de verdadera prosperidad y adelanto para el país; y en 23 de Abril de 1875, sirvió en interinidad cátedra de lengua francesa en nuestro Instituto local; viéndosele, más tarde, en 1883, figurando como vocal en la Junta de primera enseñanza: y siempre distinguiéndose por su celo y por el estricto cumplimiento de los deberes que estos cargos le imponían.

¡Cuánto bien prodigó á la pública enseñanza el Doctor Padilla!

Como hombre político profesó siempre ideas republicanas, siendo el primero que en los comités y clubs celebrados en esta localidad con motivo de la memorable revolusión de 1868, se declaró abiertamente republicano federal, creándose entonces un partido que llegó. Adquirir grande importancia y á luchar con ventaja para nuestra representación en las primeras Cortes elegidas por sufragio universal.

¿Y cómo nó, cuando con tanto entusiasmo y con tanto ardor recordaba los episodios de su juventud: allá en Paris, cuando la revolución francesa de 1848, y el destronamiento de Luis Felipe de Orleans, en cuyos acontecimientos tomó parte activa muy especialmente en los dias 21, 22. 23, y 24 de Febrero, en que, como republicano y al lado de sus exaltados compañeros, nunca desamparó el puesto que como á Ciudadano le había sido señalado? También tomó parte en las célebres jornadas de Julio, cuando la muerte del arzobispo de Paris, Monseñor Affre, y en el momento en que éste fué herido en el faubourg de St. Antoine.

Como consecuencia de sus ideas y significación política, fué elegido en 1871, 2.° Alcalde de esta ciudad, y, por sus partidarios, Vocal del Comité directivo federal; y más tarde, en Marzo de 1873, siendo Poder ejecutivo de la República española, el eminente hombre de Estado Don Francisco Pi y Margall, se le distinguió con el cargo de Subgobernador del distrito de la Gran Canaria. Todavía, después de la restauración de la monarquía en nuestra España, en 1885, presidió, por elección de su partido, el Comité democrático federal.

Pero, señores; es indudable que nuestro malogrado amigo y compañero no era llamado al campo de las contiendas políticas, á pesar de sus arraigadas convicciones y de su inmenso amor á las instituciones democráticas; el genio y el carácter del Doctor Padilla no se compadecían con ese estado de lucha permanente, sin tregua, ni descanso, donde muchas veces, atendidas la falta de fé en los principios y la inmoralidad (¿por qué no confesarlo?) de los partidos políticos militantes, hay que apelar con frecuencia á malas artes para destruir perversas influencias y medios depravados de dominación gubernamental. No; su rectitud y su conciencia se oponían abiertamente al dolo; aquel espíritu pacífico resistía al combate rudo de encontradas tendencias en el seno de un partido, en el cual, lo mismo que en todos, se introducen siempre elementos de sofisticación que adulteran la idea y destruyen sus más sanas doctrinas.  Faltan la buena fé en los principios, la convicción en las creencias; falta la moralidad política. De aquí las decepciones, la traición por el medro personal, y el amargo desengaño para los que, siempre honrados y consecuentes, tienen que llorar los males de la patria.

Otras instituciones, otros centros reclamaban el laborioso concurso de nuestro amigo. Su talento y sus conocimientos necesitaban ocupación, si cabe decirlo así, mas seria y concienzuda.

Retrospectiva interior Museo Canario (Fedac)
Allí donde el estudio de las ciencias y la reflexión reclaman de lleno la inteligencia, estaba el verdadero fin y objeto del Dr. Padilla, y así lo demostró cumplidamente, desde que en 20 de Enero de 1872, ingresó como socio de número en nuestra Económica de Amigos del País, en cuyo seno inició gran número de trabajos que tan alto pusieron el nombre de aquella patriótica corporación; y, sobre todo, cuando, en unión de otros entusiastas conciudadanos, fundó, en 4 de Agosto de 1879, esta sociedad de El Museo Canario, cuya primera sesión se celebró, bajo su presidencia accidental, el 2 de Septiembre del mismo año, y en ella fué nombrado Bibliotecario inamovible. Esos mismos meritorios trabajos, llevados á cabo en la primera de estas Sociedades, ya como vice-Secretario y luego como Secretario general, hasta su fallecimiento; unas veces como Presidente y otras como vice-Presidente de varias Secciones, valieronle para ser nombrado Socio honorario en 3 de Mayo de 1877, honra debida que sólo se dispensa por grandes méritos y servicios al país. Era el nombre del Dr. Padilla tan conocido aquí y fuera de aquí, que las Sociedades Económicas de Amigos del País de la Habana, de Cádiz, de Sevilla y de Manila, reclamaron su ilustrado concurso, nombrándole su socio corresponsal. Su incansable y paciente ocupación en restaurar nuestras antigüedades, ordenar, clasificar objetos que forman hoy riquísimo tesoro en nuestro célebre Museo, cuya celebridad en gran parte se le debe, diole nombre para que, en 1886 fuese elegido individuo de la Sociedad Española de Historia Natural de Madrid.

No se ha de creer, sin embargo. que su talento y el amor á su patria se contrajesen al impulso de la ciencia: sus aficiones le llevaron también al campo de las Letras, y por eso le estimuló su paciencia a coleccionar las producciones literarias del Doctoral de esta Catedral D. Graciliano Afonso, del Presbítero  D. Mariano Romero, de D. Rafael Bento y Travieso, del Licdo. D. Bartolomé Martínez de Escobar, y de otros escritores y poetas canarios. Y era de ver el afán con que indagaba, buscaba y copiaba todos esos trabajos que procuraba completar para que nuestra Sociedad, arbitrando medios,  los diese á la publicidad formando una escogida Biblioteca de nuestros escritores. Estas aficiones le valieron ser socio de mérito de “El Porvenir científico y literario de la Juventud Canaria de Las Palmas” en Abril de 1882; y nuestro Excmo. Ayuntamiento le eligió Bibliotecario municipal, destino que apenas disfrutó un año cuando  nos lo arrebató la muerte.

No debemos olvidar que fué uno de los fundadores de la Academia de ciencias médicas de esta Ciudad y que se había dedicado con tanto empeño á los estudios históricos y antropológicos que los hombres de ciencia que visitaban nuestro Museo, comprendiendo la profundidad de sus conocimientos tomaban nota de sus explicaciones, atendían sus observaciones y le prodigaban merecidos elogios.

Fue activo y constante colaborador hasta su muerte de los Estudios históricos, climatológicos y patológicos que está publicando el que es también ilustrado consocio nuestro y Director del Museo, Dr. D. Gregorio Chil y Naranjo, quien siempre le consultaba sobre ciertas oscuridades de la ciencia, estimando en mucho su dictamen y razonamientos.

Vista (7mates-com)
No diré más, Señores, porque nuestro espíritu todavía se contriste delante de aquella tumba que conserva los venerandos restos del hombre bueno y honrado, del ciudadano laborioso y amante de su patria; del mejor y más cariñoso de los amigos, del modesto obrero de las ciencias y del que fué modelo de esposos y virtuoso padre de familia nunca bastante llorado.

Su sombra vaga todavía por esos salones y galerías que guardan nuestras antigüedades; por aquel laboratorio en donde con admirable constancia estudiaba, ordenaba y reconstruía esos preciosos objetos que enriquecen nuestro Museo y que todos admiran. Todavía nos preguntamos angustiados: ¿Quién llenará ese hueco que con honda pena contemplamos solitario?

¡Paz á sus restos y honor á su inolvidable memoria!» (MARTÍNEZ DE ESCOBAR, 1900).

Bien estaría que alguna iniciativa hubiera para testimoniar en este precioso lugar del Cortijo de Cavadero una sencilla señal de recuerdo al Doctor Juan de Padilla y Padilla, cuya propiedad fuera de su padre cuando sólo tenía cuatro años y después heredara, y que posiblemente vendió, renunciando al disfrute de su belleza natural para dejar parte de su vida e imborrable huella en El Museo Canario. Qué mejor que una de aquellas pequeñas pintaderas que allí tanto cuidó y admiró. 

Localización (IDE Gran Canaria)